Mientras el Comité Nacional que preside Gómez
Machado inicia su acción electoral en favor
del Frente, con el apoyo de la mayoría de los
comités provinciales de la UCRI, Oscar Alende
estructura su estrategia para las elecciones
del 7 de julio. Sobre esa estrategia parecen
existir varios malos entendidos que comparten
sus adictos y su adversarios. Por de
pronto, no parece verosímil que Alende pase a
formar parte del antifrente. Alende ha
reiterado a sus amigos que mantendrá su
posición en favor del Frente Nacional y
Popular, y que "no caerá en la trampa" de
jugar a favor de Illia o Aramburu. ¿Cómo se
concilia el frentismo verbal de Alende con su
oposición, en los hechos, a la fórmula que el
Frente ha elegido? Allí radica la sutileza de
la estrategia alendista en esta etapa del
proceso electoral. Alende se vio tan
bruscamente desplazado en la UCRI porque
cometió dos errores básicos: no creyó que el
Frente se concretaría y cedió posiciones
internas a sus adversarios para mantener su
candidatura presidencial (por sugerencia de
Frondizi, hizo elegir a Oyhanarte candidato a
gobernador de Buenos Aires y presidente de la
Convención; negoció dejando el control de los
distritos a sus adversarios, con la condición
de que se apoyara su candidatura; aceptó a
Sylvestre Begnis como candidato a
vicepresidente). Pero esos errores no han
conseguido ponerlo fuera de juego. Alende
entiende que aún es posible que el Frente
fracase, por vía de un veto militar a la
fórmula o a los electores conservadores
populares. Si el Frente se desintegrara,
Alende entiende que quedaría en pie como
vehículo natural de los votos frentistas,
"siempre que no entre en el juego de la
provocación y no ataque al Frente", según
explica. Para esa eventualidad, Alende está
reforzando sus conexiones con los dirigentes
gremiales justicialistas. Pero él sabe
perfectamente que si hay Frente, sus
posibilidades de triunfo son nulas; sin
embargo, aun en ese caso mantendrá su
candidatura sin enfrentarla en lo posible con
la fórmula Solano Lima-Sylvestre Begnis. Al
mantener su candidatura, Alende especula con
que obtendrá un número de electores que puede
resultar decisivo en caso de una votación
equilibrada. Contra lo que se suele creer.
Alende piensa jugar a esos electores, en el
Colegio Electoral, a favor del Frente Nacional
y Popular ("No soy tan idiota como para
convertirme en furgón de cola de Aramburu o de
Illia que, por otra parte, aunque la acción
psicológica intente mostrar lo contrario,
tienen en las Fuerzas Armadas todavía más
resistencias que el frentismo", dijo Alende a
sus amigos). Pero los electores de Alende,
sabiéndose —en ese caso— decisivos, plantearán
como condición la necesidad de que el Frente
cambie sus candidatos (y, en ese caso sí,
Alende renunciará a su candidatura). El
"alendismo", en las negociaciones, insistirá
ante los frentistas en que Solano Lima no
representa la "vocación nacional y popular" y
propondrá, seguramente, que Onganía sea
elegido presidente por los colegios
electorales. En virtud de esa estrategia.
Alende está recibiendo alientos de algunos
sectores militares. Aparte de quienes, desde
Campo de Mayo, lo exhortaron a mantener su
candidatura, el ex ministro del Interior,
general Enrique Rauch (cuya acción fue
públicamente apoyada por el "alendista"
Celestino Gelsi), incitó a Alende a mantenerse
firme en el curso de tres entrevistas que se
realizaron, en los últimos diez días, entre el
ex ministro del Interior y el ex gobernador de
Buenos Aires. Los sectores militares que ven
con buenos ojos la acción de Alende, se basan
en un razonamiento sencillo: por un lado,
solamente el frentismo expresa en el plano
civil la ortodoxia azul, y la victoria de un
candidato antifrentista significaría un
posible retorno "colorado" a posiciones-clave;
por otro lado, a los militares azules se les
hace difícil "jugarse" por un candidato o un
presidente electo surgido de una combinación
entre Perón y Frondizi. Es ideal, así —para
algunos "azules"—, es que el Frente triunfe,
pero que en los colegios electorales cambie,
al menos, el primer término de su fórmula. Los
electores "alendistas", en caso de ser
árbitros, cumplirían la función de presionar
en ese sentido. Alende irá así a las
elecciones sin posibilidades de ganar, pero
tratando de exhibir una patente de "azul
anti-frigerista" que le daría fuerza. En
varios distritos frentistas, Alende tiene
diseminados, en listas de la UCRI, electores
que son adictos a su posición; la Capital
Federal, en tanto, lo apoya, porque los
caudillos metropolitanos entienden que si los
candidatos ucristas a diputados y concejales
Van con la boleta de Alende podrán obtener
mayor porcentaje de votos y evitar ser
absorbidos por el conservadorismo popular (con
el sistema proporcional, más votos equivalen a
más bancas). En las provincias no se da
exactamente ese caso, pues los candidatos a
gobernadores "contagian" tanto las votaciones
como los candidatos presidenciales. Alende
mantiene sólo un esqueleto de Comité Nacional
de la UCRI; el hecho de que las personerías
sean provinciales lo inhibe de pelear por la
representatividad absoluta del partido ante la
justicia. Y, sin embargo, en su diferenciación
—tanto de los candidatos liberales como de
Solano Lima— radica ahora su fuerza. 18 de
junio de 1963 PRIMERA PLANA
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