Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Eugenio Evtushenko
Un play-boy siberiano
El mayor poeta joven de la URSS, perseguido ayer en su patria por su ironía feroz, dialoga aquí con SIETE DIAS.
Odia los extremismos, adora la buena vida y el champaña

Es el poeta más famoso y el "niño terrible" de la Unión Soviética de hoy, conocido por su furibunda crítica al régimen stalinista. Por añadidura, es un vagabundo incorregible: se lo ha visto en un café "pop" de París, en una corrida de toros aplaudiendo las verónicas del Cordobés, entre la multitud de Fátima que aclamaba al Papa y a sor Lucía por sobre el incesante rumor de las plegarias. Así no extraña que la casualidad haya sentado a Eugenio Evtushenko junto al colaborador de SIETE DIAS en el avión que lo trajo de Copenhague a Buenos Aires y Santiago de Chile, a donde se dirigía el poeta respondiendo a una invitación de la universidad local. No quería hablar con periodistas, tal vez porque él mismo se considera periodista: dirige la revista soviética "Juventud", con más de dos millones de lectores. SIETE DIAS pudo quebrar el hielo proponiéndole una conversación "de hombre joven a hombre joven". Evtushenko, que tiene 35 años y no los representa, cedió, con una sola condición: "Sea leal conmigo y con mis palabras".
Contemplando el impecable traje "príncipe de Gales" que lucía Evtushenko, SIETE DIAS preguntó: ¿De qué vive Ud.? ¿De su sueldo como director de "Juventud"?
—No, no cobro nada por ese trabajo. Vivo de los derechos de autor que me pagan mis editores de Estados Unidos, Rusia, España, Portugal y muchos otros países. Soy el primer poeta joven de la URSS, en más de medio siglo, que ha editado sus libros en España. Tal vez usted piense que mis versos los escribo sin ritmo y sin medida. En realidad yo escribo como quiero. Pero mis versos pierden ritmo y musicalidad en las traducciones. Por eso, cuando doy un recital, primero pido que lean mis poemas en el idioma del país y después los recito en ruso.
SIETE DIAS: Dicen que usted cobra por sus recitales. Y que cobra caro.
EVTUSHENKO: Por supuesto que cobro. ¿Acaso la poesía no es el pan del espíritu? ¿Acaso usted no paga el pan que come cada día? En cuanto a eso de que cobro caro, depende. A mí no me interesa el dinero más que para vivir bien y vagabundear por todo el mundo. Al partir de Chile pienso recorrer lo más que pueda de América latina. Tengo invitaciones de muchos países, pero me dijeron que no fuese a Bolivia, porque está muy sensibilizada por las guerrillas.
SIETE DIAS: ¿Fue amigo del Che Guevara?
EVTUSHENKO: Sí, como de Castro. A Guevara le gustaba la poesía y he leído algunas cosas de él. Pero era mejor como prosista. Entiéndame bien: a mí me interesa hacerme oír por todo el mundo, comunista o no. Ya sé que eso mismo lo dice Bob Kennedy. Y Bob Kennedy es amigo mío. ¿Sabe quiénes son mis amigos en España? Pues los monjes capuchinos. Ellos no sólo influyeron para que se publicaran mis libros, sino que además me invitaron a dar recitales en su monasterio, y cada vez asistieron más de tres mil personas. Si puedo visitar España, me pregunto por qué no puedo visitar la Argentina...
SIETE DIAS: ¿Traza algún paralelo ideológico entre los dos países?
La respuesta es una risa, que niega y elude a la vez. Evtushenko, mientras fuma lentamente un cigarrillo "made in USA" y pide a la azafata una botella de champaña Monet & Chandon, de cuatro dólares y medio, contesta relatando una anécdota: "Un día estaba comiendo en un restaurante de Madrid, mientras aguardaba la hora de verlo torear al Cordobés, de quien soy muy amigo. El me había regalado una entrada. De pronto el mozo me dice: "Allí hay un señor argentino que quiere conocerlo y pregunta si puede venir a sentarse a su mesa". Acepté. Era un señor bastante maduro, que se esforzaba por ser joven y sonreía con frecuencia. Me dijo que había leído un poema mío en un diario español y que no había comprendido ni un párrafo. Le contesté que no escribía los poemas para explicarlos, acaso porque no está a mi alcance hacerlo, tal vez porque son superiores a mi entendimiento. Entonces él me confesó que sólo bebía agua mineral, pero que en mi honor bebería una copa de champaña conmigo Brindamos, y salió rápidamente en
procura de una entrada para ir a ver torear al Cordobés. De inmediato vino el mozo y me dijo: "¿Sabe quién es ese señor argentino? Es Perón".
La conversación, cortada por sorbos de champaña helado, bebida favorita del poeta, salta de tema en tema. Su segunda mujer, la poetisa Galina Semyonovna, no lo acompaña porque una vez viajó con él a los Estados Unidos y quedó exhausta por el trajín incesante de Evtushenko. No tiene hijos, pero si los tuviera no les permitiría ver ciertos films suecos, como "Yo soy un curioso", de Sjöman. El poeta reconoce que el film es muy interesante para los suecos, por los problemas que les plantea, pero rechaza el enfoque erótico de sjöman. Dice: "El amor es algo mágico, privado. Hay un solo tipo de censura positiva, la de la pornografía".
SIETE DIAS: Sin embargo, en su revista hay censura...
EVTUSHENKO: Mi gobierno da cinco millones de dólares anuales para "Juventud". Tiene derecho, como cualquier editor del mundo, de saber qué es lo que se publica en esa revista, sin avisos de ninguna especie y distribuida gratuitamente.
SIETE DIAS: ¿Es usted comunista?
EVTUSHENKO: No estoy afiliado al Partido Comunista. En Rusia, hay 8 millones de afiliados al Partido Comunista sobre unos 200 millones de habitantes. Yo no soy un político, sólo soy un poeta. Por eso quisiera dar recitales en Buenos Aires. Eso sí: tendría que invitarme una entidad ni muy roja ni muy negra.
SIETE DIAS: ¿Por qué? ¿Rechaza los extremismos?
EVTUSHENKO: Escúcheme bien, amigo: yo soy sólo un hombre que va por el mundo con el corazón abierto. No quiero ser usado.
SIETE DIAS: ¿Entonces se considera del todo libre?
EVTUSHENKO: ¿Usted es libre? Por ejemplo, ¿está libre de los problemas humanos? Convénzase: nadie es libre totalmente. La verdadera libertad sólo está en el corazón del hombre. Pero seguramente lo que usted quería preguntarme era si tengo miedo de hablar. Pues no: nunca tuve ni tengo miedo de decir las cosas tal como las siento.
Evtushenko, que a menudo guarda las manos en los bolsillos, las agita con vehemencia cuando quiere reafirmar sus palabras. Lleva una pulsera extraña: son dientes de morsa que, pintados, parecen una caravana de osos. Explica: "Es un recuerdo de caza. Me gusta mucho ese deporte y en Siberia, donde nací y aún vive mi familia, me distraigo cazando".
SIETE DIAS: ¿Estuvo confinado en Siberia?
EVTUSHENKO: Nunca. Khrushev decía que yo lo tenía loco y que siempre estaba creando problemas. Y agregaba: "Lo mandaría a Siberia, pero él siempre vivió allí...
Con el flequillo rubio más brillante y los ojos más azules que nunca, el poeta concluye: "Soy de Siberia, pero en verdad soy un hombre más en el mundo. Todos los hombres del mundo saben cantar, reír y llorar, y eso nos hermana, por encima de cualquier diferencia".
MARCELO MENDIETA
Revista Siete Días Ilustrados
09.01.1968

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