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RODOLFO FISCHER. Finalmente se concretó la
tantas veces anunciada transferencia del
introvertido goleador de San Lorenzo de Almagro
y de la selección nacional de fútbol a alguna
entidad del exterior. En efecto, aunque no
fueron formalmente expuestos los detalles de la
operación, trascendió, durante la noche del
lunes 24 —luego de una secretísima reunión que
por espacio de casi dos horas improvisó la
comisión directiva de la institución azulgrana—,
que el brioso delantero había sido cedido,
previo pago de 150 mil dólares (algo asi como
150 millones de pesos viejos) al club brasileño
Botafogo. La noticia reabre la vieja polémica
del éxodo de jugadores que, desde hace más de
cuatro décadas, soporta el fútbol argentino y
cuestiona el positivismo de una ley que la AFA,
en intento desesperado por frenar ese drenaje,
puso en vigencia para impedir la venta de
futbolistas seleccionados al extranjero. No
es para menos: la larga lista de cracks
exiliados, que hasta hace poco menos de un año
integraban el equipo nacional, es para
sobresaltar al aficionado más apacible: Norberto
Madurga, Ramón Aguirre Suárez y Miguel Marín,
por citar unos pocos, son ejemplos elocuentes de
la poca autoridad que ejerce la AFA sobre sus
clubes afiliados. Claro que la escasez de
divisas que soporta el fútbol rentado es un
argumento irrebatible: las instituciones apelan
a él para desobedecer a su casa matriz y para
incentivar a los clubes extranjeros— merced al
escaso valor de la moneda argentina y a la
incuestionable calidad de sus futbolistas—,
siempre tan dispuestos a concretar pingües
negocios. Para soslayar la probable oposición de
AFA, ya que Fischer es titular de la selección,
las autoridades sanlorencistas tratarán con el
club carioca una cláusula para autorizar al Lobo
a integrar, si es necesario, el equipo argentino
durante la Minicopa del Mundo, un certamen que
se realizará en Brasil durante el mes de junio.
Mientras tanto, el Botafogo oblará a R. F. una
suma superior a los dos mil dólares mensuales
(más una casa y un automóvil), el doble de lo
que hasta ahora ganaba en San Lorenzo.
Revista Siete Días Ilustrados 01.05.1972
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