Casi
como en la "jornada de los tres gobernadores", vivida en la
provincia de Buenos Aires por 1820, Córdoba atravesó durante el
sábado y el domingo pasados una situación insólita. Tres centros de
poder, de variable fuerza efectiva y popular, se disputaban la
titularidad del Ejecutivo provincial: Ricardo Obregón Cano —desde la
semi-clandestinidad—, Mario Agodino —desde la Casa de Gobierno— y el
teniente coronel en retiro Antonio Navarro, sostenido por más de 5
mil policías en la jefatura de la repartición. De allí en más, y
hasta la definición del proceso con la intervención federal, la
provincia quedó envuelta en un verdadero clima de guerra civil.
Policías alzados contra el gobierno, dueños de la ciudad capital;
civiles armados; intensos tiroteos y un gran desconcierto en todas
las fuerzas de izquierda, peronistas o no. En ese marco fue que
no se produjeron manifestaciones de resistencia. En su lugar cundió
la indignación manifiesta, pero pasiva, que atravesó las dos grandes
fuerzas políticas provinciales: el peronismo y la UCR. Formalmente
neutrales permanecieron las Fuerzas Armadas y el Poder Ejecutivo
nacional. "Mientras no haya orden del comandante general del
Ejército, nosotros no podemos actuar", dijo el Jefe del Cuerpo III,
general Ernesto Della Croce. Por su parte, el ministro del Interior,
Benito Llambí, asesorado por el antiguo militante de izquierda
Esteban Rey, afirmaba escueta y elusivamente: "El gobierno recepta
informes y la provincia tiene los resortes institucionales para
superar la crisis"
UN VIAJE SIN RETORNO. El traslado del
gobernador, bajo arresto ilegal de la policía insurrecta a la sede
de ésta, resultó finalmente el momento en que quedó sellada la
destitución de Obregón Cano. Allí se había consumado el hecho
principal, y actuando con o sin el consentimiento del gobierno
central, el teniente coronel Navarro ya había dado el paso
principal. Al mismo tiempo se dieron a la ocupación de radios y
otros puntos estratégicos. Ante un hecho de fuerza, Obregón y López
necesitaban de la ayuda —proveniente del campo federal— para retomar
el poder. Cuando el gobernador liberado emitió un documento donde
"reasumía el gobierno", la respuesta fue la intervención federal a
través del proyecto del Ejecutivo.
EL TEMOR A LA PUEBLADA.
Para Navarro y sus aliados, la condición fundamental para el éxito
del operativo consistía en aguantar las primeras 24 horas. "Si no
hay puebladas, el triunfo es nuestro", estimó ante Panorama un
empinado dirigente peronista de derecha. El plan de ataque,
elaborado mucho antes del 27 de febrero, incluía tres niveles de
ataque: el de las 62 ortodoxas, que llevó adelante la campaña de
depuración ideológica en el gobierno y la derecha política del
justicialismo (Mesa Redonda Permanente, Unidad y Lealtad, Grupo de
los 80, Alianza Libertadora Nacionalista, JSP y una multitud de
sellos) que buscaba el control del partido, era el primero. En la
CGT, se operó, en segundo nivel, para vencer al eje López-Agustín
Tosco. Producida esta operación, que se garantizó a través de la
presencia de Ricardo Otero y el secretario adjunto de la CGT, Raúl
Ravitti. Entonces se dieron las cosas para que Navarro, antiguo
ayudante de campo del teniente general Jorge Raúl Carcagno,
estimulara sindicalmente a las fuerzas bajo su mando —promesas de
mejoras salariales y de escalafones— para jugarlas contra Obregón.
LOS SOPORTES DEL GOBIERNO. El gobierno derrocado se sostuvo
apoyado en diversos soportes. El débil aparato del partido
Justicialista; la JP y el conjunto de la Tendencia; el sindicalismo
legalista; por último el FREJULI y diversos partidos de oposición,
incluida en lugar preferente la UCR. A nivel nacional, el gobierno
del abogado Obregón Cano carecía de sustentación en el nivel
nacional, tanto en el gabinete como en el Consejo Superior peronista
o la dirección nacional de las 62, exceptuando el metalúrgico
Lorenzo Miguel. Una especial relación personal entre Miguel y
Obregón permitía cierto margen de maniobra para el acosado
mandatario. El gobierno contó con el respaldo de numerosos
sectores populares y políticos opositores. Sin embargo, en Córdoba
nunca se pudo concretar un acto público de apoyo al gobierno
peronista. Por otra parte, Obregón confió excesivamente —hecho que
le reprochó la JP— en los buenos contactos superestructurales y en
una razonable alianza con el radicalismo. Esto generó una suerte de
confianza en la "invulnerabilidad" del gobierno. De tal modo, el
gobierno provincial no pudo oponerse a la ofensiva contra la
dirección de la CGT o a la campaña por el desabastecimiento. Tampoco
esa supuesta buena posición en los más altos niveles políticos le
permitió defender su política de pactos con los empresarios. El
golpe final contra Obregón fue decidido una semana antes del
alzamiento, luego de las —al parecer— visitas del coronel en retiro
Jorge Osinde y de un enviado especial del ministro del Interior. Al
enfrentamiento político se sumo la rebelión del coronel Navarro y de
los grupos civiles que dieron un tono insurreccional al choque de la
derecha peronista contra el gobernador "duro". Los observadores
políticos de Córdoba insistieron en que el gobierno de la Nación no
repuso al gobernador destituido por tres razones: porque había
tomado vuelo libre y ponía en peligro el proyecto global de Juan
Perón; frente al hecho del reagrupamiento de las fuerzas de la
derecha que daba una gran oportunidad de enfrentar al titular del
Ejecutivo. Finalmente, el Ejecutivo Nacional evaluaba que Obregón
podía ligarse con el proyecto de Lorenzo Miguel y de sectores
aliados que disputan la herencia política del general Perón. Por
cierto, no escapan a estas resistencias, las observaciones críticas
al mandatario provenientes del Tercer Cuerpo de Ejército que fueron
escuchadas por el comandante, general Anaya, y el propio presidente.
EL HORIZONTE DE LA INTERVENCION. El hombre que desempeñe el
cargo de delegado federal —se seguía mencionando al diputado por
Santa Fe, Enrique Osella Muñoz—, deberá gobernar con la derecha sin
romper lanzas abiertamente con la izquierda y las fuerzas
democráticas. En el Congreso provincial, el FREJULI reparte las
bancas con la UCR. En Senadores, la situación es más permeable a una
política de centro-derecha. Pero, en cambio, en Diputados, existe un
amplio espectro obregonista que, sumado a los radicales, indican una
oposición en cierne. La UCR se constituirá en fiscal severo de la
intervención. Por su parle, MID, partido Intransigente,
revolucionarios cristianos, populares cristianos, comunistas y ENA
están totalmente enfrentados con el nuevo proceso. Las Juventudes
Políticas de Córdoba sumarán su aparato agitativo, en tanto que la
C.G.T. Combativa aportará su indiscutible presencia en el campo
obrero para movilizar a la oposición. Paradójicamente, el único
sector que puede aspirar a una política de centro derecha, los
diversos sectores empresarios, tienen sus reservas. Las empresas
reclaman "paz y orden", pero ese objetivo escapa al eje
político-gremial ortodoxo. Sólo puede ser estabilizado por los
combativos y la juventud en general. Pero la situación económica no
necesitará solamente de acuerdos políticos o en su defecto de una
política represiva. Existe una delicada situación de las finanzas
provinciales tanto públicas como privadas. Roto el cerco establecido
sobre Obregón Cano, el interventor puede jugar esta carta a su
favor.
EL FUTURO DE NAVARRO. Por la controvertida figura del
alzado jefe de policía pasará el primer acto fundamental de la
Intervención. Al parecer, el funcionario rebelde tiene sus propios
planes. En ese sentido, Navarro fijó su programa el sábado 9 frente
a los cuadros de la institución que comanda: aumentos de sueldos,
estabilidad en los cargos, ascensos y reparto de ropas para los
familiares de los policías. Navarro cuenta con el apoyo de
funcionarios de la secretaría de Gobierno de la Presidencia,
Ministerio del Interior y Bienestar Social. En Córdoba, es levantado
por todos los grupos peronistas de la extrema derecha. El verdugo de
Obregón tiene pendiente sobre su futuro la permanencia en el cargo,
y el eventual proceso que han reclamado diversos sectores, hasta la
Cámara de Diputados de la Nación. Por otra parte, las fuerzas
políticas opositoras exigirán el desarme y la investigación de la
procedencia de los grupos que colaboraron en el alzamiento contra
Obregón Cano.
LA PRESION DE LAS BASES. El siempre complicado
espectro sindical cordobés volverá a enfrentarse a un gobierno
moderado. El eje CGT-ortodoxos pasará a convertirse en oficialista.
Tiene el aparato de la central obrera aunque representa solamente a
28 gremios —el más importante UOM— con el apoyo activo de las 62
nacionales. El programa que ha levantado en Alta Gracia el sector
incluye planes de vivienda, participación de trabajadores en la
conducción de bancos, hospitales y organismos del Estado. Los
legalistas, por su parte, con el retorno de Atilio López a UTA,
tendrán de vuelta la capacidad orientadora directa de su caudillo.
El legalismo se lanzará a recuperar la dirección de las 62 y de la
CGT. Para respaldar sus demandas recurrirá a demostraciones de
fuerza, paros activos incluidos. Contará para ello con el apoyo de
René Salamanca y Tosco. El Movimiento Sindical Combativo (MSC),
liderado por estos últimos, tratará de arrancar, en alianza con los
legalistas, la conducción de la CGT a los ortodoxos. Ahora deberá
acordar más estrechamente su línea de acción con los combativos
(legalistas), que difieren en la caracterización del gobierno de
Perón. A partir de esta perspectiva pueden sucederse los
tradicionales paros activos que agitaron la provincia desde el
famoso mayo de 1969.
EL OFICIALISMO. Detrás del interventor,
como su apoyo más directo, se aglutinarán una serie de fuerzas no
muy cohesionadas entre sí. Allí se cuenta como la más vigorosa en el
plano político, la denominada Mesa Redonda Peronista Permanente,
conducida por Julio Antún. El Turco, no consiguió que Agodino —un
centrista— cediera ante sus pretensiones de obtener cinco carteras
en el gobierno y la depuración en la Universidad. Antún rechaza a
todos los peronistas que "consintieron" a Obregón o los que
"saltaron el cerco antes o durante la caída del gobernador". En
segundo término, en cuanto al volumen de fuerzas, se cuenta el grupo
inspirado por Raúl Bercovich Rodríguez —actual ministro de Bienestar
Social— apoyado por sectores centristas. No acepta el sometimiento a
Antún y quiere su porción de gobierno y tratará de evitar los
excesos depuradores, las 62 ortodoxas tienen repartidos sus hombres
entre los diversos sectores políticos de derecha del justicialismo.
Colocará sus cuadros en ministerios, bancos, entes descentralizados,
organismos de previsión y seguridad social. Si bien funcionan dentro
de las 62, no están enrolados directamente con Lorenzo Miguel y se
suelen recostar en la fuerza del ministro de Trabajo, Ricardo Otero.
Por otra parte, existe una multitud de grupos menores, que van desde
la Juventud Sindical a la Alianza Libertadora, que procuran
controlar las radios y algunos sectores de gobierno que la mantengan
unida al aparato de seguridad. En la vereda opositora se
alinearán todas las fuerzas de la Tendencia (Montoneros, JP, JTP,
JUP, Movimiento Villero), que ya había decidido antes del golpe
contra Obregón abandonar sus cargos en el gobierno. Sus áreas
privilegiadas serán el campo obrero, los barrios y la Universidad.
En alianza con aquéllos se sumará el Peronismo de Base (PB),
duramente afectado por la política de actualización ortodoxa
emprendida en diversos niveles del actual gobierno provincial. La
actitud del gobierno central ha sido muy dura frente al ataque
emprendido por Ricardo Obregón Cano contra los ministros Llambí y
Otero, en la conferencia de prensa brindada en Buenos Aires con
motivo de dar a conocer su renuncia. Como se anunció, Obregón
sobrellevará un proceso judicial. El gobierno nacional no tolera en
la coyuntura ninguna posición intermedia. Como dijo el Presidente
hace unos meses, "los ataques a los ministros de Perón, son en
realidad ataques a Perón". PANORAMA, MARZO 14
Ir Arriba
|
|
La compleja situación emergente de la nueva
realidad política e institucional de la provincia de
Córdoba mereció el siguiente informe del corresponsal
Jorge Pérez Gandió
|
|
|
|