CHUNCHUNA VILLAFAÑE
actriz
Guapa, pero de ahora

POR PRIMERA VEZ, TRAS MUCHOS OFRECIMIENTOS CHUNCHUNA ACEPTO UN PAPEL CINEMATOGRAFICO: ES FIGURA ESTELAR EN LA TERCENA VERSION FILMICA DE 'UN GUAPO DEL 900", ESTA VEZ DIRIGIDA POR LAUTARO MURUA. EN CONVERSACION CON GENTE", CHUNCHUNA DESTACO LAS DIFERENCIAS PROFUNDAS, SEGUN CREE QUE EXISTEN ENTRE LA TAREA DE LA ACTRIZ Y LA DE MODELO. Y SE EXPLAYO SOBRE NUEVA EXPERIENCIA.
Chunchuna Villafañe

Las horas de la mañana son terribles para hablar en serio. Mucho más, es claro, si uno tiene sueño. Pero las once, matizadas con un largo viaje a Quilmes, fueron elegidas por Chunchuna para contarme sus opiniones sobre la cinta que está filmando: una nueva versión de Un guapo del 900 que dirige Lautaro Murúa.
—Hola, ¿cómo estás?
A uno el mundo le parece inmediatamente mejorcito si Chunchuna Villafañe lo saluda. De modo que contesté que me sentía espléndidamente y la consulté sobre la forma de ir a Quilmes, donde Murúa y su gente estaban filmando un par de escenas. Mientras sus dos chicas hacían batuque en la cocina, Chunchuna me dijo que íbamos a utilizar el coche de ella. Siete minutos después lidiaba con el feroz tránsito porteño. Inesperadamente le adjudiqué nueve puntos como volante.
Hice un poco de tiempo hablando de bueyes perdidos y finalmente confesé una verdad grande como una casa: yo de cine no sé casi nada (veo un promedio de una película cada seis meses) y en mis tres años de periodismo jamás le hice un reportaje a una actriz.
El asunto le causó alguna gracia.
—Yo no soy actriz —me dijo.
Vacilé.
—¿Y la cinta en que estás actuando?
—Bueno, es la primera vez. Cuando la vea terminada y pueda juzgar mi trabajo podré decirte si soy o no soy.
—Bueno.
El "bueno" sonó vacío y le iba a hacer una pregunta cuando me ganó de mano.
—A mí me encanta el cine. Ir al cine es mi "paseo" predilecto. Me enloquece. Quiero decirte, como espectadora.
Y habló durante un rato de sus directores preferidos, y dijo que le gustaban "las películas buenas sea cual fuere el tema" y que detestaba "las malas". Después habló sobre los críticos y opinó sobre vistas que están en cartel. Me dio un poquito de papelón no poder seguir el tren —Chunchuna opinaba con un notable conocimiento de causa— e intenté decir algo.
—¿Te gustan las películas históricas?
—Ya te dije: si son buenas, sí; sí no, no.
—A mí me pareció buenísima una que hicieron los ingleses sobre Santo Tomás Moro. Se llamaba El hombre de los dos reinos. ¿La viste? ¿Te gustó?
Hizo un gesto que no entendí muy bien, pero que —me pareció— quería decir que la había visto y que no le había gustado. Me jugué a fondo e hice una pregunta. Tanto como para ir al grano.
—Tu faena como modelo, tu experiencia en cortos de publicidad: ¿te ayudan mucho para este nuevo trabajo?
—No. En absoluto.
—Caramba. Yo creía que una cosa y otra tenían mucho que ver.
—Nada que ver.
—¿No podrías explicarme las diferencias?
—Claro que sí —accedió.
Y dedicó veintitrés minutos exactos a explicarme las diferencias. Todavía estábamos camino a Quilmes, en su coche color verde seco. Estas son —según Chunchuna Villafañe, por supuesto— las diferencias entre el trabajo de actriz y el de modelo:
1) DIFERENCIA TIEMPO. "En publicidad el trabajo es, casi siempre, de un día. Al decirte un día quiero decirte que pueden ser tres horas o treinta y cuatro; pero que lo común es un día. En cine, una labor destacada exige muchísimo más tiempo y, además, un "siempre listo" como los scouts. Porque de pronto te telefonean a la una de la mañana para decirte que a las nueve hay que estar lista para filmar, ¿te das cuenta?"
2) DIFERENCIA ECONOMICA. "En publicidad se gana mucho más. Pero mucho más. Para que te des una idea, te diré que el doble de lo que yo gano en Un guapo puedo obtenerlo haciendo un solo aviso. 0 sea: trabajás mucho más por menos plata".
3) DIFERENCIA ESPIRITUAL. "Pero la publicidad no me da grandes satisfacciones, excepción hecha de que se llena la vanidad, claro. En publicidad, una da muy poco. Es fría. Pone la cara y termina. Aunque, debo decirte, me gusta mucho el trabajo de modelo, me parece cosa mágica —todavía— verme en las pantallas de televisión. En cine, la cosa cambia. Una deja de ser un objeto para ser mirado y admirado. Yo, en la película de Lautaro (Murúa) tengo que ser una mujer. Una mujer entera, con problemas. Un papel bárbaro. Una psicología radicalmente distinta. Si la gente, cuando vea la película, se olvida de Chunchuna habré logrado mi objetivo".
Entonces, tras preguntarle a una señora dónde quedaba la plaza de Quilmes, empezamos a hablar de Un guapo del 900. La obra con que Samuel Eichelbaum conquistó el Premio Nacional de Literatura de 1941.
—¿Te gusta el tema?
—Muchísimo Me gusta la época en que transcurre. Me gusta el argumento, las cuestiones que se suscitan, el drama que estalla en la obra. Me gustan el personaje que me tocó, las situaciones que enfrenta, el vestuario. A propósito, el vestuario que uso me parece sen-sa-cio-nal. Está a cargo de Rosita Zemborain y de la condesa de Tamames. Han hecho un trabajo de excepción.
Miro de reojo un machetito que llevo en el bolsillo derecho de mi abrigo y pregunto con cierta precisión:
—Tu vestuario, más el de Leonor Galindo y el de Elba Fonrouge (otras dos actrices del filme) costó diez millones de patacones viejos, ¿no es cierto?
—No sé exactamente. Pero te aseguro que es bárbaro.
—¿Y vos quién sos en la cinta?
—Soy Edelmira, la mujer del caudillo.
—¿Y es bravo tu papel?
—Creo que lo voy llevando bien. Además, Lautaro Murúa me parece un tipo muy... ¿cómo te diré?... muy excepcional. Y el director de una película, según creo, es lo más importante de la película. Yo no hablo por comparación, porque no conozco otros directores. Pero Lautaro me hace sentir cómoda, me explica las cosas con precisión, muy bien. Ayuda. Es absolutamente tranquilo mientras dirige. Apoya en todo momento. En fin: mi papel puedo hacerlo bien o mal. Pero si lo hago mal es porque soy una bestia.
Por fin llegamos al sitio donde Murúa y su gente están filmando: es un patio con canchita de bochas, piso de barro ultrapisado, aljibe (con balde nuevo, como ocurre siempre) y paredes gruesas, manchadas y descascaradas. Frente a una placita pero oculto de la calle. Están en pleno trabajo: los lengues se arrollan en los cuellos de los extras, un mate bien cebadito ronda por ahí y un cartel que semeja ser antiguo proclama la candidatura de Alejo Garay por la Unión Nacional, tal cual lo imaginó Eichelbaum Mucha gente, muchas polainas, muchos chalecos de bravucón con cadenitas y todo.
Chunchuna (como debe pasar siempre, pienso) causa conmoción: los curiosos y hasta muchos de los que están filmando le piden autógrafos. Alguien le ofrece un sandwich de mortadela que rechaza con un majestuoso mohín. Pero acepta un mate, ahijuna.
Yo decido hacer algunas preguntas más. Las últimas.
—¿Por qué nunca actuaste antes en cine?
—No me decidía. No quería hacer en cine cosas parecidas a las que hago en televisión. El cine, para mí, es una cosa superior: no me gustan los papeles sexy, sino los que dan la oportunidad de hacer algo nuevo, de afirmarse. Muchas veces me ofrecieron, pero siempre me negué.
—Hasta ahora.
—Hasta ahora, claro.
—¿Quién te convenció? ¿Lautaro Murúa?
—Me convenció todo el conjunto. Me gusta la obra, el papel, el director En fin, lo que ya te dije.
—¿Tu marido qué opina?
—Con Horacio (Molina) tratamos de "no intervenirnos".
—Macanudo. Pero habrán hablado del asunto.
—Claro. En realidad, él fue quien me dijo que me habían llamado para hacer Un guapo. Le parece muy bien. Una gran experiencia.
Me ayudo, otra vez, con mi machetito. Y pregunto:
—¿Sabias que hay dos versiones fílmicas anteriores de Un guapo del 900?
—Sí. Cada una tiene elementos distintos. La de Lautaro también: se trata de mostrar nuevos aspectos, se profundizan personajes.
—¿Tenés alguna gran actriz como modelo? Quiero decir: ¿admirás a alguna estrella de manera tal que te guíes por su estilo?
—No. Trato de ser yo. De hacer lo mejor posible lo que me indique Lautaro. Soy muy vanidosa, ¿sabés?
No lo sabía. Pero si es vanidosa tiene de qué. La miro mientras le toman fotografías entre guapos y seudoguapos. Chunchuna habla muy claro, pienso. Pienso aún más: yo voy al cine muy poco, pero Un guapo del 900 (dirigida por Lautaro Murúa) me la voy a ver seis o siete veces. ¡Qué mujer estupenda es Chunchuna, señores!
ALEJANDRO SAEZ GERMAIN.
Fotos: ALDO ALESSANDRINI.

Chunchuna Villafañe

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