Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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Fidel Pintos

"Esa misma noche en que me salvó Lanza pagándome el café volvemos a juntarnos en la confitería y el cajero me llama. . . «Mire, Fidel, me dejaron este sobre para usted...» Yo abro el sobre y había
una cartita breve para un señor Pintos donde decía que ése era el dinero que había quedado en mandar y qué sé yo... Abajo de la cartita había ¡200 pesos!... Dos billetes de cien... Dos canarios, ¿te acordás? De esos amarillos. .. Bueno, a pesar de que se ma iban los ojos le expliqué al cajero que no, que eso no era para mí y que los tuviera porque ya los iban a venir a buscar, seguramente. .. El cajero no quiso saber nada... Me dijo que el único Pintos que había allí era yo, que el hombre sabia que yo iba a pasar a la noche por ahí y tanto insistió, tantas explicaciones me dio, que los tuve que agarrar.. . ¡Para qué te cuento! La barra salvada. .. Nos fuimos los cuatro a comer al restaurante La Concordia que estaba en la calle Corrientes y después a tomar una copa por ahí... Nada malo, pero a lo señor... Después de todo eso todavía me quedaron más de ciento cincuenta mangos. .. Al otro día a la mañana, le dije a mi mujer: «Tomá, vieja, cazá estos cincuenta y comprá todo lo que haga falta para varios días. Y estos cien tenelos a muerte para garpar el alquiler cuando venga mal la mano»... Le conté por supuesto la forma como habían venido los doscientos y mi mujer también se rompía la cabeza pensando en quién seria el benefactor... Me fui para el Victoria y al entrar, al empujar la puerta no más y al verle la cara al gallego, me di cuenta que el verdadero dueño de los doscientos había aparecido... Me alejé: «Ya sé, no me diga nada.. . Vinieron a reclamar la plata...» «Sí —me contestó—. El Pintos verdadero es un muchacho que trabaja acá en la Caja de Ahorro y está desesperado porque esperaba esa plata desde no sé cuánto tiempo hace...» Al rato vino el Pintos verdadero... Nos sentamos a tomar un café y el hombre no estaba enojado ni mucho menos porque ya sabia que yo no era el culpable. Cuando le dije que tedavía podíamos recuperar 100 pesos se le iluminó la cara. Claro, el gallego le había dicho que el que se había llevado la plata era un artista. «Y usted sabe cómo son los artistas»... No lo podía creer. Lo llevé hasta casa, le pedí los 100 a mí mujer y se los devolví. Veinticinco años después un día me invitan a un acto en la cárcel de la calle Las Heras y cuando entra el director nos presentan. Él me mira, yo lo miro y los dos nos empezamos a reír. Era el dueño de aquellos famosos canarios. Antes de irme nos quedamos charlando un rato y le dije: «Bueno, al final... ¿Yo le debo todavía 100 pesos o estamos a mano?...»".
Foto de Ricardo Alfieri, aparecida en la revista Gente y la Actualidad,14.10.1971

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