CINE
Si Don Juan fuese mujer
Billy, el asqueroso
Locura de verano - American Graffiti
Una mujer, un pueblo
cine

SI DON JUAN FUESE MUJER
Francia. Con: Brigitte Bardot, Maurice Ronet, Robert Hossein, Jane Birkin. Director: Roger Vadim. Cine: Opera
Parciales desviaciones interpretativas (El desprecio. La verdad) no lograron emancipar a la inefable Brigitte Bardot del sino erótico con que, en 1956, se impuso al mundo en la película Y Dios creó a la mujer, dirigida por el trivial Roger Vadim, el mismo que la conduce ahora en Si Don Juan fuese mujer. A los 39 años de edad (en la otra tenía 22), la Bardot repite sus limitaciones de intérprete y exhibe sus atractivas extralimitaciones físicas.
Aburrida, pretensiosa, Si Don Juan fuese mujer aspira a reflexionar sobre la empírica inestabilidad de este ejemplar hedónico, que confiesa (se lo dice a un sacerdote católico, joven, buen mozo, que es su primo en la ficción) tres hazañas eróticas de las que resultan otras tantas víctimas las personas de un político-escritor-profesor universitario (Maurice Ronet), un acaudalado y desagradable empresario (R. Hossein) y un lánguido baladista. A los tres los aniquila.
Como si lo visto en la película fuera poco para exhibir junto a la Bardot, Roger Vadim filma una secuencia en Suecia y ya que está aprovecha para documentar una orgía estudiantil, con todos los ingredientes. Insatisfecho con esos delirios, rubrica Si Don Juan fuese mujer con una llameante (se trata de un incendio) escena, mientras Maurice Ronet corre serio peligro de caer sepultado en las arenas que empujan unas topadoras. Curioso, ¿verdad?


BILLY, EL ASQUEROSO
(USA. Con: Michel J. Pollard, Richard Evans, Lee Purcell y Charles Aidman. Director: Stan Dragoti. Cine: Normandie).
Se trata de desmitificar al famoso héroe del Oeste, William Bonney, más conocido en la leyenda —incluso literaria y fílmica— como Billy the Kid. Y en la medida en que, en la implacable perspectiva del director Stan Dragati la visión tradicional ha sido falsa y corresponde a un Billy "limpio", desde el título de esta interpretación se da la contrafigura, el antihéroe, calificándolo como asqueroso" ("dirty", sucio, en el original).
Se asume no la trayectoria criminal —la de sus "éxitos"— sino la sórdida de su gestación, en las fronteras mismas de la bestialidad promiscua. ¡Película, dura, sin concesiones, describe, en lamentable territorio de pioneros la circunstancia infrahumana, codiciosa, y en ella, la rebeldía de tres seres marginados: criminales, beodos, prostituidos. Uno de ellos es Billy, una personalidad infradotada, repelida por el contexto, que ingresa sin clara conciencia en un infierno sin retorno.
Billy, el asqueroso esté narrada con vigor, con interna violencia, quizás con rabiosa ansia denuncialista, se dice que fundamentada en idénticas fuentes que iluminan la real historia del personaje. El personaje en su circunstancia es, asimismo, un válido encuadre para examinar las claves filosóficas de una comunidad, más aún, los cimientos sobre los que se asienta un determinado sistema de vida. Billy, el asqueroso es, en ese sentido, una película revisionista en cuya feroz parcialidad late un convincente grado de verosimilitud.
Junto al protagonista, animado por el intenso Michael Pollard actúa el desgarrante Richard Evans.

 


LOCURA DE VERANO -AMERICAN GRAFFITI
(Estados Unidos. Con: Ronny Howard, Charles Martin Smith, Paul Le May, Richard Dreyfuss, Candy Clark. Director: George Lucas. Cine: Lorena, Luxor).
El prestigio cinematográfico del verano, por lo menos como título de películas, excede a la predilección escandinava y reconoce antecedentes en muchas otras áreas nacionales. Normalmente, el verano —cualquiera sea el nivel de desarrollo o signo político de la comunidad asumida en la ficción del cine— es buena época para las vacaciones juveniles, y durante ese ocio propiciatorio, para protagonizar crisis afectivas y/o sexuales. En el caso de esta película se da esa constante, levemente enriquecida con otro tipo de "apuntes" costumbristas, tal como son apresados en una ciudad provinciana de tercera categoría, en SA. Hace 12 años, en pleno auge del "rock-and-roll" —música vertebralmente usada en clásicas versiones en esta película—, la juventud, según esta obra, sacudía su tedio bailando, idealizando sus expectativas en la figura de James Dean y convalidando lo que William Faulkner había escrito 13 años antes en The Intruder: "El americano no ama con amor sino su automóvil, es el símbolo sexual nacional". La deliberada acción en y con automóviles potencia a este vehículo a nivel protagónico, subrayado en alguna escena con ánimo crítico. A manera de friso, sin ahondamientos ni claves reveladoras de la realidad, Locura de velarte discurre con levedad equívoca por esa zona juvenil, sorprendida en la noche jue precede a un cambio (irse del pueblo a estudiar a otra parte), sobresatura, sin sacar partido, su tema y personajes, para aproximarse bastante a los límites del aburrimiento. Héctor Grossi

 

POLEMICA EN TORNO A UN FILM
Por fin, después de la derogación de la medida que durante más de dos años prohibió su exhibición, el 28 de febrero se estrenó en el cine Lorange de Buenos Aires el film nacional Una mujer, un pueblo, que evoca la vida y personalidad de Eva Duarte de Perón. A partir de entonces, los comentarios en tomo al documental incluyeron un renglón insólito: la sorpresa causada por el entredicho suscitado entre Juan Schoroder y Carlos Serrano (foto), dos de los principales responsables de la película. Es que, según consta en los programas que diariamente se distribuyen entre el público que asiste a la función y en los afiches publicitarios, Schoroder es el director del film y, además, el realizador del guión junto con Serrano. Sin embargo, en los títulos de celuloide es Serrano quien figura como realizador y guionista del film, mientras la función de Schoroder está limitada simplemente a la producción. Claro que tal controversia, bastante inusual por cierto, no tomó desprevenido a Carlos Serrano: "Sinceramente —sentenció ante Siete Días— no sé lo que busca este señor. Cuando en 1971 realizamos el film, las tareas quedaron bien especificadas: yo compaginé el material fílmico, hice tomar nuevas escenas y escribí el libro. En una palabra, fui, realmente, el director. Pero cuando hablamos de registrar la película, Schoroder se opuso a que yo figura como director porque decía que un film documental no tiene director. Con todo, el financista de la producción no le hizo caso y me inscribió como director y guionista. Ahora resulta que Schoroder se autotitula director. Es una verdadera infamia que en poco tiempo, cuando se exhiba el juez que entiende en la causa, va a quedar aclarada. Entonces sí que ¡pobre Schoroder! Le juro que me compadezco de él".

 

Revista Siete Días Ilustrados
18/03/1974

Una mujer, un pueblo

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