RODOLFO KUHN EN LA HORA DEL SOL
Por HECTOR GROSSI
Rodolfo Kuhn viajó a Corrientes para filmar "La hora del sol", su séptima película en quince años de dirección cinematográfica. El personaje clave del film fue creado por Eduardo Gudiño Kieffer y será encarnado por Leonor Manso, quien compartirá la obra con Jorge Rivera López y Arturo Puig, entre otros. El carnaval correntino y los mitos del noroeste alientan a este drama.

Rodolfo Kuhn
CATORCE años después de haber dirigido su primer largometraje 'Los jóvenes viejos', el cineasta argentino Rodolfo Kuhn encara la realización de su séptima película, bajo el título de 'La hora del sol', A comienzos del pasado mes de febrero, Kuhn se trasladó a la provincia de Corrientes para filmar documentalmente aspectos del Carnaval lugareño. El material logrado se integrará al cuerpo dramático de La hora del sol, con un sentido "que hace a la esencia expresiva —puntualiza Kuhn— sin concesiones pintores-quistas".

Un camino difícil
Al calor del fomento cinematográfico prodigado por la ley vigente desde enero de 1957 —posteriormente modificada y derogada— creció, al filo del año 60, una producción argentina que, paralela a la tradicional, intentó el difícil camino del cine expresivo. A través del trabajo inarticulado de individualidades —Kuhn fue una de ellas—, ese cine no llegó a configurar un movimiento coherente, ni una tendencia. Tampoco logró inventar, a la manera de los franceses con "la nouvelle vague", un slogan publicitario que los identificara grupalmente o les diera credenciales para su presentación internacional. Con excesiva buena voluntad alguien acuñó la frase "nuevo cine argentino", que prometía mucho más de lo que realmente acogía bajo su bandera innovadora. Importó sí, por la aparición de nuevos nombres, de realizadores que llegaban a verter su savia distinta, de hombres que eran ellos y no otros para protagonizar su alternativa. Allí se dieron los casos de Manuel Antín, David José Kohon, José Martínez Suárez, Lautaro Murúa, Simón Feldman, Fernando Birri, Ricardo Alventosa, Guillermo Fernández Jurado, Daniel Cherniavsky, y, tiempo después, Leonardo Favio.
Una relativa facilidad para gestionar y conseguir créditos del Instituto Nacional de Cinematografía, participación en los premios monetarios del mismo, facilitaron las producciones. En pocos años se evidenció que —al margen las buenas intenciones, incluso de los funcionarios oficiales— la superestructura creada a partir de aquella generosa legislación no se conciliaba con implacables realidades económicas y una ajustada cuanto probada maquinaria que, ajena a las ensoñaciones de los creadores, condicionaba el hecho cinematográfico, desde los comandos de la exhibición y la distribución de películas.
Allí se encuentra una probable explicación para la falta de continuidad de los mencionados cineastas, incluso la desaparición de algunos de esos nombres en la carrera del cine. Detrás de la rumbosa mitología del cine con sus connotaciones "dolcevitescas", de una equívoca imagen universalizada, el caso concreto de estos directores nacionales probó que una errónea lectura de la realidad los lanzó a un espinoso y difícil camino, del cual —pasados muchos años irreversiblemente perdidos— algunos comienzan a salir, una vez asimilada la dura lección. Tal es el caso de Rodolfo Kuhn.

Seis películas en 15 años
Con Los jóvenes viejos (1961), Rodolfo Kuhn testimonió dramáticamente una frustración generacional. Tenía entonces 27 años de edad, había realizado tres cortometrajes de ánimo vanguardista y seguido unos cursos de formación cinematográfica en Nueva York Al año siguiente dirigió una secuela empobrecida de su primer trabajo, bajo el título Los inconstantes tl962). A ésta le siguió Pajarito Gómez (1965), obra en la que Kuhn practica la crítica social, en torno del fenómeno de los cancionistas estelares y el transfondo mercantil y alienante que rodea su crecimiento. Dos años más tarde le cabe la responsabilidad de llevar, por primera vez al cine, un cuento de Roberto Arlt, Noche terrible (1967) y, en 1968, dirige dos películas: Turismo de carretera, en el que no alcanzó plenamente su objetivo crítico al intentar un análisis del matiz enajenador que propone el vértigo del automovilismo deportivo; la otra fue 'Ufa con el sexo' que desde hace 7 años espera ser estrenada, sufriendo un bloqueo oficial para su exhibición.
En síntesis, Kuhn dirigió 6 películas en los 7 años que van de 1961 a 1968 y, desde hace otros siete años, no logró hacer otra.
"Son siete años de no hacer cine —confiesa a Redacción— y los he vivido muy mal. Fue un lapso de expectativas y frustraciones. Mentalmente hice un montón de obras. Cuando no trabajo en lo mío me torno insoportable, me afecta la salud y mis relaciones afectivas."
En ese tiempo fue tentado por proyectos y elaboró los propios. Escribió un guión que hubo de dirigir, el de La mala vida. Un fundamental desacuerdo con el productor Forti Glori, motivó su abandono y se fue con el libro a su casa. Durante largo tiempo trabajó con el santafesino Eduardo Gudiño Kieffer en la adaptación de la novela de éste 'Para comerte mejor' y nunca lograron armar la producción. "Hoy no la haríamos —asegura Kuhn— y no me interesa. Su protagonista, Sebastián, es una especie de nihilista total, un auto-destructivo. Ocurre que mi única manera de trabajar sobre un personaje es identificarme con él, aunque sea por oposición. Hoy no sabría qué decirle a Sebastián. En cambio a María, la protagonista de La hora del sol, tengo cincuenta mil cosas para decirle".

"La hora del sol"
Se trata de un libro escrito al principio para el cine por Kuhn y Gudiño Kieffer, a partir de un personaje creado por este novelista. Terminada la película y como un desprendimiento de ésta, Gudiño Kieffer publicará una novela de igual título. Tanto Kuhn como Gudiño reconocen su impotencia para traducir en palabras, para contar el argumento de La hora del sol. La obra está centrada en el personaje de María (a cargo de Leonor Manso): "Hemos concebido la película —apunta Kuhn— como una sucesión de raccontos de los últimos cinco años de la vida de María, centrados en torno de la muerte del hijo que tuvo con el dueño (Jorge Rivera López) del lugar donde trabaja. Otros personajes importantes están a cargo de Dora Baret (la señora de la casa), Arturo Puig (el peón Cardozo), Martha Albertini y Milagros de la Vega".

Cien veces más
El costo estimado de La hora del sol (título que alude a la hora de la siesta) es de 400 millones de pesos moneda nacional ("Cien veces más de lo que nos costó, hace 15 años. Los jóvenes viejos, reflexiona Kuhn). Con esta película, Kuhn por primera vez asume personajes no ciudadanos y se propone su tratamiento dentro de pautas culturales estrictas. Cuanto imaginaron con Gudiño Kieffer fue respaldado científicamente con los aportes de la antropóloga Lilian Sajón. A ello se sumaron viajes a Corrientes — donde será filmada toda la película—. "Las coincidencias entre lo real y lo previsto son asombrosas", estima Kuhn. "Conozco esa provincia desde hace unos años, y siempre me impresionó el estilo diferente de sus pobladores. Son como seres de otro planeta. Distintos a los porteños y a los hombres del altiplano. Impenetrables. Gente muy regida por el contacto directo con la tierra y la naturaleza, y las leyendas implícitas. Tienen una intensa vivencia de su realidad".
En La hora del sol, la música y los ruidos tendrán especial importancia. La primera será escrita por Oscar López Ruiz que asistirá a toda la filmación para compenetrarse de su sentido: "Se trata de un drama. No intentamos hacer cine documental, sino contar la historia de unos seres, de sus fantasmas inferiores y lo demás se dará por añadidura: el ámbito legendario, la atmósfera espiritual que califican una realidad humana. Sospecho —arriesga Kuhn— que si nos acercamos al tema con respetuosa honestidad, sin facilidades exteriores, como podría ser la tonada y lenguaje como expresiones de costumbrismo superficial, lograremos la revelación de una forma del ser argentino".
Uno de los trabajos más complejos será asumido por el sonidista que deberá registrar, según los dictados de Kuhn, ruidos de la naturaleza, cantos de aves y silencios significativos.

Óptica diversa
Cuando se le señalan a Rodolfo Kuhn los riesgos implícitos en su proyecto, particularmente los que propone la óptica porteña para registrar hechos y climas que crecen desde la tierra y se alimentan en tradiciones sedimentadas a lo largo de siglos, anudándose en personajes contemporáneos que siguen respirando una atmósfera intransferible, el director de La hora del sol acepta cautamente el desafíos "No dejamos de ser porteños que van a Corrientes a hacer una película. La hacemos nosotros porque ellos no disponen de una infraestructura cinematográfica para expresarse por esta vía. Espero superar mi limitación con rigor y verdad. Si la película logra ser convincente para los correntinos estará lograda, aunque caiga exótica para Buenos Aires.

Revista Redacción
abril 1975
 

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