JP
la encrucijada de la juventud


Juventud Peronista
No hubo excomuniones, como esperaban algunos sectores, pero sí advertencias y admoniciones en contra de las actitudes rebeldes de la Juventud Peronista y Montoneros, que hicieron crisis el jueves pasado cuando estas organizaciones se negaron a participar de una reunión colectiva en la quinta de Olivos. Pero, de todas maneras, las críticas que Juan Domingo Perón deslizó a los jóvenes radicalizados en su discurso del lunes 4, dejaron la puerta abierta a las reconciliaciones como para recordar aquello que los errores en política siempre pueden ser corregidos a tiempo, al igual que los resultados de las batallas. Claro que, la reubicación de las posiciones que ahora intenta la Tendencia para salir del tembladeral al que los arrojó su endurecimiento sorpresivo tendrá que hacerse con arreglo a nuevas condiciones, ahora impuestas por Perón. El jefe del justicialismo fue claro y rotundo en esto: 'Han elegido un gobierno. Espero que haya sido para obedecerle y cumplir sus designios ideológicos y doctrinarios preestablecidos —advirtió el presidente—. Las desviaciones abiertas u ocultas, como los engaños preconcebidos, ni tienen razón de ser ni pueden ser tolerados en la hora histórica que nos toca vivir'. Otro párrafo dedicado a la representatividad de los distintos grupos juveniles —pretexto impuesto por la JP para no concurrir al cónclave— no fue menos imperioso: 'Esa juventud ha de pensar que tanto vale el número en que ha de congregarse como la calidad de los dirigentes que los encuadren y conduzcan'. De tal manera las dos vigas maestras de la estructura a que deberá acogerse la juventud para evitar futuros enfrentamientos con Perón quedaron perfectamente delineadas: no se aceptarán rebeldías ni orientaciones distintas a las del propio líder, así como tampoco se cuestionará la mayor o menor importancia numérica de los grupos que el presidente convoca para reunificar el ala juvenil del Movimiento. A cambio, sólo hizo una concesión, solicitada por Juan Carlos Dante Güllo y Jorge Obeid durante la reunión que mantuvieron con el primer mandatario el martes 29 de enero y donde los dirigentes de la JP relataron extensamente los atentados que sufrieron varios locales de esa agrupación en las últimas semanas. Perón atendió esa queja y condenó, en su discurso, tanto al terrorismo de la ultraizquierda y de la ultraderecha, aunque engarzándolos con su tesis de los dos imperialismos sobre la que algunos grupos de la Tendencia abrigan dudas o al menos se resisten a aceptar.

ABRIR EL DEBATE. Es indudable que Perón optó por abrir una pausa en lugar de descerrajar una condena fulmínea a las filas más belicosas de su movimiento. Actuó, entonces, dentro de su clásico estilo de conducción; esto es, congelando las tensiones y dando tiempo a que se revean posiciones o que las disidencias debiliten la estructura de los rebeldes, algo que ya ha sucedido luego del primer choque frontal. Al fijar las pautas a que deben ceñirse sus partidarios y abrir el debate para que estos decidan "si se quedan o se van", Perón puede esperar dos cosas: que la JP decida aceptar las condiciones impuestas y participe en las reuniones semanales con el líder o que la fuerza centrífuga que creció luego de la posición dura adoptada por Firmenich termine por resquebrajar a la organización en varios grupos, algunos de ellos afectos a escuchar disciplinadamente la palabra y las instrucciones del presidente.
La reunión de Olivos dejó bien en claro que salvo la defección de Maguid y Spina, la consigna de la JP y Montoneros de no participar fue cumplida sin dilaciones, dejando un amplio claro que Perón no puede ignorar en el proceso de reorganización de la juventud. Los sectores ortodoxos no son suficientemente poderosos como para neutralizar la acción de la Tendencia y el "grupo Maguid" aún no ha probado la importancia de su representatividad en la izquierda peronista, como para servir de equilibrio en el mosaico juvenil. Todo lo decidirá el tiempo y Perón parece dispuesto a esperar.
Incluso el cónclave no fue, ni mucho menos, definitorio. Giró más bien entre una reunión protocolar o de conocimiento mutuo, donde el presidente tanteó el clima y la disposición de los distintos grupos a iniciar las tareas de la unidad. Ante su auditorio, Perón reiteró sus planes de organización del ala juvenil, volvió a repetir que los que estaban en desacuerdo debían irse y hasta se ofreció a presentarlos, si era menester, "a los partidos socialistas o comunistas en los que quieran militar" como en el de "Ghioldi o en ese partido del muchacho de los bigotes" (por Coral, obviamente). Después de 15 minutos de exposición, cedió la palabra a algunos de los presentes —hablaron Hernán Ossorio de la Coordinadora de Unidades Tácticas; Juan Carlos Ortiz de la Mesa de la Juventud del FREJULI y Patricio Ribeiro de la Concentración Universitaria Nacionalista (CNU), entre otros— intervino para refutar algunos conceptos de Ossorio e inmediatamente dio por terminada la reunión.
La reiteración semanal de estas asambleas servirán para medir las consecuencias de la negativa de la JP a concurrir a las mismas. Nuevas rebeldías pueden acelerar el proceso
de división en favor de nuevos grupos más verticales, desde la izquierda, a Perón y el fortalecimiento de los más moderados y ortodoxos que como Guardia de Hierro buscan pesar decisivamente en el camino de la unidad. Así, por ejemplo, la diputada Virginia Sanguinetti representante de ese agrupamiento opinó —consultada por Panorama— que la defección de la JP es una grave falta disciplinaria y ha demostrado su carencia de ética política", pero que, de todas maneras, este "proceso lleva a la unidad cada vez más profunda de la juventud peronista. Hoy se abre la posibilidad de la unidad de acción mediante la lealtad a ese único mando estratégico que es el general Perón y a esa doctrina, que es la peronista. Quienes no acaten nuestra verticalidad y nuestra disciplina quedarán fuera de nuestro Movimiento" destacó la legisladora. Es evidente, entonces, que la juventud cuestionada está hoy más que nunca en una peligrosa encrucijada que deberá resolver con clarividencia política y mucha sangre fría.

EL TEMOR A LA ENCERRONA. El jueves 31 a las 10 de la mañana, las organizaciones fundamentales de la "tendencia revolucionaria" del peronismo dieron un paso fundamental en la manifestación de las diferencias con la conducción del Movimiento Justicialista, esto es el propio Perón. A esa hora fue que tanto Mario Firmenich (Montoneros), como Juan Carlos Dante Güllo y Jorge Obeid (Juventud Peronista), Guillermo Grecco y Enrique Juárez (Juventud Trabajadora Peronista) y Pablo Ventura (Juventud Universitaria Peronista), decidieron no concurrir a la reunión de las juventudes.
Esa decisión que explicita —en un grado nunca alcanzado anteriormente— el estado de las diferencias entre la "tendencia" y Perón, sucedió luego de un complicado proceso. Los dirigentes de la "tendencia" reaccionaron ante la cita de Perón como si enfrentaran una encerrona. Recordaron el juicio efectuado en Madrid a una de sus figuras más representativas —Rofolfo Galimberti—, el 28 de abril de 1973, que culminó con el espectacular desplazamiento del entonces delegado nacional de la JP. También apuntaron la posibilidad de que se repitiera la reunión de juventudes celebrada a mediados del corriente año en Olivos donde la concurrencia de una gran cantidad de grupos y siglas considerados por ellos como "no representativos", los colocó en "aparente minoría".
El trámite de convocatoria de la reunión fue muy complejo. Luego de dirigidas las invitaciones, la JP comunicó —por escrito— a la Secretaría General de la Presidencia su disposición de no concurrir en virtud de la presencia de núcleos como CNU, Comando de Organización y otros sectores de parecida orientación.
Entonces, se produjo imprevistamente la convocatoria a los dirigentes Gullo y Obeid a la residencia de Olivos. Allí dialogaron con Perón y, de acuerdo a las versiones circulantes, el jefe peronista habría manifestado que "la designación de Julio Yessi como jefe de juventud peronista no ha pasado por mis manos", del mismo modo que habría señalado que "el Consejo Superior durará hasta que termine la reorganización". Empero, el Presidente habría insistido en las responsabilidades que le habrían cabido al ex gobernador Oscar Bidegain en la falta de represión a la guerrilla.
De aquellas y otras expresiones condescendientes del Líder en relación a la "tendencia" en la JP, surgió la necesidad de un reexamen de la conveniencia o no de concurrir al cónclave. Los jefes de la "tendencia" insistieron en elevar una lista de los que, a su juicio, debían participar en la deliberación con el conductor peronista. Las negociaciones de este trámite se llevaron a cabo con Vicente Solano Lima y su segundo, Francisco Figuerola.
Las deliberaciones fueron tensas y no carecieron de dramatismo. Mientras Firmenich y los otros dirigentes de la izquierda peronista, discutían con Solano Lima, en otra habitación de la Secretaría General de la Presidencia hacían antesala los sectores adversos, encabezados por el diputado nacional Alberto Brito Lima.
La larga entrevista del miércoles 30 por la noche no aclaró el panorama. Solano y Figuerola trataron de recortar una y otra lista, pues los "ortodoxos" se mantuvieron firmes en no aceptar lo que denominaron "el condicionamiento" de la tendencia y sostuvieron a sus dirigentes. En la mañana del jueves 1º, se dio el definitivo corte a la situación. Un pliego final incluía 36 participantes de los cuales 4 habrían pertenecido a la "tendencia". Esta entendió que tal representación de sus fuerzas significaba un menoscabo. Y se dirigía a convertir la reunión en un ataque a sus representantes. Cuando Solano Lima se encontró en la mañana del jueves 1º con la decisión final de la "tendencia", habría señalado, desalentado: "Yo renuncio". Esta manifestación también la habría compartido Figuerola. Cinco tensos minutos de silencio rubricaron la patética situación, quebrada después (cuando los jóvenes recomendaron al jefe conservador popular que no abandonara su cargo).

¿EXPULSION? El viernes 1º, la conferencia de prensa brindada por las cabezas de la "tendencia" sirvió para delinear los carriles de su estrategia. Allí, Firmenich, Güllo, Juárez y Ventura ratificaron su decisión de permanecer en las filas del peronismo. Es decir, apareció la intención de la "tendencia" de no irse. sino, en todo caso, de ser expulsada del peronismo.
La caracterización de los dirigentes de izquierda peronista tendió a ratificar su propio papel "ortodoxo y combativo" durante los años del gobierno militar, y a señalar las desviaciones conciliadoras ante aquél de parte de sus adversarios. Toda la interpretación de la "tendencia" concurre a señalar que el gobierno peronista no está cumpliendo el programa votado el 11 de marzo y el 23 de septiembre y que, progresivamente, debilita su propia base de sustentación al no organizar el Movimiento peronista y el Frente de Liberación Nacional propuesto por aquélla como alternativa. El momento político fue caracterizado como "crítico" para el gobierno.
Sin embargo, el sector más importante de la "tendencia", prevé desprendimientos en sus fuerzas. En ese sentido computan que el "tercerismo" de Carlos Maguid y Héctor Spina (ver página 7) arrastrará militantes para su molino. Pero no le asignan posibilidades de política propia, sino de disolución en la JP de la República Argentina (Julio Yessi). Del mismo modo juzgaron el intento de Roberto Bustos, diputado nacional por Buenos Aires, de escindir a la JTP, intentona que para la directiva de este sector no pasa de una actitud focalizada en Bahía Blanca. Finalmente, la definición de la situación universitaria precipitaría la actitud "movimientista" (es decir, opositora a Firmenich y su grupo) de algunos sectores de la JUP.
Los líderes de la "tendencia" tienen, empero, con fianza en que el desarrollo de una "política reivindicativa correcta" en el plano sindical, barrial, campesino y profesional, les permitirá mantener y aún extender, en el largo plazo, su actual representatividad. En el futuro inmediato no habrá ningún tipo de cuestionamiento público a la jefatura del movimiento, sino a las políticas concretas que efectúe el gobierno. Es previsible, por otra parte, un progresivo acercamiento de las fuerzas agrupadas en el grueso de la "tendencia" con la línea levantada por el Peronismo de Base, cuyos pronunciamientos críticos respecto del gobierno son prácticamente similares a los de aquellas. No cabe descartar que algún acontecimiento espectacular precipite la expulsión de alguna de las cabezas más notorias de la "tendencia". Ello no alteraría —dicen los voceros de la JP— las líneas fundamentales de su accionar político.

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Martiarena: "No se revisarán las sanciones"

En la tarde del jueves —cuando arreciaban las versiones de que Perón devolvería las renuncias a los ocho diputados dimitentes de la JP— también se afirmaba que el Consejo Superior Peronista modificaría su criterio respecto a la expulsión de los legisladores del Movimiento. Es más, se hablaba de que los rebeldes serían convocados por el Consejo y se "allanarían las dificultades", paso previo a la devolución de las renuncias o al rechazo de las mismas cuando se trataran en la Cámara de Diputados. En tales circunstancias senador Humberto Martiarena, titular del organismo partidario, fue terminante en una charla con Panorama:
—No hay nada que autorice a pensar siquiera que el Consejo Superior Peronista revea su actitud con respecto a los diputados que presentaron la renuncia a sus bancas.
—Pero se insiste, en algunas esferas, en que existe esa posibilidad.
—No existe ningún trámite referido a una revisión de esas sanciones. Por otra parte el Consejo Superior no ha pensado siquiera en esa posibilidad.
—¿No hubo apresuramiento en aplicar esas sanciones, sobre todo teniendo en cuenta que después Perón convocó a dialogar a todos los sectores de la juventud?
—La actitud de los diputados que renunciaron fue tratada desde el punto de vista del Movimiento Peronista. Así lo consideró el Consejo Superior desde el momento en que le corresponde juzgar los actos de todos los componentes del Movimiento Nacional Justicialista.
—Entonces... ¿las sanciones son irreversibles?
—Exacto. Son irreversibles.
—¿Cómo marchan las tareas de reorganización
—Se cumplen con toda normalidad. En el curso de la semana recibí a los delegados de casi todos los distritos del país, que informaron sobre la situación política de cada provincia y acerca de las medidas que adoptaron en cada caso para la reorganización partidaria.
—¿No hay problemas?
—No hay mayores problemas. Los que hubo se superaron de modo tal que la mayoría de los informes terminaron con la correspondiente proposición para integrar las comisiones asesoras que actuarán en cada distrito.

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Spina: "No hay proyectos alternativos al de Perón"
La reunión de Perón con sectores juveniles en la quinta de Olivos arrojó, como balance, no sólo la ausencia de las agrupaciones enroladas en la Tendencia sino también —y con sorpresa para muchos— la presencia de la Asamblea de Unidades Básicas, Agrupaciones y Militantes de la Juventud Peronista, representados por el ex montonero Carlos Maguid y por Héctor Julio Spina, antiguo militante peronista que hasta poco antes de este pronunciamiento integraba los cuadros de la JP. El proceso de división había tenido sus primeras expresiones hace algunas semanas, cuando aparecieron volantes y afiches explicativos de la nueva posición adoptada por el ala más "movimientista" de la juventud, pero su presencia en Olivos certificó la disidencia, tal vez, en forma definitiva. Esta posición fue reafirmada el viernes con declaraciones de Maguid que invitaban a marchar "al lado del general" y advirtiendo que "no existen proyectos alternativos" al de Perón, en alusión expresa a las actitudes rebeldes de la JP y de Montoneros. Panorama dialogó extensamente con Spina sobre los alcances de esta escisión y los planes de la agrupación en el futuro.
—¿Las Asambleas intentan reemplazar a la JP como organización de la juventud?
—No, expresan una corriente de opinión inserta en las bases destinada a servir de factor aglutinante, de elemento polarizador de una enorme cantidad de militantes que desean participar del proceso de reconstrucción nacional de acuerdo a las directivas del general Perón. Pretendemos abrir una opción superadora apelando a la madurez política de los militantes que sirva de base a una política para el conjunto de la juventud. Las Asambleas salen hoy a la luz luego de un lento trabajo de casi 5 meses y aparecen ahora porque la
coyuntura política se muestra favorable a las ideas que sustenta.
—¿Ustedes participan de la reunión de Olivos, mientras que la JP decide no hacerlo. ¿Es decir que han roto con la JP?
—Insisto en que nosotros no hemos roto con ningún grupo; simplemente expresamos nuestra propia política no como organización estructurada sino como corriente de ideas. El general nos invitó a través de Solano Lima y nosotros aceptamos la invitación. Me arriesgo a opinar que la Tendencia reveerá su posición y concurrirá a futuras reuniones. Todo es producto de una equivocada formulación política y de cierto "elitismo".
—¿Cuáles son esas equivocaciones?
—Durante 18 años Perón fue el jefe táctico y estratégico de la lucha contra la dictadura. Pero las condiciones de esa lucha hicieron crecer proyectos sino antagónicos, al menos diferentes al del general. Eso ocurrió tanto en los militantes como en las llamadas formaciones especiales, a los cuales les cuesta mucho reubicarse ahora. Las FF. AA. ya no son enemigas y la acción política debe predominar por sobre la militar. De otra manera se contrapone el proyecto propio al de Perón, y esa contradicción es insoluble. Sin embargo, soy optimista y se que los errores son solucionables. De todas maneras, y para que nuestra posición quede bien clara, nosotros sostenemos que no hay proyectos alternativos al de Perón. El general ha hecho un planteo concreto de su política y dentro de esos marcos es donde todas las organizaciones deben moverse. En esos parámetros, no puede existir un partido revolucionario que no sea el peronista, ni vanguardias esclarecidas que bajen líneas a la clase obrera. Cualquier planteo que escape a esos límites deja, por fuerza, de ser peronista.
—¿Pero cómo se concilian dentro de la Juventud las posiciones de organizaciones tan antagónicas como JP y Comando de Organización, por ejemplo?
—Los 18 años de lucha crearon divisiones artificiales y de enfrentamiento que ahora deben ser superadas con madurez y honestidad. Llegamos a la etapa dogmática donde es necesario releer al general Perón y extraer conclusiones positivas y coincidencias que permitan la institucionalización y organización de la juventud. En este momento las posibilidades de unificación son muy grandes, por eso el general quiere acelerar el proceso. La Juventud debe estar unida para tener un peso real dentro del movimiento y ocupar cargos de responsabilidad en él. Este camino terminará de cristalizarse en tres o cuatro años y los que se queden afuera corren el riesgo de aislarse y como consecuencia de ser abandonados por las bases que sustentaban su política.

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Romeo: La voz de "El Caudillo"

Los intentos de los grupos ortodoxos por neutralizar la influencia de la Juventud Peronista promontonera los llevó, en los últimos meses, a utilizar los mismos métodos que la Tendencia. Así, por ejemplo, las falanges verticalistas se lanzaron a una contraofensiva áspera y polémica contra el semanario El Descamisado, que responde a la JP, editando a su vez una publicación de similares características y con un título no menos significativo: El Caudillo. La revista ha declarado la guerra tanto a la derecha como a la izquierda peronista o no peronista, a las que engloba bajo el común denominador de "reacción sinárquica"; ha declarado su adhesión incondicional a las órdenes de Perón y a su doctrina, extremando su celo. Dentro de esta línea se anotan ataques no sólo a la JP sino también a otros peronistas "sospechosos" como Héctor Cámpora ('El Tío Mexicano" para los ortodoxos).
La semana pasada la óptica de los verticalistas se centró en tres puntos principales: el ataque al regimiento de Azul, la caída de Oscar Bidegain y la renuncia de 8 diputados de la JP. Estos tres elementos representan —para El Caudillo— aspectos de una "conjura sinárquica" que Perón se encargó de descalabrar. Por contrapartida, Victorio Calabró recibió las palmas de buen peronista y la defensa ardiente de la revista. La publicación ha enjuiciado también, en distintas oportunidades, algunos lineamientos de la política económica y obviamente a su conductor José Ber Gelbard; mientras, la gestión del Ministro de Bienestar Social, José López Rega, le merece cálidos elogios. Panorama entrevistó al director de El Caudillo. Felipe Romeo, para conocer su opinión sobre los últimos sucesos de la política interna del Movimiento Peronista. Se trascribe una síntesis del diálogo.
—¿Qué opinión le merece la reunión que el general Perón mantuvo con algunos dirigentes juveniles en Olivos?
—Toda reunión con el general es positiva.
—¿La actitud de la JP y Montoneros preanuncia una ruptura definitiva con Perón?
—Lo que están pensando ellos no me lo pregunte a mí. Lo que vemos en esa actitud es una falta de respeto para con el general, un intento de imponerle condiciones. Eso los desenmascara definitivamente. Quien se dice peronista debe cumplir los deseos y las órdenes del general, al pie de la letra. Perón es el que tiene los votos y la adhesión de la mayoría del pueblo argentino, mientras que Firmenich mueve gente con el apoyo de Perón. Los peronistas siguen a Perón, no a Firmenich, así que si no le gusta que se vaya. Además los dirigentes de la JP nunca estuvieron en el peronismo: son infiltrados marxistas pagados desde el exterior.
—¿Pagados por quién?
—Nosotros sostenemos, por ejemplo, que hay dos imperialismos; ellos, en cambio, aceptan sólo uno y después viajan a Cuba y le hacen grandes notas a Fidel Castro en El Descamisado. Seguramente tendrán poderosas razones para hacerlo. Mire, yo lo conozco a Dardo Cabo (director de El Descamisado) hace mucho tiempo, casi 15 años. Cuando andaba con Vandor éramos amigos, ahora que está con Castro ya no. Queda claro, entonces, quién financia a estos traidores. Les pagan los cubanos para que ataquen al general y discutan sus órdenes.
—¿Ustedes han criticado la política económica y concretamente al Ministro Gelbard? ¿Cuáles son las razones de esa actitud?
—No, absolutamente no. Apoyamos todas las medidas que adopta Perón porque las consideramos justas y sabias. No existe el derecho de crítica a las decisiones del general, porque nos merece todo el respeto y la admiración posibles. Preferimos que nos tilden de obsecuentes y no de traidores.

Revista Panorama
07.02.1974

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