Nueva tragedia para Judy Garland
Otro drama se cierne sobre la vida de la gran actriz norteamericana: una nueva y fuerte crisis nerviosa la envolvió hace pocos días al enterarse de que la habían despedido de la filmación de "Valle de muñecas"
Judy Garland
Judy Garland acaba de ser internada en una clínica, presa de una fuerte crisis nerviosa". El rumor, no confirmado pero tampoco difícil de creer, circuló a poco de saberse que la habían despedido —literalmente— de la filmación de "Valle de muñecas", y que su lugar lo ocuparía Susan Hayward. Esto sucedió hace pocos días, pero podría haber llevado cualquier fecha de los últimos veinte años. Y en el fondo, no es más que un episodio, tal vez no el último, de uno de los más lacerantes dramas de toda la historia del mundo del espectáculo.
Drama que empezó muy, pero muy atrás. Y esto no es sicoanálisis, sino historia documentada. Porque Judy Garland, o Francés Gumm —tal era su nombre— nacida el 10 de junio de 1922, ya a los tres años cantaba junto a sus hermanas, las "Gumm Sisters", en teatros de ínfima categoría del oeste norteamericano. La suya era una familia de artistas de vaudeville, de regulares para abajo, que saltaban de escenario en escenario y de pueblo en pueblo. No es aventurado entonces decir que a los 3 años terminó la niñez de Judy. Recién empieza a abrir los ojos al mundo, y ya lo encuentra lleno de obligaciones. Aunque sea la de cantar.
En 1934 llega el clásico "descubrimiento casual": Lew Brown, vinculado al cine, la oye cantar, la halla simpática, y decide que su lugar está junto a los adolescentes
de moda: Mickey Rooney, Deanna Durbin, Shirley Temple... Es decir, en la Metro.
Y aquí empiezan las dos vidas de Judy Garland: Una es la artista, que va de triunfo en triunfo hasta llegar a estrella y aun a la categoría de mito; la otra, la que nos interesa ahora, es una mujer atormentada, que parece condenada a no conocer jamás el sosiego emocional ni la estabilidad afectiva.
Una siquiatra, uno de los tantos que habrían de atenderla, dirá años más tarde: "Siempre estuvo sometida a extraordinarias presiones, y nadie le dio una válvula de escape".
Presiones de toda índole. Su madre, a poco de enviudar, había vuelto a casarse con un tal William Gilmore, a quien Judy detestaba de alma. Desde ese día las relaciones entre madre e hija, que nunca fueron cordiales, empeoraron. Más que nunca buscó refugio abrumándose de trabajo: filmaciones, clases de canto, baile, arte dramático, peluqueros, modistas, fotógrafos, periodistas... Ni una sola distracción; a los 18 años Judy no conocía de la vida nada más que Hollywood.
Y Hollywood le da su golpe de gracia. Por su tendencia a engordar se le impuso un régimen cada vez más severo, hasta llegar a una sola comida diaria; el resto del día lo pasaba a café y, más adelante, cigarrillos. Café y cigarrillos le producen insomnio; contra el insomnio recurre a las píldoras; éstas pierden eficacia con el tiempo, y hay que aumentar la dosis. El cerco se cierra sobre su sistema nervioso, que a los veinte años es ya un manojo de cables de alta tensión.
A los 19 años se casa con el músico David Rose. Quizá esperaba encontrar ahí la "válvula de escape", pero no fue así. David le resultó tan dominante y exigente
como aquellos de quienes buscaba huir y la vida conyugal fue una borrasca continua que duró cuatro años.
En 1944 filma "Meet me in St. Louis". Su director, Vincent Minelli, es tan explosivo e irascible como ella, lo que no impide que se enamoren el uno del otro. Al pedir el divorcio Judy dice a Rose: "Ya ves, no sirvo para esposa"; pero a la semana de dictada la sentencia, ya estaba casada con Minelli.

CARRERA HACIA EL SUICIDIO
Al año nace Liza Minelli, hoy célebre por derecho propio. El embarazo actúa como sedante para Judy, pero después los nervios vuelven a dominarla. Y encima de los nervios, el alcohol. Ataques de histeria, destrozos, peleas con cualquiera y por cualquier motivo, eran cosa de todos los días. De las llegadas tarde y ausencias cada vez más frecuentes, pasó al pecado más grave de Hollywood: en mitad de camino abandona dos películas, "The Barkleys of Broadway" y "Annie get your gun". Meyer la suspende, pero luego la envía a una clínica de Boston por cuenta de la empresa. Al mes está de vuelta; empieza a filmar "Royal Wedding". . . y diez días después deja todo plantado.
Nueva suspensión, esta vez con el agravante de que inmediatamente es sustituida por Jane Powell. Al otro día la noticia sale a toda página: Judy Garland intenta suicidarse.
Un año atrás había comenzado los trámites del divorcio. "Está arruinando su carrera y la mía" —decía Minelli. En pocas semanas, Judy se encuentra sin trabajo, sin dinero y sin hogar; con un juicio por alimentos iniciado por su madre, y con un prontuario por escándalo, por una ruidosa pelea que causó en un night club. El resultado es previsible: por enésima vez, ingresa en una clínica siquiátrica.
Después toma a su hija y se muda a Nueva York, donde vive como puede. No tiene un centavo, pero le sobran amigos. Uno de ellos le presenta a Sid Luft, productor y ex piloto de pruebas, a quien hace esta confesión: "No me gusta el cine. Lo que me gusta es cantar". Luft mueve influencias y, al lograr su primera presentación en el "Palladium" de Londres, da un vuelco trascendental en la vida artística de Judy. Desde ese día, su sola aparición en un escenario conmueve. El público no la olvida. Los aplausos estallan. Es la recompensa.
Naturalmente, Sid Luft se convierte en su tercer esposo, y de él tiene dos hijos, Lorna y Joey. Pero las cosas no mejoran. Para colmo, le llueven disgustos: la actriz Lynn Bari, ex esposa de Luft, lo demanda por alimentos; le embargan el piano por falta de pago. En enero de 1953 muere la madre de Judy. Esto provoca en la actriz un sentimiento de culpa, y los diarios vuelven a dar una noticia ya repetida: "Judy Garland, otra vez en el hospital". Dos años de intenso tratamiento sólo consiguieron una recuperación parcial.
Luft intenta entonces devolverla al cine, y produce para ella el film "Nace una estrella". Para Judy, la película significó la candidatura al Oscar; para Luft, la ruina económica. De ahí en adelante, entre Judy y Sid hay una guerra continua, matizada por dos demandas de divorcio desistidas, otras dos tentativas de suicidio y una media docena de hospitalizaciones. Y el divorcio llega en mayo de 1965.

JUDY PIERDE EL OMNIBUS
Un año atrás, al regreso de una gira por Australia, donde por primera vez en su vida es abucheada (en Melbourne hizo esperar al público casi dos horas), es internada en Hong Kong en estado de coma.
Durante su viaje la había acompañado un actor casi desconocido, Mark Herrón, quien pasa a ser su cuarto marido el 19 de setiembre de 1965... Y antes del año ya estaban separados. El día de la boda ella había dicho: "Si este matrimonio llega a fracasar, habré perdido el ómnibus para siempre". ..
Para siempre. Es muy dura la expresión. A los 45 años, ninguna mujer puede considerarse fracasada. Sólo que, cuando de esos 45 hay por lo menos 25 de sufrimiento intenso y continuo, físico y moral se requieren fuerzas sobrehumanas para levantarse y —otra vez más— recomenzar de cero. Si tiene Judy Garland todavía reservas como para un esfuerzo semejante, es cosa que ni ella misma podría decir. Pero el tiempo, sí.
Revista Siete Días Ilustrados
13.06.1967
Judy Garland

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