Exposhow
¡Pasen a ver, señores!

La insólita muestra instalada en Palermo propone un juego excitante y paradojal: como en un mundo de espejos, de pronto, los artistas -desde Antonio Berni hasta La Joven Guardia-pasan a ser tan sólo la excusa para que otros inusuales personajes (cameramen, maquilladores, locutores y, desde luego, el propio público) se conviertan en las verdaderas estrellas.

Exposhow
"Trabajando en el programa de televisión Candidatos a presidentes, capté la fascinación que capturaba a Ricardo Balbín, Arturo Frondizi, el fallecido Alfredo Palacios y a otros políticos, mientras observaban el despliegue técnico que precedía al programa. Ellos demostraban, tanto interés por el cablerío como el de las señoras suburbanas que acuden a los canales para aplaudir los ómnibus sabatinos", develó ante SIETE DIAS Armando Sánchez (40, una hija), experto escenógrafo e ideador de Exposhow. A partir de ese primer descubrimiento —esto es: que también una cámara puede ser personaje— A. S. se munió de un equipo especializado —junto a él trabajaron Paloma Blackie Efron, Rodolfo Gómez, Felipe del Canto, Héctor Ferlini y Rodolfo Kuhn—, que invirtió 200 millones de pesos viejos para montar en el predio de Palermo, en Buenos Aires, donde se erige la Sociedad Rural Argentina, la Primera Exposición Internacional del Espectáculo (Exposhow).
Los resultados alcanzados por el sexteto, tras quince meses de interesa fajina, están a la vista: las 14 hectáreas de la Rural concitaron al mundo del espectáculo envasado en cinco pabellones, subdivididos en 415 stands empeñados en desnudar la intimidad de los medios masivos. Un complejo artístico-musical que las computadoras evaluaron en tres mil millones de pesos viejos. "Ofrecemos aquí una muestra diferente de todas las conocidas —musitó Sánchez ante SIETE DIAS, visiblemente alborozado—. Nosotros mostramos al público el misterio que esconde la compleja elaboración de un show; pero además pretendemos que la gente participe ya sea tocando los decorados, viendo cómo se filma una película o se arma un programa de televisión".
Semejantes pretensiones exigieron a Exposhow una inversión de 60 millones de pesos viejos para alquilar las instalaciones por treinta días (la exposición se abrió el 21 de diciembre, y se brinda al público en días de semana de 6 de la tarde a 2 de la madrugada y los sábados y domingos también de mañana). Un carrousel de utilerías famosas, concursos fotográficos, una muestra automovilística que incluye el sport prototipo que encaramó a Néstor García Veiga como campeón argentino 1970, el Circo de Hijitus (un complejo infantil que alberga a todos los personajes dibujados por el humorista García Ferré) y los mejores conjuntos de música beat (Los Gatos, Manal, La Joven Guardia, Solvente, Los Mentales, Arco Iris, Tormenta, Zandunga, Facundo Cabral, Alma y Vida, Juan y Juan, Vox Dei) dan idea de la diversidad de públicos que han perseguido los organizadores. Que agregaron a la exhibición un complemento para atraer a la gente de edad media: el Café Concert con capacidad para 400 personas que, desde las 10 y media de la noche hasta la una de la mañana, nuclea a Haydeé La Chona Padilla, al Cuarteto Zupay, a Susana Rinaldi y otros números, acompañados por seis desfiles de moda diarios que protagonizan las mannequins vivants Teté Coustarot, Perla Carón, Marcia Moretto y Mariela Vilar, flanqueadas por los modelos Oscar Gálvez jr., Horacio Bustos y Horacio Harris.

UN SOLO VERANO DE FELICIDAD
"Para montar Exposhow elegimos el verano, porque es la época en que Buenos Aires queda huérfana de espectáculos", prefirió Rodolfo Kuhn (36, una hija), director de cine y organizador de la muestra. Por dos pesos nuevos (que se incrementan a tres los sábados, domingos y feriados) el público puede pellizcar las satisfacciones que encierra el paquidérmico intento, Colchón Espacial incluido: se trata de un delirio de poliuretano de 100 metros cuadrados donde hasta 50 audaces pueden correr, saltar, hundirse y perder la estabilidad —previo lanzamiento desde una cápsula— alentados por luces psicodélicas y extraños sonidos. "Es un hermoso colchón porque manda a la cama enseguida", alabó ante SIETE DIAS la cantante Hane (24, soltera), integrante de la troupe sueca The Satanic Girls, después de dar varios tumbos en el artefacto.
Pero la representación que acapara la mayor cantidad de espectadores es, sin duda, el show central, un entretenimiento para el cual se han habilitado siete mil quinientas butacas abiertas en abanico frente a un escenario de 35 metros de embocadura por 17 de profundidad. El elefantiásico tinglado albergará —durante toda la muestra— a mil quinientos artistas contratados por un monto global de 35 millones de pesos viejos. El conjunto beat The Foundations y la gitana Maruja Garrido (27) son quizá las figuras más esperadas por la potencial platea.
No falta aliciente para la gente de teatro: en el Tatersall ruralino, los organizadores han habilitado una sala con 480 butacas para alojar el Encuentro Latinoamericano de Teatro, del que participan representaciones de Brasil (Teatro Arena de San Pablo), Uruguay (Jacobo Langsner), Chile (Teatro de la Universidad de Chile), Perú (Teatro El Tábano), y Argentina, representada por la obra Hablemos a calzón quitado, del autor Juan Carlos Gentile. También se puede ver teatro montado al aire libre, sobre distintos tablados móviles: actúan en ellos elencos argentinos y extranjeros del Departamento de Teatro Joven del IIT (Instituto Internacional de Teatro) dependiente de la UNESCO.
No lejos del show central, el pintor Carlos Alonso trabaja y firma sus propios grabados y xilografías, mientras un carrito de títeres transita todos los recovecos de la muestra ofrendando a los niños insospechadas aventuras. Ropas, regalos, artesanías y revistas completan el maremágnum.

LUZ, CAMARA, ACCION...
El aliciente central de Exposhow —la posibilidad de participar del acontecer cotidiano de un set cinematográfico— engendró un local de 50 metros y medio por 42, tachonado por dispares escenografías: casas de barrio, patios, calles, una capilla, un "infinito" fondo blanco, son ejes de diarias filmaciones que se abordan de seis de la tarde a ocho. El público, sin entorpecer el trabajo, puede introducirse en el set y contemplar maquillajes en vivo a actores famosos, amén de variadas tomas y el equipo en movimiento. Pero todos los métodos de comunicación masiva que allí se desnudan atraerán por igual a los "dos millones de visitantes que recalarán a ver lo que exponemos", según predice Natalio Liskin (37, soltero), uno de los 15 cuidadores que deambulan por la Rural.
Por lo pronto, el pabellón de vidrio donde se han instalado las 38 radioemisoras del conjunto empresario comercial, parece ser, por el momento, uno de tos mayores imanes. Es que locutores, artistas, disc-jockeys se exhiben ante la marea humana mientras actúan. "Estamos encerrados aquí como monos y la gente nos mira como si realmente lo fuéramos. Es inaudito, porque el zoológico queda enfrente", se quejaba compungido el locutor Luis Rodríguez Arnesto. No difieren mucho sus lamentaciones de las de Juana Bullrich, una de las dos modelos que posan en los sets de televisión en colores erigidos por Proartel. "No sé por qué la gente se me tira encima", se extraña sin dejar de contonearse. Es que el aluvión humano diario, después de hacer morisquetas y caritas frente a las cámaras (el sistema montado permite al público observarse en varios televisores), parece advertir invariablemente la presencia de J. B. "Evidentemente, de pronto se dan cuenta que soy el único espectáculo en vivo y en directo", se pavonea la diva. Ajeno a las cuitas de la modelo, Francisco Carlos Gavilanes (40, tres hijos), ingeniero en Telecomunicaciones de Proartel, difunde: "El televisor en colores cuesta tres veces más que el blanco y negro. Un cálculo optimista haría prever para dentro de cuatro años las primeras transmisiones en color para la Argentina". Un lapso que perturba a los camarógrafos, los más interesados en agilizar la implantación del nuevo sistema: "Las cámaras comunes parecen un Ford T comparadas con la suavidad de las nuevas", comparó uno de ellos.
Al margen de los shows propiamente dichos, el público puede encontrar suficiente divertimento en los stands. La obra de ENTel, por ejemplo, confeccionada por la empresa Bauer, acapara a los grupos de mirones. No es para menos; un cohete de 31 metros de altura dotado de una cúpula de 12 metros por ocho, encierra cabinas da larga distancia y una exposición de teléfonos antiguos y muestra visualmente el lanzamiento de un satélite desbordando los 1.200 metros cuadrados asignados. Metros más allá, en el pabellón Frers, el Teatro Colón sale por primera vez de su ámbito para mostrar bocetos, figurines, trajes y opulentas escenografías, un material que mantuvo atareados a 50 operarios por espacio de 18 días y demandó una inversión de 70 millones de pesos viejos. "Para ponernos a la par de los principales teatros del mundo, encararemos proyecciones lumínicas que integren el decorado", prometió en ese stand a SIETE DIAS Roberto Oswald (37, soltero), director artístico del Teatro Colón.
Pero quizá el premio mayor recibido por los 4 mil operarios que posibilitaron la inauguración de la muestra radique en la definición que del complejo dio el laureado pintor Antonio Berni (65, dos hijos) cuya obra es pergeñada, realizada y reproducida de mil maneras ante los ojos de los espectadores: "He querido estrechar mi contacto con el gran público. En todo este trabajo hay una motivación en función expresiva que coordina el espectáculo". Una manera de dar vuelta las cosas para que de pronto el personaje sea público y el público, personaje.
Revista Siete Días Ilustrados
11.01.1971
The Satanic Girls

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