Yo soy el padre de Juan Lamaglia y Sra.
Raúl de la Torre
no quiere que le digan nene bien

Juan Lamaglia y Sra., ópera prima de Raúl de la Torre, se estrena el 27 de abril en dos importantes salas céntricas. En Mar del Plata despertó la admiración de los críticos extranjeros, y en el reciente Festival de Cartagena fue calificada como excepcional. SEMANA estuvo con los intérpretes

Juan Lamaglia y Sra.
—No soy ningún play boy.
Nací en Zárate, tuve una infancia como todos y un día me vine para Buenos Aires. No sé de dónde sacaron esa versión de que soy un nene bien . . .
Raúl de la Torre, 32 años, casado, dos hijos, esbozó una amplia sonrisa y pitó con elegancia su quinto cigarrillo rubio. Alto, con una campera marrón desprendida sobre una remera blanca, el director de Juan Lamaglia y Señora negó ante SEMANA los antecedentes de snob que mucha gente se empeña en endilgarle.
—Cuando me premiaron en el Festival de Mar del Plata con una distinción que yo no esperé en ningún momento, supe de pronto que mi película podría tener una repercusión popular inesperada. A la salida del Auditorium la gente me paraba para agradecerme la obra que había hecho. "Muy bien, muchacho, era hora de que alguien nos mostrara la realidad. Así se hace cine argentino", ¡me dijo un hombre. ¿Cómo no voy a estar contento?
Juan Lamaglia y Señora fue galardonada por el Gran Jurado con una distinción envidiable: la mejor ópera prima presentada en el Festival.
—¿Qué significa tu película?
—Quiero destruir la imagen de que poseer un auto, una casa, un televisor y otras cosas que hacen al confort no constituyen la felicidad. Quiero desmentir ese slogan de que todo va mejor con . . . ¿Me entendés?
Julia von Grolman, Pepe Soriano, Miguel Cóppola y Carlos Rodrigué escuchan en silencio las palabras del director. Son las doce del mediodía del sábado 4 de abril. SEMANA dialoga con el equipo de Juan Lamaglia en la confitería De las Artes, frente a la Facultad de Derecho.
—Sin embargo, vos hacés publicidad y decís en tus cortos que todo va mejor. . .
—Admito que es una contradicción. Pero todos, en este mundo, sufrimos el drama de la doble vida. Yo creo que mi película trata de mostrarle a la gente cosas que ignora o que trata de ignorar. Te diré que si el cine no llega a mucho público, no sirve para nada. Esta regla, si querés llamarla así, me la enseñó el trabajo publicitario. Yo gano mucha plata con la publicidad y esto me permite hacer lo que quiero. Si alguna vez me falta dinero no tengo ningún inconveniente en hacer una obra comercial. Me revienta el falso escrúpulo de los intelectuales de la calle Corrientes . . .
De la Torre, descendiente de una familia de abolengo afincada en Zárate (la calle principal se llama Manuel de la Torre, abuelo del director), vivió muchos años en pensiones de mala muerte, y trabajó de peón en el frigorífico Anglo cuando apenas había sobrepasado los 17 años.
—Así que no reniego de mi pasado —comenta—. A los 22 años conocí a Lautaro Murúa y casi en seguida comencé a trabajar en el mundo de la publicidad. Escribí una novela,
1962, Graciela y Buenos Aires, que nunca me animé a editar.
El film costó veinte millones de pesos, una cifra que financió De la Torre en un setenta por ciento; el resto, seis millones de pesos, fue aportado por Carlos Rodrigué, Arturo Bullrich y Carlos María Miguens, tres hombres ajenos al quehacer cinematográfico.
"Pusieron la plata porque creyeron en el muchacho. En ningún momento pensaron hacer un buen negocio", confió un allegado de los productores. Arturo Bullrich, 43 años, es uno de los rematadores más importantes del país. Su hobby —es propietario de varios caballos de carrera— no le impide dedicarse a otros menesteres: le gusta la música barroca, devora libros sobre pintura y siempre tuvo la idea de colaborar en un proyecto artístico. Bullrich comentó a SEMANA:
—No me gusta el cine argentino, aunque admito que sé muy poco de él. Me gustó De la Torre y confié en sus inquietudes. Por eso no hubo ninguna presión sobre la forma de hacer la película. Dejé que el director trabajara con carta blanca.
Otro de los productores, Carlos María Miguens, 48 años, también es hombre de campo: su estancia de Monte está valuada en ochenta mil dólares y es uno de sus refugios de fin de semana.
—Creo en la capacidad creadora de la nueva generación —sostiene Miguens—. Se están haciendo buenas cosas en pintura, escultura y música. Tarde o temprano tenía que empezar el buen cine.
La opinión de Miguens es compartida por Carlos Rodrigué, 29 años, jefe de producción de Juan Lamaglia y Sra.; es hermano del psicoanalista Héctor Rodrigué, autor de un reciente best-seller, Heroína, una novela muy ponderada por la crítica.
—Hicimos un trabajo serio, de esos que no son frecuentes en nuestro cine. Sólo necesitamos veintiocho días para filmar. Rodamos todas las escenas en Zárate. La gente del pueblo se portó muy bien.
Julia von Grolman, grandes ojos celestes, rasgos finos, se entusiasma con la cálida aprobación que tuvo el film en sus exhibiciones privadas. "Estoy que me muero de contenta", dijo a SEMANA.
—¿Vos también sos chica bien?
—Por más esfuerzos que hago no logro borrar esa imagen. Es cierto que provengo de una familia adinerada y que siempre viví en el barrio Norte, pero esto no tiene nada que ver. Soy actriz porque siento la vocación ...
Casi con desgano comienza a contar sus inicios: bachillerato, filosofía en un instituto, dibujo y pintura, "cosas para sentirse útil"; un día decide estudiar teatro con Pedro Asquini. "Pero ese hombre está lleno de prejuicios. Apenas empezaba a hablar, ese señor me decía que nunca abandonaría el tonito barrio Norte que traía pegado en la sangre. Entonces me cansé y me fui. Tuve suerte: aprendí teatro con Carlos Gandolfo y Augusto Ferrandes, los dos directores más importantes del país."
Von Grolman trata de no recordar sus incursiones por el cine. Quizá su participación en Hotel Alojamiento y El galleguito de la cara sucia hayan desalentado la memoria de la actriz. "Mejor no pongas eso", suplica.
En la ficción, ella es la señora de Lamaglia, el personaje que interpreta Pepe Soriano.
—¿Tenés algo que ver con la frustrada protagonista de la película?
—¡De ninguna manera! Yo soy una mujer creadora ...
Miguel Cóppola, 27 años, amante de la señora de Lamaglia, es un muchacho tímido que hace su primera incursión en el cine. "Estudié con Julia. Fue ella quien me llamó para trabajar con De la Torre", informa.
Pepe Soriano, 44 años, uno de los mejores intérpretes argentinos, escuchó en silencio las preguntas y respuestas. Contó algunas anécdotas de su trabajo en televisión, recordó sus años de hambre y pagó la cuenta (1.200 pesos viejos) mientras los demás corrían hacia sus coches. "Tengo mucha fe en la película. En Cartagena, hace apenas unas semanas, fue considerada por la crítica como superior al Simón Bolívar, de Alejandro Riasetti. Creo que esto es más que suficiente ..."

Pie de fotos
-JUAN LAMAGLIA Y SRA. Julia von Grolman y Pepe Soriano 1 componen la pareja protagónica del film dirigido por Raúl de la Torre. La actriz negó indignada pertenecer a los círculos snobs que hacen teatro y cine para pasar el tiempo. "Soy muy burguesa, pero la vocación artística me nació hace mucho tiempo explicó.

-UN TIPO COMO TODOS "No soy ningún play boy. Viví en Zárate hasta los catorce años y después me vine a Buenos Aires, donde deambulé por las peores pensiones. No sé de dónde sacaron esa imagen mía... se quejó De la Torre. Su medio de vida es la publicidad: el año pasado obtuvo un primer premio.

-A LA BUSQUEDA DE UN SUCESO ESPECTACULAR
Pepe Soriano, Julia von Grolman, Raúl de la Torre, Carlos Rodrigué y Miguel Cóppola, responsables de Juan Lamaglia y Señora, pasean por los alrededores de plaza Francia. En íntima conversación con SEMANA, confiaron sus esperanzas por el éxito comercial del film. "Se estrena el 27 de abril en el cine Opera y en varios simultáneos aclaró De la Torre. Su ópera prima no sólo conquistó el favor del Gran Jurado en el Festival de Mar del Plata: hace unos días, en Cartagena, los críticos colombianos ¡a consideraron superior a Simón Bolívar, el film de Alejandro Blasetti.

Revista Semana Gráfica
10/04/1970
Raúl de la Torre
Julia von Grolman y Pepe Soriano

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