Caso Penjerek
Un ovillo que se va desenredando

El caso Penjerek
Los investigadores policiales tuvieron que enfrentarse la semana pasada con una maraña de contradictorios testimonios sobre el asesinato de Norma Mirtha Penjerek, la muchacha de 16 años cuyo cadáver fue descubierto hace 14 meses en unos baldíos de Llavallol, 25 kilómetros al sur de Buenos Aires.
No siempre los pesquisantes pudieron ponerse de acuerdo sobre la validez de esos datos; en largas conversaciones informales, analizaron el supuesto grado de mitomanía o de escondido terror que asomaba en las declaraciones de los 3 testigos más importantes: un fotógrafo y dos prostitutas. Sólo en un elemento no hubo discrepancias: el caso Penjerek es sólo la punta de un gigantesco ovillo que, no bien es removido, deja escapar un espeso vaho de corrupción.
Muchos observadores policiales han asociado este crimen con el de Vilma Montesi, una joven italiana a quien hace una década encontrose muerta en una playa próxima a Roma. Las investigaciones destaparon entonces, pero no del todo, un vasto tráfico de drogas y un tumulto de perversiones sexuales en el que estaban complicadas prominentes funcionarios. Aquella vez, algunas secretas presiones gubernamentales ocultaron en la impunidad a casi todos los caudillos de este submundo. Y hay temores de que en el caso Penjerek, vengan las presiones de donde vinieren, pueda ocurrir lo misino.
Los hombres lanzados al estadio de este proceso criminal estaban en la pasada semana divididos en dos escuelas, según su visión particular del caso:
• Un grupo entiende que el crimen de Norma Mirtha Penjerek es un hecho menor dentro de una compleja secuela delictiva, detrás de la cual ce movería la más fabulosa organización hampesca de que tenga memoria la Argentina. La clave de ese juego estaría en el tráfico de drogas.
Los investigadores han logrado establecer que un alto dirigente boliviano posee a 4 kilómetros de La Paz, una fábrica en la que se destila clorhidrato de cocaína. La mercadería es trasladada desde allí hasta Salta, donde —según esas fuentes— el propietario de una cochería situada en Florencio Varela tiene un aserradero. Este comerciante se habría ingeniado para que la droga sea trasladada a través de la frontera de acuerdo a la siguiente argucia: la cocaína se introduce en cajas imantadas. Esas cajas se adhieren a la plataforma metálica de los trenes (parte inferior), como si fueran receptáculos para repuestos o herramientas ferroviarias.
Al llegar a Salta, la mercancía se introduce en un doble fondo de los ataúdes, consignados a nombre del propietario de la cochería de Florencio Varela. Una vez que la droga está en su punto de destino, la organización se preocupa afanosamente por rebajarla con aspirina o bicarbonato molido para acrecentar sus ganancias. Apenas ha sido fraccionada, la cocaína fe distribuye por todo el país, especialmente en la región patagónica. El inmenso reclamo interno habría impedido, hasta ahora, toda exportación.
• La otra escuela policial encuentra algunos puntos débiles en esa tesis: ¿Cómo —se interroga— una organización que ha gozado tan largamente de impunidad ha corrido el riesgo de ser descubierta por una de sus víctimas, la prostituta María Mabel Sisti, de 23 años? (Ver PRIMERA PLANA Nº 45). ¿Por qué no se apresuró a asesinarla, teniendo en cuenta que esa testigo permaneció durante algún tiempo sin protección policial después de su denuncia?
• La parte más compleja del proceso se encuentra, según este grupo, en torno a Pedro Vecchio, concejal electo de Florencio Varela por el partido Unión Vecinal, a quien la Sisti señaló como responsable material del crimen de Norma Penjerek. Todos los indicios indican a Vecchio como un peón menor dentro de un ajedrez donde habría alfiles y torres mucho más poderosos.
Cuando el jueves de la semana pasada el vespertino Crónica publicó un reportaje al concejal de Florencio Varela, algunos pesquisantes deslizaron la conjetura de que tal conversación había sido fraguada. Los que disentían con esa opinión indicaron que quizá alguno de los jueces que entienden en la causa sugirió al director de aquel diario la revelación del actual escondite de Vecchio. En aquel reportaje el concejal amenazaba con suicidarse si no era reconocida su supuesta inocencia.
Todavía hay quienes se preguntan hasta qué punto esa frase encubre una eliminación que ya se habría producido.
Ante la falta de respuesta para todas esas dudas, este segundo grupo de investigadores se inclina a pensar que el crimen Penjerek es apenas un caso aislado, sin vinculación con el clima corrupto que, marginalmente, parece asolar a Florencio Varela.
Durante la semana pasada, las insistentes amenazas telefónicas al periodismo y las agresiones consumadas contra un equipo de reporteros del Canal 11 (quienes intentaron filmar en Florencio Varela la zapatería que allí posee Vecchio), acrecentaron la preocupación del gobierno nacional. El viernes 19, un comunicado del ministerio del Interior insistía en la necesidad de poner "enérgico y definitivo remedio" a "este ambiente de desorden".
En los ambientes policiales y, sobre todo, en los medios adictos al abogado Ernesto Sammartino —a quien recurrió hace diez días el padre de la muchacha asesinada— se estima que el definitivo esclarecimiento del episodio requiere arduos esfuerzos de investigación. Con insistencia ha circulado en estos días la versión de que algunos políticos bonaerenses, e incluso uno de los funcionarios que trabajan en el proceso no serían ajenos a la organización hampesca que está ahora poniéndose al descubierto. Paralelamente, los observadores se preguntan hasta cuándo ese grupo podrá mantenerse en la impunidad, si es que realmente resulta culpable.
De todas maneras, el elenco policial que trabaja en el caso Penjerek ha sido reforzado durante la semana anterior: ahora, el comisario Oscar Manuel Polo fue agregado al equipo, como colaborador del comisario instructor Kellis. Todavía queda en la memoria de mucha gente la remoción de Polo de sus funciones policiales en el Dock Sud (mayo 1961), cuando estaba empeñado en una batalla férrea contra la corrupción.
Mientras tanto, sigue en pie un interrogante clave: ¿está Vecchio vivo o muerto? Y si esta segunda alternativa es la que se cumple: ¿fueron los alfiles quienes mataron a su peón?
PRIMERA PLANA
24 de setiembre de 1963
 

Ir Arriba