CIRIACO ORTIZ
EN TONO DE SOLFA

   
Puso sostenidos y bemoles a tangos memorables —algunos de ellos, como 'Atenti, pebeta', se completó con los versos de Celedonio Flores—; hizo oír su bandoneón al frente de orquestas típicas en las que militaban también Osvaldo Goñi, Cayetano Puglisi, Aníbal Pichuco Troilo. Sin embargo —insólitamente—, Ciriaco Ortiz no parece haber afincado en el prestigio popular del mismo modo que otros intérpretes menos valiosos y personales. Y eso que tiene "tantos años de bandoneonista como de edad", según mentan sus amigos; una edad, por lo demás, imprecisa: C. O. elude con una sonrisa pícara todo lo que se refiera a su fecha de nacimiento, producido —eso sí es verídico— en la ciudad de Córdoba, cerca del Mercado Norte, en donde desplegó sus travesuras siesteras.
A poco de cumplir los 15 años Ciriaquito invadió Buenos Aires; las dos décadas siguientes lo verían transitar ante los micrófonos de Radio El Mundo y por cabarets que nutren cualquier historia de tango: Royal, Casanovas, Tabarís. ¿Por qué, entonces, tantos recién llegados al mundo de la noche lo conocen más por su agudo sentido del humor, ese que lo llevó a definir así a una mujer bajita y obesa que ingería un whisky en la barra de una confitería nocturna: "Parece un cero, pero antes de escribirlo" ... ? La clave fue susurrada la semana pasada por el poeta y letrista uruguayo Horacio Ferrer, durante una pausa de la actuación de Ortiz en El viejo almacén, sucursal marplatense del reducto fundado en Buenos Aires por Edmundo Rivero. Mientras Horacio Salgán, Rivero y el cantor Félix Aldao se sucedían en el escenario, Ferrer metaforizó: "Lo que ocurre es que no son dos cosas separadas, sino que Ciriaco toca el bandoneón con la misma pujanza expresiva, la misma inspiración que bulle en sus chistes". Para insistir: "Siempre hubo buenos bandoneonistas; pero creadores de una manera absoluta de tocar sólo unos pocos, y entre ellos descuella Ciriaco. Únicamente en un hombre del talento de Troilo —dice el coautor de Balada para un loco— campea una similar inventiva musical". Aunque enfatizan que "si hubiera sido su equivalente en jazz, Ortiz sería hoy un fenómeno famoso en el mundo entero", los colegas de C. O. le profesan una casi devoción por su culto —a la antigua— de la amistad, le retrucan con otras bromas: "Por lo petiso y morocho, Ciriaco es como sombra de horno ...", jugueteó Rivero.
Lo que sigue es una suerte de antología de las ocurrencias —cáusticas, tiernas, moderadamente surrealistas; referidas a alguna víctima propiciatoria o a hechos del momento— que desgrana cada noche este artista "equivalente a una rueda: como ella, fue un aporte decisivo, pero ya nos hemos habituado a verla", según describió para SIETE DIAS el imaginativo Horacio Salgán.
• Tania es dos años mayor que ella misma.
• Cuando se levanta a la mañana, Tania tiene en su casa un mapa para armarse.
• Tania fue azafata en el arca de Noé. Resulta que Noé le debía cuatro siglos de sueldos, y como no le pagaba se quedó a vivir en la Argentina.
• Cuando Tania se operó de cirugía estética, con la piel que sobró Los Chalchaleros se hicieron un bombo.
• Me contaron que en la farmacia Franco inglesa venden arrugas de colores de Tania.
• Aunque no es tan vieja como la gente dice, en realidad se murió dos veces y volvió a aparecer.
• La verdad es que Tania está muerta pero los amigos no se animan a decírselo.
• El mes que viene es el cumpleaños de Tania. Las velitas se las vamos a poner en la plaza Irlanda.
• Supe que a Tania la mordió un perro. El perro murió y ayer le hicieron la autopsia. El veterinario dijo: "A este animal le dieron vinagre".
• Por fin pude enterarme de cuántos años tiene Tania: tiene 65 años, Ley 18.188.
• Si será vieja Tania, que vivió al lado de la casa de Dios.
• Pero el hecho de que yo haga chistes sobre Tania no quiere decir que le falte el respeto. Es una gran amiga y tengo gran admiración por ella
porque me he enterado de que conoció a Sarmiento. Algunos dicen que fue novio de ella, pero yo no lo creo: en esa época Sarmiento era menor de edad.
• Un día le preguntaron a Tania ¿cuántos años tiene usted? Ella dijo: "Todos".
• Edmundo Rivero fue al dentista. Este lo revisa y le dice: "¿Qué quiere que haga con esta muela, la saco o la asfalto?".
• El mismo dentista le sacó una muela a Rivero, y después los dos se pusieron a jugar a la taba en el consultorio.
• Con otra muela que le sacó a Rivero el dentista se hizo un macetero.
• Una vez iba Rivero en un taxi, un día de lluvia. Lo vio un muchacho, se acercó a la ventanilla y empezó a pasar la mano por el vidrio: creyó que era de aumento.
• Los jugos de frutas Rivero los hace en un lavarropas.
• En una oportunidad Ciriaco Ortiz caminaba por la calle Corrientes de Buenos Aires, y al pasar frente al Obelisco se encontró con que en torno de éste viboreaba una serie de estructuras de metal, destinadas a albergar una exposición. Entonces se hizo el asombrado: "¡Ah, éste es el meccano con el que juega Rivero . . . !"

La cabeza del cantor Alberto Gómez también mereció los venenosos dardos de Ciriaco:
• Alberto Gómez no es gobernador porque no quiere: ¡con la cabeza que tiene!
• Una vez Alberto Gómez se peleó a cabezazos con un árabe y se lastimó. Le tuvimos que poner 2.100 curitas.
• Alberto Gómez le dijo a su esposa Dorita: "Besame la cabeza, que me duele". Dos horas y medía después Dorita le rogó: "Voy a descansar un ratito y después sigo.
• Acabo de enterarme que las gorras de Alberto Gómez no las hace un sombrerero. Se las hace un sastre.
• Para dormirse por completo Alberto Gómez tarda una hora y 20 minutos: se duerme de a trozos.
• La Bayer fabrica unas aspirinas especiales para Alberto Gómez, se las cobra 72 pesos cada una y dicen arriba: "Calmante Gómez".
• Una vez se hizo un partido entre cantores y músicos y Alberto Gómez jugó como delantero. Marcó 18 goles, de cabeza.

El cantante Félix Aldao, que actúa junto a Ciriaco en El viejo almacén, se compró hace algún tiempo un automóvil modelo 1936. Todos los días Ciriaco descerraja algún chiste sobre el coche, lo desarma a fuerza de ingenio. Como en la primera quincena de febrero, cuando se apuró hasta alcanzar a Aldao, que se dirigía a su auto, lo detuvo con gran aspaviento y le comunicó: "Cuidado, tu cafetera tiene plantas en el cárter". Otro día le aseguró, muy serio, que una familia humilde quería alquilarle el asiento de atrás.
Este intérprete que ya tocaba el bandoneón a los ocho años y que no ha perdido la tonada ni el amor por su terruño, pese a ser parte inseparable del folklore porteño, parece necesitado de inventar siempre: fraseos musicales, amistades, observaciones al paso; como la de que "ese tipo tiene tanta plata, que puede comerse un pollo cada media hora". Noches atrás, Horacio Ferrer lo notó muy cansado; eran las cuatro de la mañana y recién concluían su actuación. "Me imagino que ahora vas a tu casa a dormir", le dijo. Ciriaco contestó, en tono lúgubre: "Si llego a casa, me saco dos fotos y me acuesto. Nunca se sabe".
Claro que —cordobés al fin— los motes tienen en Ortiz un entusiasta cultor. Alguien no muy agraciado será bautizado "cara de otro"; de otro más feo aún, dirá: "Aquello no era cara, era un bochinche".
Pero quizás sea menos grave el caso de un vecino del flaco lumbrís, quien —cuenta— murió días pasados: "El flaco fue a la casa de la pobre mujer y le preguntó: ¿Así que falleció su marido? Ayer murió el pobrecito, se lamenta la viuda. ¿Y de qué murió? De pulmonía, responde la mujer. ¿Doble?, se inquieta el flaco. No, simple, le responde ella. ¡Menos mal!"

Revista Siete Días Ilustrados
02.03.1970

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Valorado por sus cofrades como un manantial de inventiva tanguística, inseparable de la noche porteña, el veterano bandoneonista sobresale también en otra faceta: la que lo impulsa a verter bromas casi surrealistas, alternativamente tiernas y crueles

Ciriaco Ortiz
Ciriaco Ortiz