Lo que ocurrirá cuando el pequeño Gulliver se deposite sobre Marte
   

La Administración para la Aeronáutica y el Espacio de los Estados Unidos (NASA) está dispuesta a lanzar, en este decenio, lo que se llama el proyecto Gulliver, destinado a comprobar la existencia de vida en el planeta Marte.
Marte posee, según las observaciones más actualizadas: una superficie bastante lisa, libre de montañas; grandes áreas poco coloreadas, que se han denominado desiertos, y otra de intrigante color rojo; regiones polares, probablemente con hielo, que cambian con las estaciones: áreas más oscuras, como bandas grises o verdes, que avanzan periódicamente desde los polos; los discutidos canales y los lagos; cambios cíclicos de color en ciertas zonas, del verde-gris al marrón grisáceo, lo que sugiere vegetación; evidencia espectrográfica de la existencia de moléculas con enlace carbono-hidrógeno (características de los organismos vivos); y temperaturas que van de 70 grados bajo cero en los polos, a 20 sobre cero en el Ecuador. La atmósfera marciana presenta: una presión doce veces menor que en la Tierra; formaciones de nubes (algunas que parecen formadas por partículas de hielo; otras azules, que podrían ser de dióxido de carbono, o simplemente humo; otras amarillas, interpretadas como tormentas de polvo provocadas por fortísimos vientos); concentración de dióxido de carbono en doble cantidad que en la atmósfera terrestre; pequeña o ninguna cantidad de humedad; pequeña o ninguna concentración de oxígeno.
Las investigaciones en cuanto a la existencia de vida se harán partiendo de la suposición de seres básicamente constituidos, en el sentido químico, como los terráqueos (parece más sensato que ponerse a imaginar otro tipo de ser). Muchos organismos sobreviven en la Tierra en condiciones peores que las de Marte, y algunos, como los Clostridia, crecen y se desarrollan en atmósferas que simulan las marcianas. La primera determinación se referirá a la presencia de microorganismos, pues éstos son siempre un paso previo a los macroorganismos; los primeros pueden existir sin los segundos, pero no al contrario.
Debido a los enormes impulsos necesarios para lanzar un proyectil hacia Marte, la NASA entendió que el aparato debía tener poco peso y consumir escasa energía. Cada dos años, Marte y la Tierra se encuentran a la menor distancia; el viaje insumirá 220 a 250 días, pero el período de observación será sólo de 24 horas. Más importante que los problemas suscitados por las altas temperaturas del trayecto, las radiaciones cósmicas, el vacío y la llegada al planeta, es el planteado por la esterilización de la cápsula. Si ésta no se halla bien esterilizada al salir de la Tierra, podría incurrir en el error de detectar organismos terrestres, o bien —lo que se considera aún más peligroso— en el riesgo de alterar totalmente el equilibrio biológico de Marte por introducción de especies propias de la Tierra. Actualmente se considera que todo el equipo deberá ser calentado a 135 grados centígrados, durante 26 horas, en un ambiente de óxido de etileno, para evitar tales contingencias.
La técnica de detección elegida por la NASA es la de radioisótopos. Fundamentalmente, este proceso detecta la evolución de los gases radiactivos, que son los productos finales de los sustratos metabolizados por los posibles microorganismos. En otras palabras, Gulliver llevaría alimento apropiado para microorganismos que posean carbono radiactivo. Este alimento sería expuesto a la contaminación, y si los dispositivos registraran evolución de gases con carbono radiactivo, se comprobarían signos de vida similar a la terrestre.
El Gulliver actual —susceptible todavía de muchas modificaciones— pesa unos 800 gramos y necesita 2 vatios durante algunos minutos, los que luego descienden al índice de 0,2. Gulliver viajará en una cápsula de la que será arrojado sobre Marte, al que descenderá mediante paracaídas. Automáticamente, al tocar la superficie del planeta, se romperán las cápsulas con el alimento preparado, unos tentáculos sacarán muestras de terreno marciano y cada 15 minutos se medirá la cantidad de anhídrido carbónico formado y se transmitirán los datos a la Tierra, por radio. También se han previsto los procesos necesarios para que las cápsulas con el alimento se mantengan a una temperatura lo más uniforme posible y siempre por encima del cero grado. Lo fundamental, piensan los científicos, no es tanto la concepción del instrumental requerido (que la técnica está en condiciones de proveer), sino la determinación, que ha de ser lo más exacta posible, del lugar de Marte donde Gulliver ha de descender.
2 de julio da 1963.
PRIMERA PLANA

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