La batalla de Stalingrado
el principio del fin
El 3 de febrero de1943 las tropas alemanas durante unos de cinco meses, habían sitiado la ciudad rusa recostada sobre las orillas del Volga, se rindieron incondicionalmente. Treinta años después de esta debacle, la resistencia del pueblo soviético sigue siendo considerada una de las epopeyas más gloriosas de la Segunda Guerra Mundial. También, el punto de partida del desmoronamiento del Tercer Reich
batalla de Stalingrado
El parte final de la victoria soviética en Stalingrado fue lacónico: "En ejecución de las órdenes recibidas, las tropas del Grupo de Ejército del Don completaron, a las 4 de la mañana del 3 de febrero de 1943, la derrota y destrucción de las fuerzas enemigas cercadas en Stalingrado. Veinte y dos divisiones han sido aniquiladas o hechas prisioneras. Las operaciones militares en la ciudad y el área de Stalingrado han concluido". Digno de un impecable estilo periodístico, este informe del comandante soviético, teniente general Rokossovsky, colocaba un colofón escueto sobre uno de los hechos más dramáticos de la Segunda Guerra Mundial, una confrontación cuyo contexto general no fue, precisamente, un panorama idílico de torneo caballeresco. Más allá de la derrota germana, detrás de las filas de prisioneros alemanes que marchaban a sus campos de internación en el interior de la URSS, por encima de la captura de un mariscal de campo —Friedrich Paufus—, de 22 generales y 2 mil quinientos oficiales, inclusive trascendiendo a la defensa de la ciudad, a la que cabe calificar de heroica, la batalla de Stalingrado señala y culmina hechos que tal vez no aparecían muy claros ese 23 de agosto de 1942, cuando, a las 18 y 35, las vanguardias alemanas de la 16ª División Blindada, punta de lanza del VI Ejército, llegaron a las orillas del Volga, casi en los arrabales del norte de Stalingrado.
En horas más los alemanes consolidaron su posición, despejaron una franja de cinco kilómetros de ancho que utilizaron luego las restantes tropas como pasillo hacia el río.
Frente a ellos aparecía el objetivo: una ciudad que en esa época tenia más de 600 mil habitantes, emplazada en la orilla oeste del Volga, y que se entendía a lo largo de su cauce durante unos 32kilómetros. La arquitectura era moderna, en su sector norte se aposentaba una importante fábrica de tractores, y tenía enormes plantas metalúrgicas en Barricadas y Octubre Rojo. En el centro se hallan las alturas de Mamai Kurgan, de unos 102 metros de alto; en sus alrededores, y por su posesión, se libraron entonces sangrientos combates. Además, la ciudad estaba rodeada por un conjunto de alturas, desde las cuales el atacante podía controlar y realizar un eficaz fuego sobre la parte urbana.
Ligado a los fracasos de la ofensiva alemana de 1941 —especialmente en la inutilidad de los esfuerzos de Hitler para tomar Moscú— la batalla de Stalingrado no debía ser, en la planificación germana, más que uno de los puntos de un preciso calendario y de una estrategia rehecha. Ante las condiciones más favorables para los soviéticos, Hitler substituyó la estrategia de aniquilamiento —que no había sido posible realizarla exitosamente en 1941— por una de desgaste. Pero el desgaste táctico era imposible: la disparidad numérica en favor de la URSS era apabullante, y sus fábricas tras los Urales comenzaban ya a producir enormes cantidades de elementos bélicos, sin contar, además, con la ayuda de USA. Por otra parte, de ser posible, un desgaste táctico hubiese exigido demasiado tiempo, que Alemania no estaba en condiciones de soportar. También se descartó la utopía de algunos ideólogos que rodeaban a Hitler, según los cuales era muy fácil fomentar una revolución anti-bolchevique. Por lo tanto, el único camino abierto a los alemanes era privar a la URSS de su poder económico. Hitler resolvió que eso podía hacerse sustrayendo a Rusia la zona industrial del Donetz, los campos petrolíferos de! Cáucaso y las vastas regiones agrícolas del Kuban; en suma, despojar a la URSS del cuadrilátero conformado por Kharkov-Stalingrado-Bakú-Batum.
Todo parecía indicar, pues, que el plan de Hitler a desarrollar en 1942 consistía en aislar y dominar el cuadrilátero Voronezh-Saratov-Stalingrado-Rostov mediante dos ofensivas paralelas: al norte, a lo largo de la línea Kursk-Saratov, y al sur, paralelamente a la línea Taganrog-Stalingrado. Al amparo de este bloqueo, Hitler pensaba irrumpir a través de Caucasia hacia Bakú. Este plan no se mantuvo demasiado tiempo en secreto: algunos de sus detalles trascendieron ya en el mes de abril de 1942, a tal punto que el corresponsal de The Times en Estambul hablaba de "los dos planes alemanes, el Plan Volga y el Plan Cáucaso". Textualmente, el diario inglés, en su edición del 16 de abril, decía que "...el plan Cáucaso permitirá a los alemanes privar a los rusos de su principal fuente de abastecimiento de petróleo; el Plan Volga está destinado a la destrucción de los ejércitos rusos, aislándolos primeramente unos de otros para derrotarlos por separado. De acuerdo con ese plan, el ataque principal será lanzado desde Orel y Kursk hacia Gorki, en el Volga, para aislar a los ejércitos rusos del general Timoshenko situados en el sur, y atacar la retaguardia de Moscú".
El plan, según los historiadores de la Segunda Guerra Mundial, habría caído en manos de los soviéticos —o por lo menos se lo pudo deducir de algunos documentos capturados— y fue mencionado por Stalin en su discurso rememorando el 25º aniversario de la Revolución Soviética. La documentación conocida establecía un riguroso orden cronológico para la ocupación de algunas ciudades: Borisoglebsk el 10 de julio; Stalingrado, el 15 de julio; Saratov, el 10 de agosto; Syzran, el 15 de agosto y Arzamas el 10 de septiembre. Lamentablemente para Hitler, sus planes no tenían en cuenta la existencia de los ejércitos rusos al norte de la línea Voronezh-Sarátov. Tampoco pudo prever que Stalingrado resistiría, convirtiendo su ocupación más en una
cuestión de amor propio para Hitler que en tema estratégico. Y tampoco pudo prever que Stalingrado sería la primera gran victoria de la URSS y su principio del fin.

LAS OCHO FASES DEL ANIQUILAMIENTO
Se admite, en términos generales, que la batalla de Stalingrado puede escindirse, para su mejor conocimiento, en ocho etapas consecutivas:
1º) 17 de julio al 4 de agosto de 1942. La lucha se desarrolló primordialmente en la curva del río Don, zona en la que la URSS trató de retrasar el avance germano lanzando la consigna "Ni un paso atrás". Al norte de esa curva, los soviéticos combatieron tenazmente, tratando de mantener en operaciones unas cuantas cabezas de puente, hacer más lento el avance alemán y dar tiempo a preparar las defensas de Stalingrado. Según el general Ieremenko, las luchas en la curva del Don fueron valiosas para retrasar el avance germano y para impedirles tomar muchos prisioneros o capturar fácilmente Stalingrado.
2º) 5 al 18 de agosto. Tras forzar el paso por el lado sur del Den en Tsimlianskaia, la mayoría del 6º Ejército alemán, con la ayuda de las divisiones Panzer del general Hoth, trataron de tomar de flanco a los rusos, atacando en dirección a Stalingrado a través de Kotelnikovo, Abganerovo y Plcdovitoie, situadas en el suroeste de la ciudad. El 14 de agosto, casi todo el espacio de la curva del Don estaba en manos de la Wehrmacht, excepto algunas cabezas de puente de los soviéticos que resistían tenazmente en el norte de la curva. Los alemanes podían ahora atacar Stalingrado por el sur; además, sus tropas avanzaban también por el oeste y el noroeste.
3º) 19 de agosto al 3 de septiembre. Alcanzó su máxima intensidad la lucha en la zona comprendida entre el río Don y el río Volga. Aunque los soviéticos consiguieron momentáneamente mantener alejados a los alemanes del suroeste de Stalingrado, no pudieron impedir que el 23 de agosto las avanzadas blindadas establecieran una ancha faja que llegaba hasta las orillas del Volga. Ese día estuvo particularmente señalado por una gigantesca ofensiva aérea —para la época— de 600 bombarderos, que destruyeron buena parte de la ciudad y mataron a 40 mil personas. Para impedir que los germanos pudieran atacarlos desde el sur —y para evitar el cerco— los rusos se retiraron hacia Stalingrado, consolidando así el frente norte de los alemanes en Rynok y Ierzovka.
4º) 4 al 13 de septiembre. Cobró gran intensidad y concentración la lucha en los suburbios de Stalingrado. Los alemanes lograron atravesar el Volga al sur de la ciudad, aislando al 62º Ejército soviético de las restantes fuerzas de la URSS, cuyo comando asumiría el día 12 el general Chikov.
5º) 13 de septiembre al 18 de noviembre. Fue el período más dramático de la lucha; en el se libró la batalla en el interior de Stalingrado. Entre el 10 y el 20 de octubre, los soviéticos a duras penas pudieron mantener tres cabezas de puente en la ciudad; pero, pese a todos sus esfuerzos, los alemanes no habían logrado desalojarlos de ellas.
6º) 19 de noviembre al 11 de diciembre. Comienza la contraofensiva soviética; éstos lograron cercar a las tropas del Eje —rumanos, alemanes e italianos principalmente— en Stalingrado.
7º) 12 de diciembre de 1942 al 1º de enero de 1943. Refuerzos alemanes, al mando de los generales Hoth y Manstein, fracasan al intentar ingresar en el bolsón de Stalingrado. Al mismo tiempo, los soviéticos lograron ampliar el anillo de sus tropas alrededor de la ciudad; simultáneamente consiguen derrotar decisivamente a las tropas italianas en la zona del río Don.
8º) 10 de enero al 3 de febrero. Se liquidan totalmente las fuerzas alemanas dentro de Stalingrado. Paulus se rinde.

TRES DECADAS DESPUES
Resulta relativamente sencillo ahora, a treinta años de distancia, enumerar algunos de los notables errores en los que incurrió Hitler, aparte de su afán por eliminar la capacidad de planificación de sus propios generales. Como se ha visto, el encuadre estratégico germano quería conquistar el petróleo de! Cáucaso, cortar todo el abastecimiento por el Volga —tras apoderarse de Stalingrado, cosa que no era imprescindible para ello— y rodear Moscú, aislando a Rusia europea de su retaguardia estratégica, completando un enorme cerco que permitiría aniquilar al ejército rojo. Sin embargo, los analistas militares coinciden, ahora, —y muchos lo dijeron 30 años atrás— en que el objetivo de la ofensiva era descabellado en relación a las fuerzas que disponían los alemanes; sus ejércitos disponibles entre el Don y el Volga no les permitían llegar a Moscú desde el este. Además, sus blindados eran insuficientes para mantener objetivos conquistados y asegurar los flancos; situación especialmente agravada porque, tras la crisis del invierno de 1941-1942, las reservas alemanas estaban a punto de desaparecer.
Además, con fuerzas escasas, fijarse dos objetivos tan divergentes como el Cáucaso y Stalingrado era una locura. Una de las dos operaciones debió ser realizada como secundaria, en apoyo de la que se considerase principal. Hitler otorgó a ambos movimientos el carácter de principales, con lo cual consiguió desmoronar su presión en el cuadrilátero antes mencionado; cabe presuponer que, con un solo centro de gravedad en Stalingrado, hubiese tenido éxito. Además, cualquier principiante en estrategia hubiese podido prever que el fracaso de cualquiera de las dos ofensivas alemanas desguarnecía el flanco de la otra.
En realidad, parece que Stalingrado, para Hitler, se había transformado en una cuestión de honor. Podría admitirse que Paulus se mantuviese obstinadamente dentro del cerco de Stalingrado si con ello distraía importantes fuerzas soviéticas, y posibilitaba con ello a los alemanes lanzar una ofensiva general. Nada de ello era posible en esos momentos, y se supone que la ceguera de Hitler obedeció a razones psicológicas: Stalingrado era, como su nombre lo indica, la "Ciudad de Stalin"; se la llamó así porque en ella —denominada antes Zaristin— el líder soviético había derrotado al ejército blanco del general Denikin, durante la guerra civil de 1917-1923. (Actualmente —maravillas de la desestalinización— Stalingrado se llama Volvogrado.)
Además, al principio de la guerra la conducción de los mandos militares soviéticos había sido deplorable; sus bajas, la absoluta indiferencia que sentían por la vida de los soldados soviéticos provocó enormes bajas en sus ejércitos. Pero es indudable que fueron aprendiendo: en 1942 era evidente un notable progreso en los comandantes de la URSS, que realizaban impecablemente —o, por lo menos, sin errores notables— la conducción elástica de grandes masas de hombres y materiales, todo ello basado en una correcta planificación.
Simultáneamente, el mando alemán retrocedía cualitativamente: Hitler, desconfiando de sus generales, restringía al máximo su libertad de acción, obligándolos al suicida método de la defensa rígida; una desconfianza que provocó el fallido atentado de los generales, del 20 de junio, que, tras la purga subsiguiente, provocó la desaparición de notables conductores militares.
Fruto de las inseguridades de Hitler fue la fatal no dilucidación entre táctica y estrategia. Stalingrado tenía un mero valor táctico: lo estratégico consistía en cortar los suministros del Volga, especialmente el combustible, a los ejércitos de la URSS. En vez de ello, el desgaste contra una población sin valor militar, esencialmente, provocó el caos en las filas alemanas. De entre las ruinas de Stalingrado no sólo emergió, pues, fortificada la moral soviética: también su ejército; tras su victoria de Stalingrado, pudo usar de nuevo sus entorchados; los mismos que, en plena revolución, habían sido arrancados de los hombros de los oficiales por los enfurecidos soldados.

Mario Massouh Elmir


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LOS PROTAGONISTAS

"Estas batallas eran del tipo de guerra posicional de fortalezas; el tiempo de las grandes operaciones había pasado ya. Ahora teníamos que luchar en las alturas que dominaban el Volga, cortadas por barrancos. Esa zona industrial de Stalingrado, edificada en un suelo muy accidentado y compuesta de fábricas de muros de piedra, hierro o cemento, presentaban nuevas dificultades. Como medida de longitud, el metro pasaba aquí a reemplazar al kilómetro. Se emprendían feroces acciones para apoderarse de cada casa, de cada taller, de cada torre de suministro de aguas, de cada vía levantada del ferrocarril, de cada muro, de cada bodega o subterráneo, incluso de cada montón de escombros. No se había llegado nunca, ni siquiera durante la Primera Guerra Mundial, a un gasto tan enorme de municiones. La tierra de nadie entre nosotros y los rusos estaba reducida al mínimo y, pese a la intensa actividad de nuestros bombardeos, de nuestra artillería, no había medio de poder ampliarla. Los rusos eran mejores que nosotros en cuanto al camoflauge, y tenían más experiencia en la lucha tipo barricada, casa por casa. Sus líneas defensivas eran muy fuertes. La catástrofe que después iba a producirse ha eclipsado esas semanas de sitio, pero constituyen la historia de los heroicos hechos de pequeñas unidades, grupos de asalto y muchos soldados germanos desconocidos".
General Hans Dörr

"Las calles y plazas de Stalingrado continuaban desiertas. Ni nosotros ni los alemanes podíamos actuar a la descubierta: quienquiera que asomara la cabeza o intentara cruzar corriendo una calle, era alcanzado por el fuego de los francotiradores o de los fusiles ametralladoras".
General Vasili Chuikov

"Por primera vez los alemanes dan señales de gran desconcierto. Intentan colmar sus brechas mediante el envío de tropas de un sitio a otro, lo cual demuestra que andan escasos de reservas. Muchas de sus unidades se retiran hacia el Oeste desordenadamente, abandonando grandes cantidades de equipo militar. Tales tropas son presa fácil para nuestros aviones. La mayoría de las formaciones de sus países satélites han sido puestas fuera de combate a estas alturas. Los oficiales alemanes que hemos capturado se muestran sumamente desilusionados del alto mando, y del propio Führer. No les queda rastros de esa seguridad que exhibían el pasado verano de 1942".
Mariscal Rodion Malinovsky

"Hitler no quiso moverse. Su "instinto" había resultado acertado el año anterior, y estaba seguro que este año también sería justificado. De modo que insistió en no retirarse. El resultado fue que, cuando los rusos lanzaron su contraofensiva de invierno, nuestro ejército en Stalingrado fue bloqueado y obligado a rendirse. Estábamos ya demasiado debilitados para sobreponernos a una pérdida semejante. La balanza de la guerra se había inclinado contra Alemania".
General Günther Blumentritt (en "Los generales alemanes hablan").

Revista Siete Días Ilustrados
07.02.1972
batalla de Stalingrado

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