"MATINATA" O LA VUELTA DE RADIO EL MUNDO
Con una fórmula simple pero efectiva, la vieja emisora retomó su liderazgo matutino. Redescubrió la espontaneidad y volvió a encender la imaginación de los oyentes, hartos ya del griterío y de la televisión. Fue una prolija tarea en equipo, en la que no se descuidó ningún detalle. El secreto estuvo en hacer lo contrario de la competencia; no copiarle nada.
Matinata por Radio El Mundo
PROXIMA a cumplir cuarenta años de vida, Radio El Mundo revivió el 1º de marzo último una de sus memorables jornadas de gloria. Como en aquellos famosos programas de hace tres décadas —que acaparaban a toda la audiencia del país—, el viejo edificio de Maipú 555 volvió a ser invadido por el público. Desde las 6 de la mañana una larga fila de gente comenzó a serpentear alrededor de la emisora hasta que se les permitió el acceso al estudio "A", situado en el primer piso. Allí comenzaría a partir de las 8 el programa aniversario de Matinata, la audición que logró restituirle a la emisora un liderazgo codiciado por toda la competencia: el del horario matutino. Es que en estos últimos tres años —mientras el Fontana Show languidecía hacia su desaparición definitiva— de todos los intentos por heredar el cetro sólo tuvo éxito Matinata, y fue precisamente porque sus creadores advirtieron el anquilosamiento de un estilo y propusieron una fórmula totalmente distinta. El resto lo hizo la audiencia.
La receta tenía un solo secreto: devolverle al oyente aquel trato humano que se le había dado en los años previos a la televisión, cuando la radiofonía era una obra artesanal tanto para los técnicos como para los artistas. Se trataba de hablarle despacio, diciéndole las cosas con claridad, sin estridencias ni golpes bajos, resucitándole el tono coloquial, amable, de una conversación entre verdaderos amigos. Todo eso envuelto en una cuidadosa selección musical: las mejores grabaciones de la década de oro del tango.
Lo más gracioso fue que cuando la mayoría de las producciones radiales apuntaban a la música beat y a la verborragia ululante de los disc jockeys, Matinata empezaba a
acumular adeptos con el veterano recurso de la nostalgia. Ponía en el aire lo obvio: Troilo con Florentino; Pugliese con Morán; Di Sarli con Rufino; Tanturi con Castillo; D'Agostino con Vargas. A cambio de los aullidos de un locutor, le ofrecía al oyente algo más sensato: la conversación del animador con su propio equipo de colaboradores. El éxito fue posible gracias a tres factores: producción, conducción y dirección radial. El productor, Héctor Pérez, contó a principios de 1973 con el apoyo del entonces director de El Mundo, Norberto Panizza, para lanzar el programa. Luego vinieron los sucesivos cambios de directores —con sus inevitables y peligrosos avatares—, pero Matinata logró sobrevivir a pesar de todos los inconvenientes.
El propio Pérez explicó a Redacción detalles de aquel nacimiento: "Este programa lo hice por mí, por la generación del 40. Como la radio se convirtió en la catedral del recuerdo debido a que la televisión empezó a extenuarse, era fácil advertir que a la gente iba a gustarle volver a jugar con su imaginación, como siempre lo había hecho antes de que la obligaran a mirar una pantalla. Agréguele a esa fórmula un equipo excelente, con un lenguaje claro que no necesita de traducciones, y el éxito es sólo cuestión de tiempo, de saber esperar. Nosotros esperamos tranquilos, y en vez de ponernos nerviosos pusimos buenos tangos".
Mientras Pérez conversaba con Redacción, el histórico estudio "A" se iba llenando cada vez más de figuras artísticas, políticas, deportivas, literarias, en esa mañana del primer sábado de marzo. Hubo un momento en que el conductor, Silvio Soldán, no sabía si anunciar a uno, recibir a otro o dialogar con un tercero, porque alrededor suyo se estrechaban en eufóricos abrazos Oscar Alende, Alfredo De Angelis, René Pontoni, Alberto Morán, Roberto Tálice, entre muchos otros. También ocurrieron episodios fuera de lo común: el primer saludo telefónico estuvo a cargo de la competencia, y fue enviado por Héctor Larrea, conductor de Rapidísimo (Radio Rivadavia), y el primer visitante, que abrió el programa a las 8 de la mañana con Soldán, fue Alberto J. Armando, a quien le hicieron leer un telegrama de Ante Garmaz donde se autotitulaba "futuro presidente de Boca". Curiosamente, el invitado más aplaudido no fue un artista sino un dirigente político: el senador Fernando de la Rúa.
De los inconvenientes superados en estos tres años dio testimonio el propio director de la radio, Juan Carlos Villone: "Indiscutiblemente este es uno de los mejores programas de la radiofonía argentina —dijo a Redacción—, algo que no siempre entendieron los anteriores funcionarios. Pero Matinata es como una familia, y su éxito se debe a que todos aquí hablan en el idioma del pueblo". Lo mismo cree el conductor de la audición: "Los oyentes se han hecho partícipes indirectos del programa —explicó Soldán—, pues les hacemos compartir todas nuestras sensaciones, les transmitimos humanidad, calidez, sensibilidad. Cada uno de ellos nos ha tomado como parte de su familia, de su núcleo de amigos. Por eso vienen a diario a traernos tortas, masas, chocolates, regalos personales, dibujos, fotografías, libros, de todo. Nos piden por carta o por teléfono que hablemos de esto o de aquello, que no nos olvidemos de tal orquesta. Hemos llegado incluso a recuperar en pocas horas una perrita extraviada con sólo hablarles a nuestros oyentes por la radio. Y todo eso se consiguió con ese algo que en Matinata atrapó a todos sus integrantes: la espontaneidad".
De la eficacia en la conducción del programa dan cuenta todos los testimonios, aunque el más valioso es siempre el de los mismos conducidos; ninguno de ellos eludió adjudicarle a Soldán el mayor porcentaje de responsabilidad por el éxito. "No es sólo un buen animador, es un excelente compañero que hace más fácil el trabajo de todos; es él quien realmente ha logrado convertir esto en una reunión de amigos, donde se puede decir todo con humor, con inteligencia, con tranquilidad", coincidieron los entrevistados.
En el equipo de Matinata alternan diariamente sus comentarios Florencio Escardó, Alberto Mosquera Montaña, Hugo Gambini, Hugo Blas de Villa, Roberto Gil, Villita y Néstor (el año pasado hubo dos sensibles bajas: murieron Julián Centeya y Damián Cané); y todos ellos se caracterizan por su inconformismo. Esto también es algo que los oyentes valoran, pues tratándose de una emisora oficial lo más fácil para todos ellos habría sido caer en el elogio oficialista; sin embargo la tónica nunca dejó de ser crítica, de apuntar al perfeccionamiento de los hombres y de las instituciones, sin sujetarse a ningún Gobierno, Y seguramente por eso es que en estos tres años de Matinata los cinco presidentes que tuvo el país respetaron tanto al programa como a sus comentaristas, sin alterar en nada el correcto sentido de las críticas. "Tal vez porque son críticas sensatas", como señaló uno de los altos funcionarios oficiales que se acercó el día del aniversario también a llevar su saludo. Era nada menos que el Secretario de Prensa y Difusión de la Presidencia de la Nación.
[p. m.]
Revista Redacción
03/1975

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