Periodismo
Una mujer al frente del Washington Post
Katharine Meyer
Hace dos semanas, la señora Katharine Meyer de Graham, de 45 años, fue elegida presidenta de una de las más poderosas empresas periodísticas de Estados Unidos: la Washington Post Corporation. Sucede en ese cargo a su marido, Philip Leslie Graham, que se quitó la vida a principios de agosto pasado, luego de un intenso periodo de depresión nerviosa.
La designación de la viuda de Graham, decidida en una reunión de directorio, responde a uno de los deseos expuestos por su esposo en su testamento y significa la continuación, al frente de la compañía, de la familia de su fundador, Eugene Meyer, padre de la nueva presidenta. Entraña, al mismo tiempo, una tarea de evidentes riesgos.
La empresa posee, actualmente, el matutino The Washington Post —con una circulación calculada en casi medio millón de ejemplares—, las revistas Newsweek, Art News y Portfolio, una radio, dos canales de televisión y una agencia de noticias. Puede afirmarse que este poderío se debe a la inteligencia y al empuje de Graham, a su dedicación incesante.
Curiosamente, Graham no había escrito una sola línea para el periodismo cuando en 1946 fue nombrado editor del Washington Post. Nacido en 1915, en Terry, estado de Dakota del Sur, estudiante secundario en Florida y abogado recibido en Harvard, fue secretario de juzgado y se casó, en 1940, con Katharine Meyer. Durante la guerra, sirvió en el ejército y recibió la Legión del Mérito.

Un hombre con visión
En 1946, el Post se hallaba en una difícil situación financiera: su rival, The Washington Times-Herald, gozaba en cambio de una sólida prosperidad. Meyer y su yerno trataron de adquirirlo en 1949, al morir el dueño; sólo pudieron hacerlo en 1954: pagaron 10.300.000 dólares, lo fusionaron con el Post y lograron, así, el control matutino.
Graham prosiguió su exitosa campaña: fortificó a la empresa financieramente, luchó por una mayor calidad del diario (los redactores del Post figuran entre los mejor pagados de Estados Unidos) y obtuvo un nuevo triunfo en 1961, al comprar la mayoría accionaria de Newsweek en 8.985.000 dólares. El año pasado, en combinación con Los Angeles Times, organizó una agencia de noticias y, en un corto lapso, transformó en lucrativas a las estaciones de radio y TV de la compañía.
Pero Graham hizo más que llevar al primer plano las publicaciones de la corporación que presidía. La vida política y diplomática, el mundo del arte, conocieron su actividad dinámica y su interés por todo lo que contribuyera al progreso y desarrollo del mundo en que vivía. Quizá por eso, un amigo suyo, al enterarse de su muerte, comentó: "Todos nosotros lo extrañaremos grandemente". Él amigo era el presidente Kennedy.
8 de octubre de 1963
PRIMERA PLANA
 

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