César Vallejo 8 pesquisas sobe el significado de su vida y obra
El 15 de abril último se cumplieron 25 años de la
muerte, en un sanatorio de Paris, de César Vallejo, una de las figuras
máximas de la poesía americana. Desde aquel día de 1938 se inició una
lenta valorización de su obra, comenzando por publicarse una cantidad
de composiciones inéditas que había ordenado en los meses anteriores a
su desaparición y que vieron la luz, en 1939, bajo el caprichoso
titulo de Poemas humanos (incluyendo la sección España, aparta de mi
este cáliz). Sin embargo, los estudios y análisis más serios sobre
la poesía del peruano Vallejo datan de una década a esta parte, desde
los de André Coyné y Luis Monguió hasta los más recientes de Abril,
Larrea, Bazán, Yurkievich. Mientras tanto, la viuda del escritor,
Georgette Philippart, se afincaba en Lima y recibía una pensión del
gobierno contra la promesa de entregar, anualmente, el resto de la
producción de Vallejo que aún permanece sin publicarse en libro. La
promesa sigue todavía sin concretarse. Es curioso que sea la
Argentina el país donde más se ha trabajado por conocer y profundizar
a Vallejo. Tanto, que el Instituto del Nuevo Mundo —dependiente de la
Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de
Córdoba— creó un departamento entregado exclusivamente a aquella tarea
y un órgano periódico de difusión: Aula Vallejo, de aparición bianual
y cuyo primer número, correspondiente al segundo semestre de 1961, se
puso en circulación el año pasado y está ahora en las librerías de
Buenos Aires. Dirige el Instituto, Juan Larrea, un insigne pensador
español que, además, fue íntimo amigo de Vallejo a partir de 1924. A
su impulso habrá que adjudicar la iniciativa de dedicar al poeta
peruano esta necesaria labor de esclarecimiento y difusión que entre
el 12 y 15 de agosto de 1959 atravesó por un acontecimiento sin
precedentes: la realización de un simposio sobre Vallejo. Las actas de
esa reunión son las que se editan en ese tomo, que lleva los números
2-3-4 de Aula Vallejo. La primera parte se refiere a la vida del
poeta, un tema en el que aún subsisten oscuridades y faltas de
información. Hasta tal punto que sólo en este simposio fue posible
establecer con exactitud el día de nacimiento de Vallejo (16 de marzo
de 1892). Se reproduce una prolija contribución de Alcides Spelucin
—peruano, hoy catedrático de la Universidad del Sur—, amigo del
escritor, que rastrea datos en la juventud de Vallejo y la evolución
de su producción inicial (establece, de paso, que Los heraldos negros,
libro inaugural, salió en 1919 y no en 1918 como se sostuvo siempre).
Cuarenta páginas transcriben, luego, la discusión posterior, cuyo
valor anecdótico cobra inusitada trascendencia al iluminar aspectos
casi ignorados de la tropezada existencia de Vallejo en su exilio
europeo (1923-1938). La segunda sección, centrada en la obra del
poeta, contiene un esquemático trabajo de Xavier Abril y otro de tono
didáctico presentado por Saúl Yurkievich. La parte tercera se centra
en el significado de la vida y la obra; la abre un lúcido,
apasionante, ensayo de Antenor Orrego —alentador del Vallejo
principiante y prologuista de su segundo libro, Trilce—, donde examina
lo que, a su juicio, es esencial en la poesía de su compatriota: las
raíces metafísicas. En una línea similar se inscribe la exposición
de Larrea (50 páginas), la de mayor enjundia, la de más sorprendente
originalidad y alcance y que el mismo autor resume: "El acontecimiento
Vallejo —dice Larrea— corresponde a una especie de entidad que se
expresa personificadamente. Representa un proceso de transformación
tocante a la generación de las culturas. Aquello que se emite
creadoramente por los grandes poetas y profetas, lo ha hecho en
nuestros días por Vallejo. Mas no sólo por su boca sino por las
vicisitudes de su existencia misma." Larrea presenta la imagen de un
Vallejo-físico que deja paso a un Vallejo-metafísico, un Vallejo que
es la clave del tránsito hacia una Nueva Cultura, un nuevo mundo
(América), una nueva posición antropológica. El volumen incluye
cuatro anejos: los diálogos acerca de las conclusiones del simposio;
el libreto de una audición radial, de la que participaron los
expositores; tres contribuciones enviadas por Guillermo de Torre (un
tanto superficial), Uruguay González Poggi y el profesor italiano
Giovanni Meo Zi-lio; finalmente, en Apéndice, textos de la revista
española "Cervantes" (1919), donde Rafael Cansinos-Assens encaminó el
ultraísmo, movimiento respecto de cuya influencia en la poesía
vallejiana se discutió durante la reunión. Este volumen de la
Universidad de Córdoba parece más útil para el estudioso de Vallejo
que para quien recién se introduzca en su asombrosa trayectoria: el
tono general, elevado y consistente, así lo sugiere. Pero es un
volumen fundamental, el aporte más sensacional consagrado a un poeta a
quien los años y las búsquedas agigantan. 16 de julio de 1963
revista Primera Plana |