Ideologías
La "generación desperdiciada" en un film local: ¿Irse o quedarse?
Volver al índice
del sitio

En su edición del 17 de mayo, Time informaba que "desde la caída de Frondizi, la Argentina tuvo 5 ministros del Interior, 3 cancilleres, 4 ministros de Defensa, 3 ministros de Economía y 12 secretarios militares; el costo de la vida creció en un 50 %, las quiebras comerciales se acentuaron en un 46 % y las reservas de oro disminuyeron de u$s 320 millones a u$s 185 millones". Ese desolador inventario del caos es, de hecho, una materia dramática, una acuciante tentación para cualquier narrador.
Es Fernando Ayala (43 años) quien ha tomado esa realidad por las astas y la ha transfigurado en el tema de Paula Cautiva, su séptimo film. La historia de Paula..., basada sobre un cuento de Beatriz Guido (La representación), puede echar por tierra la fama de cauteloso que Ayala cargaba sobre sus hombros desde los días de Ayer fue primavera (1955), Los tallos amargos (1956), El jefe (1958), y El candidato (1959); por de pronto, el film desliza tres grandes interrogaciones y obliga al espectador a responderlas: ¿el argentino debe quedarse o irse de su país?; ¿la clase dirigente se ha vendido a sí misma, o ha sabido cumplir con la responsabilidad de dirigir?; ¿los levantamientos, las crisis institucionales, los cambios de gabinete, han desmoronado o no el crecimiento económico?
En la historia de Ayala hay, al menos, dos personajes que contestan: uno es Paula Peña (Susana Freyre), nieta de un aristócrata venido a menos (Orestes Caviglia); el otro es un argentino desarraigado (Duilio Marzio), que trabaja en USA desde hace 15 años, y que al regresar siente que su país es otro, que está desorientado y perdido en medio de él. La ocupación de Paula es atender a turistas americanos por una tarifa fija (100 dólares); la de su abuelo, alquilar el panteón familiar de la Recoleta a nuevos ricos ávidos de lustre, y ofrecer fantochescas representaciones folklóricas a extranjeros en el casco de su estancia.
Junto a esos antihéroes asoman un industrial americano (Crandall Diehl), dispuesto a invertir dinero en la Argentina, otra call-girl menos refinada que Paula (Fernanda Mistral) y un encargado de relaciones públicas (Lautaro Murúa), que se afana por proporcionar entretenimientos eróticos a sus jefes americanos. Lo importante es que un levantamiento de tropas desmorona las intenciones inversionistas de Diehl, y que, ante su país deteriorado, el personaje de Marzio sugiere que "los argentinos nos hemos olvidado del patriotismo, él renunciamiento y la honestidad".
Ayala sostiene que su film es, ante todo, "una crítica a cierta clase dirigente que ha vendido sus tradiciones, un testimonio sobre la convulsionada Argentina de hoy". En otro sentido, Paula Cautiva implica también una especie de protesta contra los vaivenes históricos que han transformado a los hombres de 40 años en partes de una generación desperdiciada: "Entre una intranquilidad y otra —dice Ayala—, se nos está yendo el momento de ser útiles."
Hacia el final de la obra, el personaje de Marzio se enfrenta ante la disyuntiva de irse o quedarse en la Argentina. Y se queda. Es lo que haría el propio Ayala, para quien "irse es solamente una suerte de consuelo, una escapatoria íntima que no me atrevería a poner en práctica. No podría expresarme sino aquí, porque es ésta la realidad que me interesa."
Ayala ha sido varias veces definido como "un liberal de centro", y puede que Paula Cautiva sea una síntesis de los temores que el futuro argentino suscita en las gentes de su esfera ideológica. Por de pronto, el realizador y sus colaboradores creen, como el personaje de Marzio, que "el país necesita ahora normalidad, tranquilidad y paz, sobre una base de decencia". En El jefe, donde elaboró una metáfora sobre el providencialismo político, y en El candidato, donde desnudó algunas argucias de la demagogia electoral, Ayala ya se había definido como un narrador para quien el cine es, sobre todo, un revulsivo que hace reflexionar al público sobre sí mismo y sobre su contorno. Con esos antecedentes, no es del todo casual, acaso, que su Paula Cautiva —rodada por Ayala luego de tres años de inactividad— sea lanzada en Buenos Aires justo un par de semanas antes de una elección que entraña para la Argentina un juego de vida o muerte.
Revista Primera Plana
04.06.1964

Ir Arriba

 

   Ayala ha sido varias veces definido como "un liberal de centro", y puede que Paula Cautiva sea una síntesis de los temores que el futuro argentino suscita en las gentes de su esfera ideológica
Ayala y Murúa