"Expresiva"
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SIETE: Geminis Por una cuestión de supervivencia, un recién separado debe asegurarse su provisión semanal de mujeres y alcohol. Simples ingredientes, pero escenciales a la hora de eliminar sensaciones de abandono. Una fiesta a la que en otras circunstancias rehusaríamos concurrir, se torna imprescindible. Rubia, baja, rellenita, con gruesos labios e interesante mirada, tomaba vino en vaso de plástico. Entre tanta gente loca y marginal ella era un frasco de burbujeante champú; por eso la elegí para bailar. Bailamos un montón de boludeces hasta que luego de separarnos y cada uno ir por su lado, volvimos a coincidir en la cocina. La vi de espaldas y la agarré desde atrás, chupándole el cuello. Como cuando un perro mea un árbol o una cerca, ese beso fue suficiente para decretar que de aquí en mas, la chica era mía. No le presté mucha mas atención durante la fiesta. Cuando me daba la gana la buscaba y la apretaba un poco. Era obvio que al terminar la puta fiesta, nos iríamos juntos. Y terminó; cuando el sol, al salir, robó el escaso misterio. Nos fuimos, con el sábado cansado en las espaldas. Me dí cuenta que era casi una yuppie, de esas que siguen al pie de la letra el libro "Las reglas del juego" (N. del A.). La acompañe hasta su casa y me despedí sin insinuar nada mas. Sólo acepté su número de celular. La segunda cita se produjo la semana siguiente. Ya no estaba borracho y yo comenzaba a dudar sobre la conveniencia de salir con ella. Acostumbrada al éxito y al dinero, nada podía ofrecerle un fracasado sin auto. Caminar es saludable. Y lo hicimos durante muchísimas cuadras, atravesando barrios y lugares típicos, como el Teatro Colón, donde hizo el comentario de que ella era habitué de los conciertos. Supe que sería muy difícil sobrellevar una relación con ella, pero nada dije. Llegamos a un bar interesante, El Federal; yo lo conocía de antes, de haber ido alguna noche de cacería. Seguimos hablando de cosas importantes para ella, aunque triviales para mi. Como por ejemplo el trabajo. Como por ejemplo, la religión (ella afirmaba que era Católica Apostólica Romana). Como por ejemplo los niños y la familia. Ya que hablo de niños, uno se nos acercó a la mesa pidiéndo dinero. Lo que tenía, apenas me iba a alcanzar para pagar la cuenta y volver en taxi. Le dije que no. Ella me miro a los ojos "dale algo, pobrecito". Si por supuesto que le di algo, pobrecito. Y luego pagué la cuenta. Y la acompañé hasta su casa (caminando, no en taxi como había planeado en un comienzo), y subí a su apartamento (era la segunda cita), y me la cogí. A la madrugada me fuí, prometiendo llamarla. Pero llegué a casa y comencé a pasar la agenda nueva que me regalaron para Año Nuevo, y cuando llegué a su nombre, la salteé sin piedad. (N. del A.) : Escrito por un dúo de psicólgas neoyorkinas, Ellen Fein y Sherrie Shneider, con consejos útiles para retener a un hombre. Uno de ellos es No lo invites a subir a tu apartamento en tu primera cita. Tano de Palermo |
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