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"Mi madre era muy buena conmigo, y nos dejaba
mucha libertad a mi hermana y a mi. Ha cundido
una especie de leyenda de que yo he estado
regido por mi madre. Eso es falso: mi madre y mi
padre me dejaron siempre hacer más o menos lo
que quisiera. Ahora la pobre ha cumplido 98 años
y está muy impaciente; por concluir de una vez.
Está postrada. Es una mujer admirable, que ha
sido y es muy valiente. Sobre todo, no le gusta
que le tengan lástima, lo cual me parece bien.
Cuando vienen amigas, por ejemplo, quieren
mimarla un poco o tratarla como a una criatura,
como se trata a las personas muy viejas. Le
dicen, por ejemplo: "Qué coquetona está con esa
blusa rosa..." Mi madre dice: "Pero cómo,
¿ustedes no se dan cuenta de que estoy
apagándome? ¿No se dan cuenta de eso?" ¿Es que
no se dan cuenta de que ese comportamiento es
absurdo? Recuerdo de mi abuela materna, la
inglesa, que pocos dias antes de morir nos
reunió. Estábamos todos en la pieza de ella, el
dormitorio. Y ella nos dijo: "Soy una mujer muy
vieja, que está muriéndose muy despacio. Esto no
tiene nada de particular, nada de interesante,
no hay razón alguna para que esté toda la casa
alborotada por eso. Es un acontecimiento de lo
más trivial que puede haber". Lo cual muestra
que era también una mujer valiente. Revista
Gente y la Actualidad Fragmento del reportaje
de Emilio Gimenez Zapiola y foto de Eduardo
Forte 04.07.1974
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