Caso Penjerek
Prueba de fuego para los intocables

Caso Penjerek
"Si el asesino no aparece pronto, vamos a volvernos todos locos. Es como forcejear con un fantasma: me hace acordar al caso Satanowsky", dijo el jueves 12 uno de los investigadores.
La descripción parecía bastante exacta: en la pasada semana fue visible que los investigadores del asesinato de Norma Mirtha Penjerek, una muchacha de 16 años, cuyo cadáver fue hallado hace ya 14 meses, habían llegado a un extremo punto de tensión.
Denuncias por torturas, perjurios y falsos testimonios, ácidos choques jurisdiccionales entre policías de Capital y provincia, actitudes y órdenes contradictorias de los jueces, prohibiciones estrictas de dar información y sorpresivos traslados de personal policial "por razones de servicio" eran —sin contar las sucesivas confesiones y retractaciones de los principales sospechosos— algunos de los factores que más atormentaban a los investigadores.

El caso
Norma Mirtha, una muchachita regordeta, de pelo castaño, a quien sus vecinos recuerdan todavía como "una chica muy calladita y formal", desapareció a fines de mayo del año pasado de la casa de sus padres, en el barrio de Flores. Los hábitos de la muchacha eran bastantes regulares: ya a las diez de la noche, el padre de Norma Mirtha, un empleado municipal de ingresos medianos, se sintió suficientemente alarmado como para tomar su viejo automóvil y trasladarse a la comisaría para formular la denuncia. La policía recibió la denuncia con cierto escepticismo; "no es de la clase de chicas a las que les pasan cosas raras", informaban los vecinos. Cuarenta y siete días después, el cadáver, horriblemente mutilado, apareció en unos terrenos cerca de Lavallol.

Entretelones
La investigación, a pesar de los esfuerzos del desesperado padre de Norma Mirtha, languideció, hasta que fue espectacularmente reabierta en julio último, cuando María Mabel Sisti, una prostituta de 23 años, acusó del crimen a Pedro Vecchio, influyente comerciante de Florencio Várela, y actual concejal electo por el partido Unión Vecinal. A partir de ese momento, las marchas y contramarchas de la investigación se tornaron alucinantes:
•Tres oficiales de policía de Florencio Varela que ya en febrero pasado habían instruido sumario a Vecchio por corrupción, fueron inesperadamente trasladados a otras comisarías.
•Según la Sisti —cuyas acusaciones fueron después confirmadas, de buen o de mal grado, por otras personas—, Vecchio era sólo cabeza visible de una organización múltiple, en verdad dirigida por un conspicuo vecino de la zona, a quien se sindica como el más fuerte capitalista de juego de todo el sur del Gran Buenos Aires. Otras actividades del 'gang' serían el tráfico de cocaína desde Bolivia, la compra de mujeres jóvenes en algunas zonas de Bolivia, donde los campesinos todavía venden a sus hijas, y, eventualmente, el secuestro y corrupción de menores. La Sisti y otros testigos (a algunos de los cuales la policía todavía mantiene ocultos, para protegerlos) dijeron que la banda alternaba el soborno con el chantaje para trabar las investigaciones: en este trágico juego, fotografías pornográficas, tomadas en fiestas comprometedoras, serían el arma decisiva.
•La tensión creció de golpe cuando un grupo de oficiales jóvenes de la Policía Federal, haciendo una interpretación un tanto amplia de sus facultades jurisdiccionales, introdujo una cuña para resquebrajar la maraña: "los intocables", tal como se apoda en la policía al staff del agresivo oficial Jorge Colotto, arrancó una decisiva confesión a Fabrizio Mucci, propietario del chalet de Bosques, donde --según la Sisti— fue ultimada Norma Mirtha. Mucci, estudiante de ingeniería de 23 años, a quien sus profesores consideran excepcionalmente brillante, admitió ante "los intocables", en una larga noche de interrogatorios, haber sido testigo presencial del crimen: pero ya al día siguiente se desdijo ante el juez Miguel F. del Castillo y denunció haber sido torturado. La pericia de los médicos forenses, sin embargo, dio resultado negativo; Mucci fue remitido a La Plata, y otro juez, Alfredo Garganta, aceptó sus excusas y lo puso en libertad. "Inventé toda la 'confesión' para que no me picanearan —dijo Mucci—: soy inteligente y tengo imaginación." Mucci, en efecto, acaba de publicar un tomo de cuentos, que lo muestran como escritor inmaduro pero imaginativo; el tono general de su obra es autobiográfico, pero la aventura más inquietante que allí narra es la de sus amores con una mujer casada, profesora en su Facultad.
•Después de eso, el padre de Norma Mirtha, en una patética declaración pública, recusó al juez Garganta, de La Plata, al tiempo que, de una manera silenciosa pero eficaz, "los intocables" eran refrenados: Colotto fue trasladado sin previo aviso y se le concedió una licencia hasta octubre próximo. Mientras tanto, otro activo investigador, el oficial Luis Bodet, de la policía de Lavallol —quien había llegado a trabar estrecha amistad con el padre de Norma Mirtha—, fue separado del sumario por el juez Garganta y reemplazado por el comisario inspector Jaime Kelly, de La Plata.
•Pero, si bien muchos hechos dan la sensación de que las denuncias de la Sisti podrían ser algo más que delirios de una resentida —"No me metería en estos líos precisamente ahora (está grávida), si lo que digo no fuera verdad", dijo la muchacha a los policías—, es innegable que las pruebas concretas de valor judicial no han podido todavía, ser halladas por "los intocables". En el Departamento Central, donde la drástica acción de estos jóvenes oficiales es de todos modos mirada con simpatía ("Los muchachos tienen buena intención y gran honestidad, pero a veces se les va la mano", explican los policías de mayor antigüedad), hay cierto escepticismo sobre las posibilidades de probar a Vecchio delito alguno. "Se corre el riesgo de estar cometiendo un monstruoso error —dijo un alto oficial—; por eso hay que frenar a los muchachos de Colotto. Que los jueces asuman su responsabilidad",
•Ahora, entre desesperanzado e implacable, el padre de Norma Mirtha ha recurrido a Ernesto Sammartino: el plan consiste en pedir una investigación parlamentaria después del 12 de octubre y revelar, entonces, todo el dossier que "los intocables" sean capaces de reunir. Sammartino no es diputado, pero podría recurrir a sus amigos de la UCRP.
PRIMERA PLANA
17 de setiembre de 1963

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