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Astor Piazzolla

ASTOR PIAZZOLA
Astor Piazzola es un músico del tango hasta el punto en que Gershwin haya sido un músico del jazz. Pero precisar esta medida, en cuanto al autor de Sinfonietta, obligaría a una especie de fenomenología de la bien llamada "canción porteña" (en el doble sentido que tiene la expresión), tarea que debe reservarse a un filósofo tan elástico y sentimental como un bandoneón, el instrumento que ejecuta prodigiosamente Astor. No vale la pena, por otra parte. Será suficiente —y justo— decir que Piazzola interpreta a la perfección el complejo psicológico-social de que nació y en el cual subsiste el tango y que esa interpretación es personalísima y muy moderna, merced a dos ingredientes fundamentales: el talento del creador y las disonancias de la música de nuestros días. Por eso. la gracia artística de Astor consiste precisamente en recoger la pura tradición y blindarla en un escorzó de apasionante modernidad. Dicho en el lenguaje que conviene, casar la "vieja guardia" con la "guardia nueva".
Piazzola es marplatense y aun no ha cumplido treinta y seis años. Los más de los cuales han transcurrido en la doble aventura del estudio y el deambular por esos mundos de Dios. Hace casi tres década tocaba ya el bandoneón en una orquesta con la cual sí presentaba en Nueva York Carlitos Gardel. En "El día que me quieras", película famosa de "El Zorzal". Astor era el "canillita". Y desde entonces no ha cesado de dibujar los signos mágicos del pentagrama y de manejar el "fuelle" rítmico, dolorido y nostálgico, como un anochecer del "Bajo". Durante algún tiempo circuló entre "mambos". unido al conjunto de Xavier Cugat. Y, finalmente, resolvió detenerse un rato en París y estudiar armonía y contrapunto con la maestra de Milhaud y Copland. Había compuesto algunos de sus mejores tangos ("Prepárense", "Lo que vendrá". "Contrapunto", etc....), y al margen de éstos, quizá como una deliciosa evasión a mundos próximos, escribió "Picasso", una estilización con reminiscencias de lo popular Lo esperaban dos premios de resonancia internacional, gracias a su obra "Buenos Aires" (tres movimientos sinfónicos sobre temas del tango). Su sentido renovador de la temática y la orquestación del tango le habían conquistado antes el aplauso de la minoría más alerta, entre la que compone la multitud que lo escucha tensa y gravemente, con un recogimiento casi religioso, pero que —matiz inesperado y decisivo— no excluye la crítica. Astor Piazzola escribe ahora música para el cine. Y en alguna muy reciente, su personalidad y sus aciertos son tan considerables que se aconseja contemplar la imagen con dos ojos entornados, con un esfuerzo de voluntad semejante al que, en la ópera, suprime la tiple corpulenta o el bajo abrumador. Pues, en realidad, es sólo una película de Astor Piazzola.
Mariano Ferla
Revista Mundo Argentino
18.07.1956

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