Venía de ser secretario de notas de la Junta
Nacional de Intransigencia y Renovación cuando su inteligencia, su
agudeza, su dinamismo y, sobre todo, su fe en el movimiento, lo
convirtieron en uno de los principales resortes motores de aquel
comité nacional que entre gritos de todo calibre eligió presidente a
Frondizi por un voto y que caracterizaría su acción interna por la
intervención a cinco distritos con otros tantos conflictos o
alzamientos. Era, pues. Nicolás Babini uno de los hombres más
indicados para irle a preguntar su opinión sobre la división del
radicalismo. Nos lo habla señalado, además, el propio doctor
Frondizi cuando se eximió él —como presidente del alto organismo
partidario— de opinar sobre el problema. Arquitecto. Nicolás
Babini nació en Santa Fe en 1921 y fué consejero estudiantil y
presidente de la Federación Universitaria del Litoral.
Incorporado al radicalismo en la Capital Federal en 1945, integró el
comité de la sección 19, fué redactor —y uno de los fundadores— de
la revista "Raíz" y de "Cara o Cruz", publicó en 1953 un libro
("Realidad y destino de la vivienda"), parte de un curso colectivo
de economía dictado en La Plata por el doctor Frondizi. y acaba de
ser elegido convencional de la Unión Cívica Radical en la Capital
Federal Como profesional tiene a su cargo una alta responsabilidad
en esta hora de reconstrucciones: es secretario ejecutivo de la
Comisión Nacional de la Vivienda (y nos dice que habrá casas...)
Confiesa que es éste su primer reportaje político y nosotros lo
anotamos porque seguramente, le van a hacer muchos, ¡pero muchos!, a
lo largo de su vida. Abierto y cordial, con la simpatía de un
muchacho grande, con él se vuelve pronto charla la requisitoria. Es
esa charla la que podría resumirse así: —A su entender, ¿por
qué está dividido el partido? —Empiezo por aclararle que yo no
creo que el partido esté dividido El problema de la división del
radicalismo es un problema creado artificialmente desde afuera en un
momento en que la falta de información y las conveniencias políticas
del régimen hicieron posible y fomentaron ese estado de opinión. Es
verdad que desde haca más de 30 años no se produce en el seno del
partido una lucha de tendencias como la de ahora, pero ¿no es acaso
ese fervor, esa vialidad permanente, ese criterio dinámico lo que le
ha permitido al radicalismo sobrevivir altivamente a contrastes como
el del 30, como el del 43, como el de Perón. Por lo demás, estas
luchas de tendencias son las que permiten a la gente ubicarse frente
a los grandes problemas; por eso, por lo que tienen de definitorias.
se convierten en síntomas alentadores para la vida política del
partido y del país. —¿Y los distritos en que hay "dos autoridades
partidarias" distintas y encontradas...? —Esa es otra faz de la
cuestión que, en ese caso, se plantea como un problema de
dirigentes. Yo entiendo que la división del radicalismo no está en
la masa sino en los dirigentes, y que los alzamientos contra las
decisiones del comité nacional no son otra cosa que resabio de un
pasado político en el que el personalismo tenía extraordinaria
gravitación. Prueba de ello es que el "unionismo" existe en toda
República, pero los levantamientos se han producido únicamente en
aquellos distritos en que era más compacta la ligazón de sus
dirigentes. —Esa división, ¿es ideológica? —En los dirigentes,
claro, existe una distinta concepción ideológica, pero se trata más
bien de un problema de relevo político, del reemplazo de una
generación política por otra, un como proceso biológico que está en
marcha y en realización permanente. —Usted que como activísimo
colaborador del comité nacional estuvo en el trámite y origen de
las intervenciones partidarias, ¿cree que ellas se fundaron en
razones ideológicas? —¡De ninguna manera! En cada caso se dieron
pruebas concretísimas como que hubo delegados que habían sido
opositores a la elección del doctor Frondizi y que sin embargo
votaron las intervenciones. Por otra parte, la convención nacional,
elegida tres años antes, ratificó aquellas decisiones. Yo creo que
el proceso de las intervenciones no fué un proceso ideológico sino
de revitalización del partido: ahí están los casos de San Juan y
Santa Fe con sus nuevas autoridades, y el de Santiago del Estero.
Cuando el comité nacional dispuso la intervención a Santiago del
Estero se sabía y se dijo que el mismo sector que dirigía aquel
distrito volvería a ganar las elecciones y eso ocurrió: pero con
padrones limpios, en una contienda perfectamente saneada, con
títulos indiscutibles. Una verdadera revitalización. en una palabra.
Esto se ve en el propio comité nacional; están muy equivocados
quienes creen que sus miembros se mueven a influjo de órdenes o de
sugestiones rígidas: puedo asegurarle que está realmente vigorizado,
con una personalidad firme, y que sea uno u otro quien lo presida
deberá atender muy cuidadosamente a lo que decida ese casi centenar
de radicales. Ellos le dan la tónica al radicalismo, no tal o cual
dirigente o grupo de dirigentes —¿Cómo definiría usted en lo
esencial la diferencia entre una y otra corriente del radicalismo?
—Yo creo que hay algo que define a una y otra corriente del
radicalismo y es la manera de entender el proceso de la construcción
nacional. Tanto los unionistas como los intransigentes creemos que
el país debe ser hecho entre todos, pero mientras nosotros creemos
que la Argentina necesita una conducción clara, neta en sus
objetivos, sin confusionismos, los unionistas propician una
conducción distinta. El unionismo presupone un acuerdo para esa
conducción y nosotros afirmamos que todo acuerdo de dirigentes
relega siempre a un segundo término las aspiraciones populares. Si
no pareciera jactancia, podría decirse que los intransigentes "nos
tenemos más fe" para construir el país sobre una línea eminentemente
radical y entre argentinos, sin recurrencias foráneas. Creo que la
"intransigencia" es, sobre toda otra cosa, eso: un acto de fe. Era
aquella fe radical que lo llevó a Yrigoyen a esperar confiado un
triunfo que asentaba sobre esa especie de suicidio político que fué
la abstención electoral y que sin embargo lo llevó a la victoria.
Dicho en otras palabras: nosotros creemos que "podemos andar solos."
—Tratando, pues, de resumir: ¿un acto de fe en las posibilidades del
radicalismo y del país, y un proceso biológico, de relevo político
dentro del partido...? —Así es. Y la esperanza de grandes
realizaciones en un ámbito de libertad al frente de la República.
Revista Mundo Argentino 11.04.1956
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La diferencia está, para Nicolás Babini, en la manera de
entender el proceso de la Construcción Nacional
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