vida, pasión y muerte del padre Camilo
Gregorio Selser

Gregorio Selser
EL padre Camilo pertenecía a la clase alta de su patria, descendiendo de antepasados que, como el que tenía su mismo nombre y apellido, Camilo Torres, está inscripto con letras de molde en los anales de la independencia de la Gran Colombia.
Nació en Bogotá, el 3 de febrero de 1929, siendo sus padres el doctor Calixto Torres Umaña e Isabel Restrepo. Hizo sus estudios secundarios en el Colegio Alemán, pasando luego al Liceo de Cervantes, donde, en 1947, obtuvo el título de bachiller en filosofía y letras. Aunque ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, a los pocos meses abandonó llamado por una profunda vocación sacerdotal. Contrariando a sus padres abandonó el hogar para dirigirse a la ciudad de Chiquinquirá, en busca del seminario de los padres dominicos; la familia lo interceptó en una estación ferroviaria del trayecto y lo hizo regresar para tratar de disuadirlo de su empeño. Pero ante la firme actitud de Camilo, le permitió finalmente ingresar al Seminario Conciliar de Bogotá. A fines de 1954, recibía la ordenación sacerdotal en la Catedral Primada de Colombia. Poco después el cardenal Crisanto Luque, interesado en los méritos personal e intelectuales del padre Camilo, le envió a estudiar sociología a la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, donde permanecería durante seis años.
(Curiosamente, el principal diario de Colombia fustigaría esta etapa de la vida del padre Camilo, ya muerto éste, en editorial que rezumaba la inquina que había producida en la clase superior el que aquél eligiera la salida guerrillera. Allí se lee 1:
"Camilo Torres fue un mimado de la fortuna, desde la niñez y también en su juventud,
cuando decidió meterse a clérigo. La Curia Metropolitana le dio facilidades que no tuvieron millares de sacerdotes. Se le envió a Lovaina a especializarse en sociología, mientras la mayor parte de sus condiscípulos de seminario ya andaban de parroquia en parroquia, cumpliendo dura y apostólicamente su deber, en condiciones de pobreza apenas imaginables. Si esa palabra cupiera, refiriéndose al clero católico, habría que decir que el padre Camilo era un oligarca. Volvió a Colombia y tuvo las mejores ocasiones de servir a su Dios y a los hombres. No solicitó los pasadísimos encargos que desempeñaban heroicamente, al lado del pueblo, entre el pueblo, otros sacerdotes. Muy pronto se le nombró capellán de la Universidad. Siguió en el reino abstracto de las ideas, cultivando la semilla marxista que traía desde Europa [. . . ]".)
Regresado, en efecto, a Colombia, el padre Camilo ingresó primero como capellán de la Universidad Nacional y, meses más tarde, obtuvo una cátedra de sociología en la facultad respectiva. No pasó mucho tiempo sin que se hiciera vastamente popular entre los estudiantes, con los que el sacerdote —dice la nota necrológica de El Tiempo— "hacía causa común en los constantes contratiempos de la vida universitaria", haciéndose cada día "más intervencionista, con francas tendencias izquierdistas y revolucionarias, hasta que la jerarquía eclesiástica le solicitó que renunciara a la capellanía y cesara en una agitación ajena a su misión espiritual".
Es precisamente en este período de su vida, a comienzos de 1965, donde concentramos nuestra información en la crónica ya mencionada más arriba. Ya el padre Camilo estaba lanzado a un enfrentamiento con la jerarquía eclesiástica en razón de su prédica, considerada disolvente y en contradicción con su condición de sacerdote católico. El enfrentamiento fue empeorando a medida que pasaban las semanas, hasta que el 18 de junio de ese año, el cardenal Luis Concha, arzobispo de Bogotá, expide esta declaración.
"El Cardenal Arzobispo de Bogotá se cree en la obligación de conciencia de decir a los católicos que el padre Camilo Torres se ha apartado conscientemente de las doctrinas y directivas de la Iglesia Católica.
"Bastar abrir las Encíclicas de los Sumos Pontífices para darse cuenta de esta lamentable realidad. Realidad tanto más lamentable por cuanto, el padre Torres preconiza una revolución aun violenta con la toma del poder en momentos en que el país se debate en una crisis causada en no pequeña parte por la violencia que con grandes esfuerzos se está tratando de conjurar.
"Las actividades del padre Camilo Torres son incompatibles con su carácter sacerdotal y con el mismo hábito eclesiástico que viste. Puede suceder que estas dos circunstancias induzcan a algunos católicos a seguir las erróneas y perniciosas doctrinas que el padre Torre propone en sus programas [...]."

• IGLESIA Y REVOLUCION
Por cierto que la reacción del arzobispo implica una ruptura virtual con el sacerdote, quien por su parte ya está totalmente lanzado en su prédica y prácticamente no pone trabas a la expresión de sus ideas. Dos crías después, el 20 de junio, en efecto, durante una entrevista trasmitida por la emisora HJCK El Mundo, de Bogotá, durante el programa: "Algo para comentar", se le pregunta:
"Padre Torres, en el Putumayo, especialmente en la zona de Sibundoy, los planes de reforma agraria han encontrado tropiezos por la oposición de una comunidad religiosa. Usted como sociólogo y como religioso, ¿bajo qué punto de vista analiza el problema?"
Y la respuesta del padre Camilo fue: "Por los informes que tengo, porque desgraciadamente no conozco directamente la situación, me parece que es un caso clásico en que la Iglesia ha cedido ante la tentación del poder económico y del poder político. No es que los padres misioneros tengan demasiadas tierras, aunque sí las tienen, pero yo creo que fundamentalmente se oponen a la intervención del Incora (el organismo que tiene a su cargo las débiles medidas de reforma agraria en Colombia), porque creen perder poder político, es decir, creen perder dominación sobre los indígenas que están organizados en una especie de teocracia [... ]. Muchos párrocos se han opuesto a la acción comunal, como se oponen a la reforma agracia, y se hacen más impopulares, y yo creo que los padres misioneros se van a hacer muy impopulares si siguen oponiéndose [...]
"—Padre Torres: si se llevara a cabo una revolución por la fuerza, ¿usted sería partidario de la expropiación de los bienes de la Iglesia ?
"—Yo soy partidario de la expropiación de los bienes de la Iglesia, aun en el caso de que no se diera ninguna clase de revolución."
Cuatro días después, el 24 de junio, el padre Camilo pide el relevo de sus obligaciones sacerdotales con esta declaración:
"Cuando existen circunstancias que impiden a los hombres entregarse a Cristo, el sacerdote tiene como función propia combatir esas circunstancias, aún a costa de su posibilidad de celebrar el rito eucarístico que no se entiende sin la entrega de los cristianos.
"En la estructura actual de la Iglesia se me ha hecho imposible continuar el ejercicio de mi sacerdocio en los aspectos del culto externo.
"Sin embargo, el sacerdocio cristiano no consiste únicamente en le celebración de los ritos externos. La Misa, que es el objetivo final de la acción sacerdotal, es una acción fundamentalmente comunitaria.
"Pero la comunidad cristiana no puede ofrecer en forma auténtica el sacrificio si antes no ha realizado, en forma efectiva, el precepto del amor al prójimo.
"Yo opté por el cristianismo por considerar que en él encontraba la forma más pura de servir a mi prójimo.
"Fui elegido por Cristo para ser sacerdote eternamente, motivado por el deseo de entregarme de tiempo completo al amor de mis semejantes.
"Como sociólogo, he querido que ese amor se vuelva eficaz, mediante la técnica y la ciencia; al analizar la sociedad colombiana me he dado cuenta de la necesidad de una revolución para poder dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo y realizar el bienestar de las mayorías de nuestro pueblo.
"Estimo que la lucha revolucionaria es una lucha cristiana y sacerdotal. Solamente por ella, en las circunstancias concretas de nuestra patria podemos realizar el amor que los hombres deben tener a sus prójimos.
"Desde que estoy ejerciendo mi ministerio sacerdotal, he procurado por todas las formas que los laicos, católicos o no católicos, se entreguen a la lucha revolucionaria. Ante la ausencia de una repuesta masiva del pueblo a la acción de los laicos he resuelto entregarme yo, realizando así parte de mi labor de llevar a los hombres por el amor mutuo al amor de Dios. Esta actividad la considero esencial para mi vida cristiana y sacerdotal, como colombiano. Con todo, es una labor que actualmente riñe con la disciplina de la Iglesia.
"No quiero faltar a esta disciplina, ni quiero traicionar mi conciencia.
"Por eso, he pedido a Su Eminencia el Cardenal que me libere de mis obligaciones clericales para poder servir al pueblo, en el terreno temporal. Sacrifico uno de los derechos que amo más profundamente: poder celebrar el culto externo de la Iglesia como sacerdote para crear las condiciones que hacen más auténtico el culto.
"Creo que mi compromiso con mis semejantes de realizar eficazmente el precepto de amor al prójimo me impone este sacrificio. La suprema medida de las decisiones humanas debe ser la caridad, debe ser el amor sobrenatural. Correré con todos los riesgos que esta medida me exija, (f.) CAMILO TORRES." 2
Aquí, para quien sepa leer, está prefigurada, preanunciada, su muerte, como entrega cristiana, como realización efectiva del precepto del amor al prójimo, a través de la lucha revolucionaria entendido como brega cristiana y sacerdotal, para "realizar el amor que los hombres deben tener a sus prójimos". Y así como "ante la ausencia de una respuesta masiva del pueblo a la acción de los laicos" resuelve entregarse él, a manera de víctima propiciatoria, "realizando así parte de mi labor de llevar a los hombres por el amor mutuo al amor de Dios", ante la ausencia de resultados concretos e inmediatos a la actuación cívica que a partir de ese momento emprenderá, optará escasos meses después por la alternativa de la guerrilla. Y con su vida entregará la prenda que le exige su vocación sacerdotal, porque su muerte será parte de su sacerdocio, producida como "forma auténtica del sacrificio". Y porque Camilo, a despecho de haber colgado- el hábito, será sacerdos ad aeternum.
Poco después de su declaración viaja a Lima, invitado por la Universidad de San Marcos para pronunciar conferencias sobre temas sociológicos. Ya entonces se sabe que el cardenal Concha, antes de la partida, le ha emplazado a dejar la sotana, "si quiere hacer política". Cuando regresa de Lima, el 3 de julio, lo hará de civil, con pantalón gris, camisa de sport oscura y gabardina azul de seda. Es recibido en el aeropuerto por unas dos mil personas, especialmente estudiantes, lo que dice de su popularidad. Ya en Colombia es una figura nacional. Habla el mismo día de su llegada desde uno de los balcones de las residencias estudiantiles de la Ciudad Universitaria de Bogotá. Anuncia la próxima aparición de un periódico y pide que las contribuciones para editarlo sean enviadas a la Federación Universitaria Nacional; explica que el periódico servirá para combatir todas las tesis antirrevoluciones expuestas en la gran prensa oligarca, y pide el apoyo popular para hacer de Colombia "una patria nueva y sin obligaciones para con el régimen imperialista". Allí explica también: "Cuando mis superiores me pidieron escoger entre la causa revolucionaria y la aplicación del sacerdocio, me decidí por la primera, ya que en ella está lo esencial de mi sacerdocio". Allí también anuncia la realización de giras por todo el país "para crear una conciencia revolucionaria en contra del Frente Nacional y de las oligarquías".

• EL FRENTE UNIDO
Su inmersión en la política es ya definitiva. La "Gaceta Tercer Mundo" recoge estas palabras suyas sobre las "Posibilidades de la Izquierda" :
"Los partidos políticos al dividir la sociedad colombiana verticalmente y al agrupar en las luchas electorales a la clase popular en fracciones antagónicas por sentimientos y tradiciones opuestos, impidieron la constitución de un partido de clase. La ausencia de este partido aseguraba los privilegios de la clase dirigente y el dominio de ésta sobre la clase mayoritaria y popular. Así como el partido político sirve en Colombia para dar seguridad psicológica a la clase popular, sirve al mismo tiempo para dar seguridad socio-económica a la clase dirigente. Además de esto, es necesario anotar que en casi todo grupo policlasista la condición indispensable para el ascenso social es el conformismo. La exigencia de conformismo es el instrumento de, control más eficaz de una clase privilegiada sobre una clase mayoritaria desvalida. Por esta razón las listas de candidatos para los cuerpos colegiados en Colombia se elaboran de arriba hacia abajo, se imponen por la minoría a la mayoría y el conformismo se exige tanto más estrictamente cuanto más se asciende en la jerarquía política."
Preconiza, pues, un Frente Unido del Pueblo para oponer al Frente Nacional, mixtura conservadora-liberal que mediante un pacto que deberá regir dieciséis años se reparte el poder cada cuatro años, obstruyendo "legalmente", "democráticamente", la postulación de todo otro nuevo partido. Pero ese Frente Unido del Pueblo se convertirá en su mayor frustración y desilusión. Antes de que termine el mes de julio, se produce una escisión dentro del Partido Comunista, que lo dividirá en sectores adversos pro-Pekín y pro-Moscú, inficionando con sus diferencias todo movimiento unificado de izquierda.
Camilo, ya sin el aditamento de "padre", comienza a acercarse a las dos tendencias comunistas, aunque la base principal del Frente Unido del Pueblo es democristiana, con fuerte influencia de la corriente chilena de Frei. Habla cada vez más de la necesidad de la "toma del poder" por el pueblo, preconiza la unificación de todas las tendencias de oposición al Frente Nacional y finalmente declara que "si en el comunismo encontramos elementos revolucionarios, no podemos ser anticomunistas".
El 3 de agosto de 1965, el arzobispo de Medellín y cuatro obispos de Antioquia advierten en una declaración "que el señor Camilo Torres, por haber renunciado al ejercicio del sacerdocio ha perdido la categoría y los derechos de los clérigos y que, por lo tanto, las autoridades y los fieles deben considerarlo y tratarlo como a un simple ciudadano", y que "los programas y las tesis sociales, económicas y políticas que propugna el señor Torres se prestan a erróneas aplicaciones, nocivas consecuencias, peligrosas tergiversaciones y actuaciones reñidas con las enseñanzas y métodos de la Iglesia Católica".
El 26 de agosto aparece el primer número de Frente Unido, periódico tabloide de Camilo, de ocho páginas, donde se anuncia que el movimiento que preside Camilo no se presentará a competir en las elecciones. El 8 de setiembre, el diario El Tiempo reproduce con gran satisfacción un mural donde se lee que "el padre Camilo Torres hablará el martes 7 de setiembre a las 6.30 p. m. en la sala de conferencias del Comité Central del Partido Comunista sobre «La plataforma del Frente Unidos y su posición ante el Partido Comunista». Entrada libre. Se invita a los trabajadores, estudiantes, intelectuales y demócratas en general". El mismo diario consigna eme cerca de mil personas asistieron esa tarde al acto, y que Camilo expresó que la plataforma del Frente Unido "plantea el establecimiento de un gobierno socialista", aunque "subrayó que no quería ser identificado con el Partido Comunista". Señaló que también expuso que "no vamos a llegar al poder por elecciones, porque éstas son para engañar ^ pueblo y el Parlamento es corrompido. Ellos dirán cómo nos quieren entregar, si por las buenas o por las malas. No proclamo la lucha armada, pero la burguesía debe indicarnos cuál vía es la que quiere, porque estamos decididos a tomar el poder. Por eso necesitamos una clase que siga al jefe que elija y que lo mate si éste lo traiciona".
Como la publicación "Frente Unido" seguía apareciendo bajo la dirección de Camilo, con notas de vehemente crítica social que no se detenían ni antes poderes tan sacrosantos como la oligarquía, el ejército o la Iglesia, y como además el propio Camilo producía chispas e incendios con sus discursos a lo ancho y a lo largo del país, la jerarquía eclesiástica decidió la última medida punitiva: el 23 de setiembre, por documento expedido por el cardenal primado Luis Concha, se hacía saber que "el señor Camilo Torres quedó dispensado de las obligaciones al estado sacerdotal, exceptuada la obligación del celibato", lo que, aunque "ciertamente no borra el carácter sacerdotal que es indeleble, implica que el señor Camilo Torres no podrá jamás volver a ejercer el ministerio sacerdotal". El documento agregaba un llamado de atención hacia "las actividades notoriamente reñidas con las enseñanzas de la Iglesia Católica en que se halla empeñado el señor Camilo Torres: incitaciones a la subversión del orden público que puede llegar hasta el empleo de la violencia, toma del poder (en forma ilegal, desde luego) pacífica si es posible o por la fuerza si llega a ser necesario emplearla para conseguir ese objetivo", por cuyo motivo "la autoridad eclesiástica salva su responsabilidad y hace saber a los católicos que ella categóricamente reprueba los procederes del señor Camilo Torres porque están opuestos a las doctrinas de la Iglesia Católica" 3.
Como si resultara una consecuencia del documento precedente, dos días después se tenía conocimiento de una escisión dentro del "Frente Unido del Pueblo", promovido por el sector democristiano en pugna con el sector comunista. El 2 de octubre, Pedro Acosta Borrero e Israel Arjona Esponda, que ocupaban posiciones directivas en el semanario, renunciaban a sus cargos de gerente y de editor del Frente Unido, y a partir de entonces se suceden las defecciones y renuncias. El 7 de octubre Camilo lanza todavía un mensaje a los campesinos, don expresa :
"Sabemos que la similitud del desembarco de los marines en Santo Domingo son los desembarcos del ejército colombiano, dirigidos por la misión militar norteamericana, en las «repúblicas independientes».
"Estos desembarcos continuarán. Ayer, en Río Chiquito, mañana, Sumapaz, pasado mañana el Ariari y los Llanos. El ejército empieza con la acción cívico-militar y acaba con los bombardeos, empieza sacando muelas y acaba metiendo balas. Los campesinos ya saben que los militares llevan una mano adelante con el pan, v otra atrás con el puñal. La «república dependiente» de Colombia seguirá obedeciendo a los norteamericanos para que destruya a sangre y fuego las otras repúblicas colombianas independientes. Así lo ha decretado la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Nuestros campesinos ya saben a qué atenerse. Ya saben para qué se tienen que preparar. Ellos no se lanzan a una aventura, pero no rehúyen la lucha."

• MUERTE EN LA SIERRA
Será uno de sus últimos documentos. A poco comenzará a retacear sus apariciones en público, y hacia fines de noviembre su desaparición total llamará la atención de los diarios de derecha no menos que de la policía. Se dice que ha viajado a Cuba, a la URSS, que está siguiendo cursos de adoctrinamiento guerrillero o que está entrenando personalmente a grupos de estudiantes que han ganado la sierra. El 30 de diciembre, El Tiempo "revela" que está en Praga, donde llegó cinco días antes procedente de la URSS, y que obtuvo la información de un radioaficionado que escuchó una intervención radial de Camilo a través de una emisora checoeslovaca. Pero no pasarán muchos días más sin que aparezca la verdad: el 8 de enero de 1966, en efecto, las redacciones de los diarios y agencias noticiosas de todo el país reciben un manifiesto firmado por Camilo y una fotografía, en la que éste aparece con uniforme del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y un fusil ametralladora en la mano. A su lado están Fabio Vásquez Castaño y Víctor Medina Morón, conocidos militantes del ELN, decididos partidarios del sector comunista pro-Pekín. En el documento Camilo expresa: "Yo me he incorporado a la lucha armada. Desde las montañas colombianas pienso seguir la lucha con las armas en la mano, hasta tomar el poder para el pueblo. Me he incorporado al Ejército de Liberación Nacional porque en él encontré los mismos ideales del Frente Unido. Encontré el deseo y la realización de una unidad por la base, de base campesina, sin diferencias religiosas ni de partidos tradicionales."
Tres días después se sabe que Camilo había estado en Barrancabermeja, puerto sobre el río Magdalena, la principal arteria fluvial colombiana y centro de explotación petrolera, en el departamento nordeste de Santander, zona en donde es frecuente la actividad guerrillera del ELN. Pero se le considera un rumor más, y hasta la fotografía difundida en las redacciones se la estima un truco publicitario de Camilo
Pero en la tarde del 17 de febrero de 1966 conmueven a Bogotá los primeros rumores de que Camilo ha muerto en combate con el ejército, el día siguiente, 18 todos los matutinos confirman la noticia procedente de fuente castrense, señalando que tres días antes el "padrecito revolucionario" ha caído empuñando una M-1. La fría información oficial consignaba:
"El comando de la V Brigada .informa a la ciudadanía que a raíz de una emboscada de un grupo armado de 25 hombres, que se produjo el martes 15 de febrero, contra una patrulla de esta entidad operativa en el sitio de Patio Cemento, en el corregimiento El Carmen, municipio de San Vicente, con resultados que oportunamente se dieron a conocimiento público, se procedió a la identificación de los cadáveres de los cinco sujetos muertos por la patrulla en la reacción inmediata del contacto, con los siguientes resultados, aún cuando falta confirmar definitivamente la de uno de ellos por el medio técnico de necrodactilia:
"Camilo Torres Restrepo, Aureliano Plata Espinosa, Salvador Afanador (a. Saúl) quien participó en el asalto a Simacota y autor material de la muerte del primer agente de la policía nacional; Paulino Rodríguez (a. Policarpo), quien participó activamente en el asalto a Simacota; N. N., sin identificar.
"Entre las armas recuperadas se halla un fusil modelo M-1 calibre 30, que portaba uno de los soldados que pereció a manos de los bandoleros en el asalto a Simacota, el 7 de enero de 1965. Dicho fusil, distinguido con los números 508855 fue hallado en manos de quien posteriormente se identificó como Camilo Torres Restrepo. con señales técnicamente comprobadas de haber sido disparado momentos antes de su captura.
"Los cadáveres de las personas enumeradas en la anterior, fueron sepultados en un sitio ubicado dentro del área general donde ocurrió el encuentro armado a que se ha hecho referencia " 4.
Junto con el conocimiento de disturbios estallados en todas partes del país, llegaba igualmente la información de que entre las ropas de los muertos fueron encontradas fichas metálicas con la inscripción "División Camilo Torres", copias de manifiestos del ELN y, en las de Camilo, la pipa que éste solía fumar desde su época de sacerdote. También se informaba al día siguiente que el cadáver de Camilo había sido enterrado en plena selva, en un sitio que se mantenía en el más absoluto secreto. El 20 de febrero, El Tiempo publicaba una versión de primera fuente acerca de cómo había muerto Camilo: en un sector montañoso y selvático habitado por colonos de antigua radicación que se dedican a los cultivos de cacao y café, en una zona quebrada y difícil de recorrer, está Patio Cemento, el único sitio plano, vestigio de un helipuerto abandonado. Allí, a pocos metros de distancia, entre un bosque protector de un cultivo de cacao, murieron los cinco miembros del ELN, a unos cinco metros de distancia de los cuatro soldados a los que habían atacado momentos antes. Camilo y sus compañeros habían divisado a la patrulla del ejército, que tenía que pasar por Patio Cemento para continuar su misión de reconocimiento, a la que atacaron al entrar ésta en el cacaotal, produciéndole cuatro muertos y tres heridos. Camilo y sus compañeros se acercaron a los caídos para despojarles de su armamento, cuando uno de los soldados, que se había fingido muerto, se levantó de improviso y disparó su metralleta contra el grupo que se acercaba confiado, cobrándose así las muertes de sus compañeros. Del grupo de 25 hombres que rodeaban a Camilo, salvo él y sus compañeros muertos huyó a la selva el resto. Los cadáveres fueron trasportados vía aérea hasta el corregimiento de El Carmen, donde fueron identificados dactiloscópicamente.
Así fue la vida y pasión y muerte de Camilo Torres, cuya misión de amor y paz no tuvo otro modo de manifestarse, en su corazón y en su mente, que con un fusil en la mano para terminar con la miseria y el dolor de los humildes de su patria. Quiso el bien de su prójimo, en forma pronta y eficiente, y no para un mañana hipotético que las condiciones del país y de Hispanoamérica hacen cada vez más improbable. Y no satisfecho con predicar la necesidad de la revolución, fue a hacerla a la sierra andina, sin que le detuviera el timor mortis conturbat me. Murió como había vivido, como sacerdote de una causa en la que creía profundamente, y de la que se ha convertido en mártir y en hito. Y murió de una muerte que él eligió consciente y mediadamente. La revolución que Hispanoamérica espera, tendrá en Camilo una de sus figuras señeras, con prescindencia de que se esté o no se esté de acuerdo con las vías' por él elegidas. Porque ya en Colombia, desde el mismo día de su muerte, figura como un héroe si no como un santo en el corazón de su pueblo.

-1 "El verdadero caso de Camilo Torres", editorial de El Tiempo, p. 4, Bogotá, 20 de febrero de 1966.
- 2 El Tiempo, p. 13, Bogotá, 25 de junio de 1965.
- 3 El Tiempo, p. 29, Bogotá, 24 de setiembre de 1965.
- 4 El Tiempo, p. 9, Bogotá, 18 de febrero de 1966.

POLITICA INTERNACIONAL
marzo de 1966

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