Cine
Cuando una ciudad canta
bajo los paraguas de una comedia musical
Ni un solo hombre
sensato parece quedar ahora en Cherburgo, puerto
militar de Normandía, en Francia. Por ejemplo,
si usted tiene la infortunada ocurrencia de
entrar en un almacén, descubrirá que tras la
puerta de acceso no hay nada, fuera del asfalto
quemante de Cherburgo, o si, menos desprevenido,
usted quiere comprar un paraguas en una tienda
que tiene todas las trazas de ser verdadera, una
tienda en cuya marquesina se lee Aux Parapluis
de Cherbourg y en cuyos escaparates hay un
centenar de prometedoras sombrillas, lo que ya
no le deja la menor duda, todavía le queda
reservada una desalentadora sorpresa: el
dependiente, apenas usted entra en la tienda, le
dirá que está loco, que ese sitio no es una
paragüería, sino un lavadero.
Entonces, mire
hacia la calle: está llena de negocios
multicolores, todos ilusorios. El almacén es
índigo, la rotisería es fucsia, la empresa de
pompas fúnebres se embellece con una fachada
violeta. Hacia el fondo, dormita un viejo barco
de color naranjado. Su casco está enterrado unos
20 centímetros en el pavimento.
Pero
Cherburgo no es un asilo para pintores alienados
sino, al menos por ahora, un vasto estudio donde
se filma una comedia musical extravagante: Les
parapluies de Cherbourg (Los paraguas de
Cherburgo), dirigida por Jacques Demy, de 32
años: antes había hecho Lola y Fiebre.
No
contento con haber ocupado media ciudad para su
film, Demy también ha conseguido que esa ciudad
militar se entregue al canto. Desde cada uno de
los pequeños hoteles del puerto escapan, por la
mañana y por la noche, estrafalarias melodías. Y
los sábados a la tarde, los pescadores
atraviesan el mercado cantando a voz en cuello:
Tendremos hijos, y a mi hija mayor la llamaré
Francisca. Los vendedores de mariscos les
responden a coro: ¿Y si es un varón? A lo que
replican los pescadores: Será una chica. No hay
más que chicas en mi familia.
La canción ha
sido aprovechada por Demy para componer una
escena de amor entre Catherine Deneuve y el
joven italiano Nino Castelnuovo. Ellos serán los
protagonistas de la obra. La música ha sido
compuesta por Michel Legrand, el compositor
favorito de la nouvelle vague.
Re, mi,
fa: 3 segundas
La partitura de la comedia ya
estaba lista desde 2 años atrás. Demy y Legrand
la compusieron con la idea de transformarla en
el eje de la obra: los decorados, los
desplazamientos de los actores, los ángulos de
cámara, todo está sometido a ella. Así, se les
hace imposible filmar en tal patio o tal jardín
si hay un metro más o uno menos de lo que habían
previsto. Porque un metro equivale a un segundo,
y un segundo a una nota musical.
Uno se
pregunta por qué no trabajaron al revés, como se
acostumbra: la filmación primero y la música
después. Pero Demy no quiere saber nada de esas
cosas. "Los paraguas de Cherburgo —dice— es, por
definición, un film cantado. Cantado y en
colores."
Las dificultades de Demy no
comenzaron ahí, sin embargo. Su primer traspié
estalló cuando quiso, a toda costa, transformar
a Catherine Deneuve en una joven pura de lacios
cabellos dorados. A Catherine eso le cayó tan
mal "como si me quisieran rapar la cabeza".
—No eres ni la Bardot ni Annette Stroyberg —le
decía Demy, procurando que ella olvidase su
condición de tercera esposa de Vadim—. Eres
Grace Kelly.
Todo inútil. Catherine
respondía:
—No, por favor. ¡Qué espantoso,
parecerme a esa terrible mujer frígida! Ella es
todo lo contrario de la femineidad.
Otro
problema: según la historia, el film dura varios
años, lo que obliga a recurrir a pelucas y
pesados maquillajes, justo en el tórrido mes de
agosto. ¿Cómo describir una noche de Navidad o
una mañana de primavera cuando el asfalto está
derritiéndose en las calles normandas?
La
filmación comenzó en Cherburgo el lunes 12 de
agosto. Lleva ya, pues, 9 semanas. Es más que
suficiente para examinar sus pro y sus contras.
Según los observadores, el decorado de Bernard
Evein es espléndido. No hay objeción. La música
tiene una gracia y una alegría estremecedoras.
Pero los actores no parecen entenderla. La
historia no pretende otra cosa que inundar de
diversión al espectador. Demy no está seguro de
obtener ese resultado. La idea básica del film
consiste en que la cámara dance. Pero los
comediantes más que ella.
Examen de
conciencia
Demy ha intentado una explicación
para todos esos desajustes. Informa que "Los
paraguas de Cherburgo es un espectáculo total.
Sea como fuere, tiene que resultar formidable.
Ocurre que estoy al borde de la histeria. Yo, no
el film. Doy una enorme importancia, por
ejemplo, a la caída de la nieve. Si los copos no
se deslizan como lo tenía previsto, me
desespero. Debería ser un hombre menos
aprensivo."
Tres veces intentó Demy iniciar
Los paraguas de Cherburgo, y otras tantas tuvo
que frenarse. Demasiado cara, demasiado
compleja, demasiado difícil como negocio. Esta
vez ha ido muy lejos. Ha comprometido a toda una
ciudad en su empresa, ha invertido ya 5 veces
más que en Lola o en Fiebre. No le queda otro
remedio que seguir cantando bajo los paraguas.
15 de octubre de 1963
PRIMERA PLANA