Pavón Pereyra: Cultura para 8 millones de personas

Pavón Pereyra
Hace pocos días el actor Luis Brandoni recibió la que debe de haber sido una de las mayores sorpresas de su vida. Encargado, en nombre de la Asociación Argentina de Actores y en su carácter de secretario gremial de la entidad, de tramitar varios expedientes ante la Secretaría de Cultura de la Municipalidad —expedientes cuya demorada gestión ocasionó un pasajero conflicto en el teatro San Martín—, vio cómo el flamante secretario de Cultura, Enrique Pavón Pereyra, firmaba ahí mismo las providencias que ponían fin al litigio y solucionaban la situación de colegas en dificultades. "¡Pero cómo no iba a firmar, m'hijo!" —explica, con su habitual campechanía, el profesor Pavón Pereyra (50)—. "Si ahí están los expedientes y las distintas reparticiones no objetan nada, ¿qué razón hay para demorarlos? Es que, claro —reflexiona—, si me entero de que hubo funcionarios que determinaron no firmar más de tres expedientes por día, se comprende que se produzcan estos atascamientos".
Así es de llano y comunicativo en todo momento el hombre sobre quien hoy descansa la responsabilidad de proveer de cultura a 8 millones de habitantes de Buenos Aires y sus aledaños, hasta la Gral. Paz. Pero, por la gravitación propia de la Capital Federal, su acción se extiende mucho más allá de ese radio y repercute, de alguna manera, sobre el país todo. Sin ir más lejos, es el caso del Colón, convertido en los últimos tiempos en un foco irritante porque su prestigio mundial le importa a la Argentina entera, no solamente a la metrópoli. "El Colón volverá por sus fueros —promete el secretario de Cultura—. Para el 12 de octubre, brindaremos allí una función de gala que provea de digno marco a las delegaciones extranjeras a la asunción del mando, y traeremos a una gran figura internacional".
A través de una charla salpicada con referencias a Perón (de quien Pavón Pereyra es dilecto amigo y biógrafo asiduo), surgen las inquietudes del secretario de Cultura. Y si bien todas las cuestiones son, en su territorio, prioridad primera, no cabe duda de que la sala hasta hace poco llamada Presidente Alvear y que ahora volverá a una anterior denominación, Enrique Santos Discépolo, le preocupa particularmente. Allí —explica— se harán exposiciones de arte, en el foyer; y el recinto será, entre otros destinos, "una verdadera rampa de lanzamiento para los nuevos valores de la lírica, pues funcionará a la manera de una Opera de Cámara. Y es que, en igualdad de condiciones —esto lo subraya repetidamente, e insiste, "en igualdad de condiciones"—, daremos prioridad a los artistas argentinos, como es natural".

UN VERANO FELIZ. Hay algo que lo pone contento a Pavón Pereyra: la coincidencia general de objetivos que ha encontrado con la Sala de Representantes —ex Concejo Deliberante—, hasta ahora algo reacia a compartir algunas inquietudes del Departamento Ejecutivo. Esta concordancia permite, por supuesto, hacer más viables los proyectos de Cultura. Que son muchísimos. Por ejemplo, reconstruir en el Parque Centenario, el que fue Anfiteatro Eva Perón, donde miles de personas pudieron solazarse con buena música y espectáculos de ballet. La construcción primitiva era sumamente precaria, hecha, en realidad, con cierta premura para cubrir las necesidades de un verano. Su vida útil se prolongó demasiado, sin embargo, y el deterioro (a veces intencional, después de 1955) no tardó en carcomerla. La nueva se hará en concreto, y con los mayores adelantos posibles.
Los teatros de verano, por su parte, volverán a brotar en la noche porteña. Hace ya varias temporadas que su actividad se veía restringida, o era nula. Pavón Pereyra no se explica por qué, pues "pueden funcionar perfectamente, sin más límite que sus posibilidades reales". Señala como ejemplo el Museo Larreta, "cuya directora, Isabel Padilla y de Borbón, ha recibido el regreso del teatro de verano con gran entusiasmo", y también a Caminito, donde su creador, Cecilio Madanes, dirigirá una versión
("será espectacular", asegura Pavón) de Doña Rosita la soltera, la siempre recordada obra de Federico García Lorca.
Respecto de las salas comunales bajo techo, el secretario de Cultura opina que es necesario "hacerlas trabajar a pleno, si fuera posible durante las 24 horas del día". En cuanto a la Radio ex Municipal, rebautizada Ciudad de Buenos Aires, "volverá a su denominación original y será objeto de una medida justiciera: se pondrán al día todos los pagos atrasados y se jerarquizará la posición de esa gente que está trabajando en condiciones heroicas, con materiales obsoletos, en recintos a menudo inhóspitos. Hubo un período en el que se atendió a los factores cuantitativos; ahora hay que volver a pensar en los factores cualitativos".
Acaba de nombrar a tres nuevos directores: en el Discépolo, a un actor de tan vasta trayectoria como Pascual Pelliciotta; en el Museo José Hernández, a Vicente Trípoli; y en el Museo de Arte Moderno, al pintor Manuel Palmeiro. Una cosa le preocupa: la abundancia de desnudos de baja estofa y con pretensiones "artísticas", en los quioscos de revistas. "La Municipalidad —dice— tiene en sus manos los resortes legales para poner fin a esas exhibiciones vergonzosas. No soy ningún puritano, pero hay que distinguir entre el arte y la pornografía. Estamos decididos a que Buenos Aires no se convierta en la Copenhague de Sudamérica". Es verdad, reconoce, que la calificación de films se ha vuelto más sensata y menos retrógrada, pero el problema de las publicaciones es, obviamente, distinto: "Permitimos la exhibición de films audaces y de calidad, mas no vamos a repartir folletos de propaganda de esas películas a las puertas de los colegios".

BUENOS AIRES PARA TODOS. Pavón Pereyra explica de qué manera se han otorgado mejoras a los integrantes de la Banda Municipal ("los hemos equiparado con los de otros organismos musicales") y cómo ha terminado, por su propia decisión, con arbitrariedades tales como que un ejecutante de la Banda Municipal no podía asistir, por ejemplo, a los ensayos de la orquesta del Colón. "¿A quién se le ocurrió semejante cosa? —exclama—. Las puertas del Colón tienen que estar abiertas para todo el que quiera conocer el teatro, visitar su museo, consultar sus libros, archivos y colecciones. Quiero que vengan chicos del interior a conocer ese gran teatro, el Planetario, sin necesidad de un permiso especial".
La cara se le ilumina cuando habla de la en ese momento inminente Fiesta de la Primavera. "La juventud colaborará con nosotros, porque nuestro lema, al revés del de los estudiantes de Nanterre, que era Ayudadnos a destruir, es Ayudadnos a construir". Y añade: "A construir con alegría. El 21 de setiembre, Buenos Aires debe recuperar un aire de verbena". Otro jolgorio se aproxima: la Semana de la Raza, del 6 al 12 de octubre. "Hay que llevar la fiesta a toda la ciudad —se entusiasma Pavón—, hay que descentralizar el festejo, federalizar Buenos Aires. En veintidós lugares de la metrópoli se hará esta fiesta; participarán por supuesto las colectividades, será algo realmente inolvidable" .
También lo pone feliz la reapertura de la magnífica biblioteca del ex Concejo Deliberante, "que además es un recinto histórico, porque en él instaló su primer despacho el entonces coronel Perón, al hacerse cargo de Trabajo y Previsión. Cuando le dije que no estaba habilitada, el general se entristeció mucho, así como se alegró al saber que la Sala de Representantes ordenó su reapertura. Lo mismo que la biblioteca, casi desconocida, que está en el propio Palacio Municipal y a la que el público volverá a tener acceso". Tanto entusiasmo, ¿deberá cesar el 12 de octubre? Pavón Pereyra sonríe, no quiere indagar en el futuro, o siente que no debe hacerlo. Pero no parece improbable su continuidad en el cargo.
PANORAMA, SEPTIEMBRE 27, 7973

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