(en el recuerdo de la poesía de A.Tejada Gomez)
También buscó en el horizonte siguiendola,
destrozando rincones, emparejando devenires
Fue cuando el vino se convirtió en placer,
allí donde los hijos se sueñan
y la esperanza tuerce voluntades
No hubo precio que pagar, ni canje necesario,
no estuvo el mercenario vendiendo sus distantes furias,
su universo de relámpagos y soles,
sus enormes espinas sin amor
Fue allí que reventó el surco,
en ese ansiado momento cuando todo
se convierte en un delgado hilo
y ya nada cuelga de él
Nada,
ni las horas colmadas y edulcorantes
ni el eterno llanto, amargo y ocioso
nada,
ni el callado viento sobre el racimo
ni la encendida estrella de tu vientre
nada,
ni el hueso, ni la carne,
ni la lujuria de tus movimientos,
ni la ardiente soledad de mis cabellos
nada.
La tierra no comprende ese
compartido desdén que nos cobija
no comprende, no sabe,
de nuestro hambre,
de nuestra deshecha estética,
de nuestros callados colores,
de nuestros exiguos martirios
No sabe, solo nos muestra ese delgado
horizonte, residencia de los placeres.
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