Quiniela
Para uso oficial

Quiniela oficial
A partir de los primeros días de abril los argentinos desplegarán libremente una antigua pasión nacional, hasta ahora reprimida por la justicia. Con la oficialización de la Quiniela, por otra parte, una vasta red de quinieleros clandestinos deberá buscar nuevas formas de arraigo. Resulta improbable, o por lo menos no demasiado fácil, que estos típicos representantes del azar clandestino acepten ser sepultados por un decreto. Aún más difícil resulta pensar que resignarán los cien mil pesos que el juego les reporta anualmente.
El hecho de que la Quiniela, como juego oficial, no tenga pasado, oculta cualquier dato sobre sus orígenes. Para Eduardo Bulnes, poeta y miembro de la Academia del Lunfardo, los inicios habría que rastrearlos en Brasil, donde en vez de utilizar números se jugaba con figuras de animales. En cuanto a su aparición en la Argentina, otro agente informativo que solicitó el anonimato confesó que la Quiniela empezó en la ciudad de Rosario en 1916.
Por su lado, el profesor de historia Oscar Horacio Elía, gerente de control de gestión en Loterías y Casinos, y un erudito del juego, explicó: "Antes de la emancipación de Mayo ya se conocían en nuestro territorio varios juegos de número. El ordenamiento de Tafurería, creado antiguamente por Alfonso el Sabio era, justamente —concluyó—, el encargado de reprimirlos". Siguiendo el testimonio de Elía, parece que el mismo Pedro de Mendoza despotricaba contra muchos conquistadores que perdían sus dineros en el juego de números. El Primer Triunvirato, aunque no lo legalizó, extendió autorización para el juego de Lotería, del que depende directamente la quiniela.
Interrogado Elía sobre cuáles son los juegos clandestinos aún no legalizados en el país, afirma conocer los siguientes: riña de gallos, taba (ambos, según Elía, ya se jugaban en la antigua Grecia) y carreras de caballos. Los aficionados a esta última actividad, debido a su costumbre de permanecer estáticos ante las ventanillas del hipódromo, fueron bautizados por el ingenio popular con el apelativo de arbolitos, Su plan consiste en aceptar jugadas personalmente o por teléfono, pagan un mayor sport que el hipódromo oficial e, inclusive, reciben jugadas con la carrera ya iniciada.

QUE ES LA QUINIELA. El juego consiste en apostar números que se deducen de las loterías oficiales. Se puede hacerlo a la cabeza, o a los premios posteriores. A un solo número, a la cifra o ambo (los dos finales), o al terno (los tres finales): acertando el ambo se cobran 70 pesos de premio por cada uno de los arriesgados; por el terno, obviamente más difícil, se reciben 400 pesos por cada uno de los invertidos. Ilegalmente, claro, las apuestas son buscadas por el pasador (llamado también faber, grúa, lapicero o escribano), quien obtiene un 30 por ciento de lo recaudado en concepto de cometa (porcentaje) por su trabajo. Además, el capitalista o banquero puede otorgarle un deje (plus). Normalmente, las apuestas se pasan por teléfono usando un código. Para ello se emplea un vacante (línea sin abonado) u otra prestada o alquilada.
El capitalista obtiene el 34 por ciento de la apuesta, en conjunto millonario. Puede pagar a sus clientes con plata sana (puntualmente) y debe cuidarse del juego inflado (propio del pasador), y agrega apuestas personales a las recibidas. Además, debe prevenirse cuidadosamente de los números cargados (muchas apuestas al mismo número, especialmente cuando hace mucho tiempo que no sale), para lo cual deberá cuidarse repartiendo entre otros quinieleros amigos. El mismo criterio lo ejercitará con apuestas muy fuertes y cuyo pago eventual , en caso de salir, pondría en riesgo su solvencia.
Hubo épocas en que los quinieleros pagaban al cliente 80 pesos por cada uno jugado a quien acertara el ambo. Sin embargo, una prolija ley de abajo fijó finalmente el premio en 70. Esa será, precisamente, la cifra que pague la Quiniela Oficial. Es presumible que, ante este hecho, la clandestina aumente su premio. Entre los matices del juego —también lo tendrá la Quiniela legal— figura la redoblona, un intento de acertar el primer número, combinando todo lo ganado con los posteriores. Si se acierta, ésta es la jugada mayor.

LA MANO DE LA FORTUNA. En el vetusto edificio de la calle Santiago del Estero al 100, luego de agotadoras antesalas, el presidente de Lotería de Beneficencia Nacional y Casinos, Aníbal Demarco, explicó a Panorama la instrumentación que tendrá el acertijo. Admitiendo su continua carrera contra el reloj, Demarco adelantó que una parte fundamental del intento es crear fuentes de trabajo. Las jugadas se organizarán a través de concesionarios de Lotería —que no estén afectados al PRODE—, dando preferencia a la antigüedad y eficacia de los solicitantes.
El procedimiento no será complejo: bastará con llenar un talonario por cuadruplicado, una boleta para el apostador, otra para el concesionario y dos para el control. Demarco precisó que el Gobierno "tuvo la inquietud de advertir la existencia de algo que se ocultaba y que la justicia no había logrado erradicar". Para Demarco, el sentido de la legalización obedece a la necesidad de que el reditúo retorne al pueblo en obras sociales.
Informó, por otra parte, que existirán cuatro sorteos semanales, y que a diferencia de las jugadas clandestinas, el cliente tendrá asegurado el cobro y la tranquilidad de no estar cometiendo infracción. Se refirió asimismo a cuestiones éticas, expresando que las motivaciones del juego eran, por lo general, una evasión tanto como lo son, a su manera, la música beat, un hobby, o el talento para la suerte. Acerca de la influencia de los factores economicosociales en la proliferación del juego, expresó: "Actualmente, la gente tiene fe en su futuro y en el del país; no es exactamente por pobreza que se juega, existe también una cuestión que trasciende lo material y que podría definirse como el orgullo del ganador".
Por su parte, el gerente de Lotería, Rubén Cabana (42 años en la empresa), explicó que los sorteos proseguirán realizándose en el vasto salón d£ 40 por 20 metros, y siempre" con los 42 mil números distintos en el bolillero. También continuarán en sus puestos los inefables niños cantores (en realidad, tienen de 12 a 16 años y cobran 2 mil pesos viejos por su labor), seleccionados por su voz blanca. Finalmente, Cabana admitió que durante sus cuatro lustros de servicios había arriesgado escasos dineros a la Lotería y que jamás había obtenido la más mísera recompensa monetaria

LAS REGLAS DEL JUEGO La Quiniela oficial (a jugarse por los sorteos de Capital y provincia de Buenos Aires en su primera etapa, con el incentivo de dos tómbolas) tendrá premios semejantes a la clandestina, a jugada mínima —no habrá límites en la cantidad— será de 400 pesos viejos, más el arancel do 100 que ya rige para el PRODE. No sufrirá impuestos y la recaudación, exceptuando un 6 por ciento destinado a solventar inversiones, será destinada a una cuenta especial de la Cruzada de Solidaridad Justicialista, que encabeza la vicepresidente de la Nación.
Una evaluación permite observar dos hechos imprevisibles: se reprimirá más la quiniela clandestina que, corno única ventaja posee el beneficio de ser generalmente "al fiado"; que se cargue demasiado un número luego de un período demasiado prolongado sin aparecer .

¡SAN CONO, AMPARANOS! Jorge Lassaque, cronista policial de un matutino porteño, comentó que la crónica generalmente no da mayor trascendencia a la detención de lapiceros. Cuando lo hacen, según Lassaque, lo formula en un contexto que admite un aire de simpatía, como si de algún modo, el quinielero tragapapeles no dejara de pertenecer a una cierta picaresca local. El periodista rememoró un procedimiento en el Mercado Central Argentino, donde un vendedor de aves, profesional de la quiniela, escondió los papeles en su guardapolvo. La pesquisa decidió buscarlos entre las plumas, pero los piojillos de gallina obligaron a dar por terminada la investigación.
Más amplio resultó Luis Alfredo Sciutto, veterano periodista conocido como Diego Lucero en sus curiosas crónicas deportivas, Según Sciutto, los uruguayos "que se dedican al lápiz" veneran a San Cono, patrono de los jugadores de quiniela y simbolizado por el número 03. "El 3 de junio —aseguró—, los capitalistas no aceptan jugadas al 03, porque está clavado que sale. Inclusive, a San Cono, algún vivo le hizo un santuario en la ciudad oriental de Florida, donde recibe la devoción popular".
"Quiniela es una palabra napolitana —prosiguió Sciutto— y parte del lenguaje que se usa está tomado del lunfardo. Pero, más que lunfardo, es un lenguaje carcelario, un código". Narró también las vicisitudes del gallego García, un avaro capitalista que reunía su staff en una casa del altos, en Caballito, en los años 30: "Cuando la jugada era con el Uruguay, amigos de los pasadores lo enviaban por Morse. Aquí, con un auto equipado con claxon, alguien se llegaba hasta la casa. Desde la calle, también con Morse, usando el claxon, lo anoticiaban a los grúas y éstos los agregaban a la lista, pero para ellos. Cómo iba a sospechar el gallego, si el resultado aquí llegaba por Crítica, que editaba especialmente una cuarta edición con el extracto de las 15 horas...".
Finalmente, Sciutto ("en italiano —acota— quiere decir seco") memoró sus pasos de futbolista internacional, informó sobre sus campañas a favor del PRODE y no se abstuvo de informar sobre su actividad de cincelador de platerías. Naturalmente, no dejó de señalar que la medida adoptada con la quiniela era "sabia y justa".
Luis Alberto Frontera
Revista Panorama
07.02.1974

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