|
El Rock Argentino
I PARTE
Del barrio a la
multitud
Miguel Grinberg
Invierno 1966 en Buenos Aires. En el Teatro del Altillo (Florida
640) se ofrece un breve ciclo de recitales de rock, a cargo del grupo Los Beatniks. En el
mundo, y en la Argentina, la beatlemanía es el pan de cada amanecer. En todas partes,
centenas de jóvenes músicos tratan de emular al cuarteto de Liverpool. Algunos como
necesidad expresiva generacional, otros por un mero asunto de marketing. Los Beatniks
estaban entre los primeros, en especial dos de sus miembros: Morís Birabent y Pajarito
Zaguri. La cosa había tomado cuerpo para ellos el verano previo, en Villa Gesell, donde
otros -como Javier Martínez- sentían que una canción diferente les ardía en el alma.
No eran los únicos. El año anterior, desde Rosario, habían bajado a la Capital Federal
Litto Nebbia y Los Gatos Salvajes. Para éstos, la principal fuente de trabajo seria la
Escala Musical, circuito comercial compuesto por un programa de radio y bailes en clubes,
al que luego se agregó un programa de TV. Hacia esa misma órbita de trabajo, y desde
Montevideo, peregrinaron Los Shakers, encabezados por Hugo Fattoruso.
Rock Nativo
Los Beatniks cantaban cosas propias en castellano. Los Gatos
Salvajes igual, aunque en su repertorio había temas originales de Los Rolling Stones. Los
Shakers (que se vestían y peinaban igual que Los Beatles) componían sus canciones. pero
las letras eran en inglés. Otro grupo porteño (y de trayectoria breve), Los Seasons,
hacia lo mismo.
Todos ellos, alguna vez. se habían copado con el rock and roll de la década del
cincuenta: Elvis Presley. Bill Haley, Little Richard, mayormente. Algunos de ellos
cultivaban el jazz moderno (con discos de John Coltrane, por ejemplo) y conocían la
bossa-nova brasileña (nacida en 1960). Y en la Argentina se había hecho popular el grupo
mexicano Los Teen Tops, cuyo cantante -Enrique Guzmán- había conseguido expresar en
castellano los hits de los fifties. Pese a tratarse de traducciones. Guzmán estableció
un punto de referencia valioso para lo que otros -después- enriquecerían con singular
obstinación.
Los Beatles hicieron imposible cualquier retroceso y abrieron vetas inéditas para la
música juvenil. Sus películas ¡Yeah! ¡Yeah! ¡Yeah! (A Hard Day's Nignt, 1964) y
(Socorro! (|Helpl, 1965) y sus elepés Rubber Soul y Revolver desembocaron en 1967 en un
simple histórico (Penny Lane / Strawberry Fields Forever) y en un álbum monumental:
Sergeant Pepper's Lonely Hearts Club Band. Pero no se trataba simplemente de un acto de
mimetismo: los jóvenes de comarcas disimiles no estaban copiando los ritos de un conjunto
británico. Estaban asumiendo su identidad no complaciente, su poesía vital y su voluntad
de confluencia. Nadie lo organizó (ni puede organizarse). Emergió de pronto, a una hora
del siglo XX en la cual muchos (al mismo tiempo) asumieron que al alma también hay que
darle de comer.
En cierto modo Los Beatles fueron anticipando cuestiones estéticas y éticas que luego
serian encarnadas por millones de jóvenes. Un poco antes, el mismo fervor había tenido
como ámbito la poesía y el cine. La Beat Generation norteamericana, los Angry Young Men
ingleses, la Nouvelle Vague francesa y otros fenómenos neoculturales de menor impacto
pero de semejante relevancia. contribuyeron a clarificar cuestiones espirituales cuyos
primeros indicios se tuvieron en 1955. a partir de la muerte accidental del joven actor
estadounidense James Deán y el tema musical Rock Around The clock (Haley y sus Cometas)
en la banda sonora del film Semillas de Maldad (The Blackboard Jungte).
Así fue que durante el invierno de 1966, en Buenos Aires, pasó a tomar cuerpo algo
distinto. No era la "música joven"-estandarizada a la manera del llamado Club
del Clan (cuyas cúspides fueron Palito Ortega y Violeta Rivas). Era algo que no dependía
del éxito, ni de la multitud. Era algo Intimo que empezaba a compartirse, y que ahora
podemos enfocar como el comienzo del rock argentino.
La Cueva
Al 1723 de la avenida Pueyrredón había un boliche que todos
conocieron como La Cueva. Antes había sido un boliche de jazz llamado Pasarotus. Y a
mediados del 66 otra onda comenzó a vibrar a fondo en ese subsuelo de la ciudad. Tenia
algo que ver con el rock and roll, con Los Beatles y con los Stones, pero se componía
andando por Buenos Aires y se cantaba en nuestro idioma. Estaban Moris, Pajarito, Javier,
Litto y un pibe cuyos documentos decían José Alberto Iglesias, pero al que todos
llamaban Tanguito. Los Beatniks y Los Seasons se habían desbandado. A la Cueva caían dos
miembros de este último: Carlos Mellino (luego de Alma y Vida) y Alejandro Medina (luego
de Manal). Muchos más aterrizaron allí, para cantar, para tocar. para escuchar lo de los
demás, en una especie de crisol donde la música no paraba nunca. Seguía en la Perla del
Once, en Plaza Francia, en la plazoleta enfrentada al pasaje Seaver. Y cuando vino el
frío-frío, la música seguía en todo departamento que se pudiera "copar".
En los barrios la ceremonia también tenia sus cultores, que no iban a La Cueva, pero que
tiempo después serian también parte del ciclo inaugural del rock argentino,
caracterizado por la búsqueda de un lenguaje cantado. Todo se hacia porque se sentía
necesario, como respirar. Nadie estaba coordinando un movimiento ni organizando una
"ola" para competir en la televisión. La música pasaba a ser un modo de vida.
Algo similar estaba sucediendo en los cafés del Greenwich Village neoyorquino y en la
ciudad de San Francisco. Bob Dylan había electrificado el sonido del folk y la respuesta
norteamericana a la invasión rítmica inglesa seria impresionante.
La respuesta argentina tuvo tres ejes que giraron hasta 1970. en lo que a conjuntos se
refiere: el trio Manal, el cuarteto Almendra y el grupo Los Gatos. Este último fue el
primero en producir una grieta en el hielo de la ciudad, encabezado por Litto, que tras la
disolución de Los Gatos Salvajes armó otro conjunto en 1967. con Ciro, Kay. Moro y
Alfredo. Morís por un lado y Tanguito por otro (como solistas) fueron otras vertientes de
un torrente que también contó con los fugaces Abuelos de la Nada (de Miguel Peralta) y
los platenses de La Cofradía de la Flor Solar.
En diciembre de 1966 nos planteamos la posibilidad de hacer un recital que sirviera por un
lado como historia del rock and roll y por otro como presentación de esa nueva música
urbana. Moris y Tanguito estuvieron de acuerdo. Los Seasons se reunieron por última vez
para la ocasión. Javier Martínez adhirió en primera instancia, pero cuando se le
planteó que era necesario "ensayar" el espectáculo, repudió el concierto,
secundado por la plana mayor del público "cuevero", desertando. Un argentino
recién vuelto de los EE. UU. se plegó con el repertorio de Bob Dylan. Mellino localizó
a una chica llamada Susana, que acompañada en guitarra por su hermano preparó seis
canciones compuestas por Rodolfo Cabral, un tandilense que había decidido renunciar a su
carrera comercial (bajo el nombre Indio Gasparino) pero que todavía no estaba a punto
para su nueva etapa como Facundo Cabral. Susana estrenó sus primeros temas, y después se
perdió en el silencio, tras un accidentado romance con Tanguito. Este, por motivos nunca
claros, quiso actuar con otro seudónimo, y adoptó brevemente un nombre que le habla
gustado: Donovan. En vísperas del verano hicimos tres recitales en el Teatro de la
Fábula. junto al Mercado de Abasto. Solamente vinieron dos críticos: el de El Mundo (que
nos tomó el pelo) y la cronista del Buenos Aires Herald (que nos hizo una reseña
sensacional). El ciclo, para que no hubiera confusión en cuanto a sus intenciones, se
llamó Aquí, allá y en todas partes.
La Progresión
Y así fue que llegó 1967, con los primeros hippies en Buenos
Aires, Córdoba y Rosario. Así fue que Los Gatos grabaron La Balsa (que Tanguito firmó
como Ramsés VIl) y Ayer nomás (de Moris y Pipo Lernoud) para la RCA, cambiando en ambos
casos un poquito las letras, a fin de ajustarlas a las exigencias del mercado de las
trivialidades. A mediados de ese año hicimos un recital gratis en el Theatrón, con
música y poesía, donde por primera vez se sentaron juntos los bohemios del Moderno Bar y
los hippies de Plaza Francia. Cinco grupos leyeron poemas (La Loca Poesía, Sunda, El
Ángel del Altillo. Eco Contemporáneo y Opium). Morís y Litto aportaron alternativamente
sus canciones.
Con la aparición de Manal (Javier, Alejo Medina y Claudio Gabis) y de Almendra (Rodolfo
García, Emilio Del Guercio, Luis Alberto Spinetta y Edelmiro Molinari) el bienio 1968/69
tomó un color diferente y emergió una música joven que no era como la de antes. Manal
con sus blues urbanos y Almendra con una poesía luminosa, definieron buena parte del
lenguaje del rock nacional en el primer ciclo de su existencia, que en su ciclo II se
abocó a la conquista de un sonido genuino y que en el ciclo III ha tratado de asentar sus
estilos. La próxima etapa será la del difícil logro de una identidad indeformable.
Los nuevos conjuntos no fueron la única variante en el ámbito musical. En cierto modo
inspirado por el Apple de Los Beatles, apareció un sello discográfico independiente
concentrado en el rock local: Mandioca. Tras un accidentado recital-presentación en la
Sala Apolo, siguió el ciclo Beat Baires en el teatro Coliseo. un verdadero catálogo de
todos los músicos recién salidos del cascarón. Y el elemento más significativo lo
constituyó la aparición de un público que daba decididamente la espalda a los
"productos" sonoros del periodo, para manifestar su solidaridad por ese rock
nativo que le hablaba de cuestiones muy entroncadas con la vida cotidiana de cada cual.
PinAp
En una revista para jóvenes, llamada PinAp, junto a las notas sobre
"artistas" de corte complaciente (como Donald o Bárbara y Dick) empezaron a
imprimirse reportajes a Los Gatos, Almendra y Manal. El nuevo público también crecía y
crecía. En 1969. simultáneamente con el Festival de Woodstock (y no como reflejo de
éste según creen algunos) hubo en Buenos Aires dos acontecimientos sin precedentes: un
Festival de la Música Beat (llevado a cabo en el teatro El Nacional) y el Festival PinAp
(patrocinado por dicha revista en el Anfiteatro Municipal General San Martín).
La industria discográfica había comenzado a explotar la etiqueta "beat" para
definir a toda la música hecha por jóvenes con el pelo largo, sin importarle si se
trataba de calcos de música anglosajona o del rock argentino en su etapa inicial. Nunca
hubo una música Beat propiamente dicha, pero en esos días nadie se preocupaba por
discutir rótulos, ya que lo importante era tocar. Así fue que el Festival Beat fue
ganado por Pajarito Zaguri y La Barra de Chocolate con su tema Alza la voz, mientras como
invitados fuera de concurso habían cantado intérpretes disimiles como Tanguito y Facundo
Cabral.
El Festival PinAp (que atrajo a unos 5.000 jóvenes) tuvo significación mayor. No sólo
se trató de la primera concentración de roqueros al aire libre, sino que sirvió para
demostrar el abismo que había entre las versiones de éxitos foráneos (a cargo, por
ejemplo, de Carlos Bisso y su Conexión N° 5, o de Amadeo entonando Con su blanca palidez
igual que Procol Harum) y el canto de Manal o Almendra. El rock local fue la música de
fondo durante los festejos de la primavera en las piletas de Ezeiza y Manal cautivó al
público estudiantil en el Anfiteatro de la Ciudad Universitaria. Diarios y revistas se
burlaban o meramente ignoraban el fenómeno, la radio no pasaba los pocos discos
existentes..., pero cada día había más seguidores de esa flamante pasión, y grupos
nuevos, como Vox Dei.
Fenecida la revista PinAp, su secretario de redacción. Daniel Ripoll, lanzó a la calle
otra publicación bautizada inequívocamente: Pelo. Esta revista auspició en 1970 el
primer Festival B. A. Rock, concretado en el Velódromo Municipal, donde en varias
jornadas llegaron a reunirse 15.000 jóvenes. Allí establecieron rotundamente su
significado los músicos del ciclo I, como portadores de una sensibilidad que no podía
dar marcha atrás. El trabajo de los años 1966/70 había dado frutos imborrables. La
disolución de Los Gatos, Manal y Almendra a tal altura del recorrido no representó una
frustración ni una renuncia. Con el segundo B. A. Rock (1971, también en el Velódromo)
pudo apreciarse que comenzaba una etapa igualmente crucial: el idioma había sido
capturado, quedaba al frente la doma del sonido, o sea. la creación lisa y llana de una
música total.
El tercer y último B. A. Rock (1972, en un camping porteño, durante el cual Aníbal Uset
rodó la película Hasta que se ponga el sol) expuso algunas tendencias del ciclo II.
cuyas cúspides fueron Pescado Rabioso (Spinetta, David Lebón, Carlos Cutaia y Black
Amaya), Aquelarre (Del Guercio, García, Héctor Starc y Hugo González Neyra), Color
Humano (Molinari. Oscar Moro y Rinaldo Raffanelli). Pappo's Blues, Moris, Litto Nebbia y
su trío. Pedro y Pablo, Vox Dei, Arco Iris, La Pesada del Rock (con riquísimos aportes
de dos ex cofrades de la Flor Solar: Jorge Pinchevsky y Kubero Díaz. y también como
marco para estupendos álbumes solista de Claudio Gabis y David Lebón) y. finalmente. Sui
Generis, el grupo de mayor penetración a nivel popular a partir de la balada Canción
para mi muerte, un hit del B. A. Rock III.
Hubo otros dos hitos durante el período 1971/75: el ciclo televisivo denominado Rock en
Teleonce y un concierto del invierno de 1972 en el teatro Atlantic: el Acusticazo, que
puso en órbita a tres solistas de variada significación: León Gieco, Raúl Porchetto y
Gabriela. Igualmente, el Rock Centro auspició notables conciertos de Moris, Pescado
Rabioso, Gieco y Pinchevsky.
Otro dato de importancia, para captar la singular caravana de "sucesos" de 1972
en lo ceñido al rock argentino, fue la aceptación por parte del director de LS1 Radio
Municipal (Ricardo Costantino) de un programa titulado El Son Progresivo, que difundió
ilimitadamente las nuevas expresiones. Por esa misma emisora aparecieron luego Rock en
Buenos Aires (por Ángel del Guercio), Nueva Música Urbana (por Oscar Del Priore) y
posteriormente Melopea (conducido por Litto Nebbia).
Hubo muchos más intérpretes durante el ciclo II, y la lista seria extensa. Cada cual
intentó su aporte y el crisol urbano siguió recibiéndolos. Desaparecido el sello
Mandioca, su fundador -Jorge Alvarez- logró establecer dentro de la firma Microfón el
sello Talen!, donde se rescataron registros del rubro esfumado y donde registraron su
material muchos de los músicos que en principio se desesperaban ante la escasa
imaginación aplicada por técnicos de grabación para quienes los instrumentos
eléctricos eran un intríngulis indescifrable. Progresivamente hubo que superar ese
pantano. Habría que reconocerle aquí a Billy Bond y a La Pesada del Rock todo lo que
experimentaron en los estudios Phonalex, despabilando a más de un técnico.
Ciclo III
Los recitales de rock, durante el ciclo II, dejaron de ser una
actividad marginal en teatros pequeños y en horario de trasnoche, para transformarse en
alimento auditivo de multitudes en teatros grandes y en horarios centrales. No era
resultado de la publicidad ni de una promoción estandarizada. Era una pasión compartida
a la hora de la fraternidad. El paso por Buenos Aires de la Banda Santana y de Joan Báez
atrajo a millares al estadio Luna Park. En 1973, reuniones de músicos y público de rock
en el parque Centenario dieron matiz al ritual donde lo más importante era la sinceridad.
La cantidad de álbumes grabados durante el segundo ciclo del rock argentino revela la
paulatina concreción de un sonido autónomo, que no era un eco de la música
norteamericana o inglesa, sino una manifestación genuina de jóvenes habitantes de una de
las diez mayores ciudades del mundo. Aquí resultaría conveniente aclarar que en cierto
modo seria mas acertado referirse al fenómeno como "rock porteño", ya que si
bien hubo expresiones dignas en ciudades del interior (como La Pequeña Banda de Tricupa.
tucumana), casi todo lo demás salió de Buenos Aires. Que Gieco sea santafesino o
Porchetto mercedino, no modifica la cuestión, puesto que las vivencias básicas y el
ámbito natural de esta nueva música urbana se han dado en la Capital Federal.
No tratándose de una expresión tradicional (folklore o tango), nuestro rock fue siempre
considerado por ciertos "especialistas" como música extranjera. No les interesa
considerar que se trata de material compuesto por argentinos, cantado en castellano y
lleno de implicancias (valga el término) aborígenes. Por supuesto que en sus melodías
no cabalgan gauchos de la Pampa ni taitas arrabaleros. Hay canciones de Moris, Spinetta,
Nebbia o Charly Garcia (en el repertorio de Sui Generis) que podrían ser tranquilamente
un tango. Pero sucede que generacionalmente están más cerca del rock contemporáneo que
de Gardel y Lepera o de Buenaventura Luna. Jamas los roqueros argentinos han atacado la
música tradicional de nuestro país. Pero a la inversa han sido blanco de ataques sin
misericordia como resultado de la ignorancia. el prejuicio y el resentimiento de los
fabricantes de una presunta "música joven" que no representa a nadie.
Cuando en setiembre de 1975 el grupo Sui Generis (convertido en tal por el acople de Juan
Rodríguez y Rinaldo Raffanelli al dúo que originariamente integraban Charly García y
Nito Mestre) dio dos conciertos
de despedida en el Luna Park, hubo casi 36.000 jóvenes que se hicieron presentes para
corear canciones que sabían completamente de memoria. Hay parejas que se conocieron y
tuvieron hijos bajo el influjo de esta música que sólo pide ser escuchada con el
corazón despierto. Hay varias docenas de elepés que son tan explícitos al respecto como
un amanecer junto al mar.
De todos modos, siempre se le exigió al rock nacional un fruto que solamente podía dar
con el paso del tiempo. Recién en el ciclo III asomaron algunas evidencias de carácter
estilístico que en el extranjero son apreciadas como inconfundiblemente argentinas, pero
que aquí -todavía- dan pie para omisiones injustificables en la difusión masiva y en la
valoración de músicos urbanos tan importantes como los que años atrás dieron al tango
sus mejores sueños y sus mayores fertilidades.
El logro de un lenguaje y de un sonido fue real durante dos ciclos que absorbieron casi
una década. De la música "beat" manufacturada durante el mismo lapso no queda
nada recuperable. En la discografía roquera concretada hasta 1975 hay gamas de
luminosidad inaudita. Pero la canción más importante sigue siendo la de mañana nomás.
|
Miguel
Grinberg menciona en uno de sus escritos " En 1969. simultáneamente con el Festival
de Woodstock (y no como reflejo de éste según creen algunos) hubo en Buenos Aires dos
acontecimientos sin precedentes: un Festival de la Música Beat (llevado a cabo en el
teatro El Nacional) y el Festival PinAp (patrocinado por dicha revista en el Anfiteatro
Municipal General San Martín)." Para afirmar luego que Pajarito Zaguri ganó el
Festival Beat con el tema Alza la Voz, que luego grabaría.
Las confusiones suelen estar en
- Pajarito ganó en el teatro El Nacional?
- el tan mencionadio Festival PinAp (que adjudican que Mateos llegó a la final y
que garcía &cia participaron con ¿alto en la torre?) era un concurso también?
- Mouras era integrante del grupo Dulce de Membrillo? . Como no leí nada de
la historia de Virus y en la página de ellos figura el dato, dandolos como participantes
en el Festival PinAp, me surge la duda
Tito demoron
De Carozo de Quilmes
1969....... Mateos.... ja ja ja !!!!! dicen que llego a la final del concurso con
un grupo llamado Cristal. Sui Generis.... ja ja ja !!!!! el tema con el
cual fueron eliminados fue Monoblock.
Virus: Los integrantes de Virus tienen una larga historia de bandas en la decada del 70 e
incluso finales de los 60. Las violetas, Dulce de Membrillo, Los Cuervos...... y no
me acuerdo mas...
Incluso en esa epoca tocaba con ellos Daniel Sbarra (que luego se incorporo a Virus
para la ultima mitad de vida del grupo) que en 1972 se fue a Europa y grabó en 1973 (?)
el IMPRESIONANTE disco de Miguel Abuelo et Nada en donde vale la pena citar que 3 de los 7
temas del disco son de Daniel Sbarra.
De Daniel Buero
Para complementar un poco la excelente respuesta de Carozo, digo que el Festival
Pinap fue una mezcla de concurso (para las bandas "desconocidas", que
presentaban temas nuevos) y de actuación fuera de concurso para las bandas
"consagradas". El primer premio lo ganó un conjunto que se llamaba
"Extraña Dimensión", con el tema "Dulce melodía (de un triste
vagar)", al que recuerdo dentro del estilo de Los Gatos (pre Pappo). El premio
principal consistía en la edición del simple correspondiente, que salió a la venta en
los primeros meses del 70. Por supuesto que lo he perdido, como tantas otras cosas de
aquellos años. No recuerdo que sello lo editó pero estoy seguro que era una de las
compañías grandes.
El Festival Pinap fue una mezcla extraña de estilos, tanto entre los concursantes como
entre los conocidos. En este último caso, esas combinaciones se daban juntando en el
mismo escenario para zapar a una parte de Almendra con Amadeo Alvarez, en ese momento en
Los In, o a Carlos Bisso, posteriormente abucheado en BARock. A pesar de todo, creo que
fue un evento muy importante para lo que después sería el rock nacional, hasta ese
momento "música beat". |
Carlos Bisso
|
Amadeo Alvarez
|
Bob Vincent-Alejandro Medina
Susana-Carlos Mellino
Los Beatniks
Los Gatos en televisión
Moris
Manal
Pipo Lernoud
Almendra
Los Nuevos Conjuntos Argentinos
foto de la revista PinAp
(aporte de Freddy Berro)
Pajarito Zaguri
"MUSICA, COLLARES Y MELENAS EN EL LUNA PARK
Seis mil personas, entre amantes de la música beat y gente que fue a ver qué pasaba, se agruparon la noche del viernes 12 en el Luna Park. El tìtulo oficial del espectáculo era Primer Recital de Supergrupos y sirviò para constatar la particular y ruidosa vigencia de la música beat en Buenos Aires. Fito Salinas, que ademàs fue uno de los organizadores, ofició de maestro de ceremonias en el torneo que disputaron Manal, Almendra, Los Gatos, Vox Dei, Los Mentales y un conjunto debutante: Engranaje. Los muchachos con pelo largo, como el de la foto (Luis A. Spinetta, de Almendra) también abundaron en la platea."
(Revista Semana Gráfica - Junio 1970)
La
ubicación de B. A. Rock
En el año 1965 se produce un hecho muy
importante en la Asociación Atlética Argentinos Juniors ya que por resolución del
Consejo Deliberante se otorga el predio de Bauness y Tronador; una excelente gestión de
don Florentino Alemes artífice de este logro. En ese terreno que era utilizado como
depósito de la Fuerza Aérea Argentina se va trabajando parcialmente. Los 45.000 metros
cuadrados que comprende el predio se fueron cubriendo lentamente de vestuarios,
confitería, natatorio, canchas de basquetbol, quinchos y cancha de fútbol para el
afamado fútbol amateur. En la medida que los modestos medios lo fueron permitiendo el
campo deportivo "Las Malvinas", como fue bautizado, extendió la zona de
influencia de la institución a las barriadas del Parque Chas, Villa Urquiza, Villa
Ortúzar y Chacarita. El festival BARock del año 72 se realizó en ese lugar, allí se
filmó la película, claro que no se utilizó todo el terreno sino una fracción del
mismo, uno de cuyos laterales daba a las vías del ferrocarril Urquiza y cuya entrada
estaría sobre la calle Tronador, si la memoria no falla. Algunas páginas de rock
nacional informan distintos lugares donde se realizó el evento, las mas frecuentes son
decir que se realizó en la Cancha de Argentinos Juniors y en forma más general que se
realizó en Chacarita. Ninguna de las dos, la cancha en cuestión no quedaba en La
Paternal (los bichos colorados son de este barrio y tengo entendido que recién ahora
volvieron al barrio con un nuevo estadio ). Lo de la cancha quedó aclarado en la charla
que se sostuvo alguna vez con Anibal Uzet en un chat del sitio Rebelde. Ahora bien el predio del polideportivo Las
Malvinas, por su ubicación queda en el barrio de La Paternal cuyos límites segun figuran
en los mapas e información que se ofrecen en algunas páginas de internet son:
Chorroarin, Paysandú, del Campo, Garmendia, Warnes, San Martín, Álvarez Jonte,
Gavilán.
Tito demoron
Reconstrucción del predio basada en
imagenes del film
El escenario
Publicidad del evento
(remitido en la Rebelista)
|
Sui Generis 1972
Adiós Sui Generis 1975
continúa
aquí |