Las mujeres siempre protestaron, pero ahora
protestan más que antes. En una manifestación cumplida bajo la
estatua de la Libertad (a la entrada del puerto de Nueva York),
cientos de mujeres con letreros dejaron constancia de que la
sociedad las trata como a seres inferiores. El acto fue organizado
por la National Organizaron for Women (NOW), una agrupación que ha
pensado realmente su nombre: now significa ahora, porque las mujeres
no quieren esperar. Los letreros portados en el mitin describen
adecuadamente la situación. Las mujeres norteamericanas alegan que
se les paga poco en general y que se les paga menos que a los
hombres cuando hacen trabajos idénticos a los de ellos. Sostienen
sarcásticamente que "algunas de nuestras mejores secretarias son
mujeres" y que si hay un trabajo aburrido llamarán a una mujer para
hacerlo. También dicen, exageradamente, que todas las mujeres son
hermosas. Los motivos de NOW empiezan por ser norteamericanos
pero se pueden extender y agravar a muchos otros países. Recientes
notas periodísticas han señalado que en los Estados Unidos: • El
51 por ciento de la población es femenina; • las mujeres ocupan
el 37 por ciento de los trabajos; • pero ganan un 42 por ciento
menos de remuneración global; • hay sólo una mujer en el Senado,
diez en la Cámara de Representantes, ninguna en la Suprema Corte de
Justicia ni en el gabinete de la Casa Blanca. A principios de
agosto, la representante Marta Griffiths (por el Partido Demócrata,
Michigan) consiguió, tras una batalla de quince años, el comienzo de
una ley que habrá de garantizar a las mujeres la igualdad de
derechos bajo la ley. En su alegato, la legisladora señaló que en
las elecciones de 1968 hubo más votantes mujeres que hombres, con
una diferencia de dos millones de personas, y que esa diferencia
subirá a tres millones en 1970. La ley no modifica ninguna
disposición básica de la Constitución, sino que la ratifica y
procura ponerla en práctica. Su objetivo principal es derogar
ciertas disposiciones de los Estados: en algunos las mujeres no
pueden trabajar bajo ningún concepto en establecimientos donde se
sirva alcohol; en otros se les prohíbe lustrar zapatos o ayudar en
canchas de bowling. Más al fondo del problema, se procura zanjar un
obstáculo general: en muchas empresas no se toma a mujeres porque
pueden casarse y dejar el puesto o, si están casadas, suelen dejar
el puesto cuando el embarazo y los hijos empiezan a afligirlas.
No hay ninguna ley que corrija esos hechos de la naturaleza, pero
puede haber una que ayude a corregir otros prejuicios, como la
inteligencia, la capacidad matemática o la resistencia física de la
mujer. De hecho, una ley semejante corre el riesgo de ser demasiado
general. Nada impedirá, por ejemplo, que las mujeres sean llamadas a
trabajos militares, pero aun en esos casos se ha señalado que no
tendrán inconvenientes: hay mujeres en el ejército israelí, y las
hubo en cuerpos especiales de Estados Unidos, Gran Bretaña y
Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. La nueva ley
americana todavía no es ley. Aprobada por la Cámara de
Representantes, debe ser ratificada sucesivamente por el Senado, por
el Poder Ejecutivo y por las legislaturas de por lo menos 37
Estados. Mientras eso ocurre, el proyecto y sus ideas anexas parecen
violentamente publicitados por las manifestaciones públicas. A la
efectuada bajo la estatua de la Libertad (donde se colocó un
letrero: "Mujeres del mundo, uníos") se agregó una huelga general,
programada para agosto 26, cuya previsión era muy radical: las
mujeres no harían nada en todo ese día. Todos los hombres
desearon que las mujeres no exageraran. Hay hombres que cocinan,
barren, zurcen y tejen, pero los niños de pecho plantean otros
problemas. Revista Semana Gráfica 04.09.1970
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Las mujeres siempre protestaron, pero ahora
protestan más que antes. En una manifestación cumplida
bajo la estatua de la Libertad (a la entrada del puerto
de Nueva York), cientos de mujeres con letreros dejaron
constancia de que la sociedad las trata como a seres
inferiores
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