Films de la Semana
Jean Renoir, ma non troppo
La dimensión heroica
La pasión de los débiles
Films de la semana

Films de la Semana
Jean Renoir, ma non troppo
FUGA ALLEGRO VIVACE (Le caporal épinglé, Francia, 1962), producción Films du Cyclope, distribuida por Gala; libreto; Renoir, Charles Spaak, Guy Lefranc, sobre novela de Jacques Perret; fotografía: Georges Leclerc; música: Joseph Kosma; intérpretes: Jean-Pierre Cassel, Claude Rich, Claude Brasseur, Jean Carmet, Jacques Jouanneau. Director: Jean Renoir: 106m)
Es quizá la obra más decepcionante de Jean Renoir (69 años), por su implícita renuncia a toda ambición de originalidad y por la casi inexplicable mediocridad de su escritura.
El tema único es la evasión; su excluyente protagonista, un cabo francés que atraviesa toda la Segunda Guerra en un campo alemán de prisioneros, junto con otros cuatro soldados que temen las responsabilidades de la vida civil y prefieren quedarse donde están, ganándose como pueden la confianza de sus guardianes nazis. El más conformista se llama Ballochet (encarnado por un excelente Claude Rich) y es un ex empleado de las compañías de gas; los otros son Pater, chofer de transportes; Emile, un campesino que se preocupa insaciablemente de sus vacas abandonadas, y Mario, un boxeador. Todo lo que quiso Renoir fue contraponer la pasión por estar libre del Caporal con la voluntaria esclavitud de sus amigos. El resultado es, sin embargo, un decepcionante caos.
Durante la filmación de Fuga en Viena, Renoir había declarado que excluiría toda anécdota, en el sentido tradicional del término: "Mi relato es sólo una sucesión de escenas —dijo—, alrededor de diez en total, interrumpidas por auténticos fragmentos de noticiarios. De esa manera, los sketches se transformarán en una cadena de crónicas sobre la guerra, unidas únicamente por la figura del Caporal." Esa estructura narrativa, que en apariencia convenía a Renoir, fracasa sin embargo por la renuencia con que se cuenta, en cada fragmento, una parecida historia de fuga frustrada.
Conceptualmente, Fuga es además el primer film conservador que Renoir haya realizado en 40 años de trabajo: con excepción del cabo, todos los héroes están satisfechos de su suerte; para Ballochet, la huida hacia París significa, además, un retorno a la esclavitud del empleo. Quien mejor resume ese conformismo es un obrero agrícola de la Beauce, que se casa en Alemania y llega a convertirse, gracias a la guerra y a los brazos de su Qretchen, en patrón de sí mismo.
Los yerros de la obra se vuelven más patentes ante la falta de ductilidad con que Jean-Pierre Cassel, el cabo, pasa de la comedia al drama: Renoir se arriesgó después de haberlo visto resolver admirablemente pequeños papeles cómicos, descontando quizá que Cassel podría ajustarse con la misma solvencia a un personaje casi trágico como el de su Caporal.
Sólo dos excelentes fragmentos escapan del desastre: la tortura del cabo en el sillón de una dentista alemana y los diálogos entre un suboficial gigantesco y otro enano, al comienzo del film.

 

La dimensión heroica
BLITZ SOBRE LONDRES (Blitz Over London), documental de Lion Films, presentada por Imperial. Producción diseñada por Roy Simpson; coordinación y montaje: Harry Booth; comentario: Alistair Cook. 70m.
El 9 de mayo de 1941, el deán de San Pablo formuló una plegaria, en el corazón de Londres: "Señor, ilumina nuestra noche". El 10 de mayo, poco después de medianoche, Londres ardía por los cuatro costados. A un año justo de la fulminante invasión de Europa por los nazis, Hitler arrojó 10.000 bombas incendiarias sobre la capital británica, deseoso de borrarla de la faz de la Tierra. Blitz sobre Londres se limita a mostrar el rostro convulsionado del dictador cuando formula su amenaza, el ataque a la ciudad y la reacción de sus habitantes. Con estos elementos, extraídos de documentales ingleses y alemanes, Simpson y Booth formulan un friso heroico apasionante.
Los primeros cincuenta minutos diseñan los antecedentes de aquella primavera mortal: la histeria de Hitler, la derrota de Francia, los gestos con los cuales los ingleses aprietan los dientes y se disponen a resistir. Con incisiva precisión, con un crescendo sagazmente estructurado, esta antología de imágenes sumerge al espectador en la que Churchill llamó "la hora más gloriosa" de la guerra para el pueblo inglés, cuando éste se halló solo frente al enemigo. El 24 de agosto de 1940, Hitler recibió la formal promesa de Goering de abolir a Inglaterra del cielo europeo; a partir del 5 de setiembre, un alud de fuego comenzó a precipitarse sobre Londres, en parte, y principalmente sobre aeródromos y fábricas de aviones en todo el territorio británico.
La respuesta inglesa —bombardeos a Berlín— enfureció al paranoico gobernante nazi, quien, abandonando la primera y más prudente táctica, decidió concentrar todo el peso de su fuerza aérea sobre Londres. Coventry. Manchester y muchas otras ciudades habían sufrido ya los efectos de la guerra fulmínea, la blitzkrieg. El comentario, de ejemplar sobriedad, subraya: "Bombas de una tonelada fueron arrojadas con paracaídas sobre Manchester; cayeron en la noche con el blando silencio de la nieve". Pero en la capital fue distinto: el 10 de mayo de 1941, diez mil bombas incendiarias quemaron la oscuridad. El East Eiid fue literalmente arrasado: la abadía de Westminster sufrió graves daños, el Queen's Hall desapareció, ocho mil calles acabaron bloqueadas por las casas derruidas.
El film narra con épica sobriedad las 76 horas de infierno, condensándolas con un montaje sensible, fundamentado sobre primeros planos de rostros conmovidos pero nunca asustados. Al mismo tiempo, la visión del nazismo está dada también en términos de rostros de soldados imberbes y en primeros planos de Hitler contorsionado en el colmo de la ira o mostrando una pueril alegría al comienzo de la guerra, cuando la invasión a Bélgica y a Holanda se cumple en un plazo menor que el previsto.
Las palabras de Churchill ritman la acción y actualizan con vivida vigencia un fragmento de historia contemporánea que a veces parece demasiado alejado. La potencia expresiva de la imagen demuestra, sin embargo, que ese alejamiento es sólo aparente, y que el intento de destrucción masiva de Londres (contestado en su momento con la aniquilación total de Berlín) contenía en sí el germen del terror atómico. Sin embargo, hubo en la batalla de Londres un elemento fundamental que tal vez la guerra nuclear haya cancelado para siempre: el heroísmo. Hitler pudo destruir miles de casas y millones de seres, pero no el coraje y la obstinación de los sobrevivientes. El film también lo señala.

La pasión de los débiles
EL CUARTO INDISCRETO (The L-Shaped Room, Inglaterra, 1963); producción Romulus presentada por la Columbia; libreto: Bryan Forbes; fotografía: Douglas Slocombe; música: fragmentos de Brahms; intérpretes: Leslie Carón, Tom Bell, Bemard Lee, Cicely Courtneidge. Director: Bryan Forbes. 127m.
Es un melodrama menor, pero está pensado con inteligencia. Su responsable es Bryan Forbes, un actor preocupado por la metafísica, y cuya primera obra, Mientras sopla el viento (Whistte Down the Wind. 1961), ostentaba un promisorio sentido de la construcción.
Este es también un film de personajes: la protagonista es Jane, una francesa que rompe con el puritanismo de sus padres y se refugia, "embarazada de dos meses, en una sórdida pensión inglesa, entre un trompetista negro, un novelista fracasado, una extraxagante bailarina de circo y dos prostitutas. Toda la hostilidad y las prevenciones de Jane se derrumban ante el cerco de comprensión con que esa gente la rodea; junto al novelista, inclusive, descubre por primera vez el amor, a los 27 añosa tendida sobre la hierba de Central Park.
Pero es la revelación de su maternidad inminente lo que trastorna de golpe ese jubiloso descubrimiento del mundo: la vieja bailarina le entrega un frasco de pastillas caseras para que pierda la criatura, el trompetista la humilla rencorosamente, el novelista la obliga a una drástica separación.
Forbes narra convencionalmente y sin demasiada imaginación, como casi todos los artesanos británicos de primera línea; pero tiene sobre ellos la ventaja de una mejor disposición para la ternura, de una actitud comprometida y pasional hacia sus personajes.
De la misma manera, su sentido de la ambientación es precario: transforma una máquina de escribir y una lámpara sucia en signos de la soledad de Toby, el escritor; no confiere el debido valor a los trastos de que está atiborrado el cuarto de Jane: la pava sobre el hornillo, los cuadros de mal gusto, la desvencijada cama. Es un humanista, pero sin la penetración que eso exige.
Pero el hecho de que Forbes haya sido un actor estimable y de que se entregue abiertamente a la realización de un cine de personajes, es el que suscita el excelente nivel interpretativo de la obra: pocas veces. Leslie Carón ha podido trabajar tan incisivamente una figura como la de su Jane Foset, dejándola deslizarse imperceptiblemente de la hostilidad a la ternura; al lado de ella, Tom Bell (Toby), Brock Peters (el trompetista negro) y, sobre todo, la admirable característica Cicely Courtneidge componen un fresco de ejemplares composiciones dramáticas. El cuarto indiscreto vale, ante todo; por ese torneo de actuación que despliega.
Sin embargo, parece lógico pedir a Forbes algo más que un alto nivel interpretativo en sus películas. A los 37 años, este ex alumno de la Real Academia de Artes Dramáticas de Londres, con dos décadas de constante ejercicio teatral, está en condiciones de superarse. No en vano rechazó una próspera carrera de actor para dedicarse a sus dos confesadas pasiones: escribir guiones y dirigirlos. No en vano, también, fundó su propia empresa productora.

 


Revista Primera Plana
03.12.1963

Ir Arriba