UN INSTITUTO ARGENTINO INVESTIGA LOS MAS EXTRAÑOS FENOMENOS NATURALES ¿ ACASO NO LLUEVEN SAPOS, LADRILLO Y CHURRASCOS ?

Son algo así como los detectives de cuanta rareza terrestre -o presumiblemente extraterrestre— se desploma sobre el planeta: desde una extraña pieza de acero de 120 millones de años hasta los desconcertantes diluvios de animales y otros objetos reñidos con la meteorología
OVNI
La civilización egipcia, según investigaciones realizadas por un especialista argentino, es el producto de la presencia de seres extraplanetarios en las orillas del río Nilo. El mismo indudable origen tendría, de acuerdo con las últimas pesquisas emprendidas por Antonio Las Heras —21, soltero, fundador de la Sociedad Investigadora de Fenómenos Insólitos—, la lluvia de ladrillos que bombardeó a los desguarecidos y alarmados pobladores de Presidencia Roque Sáenz Peña (provincia del Chaco), a mediados de setiembre de 1968. También, el repentino y sanguinolento diluvio de carne trozada, que obnubiló a los habitantes de Eugenio de Melo, un pueblo del interior de Brasil, no sería más que una de las tantas manifestaciones de misteriosos seres no-humanos sobre la faz de la Tierra.
El inventario y correrías de personajes extraplanetarios, los circuitos preferidos por los OVNIS —sigla que agrupa por igual a platos, artefactos de forma lenticular y otras estrafalarias carrocerías—, la aparición de milenarias especies vegetales y el resurgimiento de formas biológicas de extraña conducta, son otras de las preocupaciones del grupo de detectives científicos liderados por Las Heras. Según parece, los estudios emprendidos por el activo Instituto de Investigaciones de Fenómenos Insólitos acaban de superar el escollo más difícil: explicar la procedencia de un extraño trozo de piedra hallado entre las ruinas de una ciudad griega de miles de años de antigüedad. Se trataría —nada menos— de una tabla computadora, indispensable para tramar vuelos interplanetarios, "prueba irrefutable de la presencia de otras civilizaciones planetarias, en medio de los helenos", imagina Las Heras.
Sus seguidores, un grupo de entusiastas aficionados en cuestiones arqueológicas, parapsicológicas, metafísicas, astronómicas y matemáticas, practican al pie de la letra un slogan apotegmático: "Todo puede ser explicado a su debido tiempo". Quizás porque el campo de estudios es tan complejo —y requiere, claro, el intercambio con eruditos de otras latitudes—, el centro comandado por Las Heras tiene otros colaterales: el Instituto Rastreador de Seres Desconocidos (que, como su nombre lo indica, trata de localizar por aire, mar y tierra el rumbo de los extraterrestres) y el no menos dinámico Instituto Investigador del Fenómeno OVNI, una entidad que despliega sobre mapas —a manera de hojas de ruta— los pasos de naves de origen desconocido.
Las Heras, quien se dedica full time al desarrollo de tan agotadoras disciplinas, dispone de poco tiempo para ser entrevistado por el periodismo. Además de las tareas directivas de esos tres centros de investigación, sus funciones docentes entre un vasto grupo de seguidores y simpatizantes, también edita 'Los enigmas', un periódico tabloid que es, según reza su lema, "un vocero científico de investigaciones de avanzada".
Asediado por una pareja de redactores y un fotógrafo de Siete Días, el ovnilólogo LH aceptó, la semana pasada, dialogar sobre sus actividades.

EXTRAÑO INVENTARIO
"Nosotros estamos convencidos de que antes de nuestra civilización han existido otras que han desaparecido", sostuvo el fervoroso editor de Los enigmas. Según él, la prueba de esa conclusión está instalada en una vitrina del museo alemán de Ausburgo: "Se trata de un cubo de acero, producido en la era terciaria, 120 millones de años atrás. Al estar pulido y trabajado en acero, una aleación artificial imposible de hallar en estado natural sobre la Tierra, demuestra que está manufacturado por seres inteligentes, que pertenecerían a una civilización millonaria en años de antigüedad o de procedencia extraterrestre".
A veces, los fenómenos estudiados invitan a recurrir a fantasiosas lucubraciones. Para esos casos, Las Heras posee pruebas fehacientes de cada una de sus afirmaciones: "El material sobre los casos insólitos que investigamos —susurra—, lo sacamos de diarios antiguos, de libros que se han dedicado a recopilar este tipo de temas y toda otra fuente que nos parezca digna de crédito. A veces, porque los diarios son sensacionalistas, nos valemos de nuestros propios corresponsales
Es que es muy necesario controlar la veracidad científica, pues éstas son cuestiones que se prestan a cualquier tipo de hipótesis."
Por ejemplo, cuando Las Heras fue alertado sobre una extraña lluvia de sangre y carne en Brasil, se desveló para enviar al teatro de los acontecimientos a un corresponsal viajero. "En esa oportunidad se pudo averiguar que las autoridades del Instituto Médico Legal de San Pablo examinaren el insólito fenómeno de una lluvia de pedazos de carne, que aparecieron dispersos en 400 metros a la redonda, en el distrito de Eugenio de Melo. Cuando científicos paulistas sometieron las muestras a la acción de sueros especiales, pudieron determinar su naturaleza: era gelatinosa —se sorprende Las Heras—, se parecía al hígado y era colorada. Los pobladores de la zona no vieron sobrevolar el lugar por ninguna ave de rapiña ni por ningún avión".
Para el director de la Sociedad Investigadora de Fenómenos Insólitos ese hecho tiene una sola, probada explicación: "Son producto de las naves espaciales extraterrestres, dedicadas a investigar nuestro planeta. También, podrían ser desechos de investigaciones biológicas extraplanetarias. O bien podrían ser restos de hombres raptados por esos seres. ¿Ustedes se fijaron la cantidad de personas raptadas, desaparecidas que hay en nuestros días?"

PASADO Y PRESENTE
Según informó Los enigmas (Año I, número 2, abril de 1973, página dos, columna 4), a mediados de setiembre de 1968 se produjo en la provincia de Chaco una extraña lluvia de ladrillos. El hecho ocurrió en el barrio de Puigbó, en la ciudad de Presidencia Sáenz Peña, "a la altura de las calles 20 y 37". Allí, sobre una modesta vivienda, entre las 18 y 21 horas; "cae invariablemente una lluvia de trozos de ladrillos. El fenómeno se produce diariamente desde comienzos de mes, habiendo caído algunos de ellos sobre personas que intentaban entrar a la casa. Habiéndose apostado en el lugar una guardia policial —señala Los enigmas—, el hecho continuó desarrollándose regularmente".
La fantasmal experiencia no obedece, según Las Heras, a las iras de un albañil ni tampoco a la posibilidad del derrumbe paulatino de la pared de un rascacielos de Sáenz Peña: "Más que tener que ver con el tema de los ovnis —alerta, refractario—, está relacionado con las ciencias ocultas. A este caso —similar a otros en que llovieron sapos, ranas y arañas— es difícil darle una explicación, sobre todo siendo tan aislado. Por eso lo incluimos dentro de los fenómenos malditos. Lo curioso es que siempre los ladrillos caían a la misma hora y que, cuando lo hacían sobre la cabeza de algún vecino, no le producían dolor alguno. Aunque corramos el serio riesgo de equivocarnos, nosotros creemos que la investigación objetiva de este fenómeno la tienen los ocultistas".
A veces, para evitar dudas sobre sus explicaciones de fenómenos contemporáneos, Las Heras recurre a ejemplos de la Historia Universal. Allí, según él, hay situaciones objetivas, desapasionadas, dignas de ser analizadas con la perspectiva del tiempo. "Los últimos estudios de los egiptólogos —indica LH— establecen que las pirámides de Kheops, Keffren y Micerino son verdaderos centros de conocimientos más que simples tumbas faraónicas. Por ejemplo, la altura original de la pirámide de Kheops, multiplicada por mil millones, determina la distancia exacta de la Tierra al Sol. También, actúa como una suerte de meridiano que divide a la zona desértica de Egipto en dos partes simétricas. Hay otros datos científicos: en el sarcófago de un faraón aparece, nada menos, que la letra griega Pi; la entrada a Kheops está a la altura del séptimo bloque de piedras y desde esa abertura, justamente, se puede observar con toda precisión a la Estrella Polar, eje del sistema". Las Heras insiste en que esas obras son producto de seres extraterrestres.
"El pueblo de Egipto construyó las pirámides —acusa—, pero ayudado por tecnología espacial. Aun con nuestras máquinas, sería difícil tallar y trasladar esos enormes bloques de piedra, de cien toneladas, con tanta perfección y colocarlos donde lo hicieron. Para eso se necesitan equipos técnicos con los que ni se soñaba en esa época. Por eso yo creo que, con toda seguridad, los extraterrestres deben haber aportado sistemas similares a los que crean un campo de vacío alrededor de los ovnis. Algo así como sistemas electromagnéticos que permiten la antigravedad. Entonces, se rodeaban esas enormes piedras de vacío y así, sin su peso —porque en el vacío se pierde peso—, se podían trasladar con toda facilidad. Para el pulido de las piedras, es muy probable que hayan aportado pastas radiactivas y otros artefactos para lograr precisión geométrica".
Pero los acólitos de Las Heras van más lejos que su maestro: ellos sostienen —y nadie, en el Instituto Investigador del Fenómeno Ovni cuestiona lo contrario—, que las civilizaciones de Babilonia, Asiria, Caldea, India, Tibet, y también los incas, mayas, aztecas, griegos y romanos recibieron favores de los extraterráqueos. "Para ello —aseguran—, lo normal es que trasvasaren conocimientos del espacio exterior a un grupo de elegidos, preferentemente sacerdotes y chamanes. De esa forma, ellos obtenían gran sapiencia y, de paso, influencia cultural y política".
El ejemplo que agrega Las Heras pretende ser concluyente: afirma que en la isla griega de Antikytera, unos pescadores de esponjas encontraron, hacia 1910, ciertos restos de piedra que durante muchos años pasaron inadvertidos en una vitrina del Museo Arqueológico de Atenas. "En 1959 —señala el ovnilólogo—, el doctor Derek De Solía Price, miembro de un equipo de investigaciones de la Universidad de Princeton, observó esos testimonios. Y efectuó un descubrimiento increíble: al reconstruir sus partes, se encontró con una computadora que indica con exactitud, el movimiento de los astros".
También, en un museo de Bogotá, el científico Erich Von Daniken halló un objeto particularmente curioso, catalogado como una talla, que reproducía las formas de un pez o un pájaro. "Descartada la posibilidad de que se tratara de una obra que sirviera para idolatrar a los peces —estudió Las Heras en un archivo especializado—, se lo envió al Instituto de Aerodinámica de Nueva York. Según averigüé —se asombra— los norteamericanos determinaron que se trataba de un aparato semejante a un avión. Las pruebas de aerodinámica que efectuaron demostraron que se trataba de una precisa reproducción, superior en concepción al mismísimo Concorde. Indudablemente, se trata de una réplica efectuada por un aborigen, posiblemente un aparato que vio aterrizar o despegar".
El máximo sueño de Las Heras, como especialista en temas extraplanetarios y como director de un periódico que difunde temas afines, es —sin duda— la posibilidad de tener un encuentro con un ser de otro planeta. Preguntado sobre el tema, él elude toda posibilidad concreta de que se pueda materializar: "Estos extraterrestres que tanto nos ayudaron en la antigüedad, ahora están desencantados con nosotros. Ellos quisieron guiarnos y nosotros nos dedicamos a las guerras. Por eso ahora vienen solamente a investigar y no quieren contactos con nosotros. Por eso se esconden y nos evitan y no quieren tener relaciones con los terrestres. Nosotros los hemos defraudado".

(cuadro al margen de la crónica principal)
LOS OVNIS ESTAN ENTRE NOSOTROS
La revista Cuarta dimensión, dirigida por el actor y ovnilólogo Fabio Zerpa, da cuenta, en su número de noviembre, de un fenómeno que bien podría movilizar a todos los cuadros del Instituto Rastreador de Seres Desconocidos, el Instituto Investigador del Fenómeno Ovni y aun la Sociedad Investigadora de Fenómenos Insólitos. Es que, según Cuarta dimensión, en Logroño, ciudad española de Castilla, un ovni penetró por la ventana de una vivienda. Esta es una síntesis de ese informe, reproducido con autorización de sus editores:
"La habitación de Javier Bosque (20 años, seminarista de la Escuela de los Padres Escolapios, estudiante de Teología y Filosofía) es una pieza rectangular. Sobre la pared Norte hay una ventana centrada. Al píe de la misma, y situada en la zona izquierda, se encuentra una mesa escritorio con su correspondiente sillón. El día 21 de junio del año en curso, Javier ha estado grabando unos ensayos de guitarra en su magnetófono. El aparato ha quedado sobre el sillón, al lado de la cama. Por la noche, al retirarse a su habitación, después de cenar, encendió la radio para escuchar música. Mientras tanto, recostado sobre la cama, leyó El Quijote. La noche avanza y la emisora deja de emitir. Todo está en la más perfecta tranquilidad, y la radio queda encendida, sin sonido.
"De pronto, le parece observar que la luz de su habitación ha aumentado en intensidad. Deja el libro sobre la mesa de noche y se inclina ligeramente sobre la cama, observando, a través de la ventana, la calle. Su sorpresa es mayúscula al notar un fuerte resplandor tras las hojas entornadas. El foco de luz es potentísimo y está centrado completamente. Su extrañeza se convierte en temor al observar que la ventana se está abriendo, dejando paso a un objeto luminoso que se dirige recto hacia el centro de la abertura de su alcoba.
"El artefacto presenta un aspecto amenazador por lo insólito. Avanza despacio, sin ruido, sin chisporroteo alguno ni zumbidos, como a dos metros del suelo. La luz es vivísima, hiere los ojos de Javier que instintivamente, atemorizado por la presencia alucinante del aparato, se cubre medio rostro con las sábanas. Aquello era increíble; desafiaba la razón por su aspecto y comportamiento.
"Siente la necesidad de hacer algo. Sabe que desde la entrada en la habitación, el transistor ha empezado a producir unos pitidos agudos y que, con toda probabilidad, si pone en marcha el grabador, éste registrará todos los sonidos. Saca el brazo debajo de las sábanas y aprieta el botón del magnetófono.
"El Ovni desciende. Tras un momento de inmovilidad, el objeto inició una exploración, mediante un rayo que alargó hacia el transistor primero, para seguir con el magnetófono. Una vez «retirado» totalmente el rayo de luz, el artefacto volvió a ascender nuevamente hasta dos metros de altura y, tras unos segundos de paro, inició su marcha hacia la ventana, por la que desapareció.
"Javier Bosque pudo apreciar que el objeto, una vez en la calle, ascendía. Cuando escuchó que el pitido, a través del transistor, dejaba de ser audible, cerró el grabador, se incorporó sobre la cama y se acercó a la ventana. La calle estaba desierta."

Revista Siete Días Ilustrados
17/12/1973
OVNI

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