Tumultos en la Misa Negra Volver al índice
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Los diez melenudos irrumpieron en la Galería Eves como exóticos sacerdotes de una misa negra: empuñaban velas y sostenían a una jovencita que simulaba estar muerta. Eran las 10 de la noche del lunes 8 y en menos de un segundo, unas 500 personas que transitaban San Martín quedaron magnetizadas por la escena. A pocos metros de la estrafalaria boutique LSD, depositaron a la rígida muchacha y entonaron una siniestra melodía. La multitud estaba boquiabierta. Los melenudos pegaron las velas al piso y volcaron una lluvia de papel picado sobre la joven inmóvil. Desde el público comenzaron a oírse los primeros comentarios, mientras la ceremonia continuaba incólume. De pronto, la "muerta" se incorporó y sus "adoradores" cayeron irremediablemente en un trance de feroces contorsiones que los entrelazaba como los hilos de una madeja infernal. El murmullo del público era ya una sarta de insultos, risas, protestas y manoseos que anunciaban un imprevisible desenlace.
Habrían transcurrido cinco minutos cuando policías "de ronda" llegaron al lugar e invitaron a los maniáticos a concluir con el espectáculo. Los iracundos desoyeron la orden y penetrando en LSD iniciaron un frenético y enloquecido bailoteo.
El público que los rodeaba se había convertido en una marea amenazadora que agitaba puños y los invitaba a salir para dilucidar filosofías a trompis. Entonces se produjo el arribo de más policías resueltos a liquidar definitivamente la función. Los oficiales les rogaron que se fuesen. Los transidos melenudos acataron la orden y cruzaron el anillo humano en primorosa fila india. Allí se produjeron los primeras trompadas entre un bando y otro.
Lejos de dispersarse, la multitud siguió a los sancionados en procesión por San Martín. Eran unas mil personas que al llegar a Santa Fe desataron la guerra. Un puñado de jóvenes "antihappening" se abalanzó sobre los iracundos golpeándolos violentamente. Los agredidos respondieron hasta comprender que de no escapar acabarían en el hospital. Trataron de escabullirse en el teatro donde actúa el conjunto I Musicisti, pero les cerraron la entrada. Ya estaban condenados, cuando apareció una patrulla policial que al detenerlos, salvó sus vidas. Eran exactamente las 10 y 15. Pocos minutos después, Mario Trejo, autor de "Libertad y otras intoxicaciones", rescataba a los detenidos, que no eran sino varios de los protagonistas de su pieza teatral. Les conseguía así otra Libertad, la más concreta.
Revista Siete Días Ilustrados
16.01.1968

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En pleno centro de Mar del Plata, diez melenudos improvisaron el "velatorio" de una jovencita que simulaba estar muerta.
Pero el pretendido happening terminó en una gresca
Misa Negra en Mar del Plata