CURSILLISMO
LA SECTA DE LOS 10.000 ELEGIDOS
Exaltados por unos y combatidos por otros, los cada vez menos herméticos Cursillos de Cristiandad constituyen un punto de fricción que enciende enconadas polémicas en las heterogéneas huestes del catolicismo argentino
Cursillismo
"Lo que yo encontré es algo maravilloso, la verdadera razón para ser feliz, una forma de conocerme más íntimamente, de calibrar mis posibilidades, de comprender a los demás, de amar al prójimo". Las entusiastas palabras del ídolo de la canción Leo Dan aluden a una experiencia frecuentada por influyentes católicos argentinos, desde el propio presidente, general Juan Carlos Onganía, hasta el jefe de la Secretaría de Informaciones del Estado (SIDE), general Eduardo Señorans, pasando por el comandante en jefe del Ejército, general Alejandro Lanusse, decanos de facultades, empresarios, gremialistas y altos funcionarios del Poder Judicial. El cursillismo —tal es el nombre por el que se conoce al movimiento— está logrando en la Argentina una expansión que revelan sus 10 mil adeptos y un poderío que se pone en evidencia confrontando los gabinetes gubernamentales con sus listas de adherentes. Paralelamente, los famosos cursillos han creado una serie de tensiones en círculos católicos de diversas tendencias, que le achacan el estar ligados a prosaicos objetivos terrenales y deplorables apetitos de poder.
Las acusaciones y contraacusaciones, el clima polémico creado y el hermetismo que rodea la cuestión atrajeron una vez más la atención sobre un tema que desde hace unos siete años preocupa a sacerdotes y fieles. Para develar el misterio, el corresponsal de SIETE DIAS en Córdoba, Raúl Cuestas, recorrió durante dos semanas su provincia y Tucumán —focos nacionales del cursillismo—, entrevistó a decenas de voceros de ambos sectores, visitó inviolables reductos de la comunidad y obtuvo un reportaje exclusivo al padre Joaquín Alonso Alamo, jefe cordobés del movimiento (ver recuadro).

UN REINO DE ESTE MUNDO
Pequeña, densa, castigada por una crisis económica crónica que ha producido el éxodo de decenas de miles de habitantes, la provincia de Tucumán es el centro indiscutido del cursillismo en la Argentina. A la cofradía pertenecen el gobernador, los ministros de Gobierno y Salud Pública, el comandante de la V Brigada de Infantería, el presidente de la Corte Suprema, el jefe de Policía, el rector de la Universidad, el intendente de la Capital, los titulares del Colegio de Abogados y la Confederación Económica, el director de Promoción y el secretario general de la Gobernación. Allí tiene su sede el Centro Coordinador Nacional de los Cursillos de Cristiandad, integrado por el director general, fray Julio Orellano, dominico; el subdirector padre Delfino Sánchez, el secretario doctor Benjamín Frías Alurralde y el prosecretario Raúl Artieda, todos tucumanos. Es que los cursillos de la Argentina comenzaron en el centro de Belén, Catamarca, cuando el párroco catalán Joaquín Cucala Boíx obtuvo permiso para exportar la técnica a Tucumán. Desde entonces la provincia se convirtió en un emporio cursillista de casi 30 mil kilómetros cuadrados, inundado por el Evangelio y la desocupación. Justamente esta coincidencia es la que ha comenzado a alarmar a los orientadores de la cofradía, temerosos de que la identificación entre el movimiento y la gestión gubernamental termine por granjearles la antipatía popular.
El pontífice tucumano de la comunidad, Vicente Zueco Vázquez (presbítero aragonés de 31 años), ya ha hecho pública manifestación de sus disidencias con el gobernador Roberto Avellaneda, quien, por su parte, se alejó de la organización y declaró categóricamente que "en realidad, no existe un movimiento cursillista" y que el propio término con que se lo designa "es una palabra confusa y despectiva". Sin embargo, son pocos los que al referirse a la congregación logran eludir los sustantivos movimiento y comunidad, y hasta el propio roce entre el padre Zueco Vázquez y el gobernador Avellaneda no es —según algunos— más que una hábil estratagema diversionista.

LOS CRITICOS
En la provincia de Córdoba todo comenzó a mediados de 1964, cuando el arzobispo monseñor Ramón Castellanos autorizó a la congregación de sacerdotes españoles Operarios Diocesanos para establecerse en la jurisdicción y hacerse cargo de los Cursillos de Cristiandad. El padre Carlos Zelarayán, Superior de la orden religiosa, se trasladó desde Tucumán y por medio de conocidos militantes católicos de Alta Gracia adquirió para su congregación (en 7 millones de pesos) el Sanatorio de Montaña, que posee la Mutual de Empleados del Ministerio de Educación y Justicia de la Nación. A partir de entonces, el cursillismo cobró cuerpo en la provincia hasta convertirse en una tendencia perfectamente definida del catolicismo, impulsada entusiastamente por unos y resistida por otros.
Uno de los principales detractores del movimiento es precisamente el cura párroco de Alta Gracia, presbítero Domingo Viera (59, oriundo de las serranías cordobesas) para quien "se trata de una experiencia sin aval eclesiástico, ya que nunca se han recibido instrucciones oficiales de recomendarla a los fieles". Con la llaneza clásica del legendario cura gaucho, el padre Viera explicó a SIETE DIAS: "En quince años nunca tuvimos problemas con los feligreses y mucho menos con quienes no lo son, ya que la nuestra es una religión de tolerancia y amor al prójimo. Al principio, los tres sacerdotes españoles que dirigen los cursillos colaboraron conmigo, hasta hacerse cargo de la atención del destacamento militar de San José de la Dormida. Luego les vi las intenciones y la división entre los fieles se hizo notable: ellos dieron lugar al surgimiento de una especie de élite sectaria que se aisló hasta para el cumplimiento de los ritos. La divergencia se ahondó a partir del movimiento del 28 de junio de 1966, porque se empezó a mezclar la política con la religión, a lo que me opuse desde el primer momento por entender que lo que le interesa a la Iglesia es el poder espiritual, nunca el terrenal. ¿Cómo no quieren que me oponga si el padre Carlos Zelarayán llegó a decirme que cuando llegaran 100 mil iban a dominar el país? Por eso me combatieron y me combaten, moviendo cualquier influencia para que la jerarquía eclesiástica me traslade. Ya tuve que rechazar tres ofrecimientos supuestamente ventajosos por considerar que mi apostolado debe cumplirse aquí. Para ser auténtico cristiano a veces no basta una vida: ¿qué le van a dar esos pobres crédulos, a quienes les faltan al respeto prometiéndoles hacerlos buenos cristianos en tan corto tiempo?".
El abogado cordobés Miguel Ángel Falabella (42, 4 hijos, miembro de la Acción Católica, ex seminarista y concejal del ex Partido Demócrata Cristiano) coincide con el padre Viera y se jacta de haber rehusado reiteradas invitaciones para ingresar al cónclave cursillista. "La gente que está en el gobierno —enfatiza— pertenece en su casi totalidad a esta secta cerrada y secreta: su acción está orientada contra los intereses del pueblo. Además se trata de un grupo contrario al espíritu abierto de la Iglesia, luego del último Concilio. Están totalmente divorciados de la doctrina social contemporánea y todavía defienden la estructura capitalista de la sociedad occidental. Ningún católico consciente puede incorporarse hoy a un movimiento de élite; por eso nos opondremos, aquí y en todo el mundo, a quienes quieren instrumentar a la Iglesia para saciar sus apetitos mundanos de mando y opresión."
Un defensor acérrimo del cursillismo —el intendente de Alta Gracia, Antonio Abraham— replica: "Hay gente malintencionada que nos acusa de ser una camarilla ambiciosa de poder; el hecho de que haya muchos cursillistas entre los funcionarios y las autoridades oficiales es una simple coincidencia. Lo que en realidad les duele a nuestros adversarios es la existencia de un movimiento cristiano disciplinado e intransigente, que no está dispuesto a diluirse en otras corrientes o tendencias".

LOS CURSILLOS POR DENTRO
Un rastreo realizado por SIETE DIAS entre numerosos "sospechados" de cursillistas permitió esclarecer algunas de sus características.
Los Cursillos de Cristiandad (o de Gracia, o de Reconquista) nacieron en la isla de Mallorca, en enero de 1949, cuando el actual Obispo de Ciudad Real, monseñor Juan Hervás, se unió a los laicos para crear un movimiento estrictamente espiritual y apostólico. Con el tiempo se extendió a toda Europa y en la década que termina ingresó a los demás continentes, universalizándose. Tras la experiencia piloto realizada por sacerdotes españoles del Instituto Secular de Operarios Diocesanos en los Estados Unidos, los cursillos llegaron a toda América latina a través de un rápido proceso cerrado hace dos años con su instalación en el Paraguay.
En la actualidad se dictan cursillos en veinte diócesis (además de las nombradas, se destacan las de San Rafael, Mendoza, La Plata, Rosario y Mercedes, y en la localidad bonaerense de Pilar, a cargo allí de los Hermanos Maristas). La dirección a nivel nacional —provisionalmente monopolizada por los tucumanos— se está reestructurando en base a la representación por provincias: cada una tiene ya constituido su propio secretariado con un sistema colegiado de cuatro o cinco miembros dotados de idénticos poderes y atribuciones.
Los cursillos cuentan con un equipo de sacerdotes y un cuerpo de autoridades integrado por un rector y varios profesores. Se desarrollan entre marzo y noviembre inclusive, durante un lapso de tres días que comprende desde las 8 de la noche de un jueves hasta la medianoche del domingo siguiente. Todo postulante debe ser presentado al secretariado por un cursillista en actividad, ser bautizado aunque se encuentre alejado de la Iglesia, tener por su profesión o actividad una manifiesta influencia en su comunidad y no haber participado activa y preponderante-mente en la vida política del país. Participa sólo de un cursillo en toda su vida. Además, sólo son admitidos los varones casados. Como excepción, puede participar un soltero potencialmente valioso que esté comprometido y próximo a contraer matrimonio, siempre y cuando medie la promesa previa de la futura esposa en el sentido de realizar el cursillo en la primera tanda femenina.

PIEDAD, ESTUDIO Y ACCION
Una casa ubicada en la avenida Hipólito Yrigoyen de la capital cordobesa —próxima a la iglesia de los Capuchinos— suele reunir periódicamente a 30 ó 40 elegidos que integran cada carnada cursillista. Allí son recogidos por un ómnibus de la empresa COTAGL, especialmente contratado, que los conduce hasta la Villa del Huerto, donde los reciben los padres Julián Alonso Alamo y Pablo Falo. En los días de cursillo, luego de escuchar misa, se inicia el ciclo de conferencias (o rollos) dictado por profesores laicos sobre los temas generales que constituyen la trilogía basal del movimiento: Piedad, Estudio, Acción. Los sacerdotes, por su parte, tienen a su cargo los temas espirituales referidos a los sacramentos y a la gracia. Períodos intermedios de meditación y reflexión permiten a los iniciados elaborar monografías sobre temas prefijados o simplemente esparcirse en el diálogo o cantando en grupos.
Otra de las peculiaridades de los tres días de encierro consiste en la revelación del significado de términos o frases clave utilizadas por el movimiento en forma clandestina (está prohibida su repetición en público). Tales son, por ejemplo: Decolores (saludo con que se identifican entre sí los cursillistas y que proviene de una ingenua tonada española que se canta al ingresar a misa y al despedirse del Santísimo); Ultreya (reunión de grupos de cursillistas para alentarse a proseguir la lucha, que tiene su origen en el grito con que se daban ánimo los peregrinos de Santiago de Compostela: "¡Ultra ella!"); Todo está previsto (lema que tiende a dar al nuevo cursillista la seguridad de que se han estudiado todas las posibilidades para que nada falle y nada falte), y Te haremos feliz en tres días para toda la vida (lema que infunde esperanzas en la posibilidad de una inédita vivencia espiritual luego de reencontrarse con el propio destino).
Hacia la medianoche del domingo, el mismo ómnibus especial recoge a los alumnos y los lleva de regreso a la ciudad de Córdoba, donde el arzobispo, monseñor Raúl Primatesta, les entrega uno a uno, en imponente ceremonia, un crucifijo, la Guía del Peregrino (impresa en Industrias Gráficas Aeronáuticas de la Capital Federal) y su Cupo Personal (tarjeta donde se consignan las obligaciones mínimas a cumplir en determinado tiempo), mientras exclama en alta voz: "¡Cristo está contigo!", a lo que debe responderse: "Y yo con su gracia".
A partir de ese momento, el nexo se mantiene por equipos de seis o siete cursillistas de domicilio cercano al recién incorporado, los que se reúnen una vez por semana para analizar los problemas personales y las actividades conjuntas. El llamado Cupo Grupal —análogo al Personal— fija tareas y plazos en las tres áreas básicas de acción. En lo atinente a la Piedad establece el número de obras, oraciones, meditaciones, exámenes de conciencia, confesiones y visitas al Director Espiritual; en el rubro Estudio estipula la cantidad de horas diarias que deberán destinarse a lecturas de formación, y la Acción está subdividida en individual (hogar, oficina, profesión) y de equipo (plan conjunto y plan individual). Excepcionalmente, cuando varios grupos o células lo creen conveniente, una reunión ampliada o Ultreya, cumple la función de infundirles nuevos ánimos.
Los cursillistas que por cualquier motivo establecen contacto tienen la obligación de ayudarse entre sí, de brindarse mutuamente la asistencia necesaria para incrementar su influencia en la comunidad y cumplir con la misión de buenos cristianos asignada por el movimiento. Quienes se destacan en el plano individual o grupal con rasgos sobresalientes, ingresan a la Escuela de Dirigentes, destinada a la formación de profesores de los Cursillos de Cristiandad (funciona en dependencias de la Universidad Católica de Córdoba).
Las características generales del movimiento cursillista detectadas por SIETE DIAS, aunque incompletas, permiten establecer que se trata de una organización semisecreta, que opera casi clandestinamente y posee una férrea disciplina interna basada en un ejercicio vertical de la autoridad: como estructura formal, lo más
parecido a la Masonería que se dio en el Catolicismo.

¿APERTURA O MANIOBRA?
En los últimos meses se hizo notoria una nueva actitud de apertura del cursillismo. Ejemplo de ello son las declaraciones del padre Alonso Alamo y la voluntad manifiesta de sus prosélitos de quitarle todo halo de misterio o de inútil secreto. Según algunos se trata de un cambio inevitable, motivado por el desarrollo propio de la organización llegado cierto punto de su crecimiento. Para otros, sería una mera estratagema destinada a quitarles un argumento de peso a quienes se niegan a aceptarlo como un movimiento más en el seno de la Iglesia. Sin embargo, un conocido sacerdote y catedrático de la capital tucumana prefirió aventurar: "Lo más factible es que ya se consideren lo suficientemente fuertes como para iniciar la campaña masiva tendiente a conquistar los cien mil adeptos con que piensan dominar el país. Entonces, hasta para ser comisario de pueblo habrá que cumplir con los famosos tres días de contacto personal con Cristo".
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Recuadro en la revista
"CADA DIA MEJORES..."

Tras recorrer exactamente tres mil doscientos metros desde la plaza Central de Alta Gracia hacia las sierras, un periodista y un fotógrafo de SIETE DIAS lograron introducirse en un infranqueable reducto cursillista. A la derecha de un sinuoso camino de tierra, en el centro de un parque triangular de 250 metros de lado cubierto por exuberante vegetación y protegido de los curiosos por un cerco de piedra y altos ligustros, se alza la bien conservada edificación de tres plantas del ex Sanatorio de Montaña, una de las sedes de los Cursillos de Cristiandad. Pantalón oscuro y chomba gris, el sacerdote Joaquín Alonso Alamo (41, español, máxima autoridad cordobesa del movimiento) guió sin reservas el recorrido por los diversos ambientes de la casa, desde el hall de acceso —con retratos de los generales José de San Martín y Manuel Belgrano, y un crucifijo rodeado por las imágenes de la Virgen María, Pablo VI y el padre Manuel Domingo Izol— hasta las salas de conferencia con 100 butacas y escritorios para cada grupo de tres, pasando por una moderna capilla ubicada tras un cortinado púrpura. Las dos plantas superiores albergan cuarenta dormitorios individuales provistos de un mobiliario moderno y rústico, salas de estar y un comedor. Allí se generó el siguiente diálogo:
—¿Puede usted definir los Cursillos de Cristianismo?
—Son parte de un movimiento exclusivamente espiritual y apostólico, sin la más mínima implicancia política, que como integrante de la Iglesia Católica expande su misión de cristianizar por todo el mundo.
—¿Tiene alguna relación con el Opus Dei?
—No; de ninguna índole.
—¿Están reconocidos por la jerarquía eclesiástica?
—No sólo por la jerarquía local, sino también por Su Santidad Pablo VI, quien el año pasado recibió a más de cinco mil cursillistas de todo el mundo, manifestando que estaba muy contento con el movimiento, porque de él salían buenos cristianos.
—¿Están conformes con la organización actual de la sociedad?
—Ni con la organización actual, ni con nosotros mismos, que somos los responsables de ella, lo que de ningún modo significa que seamos partidarios de la revolución violenta. Nosotros tendemos a ser cada día mejores y más cristianos cada uno, para —por esa vía— mejorar la sociedad toda.
—¿Ese camino no puede ser muy lento?
—Es cuestión de métodos, y nosotros seguimos el de Pablo VI, que es el de la paz.
—¿Cuántos cursillos se dictaron y qué cantidad de personas concurrió a ellos en este centro?
—Hubo 35 cursillos con 1.300 asistentes y tenemos 1.200 inscriptos para este año.
—¿Ustedes se consideran una élite?
—Eso es totalmente falso. Aquí los grupos están integrados por profesionales, empresarios, obreros, militares, empleados, etcétera, en un pie de absoluta igualdad. Entre ellos se tutean y el almuerzo es servido alternativamente por un general o un obrero, con la misma humildad.
—¿Se aplica algún mecanismo de psicología de grupos para lograr en
sólo tres días efectos tan profundos como los prometidos?
—Se trata de una conjunción bien organizada de oración, fe, caridad y sacrificio, explotada de tal manera que produce hondos efectos espirituales.
—¿No considera usted que el clima de misterio en que se han desarrollado los cursillos han favorecido que el público y la prensa crearan en su torno un falso mito?
—El secreto guardado hasta ahora tiene su explicación: si todo se daba a conocer por anticipado, ya nadie encontraría sorpresas y perdería paulatinamente sus efectos, porque sería como ver una película de la que se conoce el argumento. Pero creo que el mito fue inventado por sectores interesados en deformar la realidad, que han hecho mucho daño, ya que ahora hay quienes quieren venir porque se dice que los cursillos son el paso previo para llegar al gobierno y otros han perdido el interés influidos por una malintencionada campaña que les atribuye propósitos políticos.
—Sin embargo, muchos funcionarios, ministros, gobernadores y hasta el propio presidente de la Nación son cursillistas. ¿Qué opina de esta coincidencia?
—Sí; es cierto. Pero le puedo asegurar que los hay también que no opinan del gobierno y otros que opinan muy mal de él. Tenemos muchos radicales y peronistas a quienes sus ideas políticas no les impiden pertenecer a nuestro movimiento.
—¿A qué atribuye que otros sectores de la Iglesia le asignen a los Cursillos de Cristiandad intenciones y apetencias de poder terrenal?
—Eso corre por cuenta de ellos. Si desconocen lo que hacemos, no me hago responsable de su ignorancia. Además, todos recordamos aquello del Quijote: "Ladran, Sancho ... señal que cabalgamos".

Revista Siete Días Ilustrados
12.05.1969

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