GETULIO VARGAS
EL HOMBRE DE HIERRO DEL BRASIL
ABANDONO LA VIDA PARA ENTRAR EN LA HISTORIA
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Getulio Vargas

RESEÑAR la vida política de Getulio Vargas sería apenas hacer el sumario de una historia llena de alternativas de perfil, diríamos, heroico. Pero el heroísmo de Getulio Vargas no se limita a la simple exposición de los actos heroicos, sino que entra en aquella definición de Carlyle, en que el héroe es eminentemente social, luz y guía para sus semejantes que lo reconocen el más auténtico, y le siguen no por imposición, no por engaños, sino por amor, admiración y reconocimiento.
El heroísmo dé Getulio Vargas reside, sin duda, en el sacerdocio de su política, que posiblemente no ha tenido en la intimidad de su corazón otra bandera ni otro color que no fueran el verde y el amarillo de la bandera de su patria.
No es posible repetir, con los biógrafos, que sus aspiraciones de ser ser militar han fracasado. En Vargas, "el gaucho riograndense", privó el temperamento militar que pudo haber faltado en algunas ocasiones a las propios generales de su ejército. Su padre había llegado a coronel, y él tan sólo podría resignarse a ser un buen abogado. No obstante, en 1923 organizó y mandó el séptimo cuerpo del ejército como teniente coronel de caballería, en un levantamiento militar de su Estado natal.
En el mismo año fué elegido para la legislatura federal y en 1925 nombrado ministro de hacienda durante el gobierno de Washington Luis, Había comenzado su trayectoria política.
Fué designado gobernador de Río Grande y derrotado en las elecciones presidenciales de 1930, pero ese mismo año surge el hombre de hierro: se erige en jefe de sus gauchos y marcha sobre Río de Janeiro. Sus aspiraciones se alejaban entonces de toda existente teoría política, presentando un programa unitario dispuesto a sacar partido de los resquemores que vibraban en varios estados contra la autonomía paulista.
Prestes le había ganado una batalla electoral, pero Vargas, a la cabeza de los descontentos, llegaba, después de breve lucha, a ocupar por la revolución la presidencia de la república.
Al tomar el poder revocó la Constitución de 1891 e hizo promulgar la ley orgánica que estuvo en vigor hasta 1934, y en 1937 promulgó la nueva Constitución del Estado Novo, cuya acción ha llegado hasta el año 1946.
Un año antes un movimiento revolucionario lo había alejado del poder, pero en 1951 retornaba al Palacio de Catete proclamado en las urnas por voluntad del pueblo.
Durante aquellos años del primer gobierno, la rectitud presidencial de Getulio Vargas dio origen a una serie de movimientos políticos tendientes a derrocarlo. Era la época anterior a la guerra de 1939. La política internacional, movida por diferentes intereses, encontraba en uno de los países más grandes dé América la abierta oposición de un hombre que no había logrado conquistar para sí las dádivas de ninguna fuerza extranjera. Quienes lo creían nazi-fascista erraron en su concepto. Quienes lo presentían comunista equivocaron su camino. Quienes lo tildaron de sometido al imperialismo se vieron defraudados. En su Constitución de 1937 aparece anticomunista y antidemagógico, pero es calificado de democrático autoritario. Vargas termina, por esa época, con la posición autónoma d3 los Estados, quemando en simbólico acto las banderas de los diecisiete estados brasileños, como indicación de que se establecía un Estado unitario.
Surge entonces el movimiento de los camisas verdes, dirigido por el líder integralista Plinio Salgado, quien en un movimiento nazi-fascista hace estallar contra Vargas la revolución de febrero de 1938.
Se dice en esa fecha que el movimiento carece de carácter extranjero, pero en sus filas dirigentes figuran no menos de siete funcionarios del Banco Germano. La intentona es frustrada y todos los diarios del mundo comentan la actuación que cupo a! entonces presidente brasileño y a su hija Alcira en la defensa a mano armada de la Casa de Gobierno. Termínalo el intento se lee en todos los idiomas el párrafo que define aj jefe gobernante. La declaración dice así: "Bandas armadas intentaron perturbar el orden del país. Les fué mal. Que el ejemplo sirva para desalentar de una vez a todos los sembradores de discordia. que pretendan destruir la paz de los hogares con la muerte, la angustia y el terror. En defensa del orden constituido y del bienestar del pueblo brasileño, todos los malos elementos siempre me encontrarán delante y serenamente firme y dispuesto, sin duda a morir, mas nunca a transigir o a retroceder."
Esto habría de ser suficiente para que quienes no se explicaban la posibilidad de gobernar un país latinoamericano con un puro sentido de nacionalidad, explicaran, en notas sorprendidas, un nuevo descubrimiento: "Si recientemente ha habido algunas dudas en lo que respecta a quién gobierna el Brasil —dijo el Washington Post"-, los acontecimientos parecen proporcionar la respuesta. El Presidente Vargas hizo frente al desafío con vigor. Causa sorpresa que el movimiento haya procedido del elemento del Brasil, cuya ideología se parece de manera más definida a la de Italia y Alemania. Esa circunstancia tiende a destruir en mayor grado la aseveración, ya descartada, de que el golpe de estado de Vargas, ocurrido en noviembre ele 1937, fué de naturaleza fascista. Aunque no se duda de que entonces se hizo dictador del Brasil, pero su dictadura es latinoamericana y no pertenece a la variedad totalitaria europea."
El mismísimo Assis de Chateaubriand está conforme con la acción del jefe del gobierno en cuanto se refiere al anti-nazismo. Luego cambiaría su opinión al comprobar que Vargas no toleraba a ningún precio la mutilación de la soberanía nacional.
Sin embargo, en los años de este su último gobierno, el hombre de hierro de Brasil se ve mezclado en gravísimos problemas de diferente índole. Aturdido por la acción constante de sus enemigos, que en otra época le habían apoyado. Se multiplica la fuerza de quienes lo combaten y vive en un permanente clima de desconfianza. Mantiene no obstante la firmeza de su temperamento y supera con su fuerza moral los incidentes mínimos a los que. sus opositores de dentro y de fuera magnifican, haciéndolo aparecer siempre, de uno u otro modo como el culpable indirecto de toda declinación política.
Se inicia la acción proselitista para las próximas elecciones y no buscan unos y otros opositores el subir dignamente al poder, sino que tratan de destruir en la conciencia popular el arraigo bien ganado por Vargas durante cuarenta y cinco años de acción honesta en la que los pequeños equívocos, los comunes errores, son de humana condición.
En el parlamento se le hacen diarias acusaciones. Se abren juicios sobre la entrega de capitales del Estado a la prensa oficialista. Se buscan relaciones entre Vargas y gobiernos extranjeros. Se le acusa de fomentar cuerpos policiales que asesinan a los periodistas. Se habla de que propone el salario medio para perjudicar a los que esperan el salario mínimo. Y por fin, cae en la sucesión de incidentes de toda especie: un oficial de la aeronáutica que muere en un atentado al peligroso periodista Carlos Lacerda.
Los acontecimientos se mueven en sentido favorable a los opositores, quienes aprovechan en todos los modos posibles un error inconcebible. Cercado por el fuego, el gaucho riograndense que había primero aprendido a andar a caballo y a manejar las armas que a leer y escribir, no renuncia a su puesto, que no es un puesto de combate, que no es un lugar de lucha en la trinchera, porque es el sacerdocio de su gobierno para los humildes. Recuerda seguramente aquellas palabras de 1938 y se repite para sí mismo como lo hizo siempre: "Me encontrarán delante y serenamente firme. Dispuesto sin duda, a morir, mas nunca a transigir o retroceder."
Y lo dice en su carta testamento: "El odio, la infamia, la calumnia, no doblegaron mi ánimo. Os di mi vida, y ahora ofrezco mi muerte. Nada temo. Serenamente doy el primer paso en el camino de la eternidad, y abandono la vida para entrar en la historia."
Sus propios enemigos, sus infieles, lo admiran con la misma admiración con que se sorprendieron de aquella acción de 1938 contra Plinio Salgado, cuando defendió cuerpo a tierra y arma al brazo, desde los jardines, el palacio de su gobierno. Sus propios enemigos, sus infieles, meditan en la hora amarga del enemigo que no fué vencido, repitiendo quedamente, casi en silencio, el remedo final de su frase postrera: "Abandonó la vida para entrar en la historia".
Esto, que puede ser el prólogo de la biografía del gobernante, se transforma ante la presencia del suicida en un maravilloso ejemplo. Ejemplo del precio con que los héroes, al definido estilo de Carlyle, pagan la afrenta a los secuaces del capitalismo, del comunismo y de los mil y un "ismos" con que trabajan en la sombra los enemigos el pueblo. De ese Pueblo que, cuando se escribió con mayúscula, supo salir a la calle, en cualquier ciudad del mundo, para concretar en definidas expresiones la autenticidad de su valentía.
Esas palabras con que el hombre que entra en la historia arenga a los humildes. Esas palabras que en la ralle son el rumor —el maldito rumor— que pretende quitar a la verdad que dice un corazón que únicamente ha de doblegarse con el plomo de su propia impotencia. Se dijo que esa carta póstuma era apócrifa, se corrieron versiones, se dijeron mentiras, se esgrimió como un arma la maledicencia, la voz de ese pecho partido en la traición del duende que merodea los palacios en busca del mercader que los adquiera para difundirlos, al más bajo precio y al más alto menoscabo de la soberanía de las naciones, que es, tan sólo, la soberanía de los los pueblos, único rey que gobierna la justicia.
Esta carta de Vargas, la misiva del gaucho que se mata, es el mensaje entero de un espíritu que no pudo sobreponerse a los embates que durante cuarenta y cinco años de lucha justiciera le harían los de dentro empujados por los de fuera. Esta carta que así dice:
"Una vez más la fuerza y el interés opuestos al pueblo se han asociado últimamente y se han arrojado sobre mí. No se me acusa, se me insulta, se me desconoce, se me calumnia y no se me acuerda el derecho de defenderme. Quieren hacer callar mi voz e impedirme actuar para defenderme como yo siempre he defendido al pueblo y a los humildes. Sigo el destino que se me impone.
"Desde que comenzó la dominación de los grupos económicos y financieros internacionales me hice jefe de una revolución y he vencido. Inicié un trabajo de liberación e instauré un régimen de libertad social. He debido renunciar. Había vuelto al gobierno traído en los brazos del pueblo. A la campaña realizada en el secreto por los grupos internacionales vino a agregarse la de los grupos nacionales alzados contra un régimen que da garantías a los trabajadores.
"Una ley sobre las ganancias ilícitas fué detenida en el Congreso. Mientras yo preconizaba la justicia de una revisión del salario, se desataron contra mí los odios. Quise lograr la libertad nacional desarrollando nuestras riquezas con ayuda de las "Petrobras" (Compañía Nacional del Petróleo), y cuando recién comienza a actuar, la ola de agitación aumenta. "Electrobras" (Compañía del Estado para el desarrollo de la energía eléctrica) encontró tantos obstáculos, que ya no hay esperanzas de realizarla. No se quiere que el obrero sea libre. No se quiere que el pueblo sea independiente.
"Asumí el poder en una emergencia inflacionista que destruye el valor del trabajo. Los beneficios de las compañías extranjeras alcanzan si 500 por ciento por año. En la declaración de los valores de las mercaderías importadas hay fraudes calculados en más de cien millones de dólares por año. Sobrevino la crisis del café. Entonces mantuvimos el valor de nuestro principal producto e intentamos defender su costo. La respuesta fué violenta y la presión sobre nuestra economía fué tal, que nos vimos obligados a ceder.
"Estuve mes tras mes, día tras día, hora tras hora, resistiendo a la agresión constante, incesante, soportando todo en silencio, olvidando todo, renunciando a mí mismo para defender al pueblo, que está ahora desamparado. Ya no pinedo dar nada, sino mi sangre. Si los buitres quieren la sangre de alguien, si quieren continuar explotando al pueblo brasileño, ofrezco en holocausto mi vida.
"He elegido este medio de estar siempre con vosotros. Cuando os humillen, sentiréis mi alma sufriente a vuestro lado. Cuando el hambre golpee a vuestras puertas, sentiréis en vuestros pechos energía para la lucha, por vosotros y por vuestros hijos. Cuando os vilipendien, surgirá con mi recuerdo la fuerza para reaccionar. Mi sacrificio os mantendrá unidos y mi nombre será la bandera de vuestra lucha. Cada gota de mi sangre será la llama inmortal en vuestras conciencias y mantendrá esa vibración sagrada la resistencia.
"Al odio respondo con mi perdón. A quienes creen haberme derrotado, yo les respondo con mi victoria. Yo era esclavo del pueblo. Hoy me libero para la vida eterna. Pero este pueblo del que soy esclavo no será ya el esclavo de nadie. Mi sacrificio estará siempre en su alma y mi sangre será el precio de su rescate. Luchaba contra la explotación del Brasil, luchaba por el pueblo, luchaba a pecho descubierto. El odio, las infamias no me han derrotado. Os he dado mi vida, ahora os ofrezco mi muerte. No temo nada. Sereno, doy el primer paso en el camino de la eternidad para entrar en la historia." Esta carta es la que puede entender de un solo modo el Pueblo Argentino, ese que salló a la calle en Octubre, y se manifestó en aquellas urnas de Febrero. Ese que había sufrido las traiciones y el menoscabo. Ese que escuchó sin oírlas las palabras ingratas del rumor interesado. Ese mismo Pueblo que sabe hasta dónde es verdadera y no falsa la carta del hermano suicida. Del que falta en última instancia a las leyes da Dios para salvar las leyes de bs hombres, para exaltar con su pecado el bien humano del trabajo.
El bien humano del trabajo que vimos desaparecer de los cafetales brasileños y vimos instalarse en los
trigales argentinos.

***
Los que hace poco estuvimos tan cerca del Brasil como los periodistas que allí hicimos un alto en el camino de la prensa, sabemos algo de la historia de los últimos años del varguismo. Hemos visto de cerca el proceso de la "Petrobras" y de la "Electrobras". Hemos asistido a la "pintoresca" miseria de favelas, a la falta de agua, a la falta de pan. Al fracaso de los sindicatos y a la imposibilidad de dictar leyes de trabajo. A la falta de escuelas y al fomento der analfabetismo. De ese analfabetismo dirigido por los dueños del oro, por los contrabandistas del petróleo, por los esclavizadores del trabajo.
Los que hemos visto de cerca -y lo hemos visto trabajando— ese proceso multicelular de la "prensa libre". Esa misma prensa que con su fraguada libertad, con su independencia dirigida por el oro extranjero, lo hizo víctima de toda calumnia, nosotros podemos asegurar la verdad de la realidad argentina. Estamos en condicionas de afirmar cuál es el triunfo de nuestro pueblo sobre las aspiraciones traicioneras del explotador, y queremos —Dios sea loado— que el odio v las infamias que partieron ese corazón hermano de América Latina sirvan apenas para unir las caravanas de trabajadores Las caravanas de los humildes del Pueblo Brasileño
Aquí, en la Nueva Argentina, nuestro brazo está al lado del brazo del primer trabajador. Es el brazo tranquilo del laborioso y feliz ciudadano del trabajo.

Revista PBT
03.09.1954

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"...siempre me encontrarán delante y serenamente firme. Dispuesto sin duda a morir, mas nunca a transigir o retroceder", expresado en 1938
Getulio Vargas
El pueblo hermano de Brasil habrá de darnos una respuesta: "Pero este pueblo del que soy esclavo no será ya esclavo de nadie. Mi sacrificio estará siempre en su alma y mi sangre será el precio de su rescate"

Getulio Vargas
Siendo senador en 1950, durante la campaña electoral que lo llevó a su último gobierno de coalición Travalhista Social Progresista. "Asumí el poder en una emergencia inflacionista que destruye el valor del trabajo" explica.

Getulio Vargas
En 1943 era todavía el hombre confiado en su propia fuerza. Sin embargo. ya por entonces había "comenzado la dominación de los grupos económicos y financieros internacionales". Como expresa el texto de su nota póstuma.

Getulio Vargas

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