La "velada" estaba
anunciada para las 20 horas. Como momento
culminante de los festejos del 20º aniversario de
la toma del Cuartel Moncada, el 26 de julio de
1953, la palabra de Fidel Castro era esperada como
cierre de una semana larga de festejos oficiales y
populares. Y no sólo una semana: 1973 es el "año
del 20º aniversario" y todos los esfuerzos
políticos del gobierno cubano estuvieron
destinados a ensalzar la celebración de la
jornada. Fue precisamente en el mismo escenario de
los acontecimientos, en la ciudad de Santiago de
Cuba, a 200 kilómetros de La Habana, que el
Comandante en Jefe se dirigió a su pueblo.
El discurso de Fidel
cerraba así una semana de sucesivas celebraciones
populares de todo tipo, que su hermano Raúl,
primer viceprimer ministro, segundo secretario
general del Comité Central del Partido Comunista
Cubano (PCC) y Comandante en Jefe de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias, inició en la plaza de la
Revolución, en La Habana, bajo el monumento del
apóstol, José Martí.
Frente al ex cuartel,
hoy convertido en el centro escolar 26 de julio,
de muros pintados de ocre y blanco, se había
levantado un palco, donde fueron ubicadas las
delegaciones extranjeras especialmente invitadas y
los miembros prominentes del PC cubano, las
Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y las
principales organizaciones de masas. Frente a
todos ellos, una concurrencia limitada, pero
seleccionada. Desde cada uno de los caudalosos
agrupamientos que impone la revolución para
organizar su incuestionable ascendiente sobre las
masas, había elegido lo mejor de sus cuadros, a
partir de una rigurosa selección democrática,
basada en la "emulación socialista", esto es el
más alto grado de cumplimiento de las tareas
económicas, culturales, gremiales, militares y
políticas, que cada frente de masas es
responsable. De esta tarea se encargaron la Unión
de Jóvenes Comunistas (UJC), la Confederación de
Trabajadores Cubanos (CTC), los Comités de Defensa
de da Revolución (CDR), el PCC, la Aso-dación
Nacional de Pequeños Agricultores, la Federación
Estudiantil de Secundaria y la ¡Unión de Pioneros
de Cuba, la asociación que agrupa a los niños
hasta los doce años, que es la niña de los ojos
del gobierno revolucionario.
No se puede entender
el discurso de Fidel —síntesis del actual proceso
político cubano— sin enmarcar su contenido.
"Siempre es 26", fue la consigna que cubrió, desde
varias semanas atrás, todo lo largo y ancho de la
isla. En banderas del movimiento 26 de Julio
—negras y rojas—, en gigantescos murales, en
carteles, pintadas y letreros, la máxima se unió a
otra, contenida en el famoso alegato de defensa de
Castro, La historia me absolverá.
Así Cuba vivió, en
estos días, una suerte de intenso proceso de
"revisionismo histórico", a través del cual sus
valores nacionales son reafirmados de manera
abrumadora, a través de la exaltación de Carlos
Manuel de Céspedes, héroe de las primeras luchas
independentistas en 1868, contra España, Antonio
Maceo, Máximo Gómez y, por supuesto, el ya
mencionado Martí. Particularidad de la Revolución
Cubana —proceso singular de tránsito al
socialismo— es la Historia me absolverá, de cuyo
texto se han extraído todas las consignas de
propaganda y orientación político para celebrar el
20º aniversario. El trabajo, expresión de un
avanzado nacionalismo revolucionario, no expresaba
—por cierto— el marxismo leninismo que hoy define
al proceso cubano. Sin embargo, confrontado ante
las nuevas y viejas generaciones para su análisis,
es volcado sin contradicciones, dentro de la línea
marxista leninista, que orienta el curso de los
acontecimientos políticos de Cuba. Abel Santa
María y los jóvenes que combatieron junto a Fidel
en el Moneada son exaltados con fervor, del mismo
modo que los combatientes guerrilleros de Asia,
África y América latina. Y así Fidel puede decir
que los inspiradores militares de la revolución
son Maceo, Gómez y Céspedes y los ideológicos
Marx, Engels, Lenin y Martí.
¿Qué dijo Fidel? Como
su hermano Raúl, días atrás, realizó un minucioso
diagrama histórico del proceso, que llevó a la
formación del Movimiento 26, y al ataque al
Moncada, que se prolongó luego por la historia de
la revolución hasta el presente. Al señalar que el
programa del 26 de Julio, enunciado el día del
ataque, se había cumplido como ningún otro en
América latina, Fidel anotó que "en el momento de
producirse la revolución cubana, ningún continente
estaba tan dominado por el imperialismo como
éste". De allí arrancó para apuntar los cañones
sobre la OEA, una institución que consideró
"agonizante". En un sugestivo esquema de las
posiciones políticas de los diversos países
latinoamericanos, Castro señaló un bloque "dócil a
los dictados de Washington" en el que incluyó a
Brasil, Bolivia, Paraguay, Nicaragua, Haití y
Guatemala. Frente a éstos ubicó otro sector en el
que junto a Chile, Perú y Panamá citó también a la
Argentina. Sin embargo, pese a demostrar enorme
simpatía y respeto por todos los procesos de
América latina, Castro reafirmó la línea
socialista de su política. "No nos explicamos
—apuntó— la posición de aquellos dirigentes del
tercer mundo que hablan de las tesis de los dos
imperialismos. Esta es una posición reaccionaria
que tiende a dividir las fuerzas de la revolución.
Hay un solo imperialismo. Y si se dice que no,
pregunto: ¿De dónde salieron las armas con las que
vencimos en Girón o con las que los árabes se
defienden de la agresión sionista, los africanos
se liberan de los resabios del imperialismo y los
patriotas vietnamitas derrotan a sus opresores?
Del campo socialista y, especialmente, de la
entrañable patria de Lenin, la URSS", respondió,
reafirmando su solidaridad con el campo
socialista, pero mantienen una posición de activo
interés por América latina. Así pudo Fidel
proponer una nueva organización regional para el
continente, sin la presencia de USA. "Para
negociar con el imperio, la familia no necesita
—advirtió— tener adentro de su seno al propio
imperio."
En una firme incursión
por el territorio de la autocrítica Fidel destacó
que había que ajustar los objetivos económicos a
la realidad material del proceso: "Los errores de
idealismo que hayamos cometido sabremos
rectificarlos con valentía", dijo en medio de los
aplausos aprobatorios de su auditorio. "La
solución deberá darse —afirmó— a través de la
combinación de los estímulos morales y
materiales."
AL CARNAVAL DE ORIENTE
ME VOY.
Mientras se discuten
estas cuestiones
políticas, desde el
buró político del Comité Central del PCC, hasta el
Comité Regional de cada cuadra, toda Cuba baila
más que nunca en sus carnavales. Por cierto que la
política no está ausente de ellos, al punto que se
recuerda que precisamente los jóvenes que con
Fidel a la cabeza atacaron el Moneada, eligieron
la fecha porque la movilidad de las fiestas cubría
el ataque. Así, desde la capital a Santiago, toda
Cuba se divierte. Los famosos carnavales
santiagueros, situados especialmente en la Trocha,
una avenida central de la capital de la provincia
oriental, reúnen multitudes de hombres, mujeres y
niños, que bailan incansablemente al son de la
corneta china y el órgano oriental, dos
instrumentos típicos de la pegajosa música de la
región. A estos festejos populares, donde en las
jornadas inmediatamente anteriores al jueves, se
vio participar con entusiasmo a por ¡lo menos
cinco miembros del CC del PCC, concurrieron las
más diversas delegaciones extranjeras que inundan
el país en estos momentos.
Todas, salvo algún
demasiado solemne delegado chino, aparentemente el
único ser en la región capaz de sustraerse al son
del monte, el merengue y la rumba, fervorosamente
ejecutadas en tumbadoras, bongós y acordeones,
demostraron un entusiasmo excepcional.
ARGENTINA
PRIVILEGIADA. La escasa representación
periodística y política argentina presente en los
festejos no reflejó el enorme interés que ha
despertado en Cuba el proceso político argentino,
a partir de la victoria peronista del 11 de marzo.
La mención de Fidel a la Argentina el 26 fue la
continuación de su observación del primero de
mayo, antes de que el 25 de ese mes, Osvaldo
Dorticós Torrado, presidente de la República,
escuchara en las calles de Buenos Aires, "Chile,
Cuba, el pueblo te saluda". Precisamente, en el
museo revolucionario, ubicado en el Moncada, las
ilustraciones fotográficas de la historia de la
revolución, culminan con el perfil de Dorticós,
rodeado por el pueblo en las calles porterías.
El PC argentino, a
través de Rodolfo Ghioldi, y el Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP) con tres
representantes, fueron las dos únicas
organizaciones políticas nacionales presentes el
26. Ítalo Luder, senador peronista por la
provincia de Buenos Aires, encabezó la misión
oficial, todos ellos habrán podido leer desde el
Gramma, órgano oficial del PCC, información
abundante de la Argentina, muchas veces mayor que
la dedicada a Chile, lo que ya es decir bastante
en Cuba, que apoya de manera ostensible al
gobierno de Salvador Allende. Esa prensa trata con
respeto el proceso peronista. Así, la reseña
histórica de América latina en los días de
Moneada, habla de la "Revolución Libertadora" y
afirma de ella que "nada ha tenido que envidiar al
infierno nazi." Por otra parte, y a partir de la
información suministrada por la reabierta oficina
de Prensa Latina, constituye un lugar común para
los argentinos ser interrogados acerca del papel
de José López Rega, la juventud peronista y Héctor
Cámpora, este último considerado responsable de la
reanudación de relaciones.
La revolución está más
firme que nunca, proclamó Fidel en Santiago. Es
que los cubanos anotan orgullosos su posición de
vanguardia en América latina en materia de
educación, salud y seguridad social. Por otra
parte, no cesan de comparar la evolución de la
economía desde 1958 a la fecha. En ese nivel se
anota que entre 1959 y 1962 se construyeron más de
diez mil kilómetros de carreteras, una longitud
semejante a las construidas en cuatro siglos. La
producción de cítricos pasó de 46 millones, en
1958, a 165 millones, en 1972. La capacidad de
embalse de las presas subió de 48 millones de
metros cúbicos, en el último año de gobierno de
Fulgencio Batista, a 3 mil millones el año pasado.
La electricidad, en el mismo lapso, creció de 1700
millones de kilovatios a más de 4 mil millones. El
desplazamiento de la marina mercante subió de 45
mil toneladas en 1958, a 580 mil en 1971. Detrás
de estas cifras reposa la seguridad de Cuba,
abierta, al mismo tiempo, a un proceso de ruptura
del aislamiento a que fuera sometida por su
expulsión de la OEA y el bloqueo económico de USA.
Eficiencia económica, prioridad educativa,
vigilancia militar, acción sobre América latina,
ésa es la perspectiva de una Cuba —calificada muy
familiarmente para oídos argentinos por los
Comités de Defensa— como digna, libre y soberana.
PANORAMA, AGOSTO 2,
1973
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