Encuentro (que no)
Encuentro que no encuentro
tu desierto en mis manos,
tu lejanía en mi mar,
la fragancia espontánea.
Que no,
que mi paciencia no estalla
para agrietar la pureza
la alegría en tus cejas.
Encuentro que no.
Y cuento estrellas
empobrecidas de brillo,
dispersas y manoseadas,
acumuladas en libros.
Y me cansa el rocío,
la mirada incipiente
el despertar de los niños.
Que no vago mis retornos
consumiendo tu orilla,
multiplicando las sales,
exorcizando recuerdos,
despertados e inquietos.
Y arrullo la pobreza,
para no relatar
la mueca cansada
de encontrar silencio,
los brazos colgados,
las herejías latentes.
Encuentro que no.
Que la risa,
mi nostalgia,
van a sembrar la espera
malgastando tus días.
Y me cansa esperar,
el júbilo lejano,
el horizonte,
el crecimiento
y el llano.
Tito demoron |
A veces el aire
Pesa,
y la angustia,
hábil de apariciones,
incierta,
rompe inquieta
su frágil amargura,
acumulando historias.
Eterno,
cautivante,
pasa el aire.
Y la atmósfera repite
lo que su murmullo lleva.
Pertinaz, astuto,
Alcanzando desiertos,
Cautivante.
Temeroso.
Pasa.
De primaveras mal paridas,
habla el aire.
¿Quién puso la derrota en tu voz?
La memoria en tu aliento.
Las cicatrices.
La incertidumbre.
Las manos presas
por la sonrisa caída.
El lamento ajeno.
El miedo extraño.
Traiciona el hombre
cuando acaricia lo que ama.
Hace frío.
El aire pesa,
el temor alienta.
Tito demoron |