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TEATRO LO QUE EL FUEGO SE LLEVO EL NACIONAL CERVANTES RENACE
Cada vez que el habitante de Buenos Aires pasa
por la esquina de Libertad y Córdoba,
cualquiera que sea su tarea o su problema, no
puede menos que dedicarle unos segundos de su
preocupación a lo que quedó del Teatro
Nacional Cervantes, destruido por un incendio
el 10 de junio de 1961. Como una escenografía,
el frente se conservó intacto (curiosa
coincidencia de muchas catástrofes teatrales,
como las de la Opera de Viena y la Scala de
Milán, que solo conservaron las paredes
exteriores después de Los bombardeos que
hicieron añicos su interior). También se salvó
la primera sala que da a la entrada de
automóviles. Pero esto no puede ocultar el
desastre: el foyer chamuscado donde se apilan
butacas inservibles, los palcos ennegrecidos
clausurados con tablones; las barandas en
trapos viejos. Todo ello antesala del
infierno: La sala propiamente dicha que quedó
reducida a cenizas y el inmenso escenario
vacío como la boca de un horno. El Cervantes
es un monumento levantado por la pasión, el
amor y la gratitud de esa eminente pareja
teatral que fueran Don Fernando Díaz de
Mendoza y su esposa, la ilustre María
Guerrero. El Cervantes era considerado
arquitectónicamente como una joya de estilo
Renacimiento español, con alguna imitación de
la Universidad de Alcalá de Henares. Todos los
materiales que se emplearon en su decoración
fueron traídos de España. Se inauguró en 1921,
pero no obstante el apoyo personal de algunas
familias pudientes, no logró escapar a las
deudas hipotecarias y debió cederse a la misma
empresa constructora, que terminó por
ofrecerlo en remate. A punto de ser adquirido
para convertirlo en cabaret-cine-varieté, lo
compró el Estado. Se creó el Teatro Oficial de
la Comedia Argentina y como tal volvió a ser
inaugurado en 1936. Veinticinco años más tarde
caía abatido por un pavoroso incendio mientras
se desarrollaba una temporada de teatro
francés con la compañía de Jean Louis
Barrault, que perdió allí todos los decorados
de la gira.
En la actualidad trabajan 92 obreros en dos turnos, de 6 a 23, bajo la dirección del arquitecto Mario Roberto Álvarez (constructor del Teatro General San Martín). Se han agregado 5008 metros cuadrados cubiertos de construcción, divididos en once pisos y tres subsuelos, además de una sala chica (300 localidades) que se proyecta erigir en el último piso, sobre la calle Libertad. El teatro contará con muchos adelantos que proporciona -la tecnología actual. Tendrá una sala de ensayo que ocupará la misma extensión del escenario, a fin de permitir el montaje completo de una obra mientras el verdadero escenario continúa en funciones. Habrá nuevos equipos de aire acondicionado que suprimirán el tradicional frío invernal y el constante calor estival que caracterizaban al Cervantes. Se instalará un novísimo sistema de reproducción de sonido por ondas electromagnéticas, inaudibles para el oído normal, y que estarán sincronizadas con los aparatos amplificadores que usan muchas personas de defectuosa audición, lo que le permitirá, desde ciertas filas de la platea, escuchar con completa normalidad. Hasta la fecha se llevan invertidos 60 millones de pesos y el ritmo de reconstrucción, que en un comienzo fue intenso, decayó luego por las inevitables demoras burocráticas. La llegada de Luisa Vehil a la dirección de la Comedia Nacional ha determinado un nuevo impulso. La enérgica y ejecutiva directora hizo movilizar expedientes, trabajar a funcionarios, convencer a burócratas. Su influencia, ganada en muchos años de dignidad artística, ha sido totalmente volcada a imprimir estímulo y rapidez para terminar la magna empresa. Se estima que la sala propiamente dicha podrá ser inaugurada el próximo 9 de julio. El proyecto supone la reconstrucción cabal de cada milímetro del arte sonado y ornamento originales. Sobre el escenario se levantarán diez pisos dedicados a salas de ensayos parciales, talleres, salas de máquinas, talleres escenográficos, vestuarios, depósitos, oficinas administrativas. El escenario quedará dotado de los más modernos elementos de la técnica teatral. Mientras tanto, la Comedia Nacional, huérfana de su domicilio estable, no ha cesado de ofrecer espectáculos y estrenos. En un comienzo alquiló !a sala del Coliseo. Luego, una vez terminado el Teatro Municipal General San Martín, pasó a 'la Sala Casacuberta del mismo. Alquiler: 450.000 pesos mensuales. Pese a ello y de manera paradójica, se ha convertido en una empresa cultural con éxito comercial. Para encarar en su total dimensión los objetivos artísticos y sociales que fueron fundamento de su creación, la Comedia Nacional, junto con el país, esperan ansiosamente la reapertura del magnífico Cervantes. Revista Panorama 12/1965
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