Las prisiones políticas
 

Una hilera de pinos, a la izquierda del puesto de guardia, recuerda a Alejandro Agustín Lanusse en el penal de Rawson. El plantó esa docena de árboles cuando no era todavía teniente general sino capitán; cuando no habitaba la residencia presidencial de Olivos sino una celda de la planta baja del presidio: allí purgó su actividad conspirativa antiperonista desde 1951 hasta 1955. Hoy, aquel calabozo lo ocupa un delincuente común, pero la cárcel, bajo su presidencia, no se ha vaciado de penados políticos. Por el contrario, esa prisión, la de Resistencia y los calabozos que queden habilitados en el buque Granadero monopolizarán el alojamiento de "condenados, detenidos o procesados por hechos subversivos, terroristas o conexos" bajo el control de las Fuerzas Armadas, de acuerdo con una ley —número 19081— dictada por el Poder Ejecutivo el viernes 5.

EL SUR. Rawson, capital de Chubut, es en realidad un simple suburbio burocrático de Trelew, ciudad con mayor vida comercial distante veinte kilómetros de la sede del gobierno de la provincia. Desde que empezaron a llegar los nutridos contingentes de presos políticos, el vecindario de Rawson —en su inmensa mayoría empleados oficiales— inició una sorda protesta.
"Esto se está convirtiendo en la Siberia argentina —se encrespó ante Panorama L. H., un jerarquizado del Ministerio de Bienestar Social que pidió reserva de su nombre— y a nosotros no nos conviene para nada. A los que somos propietarios nos deprime el valor de nuestros terrenos porque ¿quién va a querer comprar una casa en una ciudad de castigo? Además, es probable que corramos riesgos. Por lo menos, la presencia policial se ha hecho un hábito y las requisas también. Para nosotros es pura molestia."
En esa localidad administrativa no existe tampoco una infraestructura apta para absorber el triste, forzado turismo de los familiares de los presos. El último fin de semana de abril, prolongado por el feriado del 1° de mayo, llegaron hasta las puertas de la cárcel cerca de cincuenta parientes de los penados. En un ómnibus fletado desde Córdoba por los disueltos sindicatos SITRAC y SITRAM llegó la mayoría, después de soportar dos días de viaje y atravesar cuatro provincias. Ancianas y chiquilines tuvieron que embarcarse en esa odisea para ver, por algunas horas, a sus hijos, padres y cónyuges. El alquiler del trasporte costó 4.500 pesos nuevos y el alojamiento lo facilitó el justicialismo de Trelew.
"No sólo tuvimos que aguantar este viaje sino la intimidación reiterada de que nos hicieron objeto las fuerzas represivas —acusó Eduardo Gabino Guerra, un letrado cordobés que acompañó al contingente—. Nos detuvieron en Almafuerte (Córdoba), Río Negro y Trelew; abordaron el colectivo en ausencia de los ocupantes, lo que implica un delito, y realizaron una requisa general después de amenazar a los choferes". La viajera de más edad fue, sin duda, la madre de Gregorio Flores el líder del Sindicato de Trabajadores de Fiat Concord. Otra anciana que viajó con sus nietos —Federico Ernesto y Vladimir Ernesto— fue la señora Emma de Rutkowisky: "Mi hija —se quejó— es Silvia Beatriz Rutkowisky de Luna. Al esposo lo mandaron a Resistencia, porque ellos parece que quieren dividir a la familia. Yo tengo que arreglármelas solas, con mis nietos y cuidando el quiosquito que me da de vivir en Cruz del Eje. Para venir aquí tuve que abandonarlo. A mi hija la tienen como bola sin manija de un lado para el otro. Estuvo detenida en el Buen Pastor de Buenos Aires, en la cárcel de Encausados de Córdoba, en Villa Devoto y dos veces aquí, en Rawson. Pero ella fue sobreseída definitivamente hace seis meses y ahora, en lugar de liberarla, se limitan a darle la opción para salir del país. ¿Quiere decirme, señor, qué va a ser de mí, sola, sin mi hija y mis nietos?"
Por cierto los visitantes no llegan tan sólo desde Córdoba. Por ejemplo, Alicia Cruz —estudiante de Derecho— y Mabel M. —empleada de una empresa extranjera y estudiante de Psicología— viajaron en coche desde La Plata para ver a sus novios Jorge Angeletti y Augusto Gonzalo Rebagliatti. Alimentándose con sandwiches ("para hacer economías") y viviendo sólo dos días en un modesto residencial (más tarde consiguieron la hospitalidad de una familia del lugar), Alicia y Mabel calculan haber gastado 500 pesos nuevos en la travesía, además de los sueldos no cobrados".
"Lo que más rabia causa es que ellos han sido absueltos por la Justicia; el juicio se hizo el día 7 de abril y el 11 no pudieron escuchar la sentencia porque los habían trasladado. Ahora, si llega a prosperar el pedido de opción a salir del país no sólo deberán pagar el pasaje a un país no limítrofe sino también el regreso hasta Buenos Aires. Aquí los traen gratis, pero después los dejan en la puerta del penal, con una mano atrás y otra adelante." Si algo, en medio de tanto pesar las deja algo tranquilas es que "aquí, dentro de todo, no los tratan mal. Eso sí, comen cordero todos los días. Gonzalo se salva de esa dieta porque el médico le dio un menú especial a causa de que la horrible comida de Villa Devoto lo había enfermado del estómago".
Julio Alberto Salto y su madre Margarita Isabel Segovia viajaron desde Cipolletti para visitar a María Emilia Salto. La joven es hija de aquel intendente cuya remoción ocasionó el "cipollettazo" de 1970 y ha sido sentenciada a cuatro años y medio de cárcel. "Visitar a mi hermana nos cuesta unos 80 mil pesos —dijo Julio Alberto—; por supuesto eso sería lo de menos si pudiéramos estar seguros de que la tratan bien. Pero uno nunca puede estar seguro; a veces pienso que esta gente hace el mal como una forma de placer. Fíjese que, adrede, separaron a María Emilia de su novio. El está preso en Resistencia."

LA VIDA A LA SOMBRA. La antigua colonia penal es un edificio rectangular cuyos lados mayores están unidos por un largo corredor. A ambos lados de ese pasillo hay dos grandes patios interiores. En el sector delantero se hallan las oficinas del prefecto y subprefecto y las restantes instalaciones administrativas. Vista desde el exterior esa edificación de un ingenuo estilo colonial, con sus tejados rojos y sus paredes absurdamente pintadas de color calypso, antes que una prisión parecía una colonia de vacaciones. Pero la revolución argentina se encargó, en los últimos años, de darle al penal el aspecto que le corresponde. Los viejos edificios y las instalaciones y terrenos adyacentes fueron encerrados tras grises murallones. Las casamatas con guardias armados son el único, siniestro adorno de esas paredes desnudas.
La colonia estaba dedicada a la resocialización de delincuentes comunes. Ahora quedan pocos de esos "aunque para nosotros son importantísimos, porque se encargan de hacer la comida, de las tareas de limpieza y de todos los trabajos pesados", aseguró a Panorama un oficial del servicio penitenciario. Los penados no políticos se mueven con alguna libertad fuera de las murallas y a veces hasta van en un destartalado carro tirado por dos viejos percherones a hacer compras en la ciudad de Rawson.
Los presos políticos tienen una vida distinta. De los ocho pabellones con que cuenta el presidio seis están ocupados por ellos. De esos seis dos tienen huéspedes femeninas. Cada pabellón tiene 45 celdas que permanecen abiertas desde las 7.30 hasta las 21.30. En esas horas los detenidos tienen cierta libertad de acción sólo interrumpida por los recuentos diarios —son tres— en los que por algunos minutos se produce un nuevo encierro. Se almuerza a las 12 y la cena choca, casi, con la hora del té: a las 18 horas. Dos recreos de una hora —por la mañana y por la tarde— permiten a los presos tomar algo de sol y hacer gimnasia. El resto del día libre se reparte entre la actividad común y las horas que cada uno dedica a la lectura y al estudio. No faltan, por cierto, las polémicas sobre algún tema y las conferencias a cargo de los presos. La lucha política no se detiene en la puerta del presidio: los peronistas discuten con los marxistas; los partidarios de la acción armada polemizan con los que ponen el acento en la acción de masas.
"Los políticos son muy disciplinados", aceptó Roque Ismael De la Fuente, subprefecto de la unidad. De la Fuente no quiso saber nada con ofrecer información y, por cierto, se negó a permitir el ingreso de un fotógrafo. Para ilustrar gráficamente esta nota, Panorama debió apelar a una avioneta particular con las que se tomaron vistas a vuelo de pájaro. Al parecer las autoridades del penal se sienten "bajo la lupa" de los militares.
Los escasos enfrentamientos ocurridos en los pabellones de presos políticos se produjeron a raíz de que allí se alojan algunos delincuentes económicos a disposición del Poder Ejecutivo, acusados —por ejemplo— de vaciamientos de empresas. Los políticos repudian a estos circunstanciales compañeros de prisión y llegaron a pedir que los destinen a otros pabellones. La conducta de "los económicos" es ostentosa: tienen dinero y lo demuestran. Los presos políticos, en cambio, sólo cuentan con la espaciada ayuda de sus familiares y la de entidades de apoyo a los presos. Un ejemplo: el 1° de mayo fueron entregados en la puerta del penal alimentos, artículos de limpieza y ropas por valor de 300 mil pesos viejos donados por la Federación Universitaria de La Plata. Esos artículos son distribuidos, luego, equitativamente por los ecónomos que los penados eligen en cada pabellón. La limpieza —además de la que realizan "los comunes"— queda a cargo de equipos de tres prisioneros por pabellón cada doce días: son los que "están de fajina", en el lenguaje del penal.
Las visitas tienen un horario relativamente amplio: tres horas por la mañana y otras tantas por la tarde. Los familiares tienen derecho a ver a sus presos diez días corridos cada tres meses. Los abogados pueden hacerlo semanalmente, aunque la lejanía de los lugares de origen convierte ese derecho en una ficción. En cambio, una vez por semana, durante dos horas, los detenidos tienen la posibilidad de entrevistar a sus apoderados: se trata, en verdad, de gente del lugar que colabora con la comisión de ayuda a los presos y que "adopta" a uno o varios presos, se encarga de mantener la comunicación de éstos con el exterior y de facilitarles lo que necesitan.
En las escasas oportunidades en que parejas de novios o esposos se encuentran en el mismo penal, las autoridades les permiten algunos momentos de reunión: es el único caso en que se rompe la norma que prohíbe el contacto entre detenidos de distintos pabellones. Por cierto esas entrevistas son comunes, en la misma capilla en que se realizan las visitas normales y con una sobria custodia. "No permitimos las visitas íntimas, ni las relaciones sexuales aunque sea entre esposos —declaró un alto empleado de la unidad penal—. ¿Sabe por qué? Porque si no, al poco tiempo, todas las mujeres que están presas se casarían con los hombres... y no sería por amor. Estaríamos, de alguna manera, estimulando una forma especial de la prostitución."

LAS OTRAS PRISIONES. Además de Rawson existen hoy detenidos políticos en Rosario (delegación de la Policía Federal y Cárcel de Encausados), Salta, Tucumán y Devoto. Sin contar, lógicamente, a aquellos que están temporariamente en otros presidios. La última norma que sobre el tema dictó el gobierno militar hace suponer que las Fuerzas Armadas piensan concentrar en Resistencia, Rawson y el buque Granadero a todos los detenidos. Probablemente uno de los primeros decretos que apruebe el próximo gobierno constitucional resuelva, como contribución a la paz social, que no queden en los calabozos del país argentinos que paguen con cárcel por actuar de acuerdo con sus ideas.

Jorge Raventos


Tosco habla desde la cárcel
Por tercer año consecutivo Agustín Tosco debió conmemorar el 1° de mayo entre rejas. Aunque en este trienio la Argentina conoció tres presidentes, la experiencia del caudillo sindical parece gritar que aquí no ha pasado nada: el 28 de abril cumplió un año completo de cárcel a disposición del Poder Ejecutivo Nacional; no pesa sobre él condena alguna ni tiene procesos pendientes.
El 1º de mayo Tosco respondió verbalmente en el locutorio del penal de Rawson a un cuestionario de Panorama que le trasmitió su abogado, el doctor Hipólito Solari Yrigoyen.

Panorama. —¿Cómo lo tratan aquí, en Rawson?
Agustín Tosco. —El trato que nos dan es el adecuado a nuestra condición de presos. Desde este punto de vista y en el aspecto interno no existen mayores problemas.

—¿Le permiten el ingreso de libros y revistas?
—Sí, permiten pasar todo impreso de publicación legal. Pero hay problemas con la correspondencia: está restringida a familiares, y eso viola las propias normas reglamentarias de las detenciones a disposición del Poder Ejecutivo. Por intermedio del doctor Solari Yrigoyen hemos presentado un recurso ante el director del Servicio Penitenciario Federal y estamos a la espera de una resolución. Si ésta fuera negativa apelaríamos al ámbito judicial. En Villa Devoto no existía esta limitación y podía escribir a compañeros, amigos o a cualquier persona.

—¿Conmemoraron el 1° de mayo dentro del penal?
—Como usted se puede imaginar, el régimen carcelario es muy restrictivo. A pesar de ello, recordamos con una solemnidad muy especial a todos los caídos en la lucha de la clase trabajadora, escuchamos los informativos de la celebración en distintos países del mundo y, por sobre todo, ratificamos nuestra indeclinable fidelidad a la causa de la clase trabajadora y el pueblo.

—¿Cuál es su opinión sobre el traslado masivo de detenidos a éste y otros penales?

—Implica una acentuación de la política represiva del régimen. Acentuando las distancias geográficas y enviándonos a presidios apartados, los usurpadores del poder creen que nos desvincularán del contacto popular o debilitarán nuestro espíritu. El resultado es inverso: estamos más firmes y más convencidos de que nuestra causa es justa y nada nos apartará del camino elegido. A mayor arbitrariedad contestaremos con mayor convicción, resistencia y perseverancia. Están hablando ahora de rehabilitar los siniestros presidios de Ushuaia y la Isla de los Estados. No cambiaremos por ello, ni cambiará el pueblo.

—¿Recibe muchas visitas?

—Aquí, a una distancia que supera bastante los mil kilómetros de Buenos Aires y, por esa vía, a dos mil kilómetros de Córdoba, el régimen de visitas de familiares es una mera posibilidad que se da contando por meses. Los abogados, en cambio —aunque no para todos los casos—, vienen una vez por semana o cada quince días.

—¿Se enteró de las concesiones salariales otorgadas por el gobierno últimamente?

—Esos incrementos salariales han sido arrancados por la lucha popular. Las movilizaciones lograron lo que el participacionismo cómplice y las reiteradas claudicaciones de Rucci y sus aláteres jamás habrían conseguido. Es que ellos continúan con sus expectativas, una línea colaboracionista y vergonzante que no han variado durante toda la mal llamada Revolución Argentina. Pero aun así, lo obtenido es insuficiente y la carestía de la vida se lo devora día tras día. La lucha por soluciones de fondo debe continuar.

—¿Cree en las elecciones?
—El Gran Acuerdo Nacional y toda su instrumentación electoral son simples maniobras continuistas del régimen. Las elecciones pueden ser un medio más para la obtención de los grandes objetivos del pueblo. Estas elecciones, tal como se plantean, persiguen ser un medio para la obtención de las metas del régimen. No descarto que la lucha popular torne expresivo de su soberana voluntad a un proceso electoral, ya que como acto formal los comicios sólo interesan a quienes pretenden perpetuar de ese modo sus intereses.
En medio de la crisis económica, de la manipulación política y de una escalada represiva cada vez más aguda, ¿qué perspectiva existe de que sea posible un auténtico pronunciamiento popular y de que, además, sea respetado?

Revista Panorama
11.05.1972

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¡Siberia! Su solo nombre llena de terror los corazones de los amantes de la libertad.
— Bertram Wolfe.

Penal de Rawson
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Agustín Tosco