EL MISTERIOSO CASO DEBRAY

Este es el primer informe de nuestros enviados especiales a Bolivia, Carlos Borro y el fotógrafo Pablo Alonso, que aún permanecen en los escenarios de la acción. Allí entrevistaron a la madre de Regis Debray, conversaron con el General René Barrientos y dialogaron con los líderes de la oposición
Regis Debray
"Nuestro hijo fue arrojado a las arenas del nuevo circo. Cada minuto que transcurre es un goce para mí: prueba la sangre cristiana de los Debray". Es el texto del telegrama que George Debray (jurista, militante católico, padre del marxista Regis Debray) envió a su esposa, en Bolivia. Para ella, Janne Alexandre de Debray, "la nuestra es una familia tradicional, que dio a Francia gran cantidad de científicos y hombres probos". También políticos: desde hace veinte años ella ocupa la vicepresidencia del Consejo Municipal de París, en representación de un partido de centro derecha. Pablo VI y Charles De Gaulle parecen aceptarlo. Al menos, han solicitado un juicio imparcial para Regis Debray.
René Barrientos, presidente de Bolivia, debe responder hoy a todos estos frentes: la familia tradicional, Pablo VI, De Gaulle y, además, reprimir el movimiento insurgente. Pero las primeras escaramuzas han puesto al descubierto al contrincante y le han dado ya los primeros aliados: Estados Unidos envió tropas antiguerrilleras y Venezuela solicita a la OEA acciones contra Cuba.

LA VIGILIA DE DOS MUJERES
Alojada en una suite del Hotel Copacabana, de la ciudad de La Paz, con su dama de compañía, madame Debray necesita pocas palabras para caracterizar a Regis: "De chico era muy reservado, introvertido. Le costaba mucho jugar con los otros chicos. En cambio leía mucho". Una noche de invierno entró en su pieza, y lo encontró durmiendo en el suelo. "No te asustes, mamá. Es mi forma —la única a mano, por el momento—, de solidarizarme con el pueblo argelino, que lucha por su libertad, y por todos los que sufren en este mundo. Sin distinciones", fue su explicación. Era en el invierno de 1958. Acababa de cumplir 17 años.
"Así era él —continúa madame Debray—. Un metro sesenta y seis, cuerpo
delgado, dueño de una úlcera estomacal y una inteligencia brillante. Había elegido el camino más duro para él: responder con el físico a los dictados de su inteligencia. Esto es ser católico, y no me importa que hoy sea marxista. Nunca murió en él la fe. Por eso no se afilió al comunismo francés. Hasta lo combatió". Los sentimientos de madame no entran en el juego político: "Él debe simpatizar con las guerrillas, fiel a su pensamiento, pero estoy segura que no combatió. Quizás su sensibilidad y su tarea periodística —era corresponsal de la revista "Los Tiempos Modernos", dirigida por Jean Paul Sartre—, se mezclaron. Dicen que aportó medicinas y alimentos al movimiento guerrillero; si lo hizo, fue fiel a sí mismo". Madame Debray es anti degaullista. Lo considera de izquierda.
A pocas cuadras del Copacabana, otra mujer espera. Es Mireya Echazu de Peredo (30 años, siete de casada, madre de tres hijos), esposa de Roberto Peredo (20), comandante de los guerrilleros bolivianos. "Hasta el 18 de enero —dice a SIETE DIAS ILUSTRADOS— trabajó de taxista en La Paz; desde entonces, sólo me enteré de su paradero por una carta que escribió en febrero y las posteriores noticias oficiales. 'Mamá, ¿papá es el presidente de los guerrilleros?', me pregunta diariamente Roberto, nuestro hijo mayor (5 años). Por ahora no tiene respuesta". Para Antonio Peredo (31), hermano del insurrecto, las cosas fueron siempre claras: "Cuando nuestra madre amenazaba con pegarle, él contraatacaba afirmando que si lo hacía, se tiraba por el balcón. De esto no dudaban ni él ni mamá. Nunca le pegaron".

LOS SENTIMIENTOS Y LA POLITICA
La política en Bolivia tiene tres niveles: Regis Debray, las guerrillas y los planes del gobierno. En los hechos, éste perdió la delantera y sólo la retoma cuando sus actos sirven a la oposición para adecuar su estrategia. El presidente Barrientos lo sabía cuando el viernes 19 de mayo, por la tarde, le comunicó a Héctor Mejía, su director de Informaciones: "No quiero saber de ninguna entrevista con periodistas. No podemos seguir publicitando a ese señor (por Debray) ni a los guerrilleros".
Al día siguiente, a las ocho, se realizó una conferencia de prensa, y se produjo lo que el presidente temía; la oposición centró el fuego en dos respuestas suyas:
•"Todos los capturados están vivos y han sido bien tratados.
•Hay grupos familiares de los muertos por estos señores que se han organizado para buscarlos. Si nosotros les damos el paradero, les puedo asegurar que en cinco minutos serian linchados. Debemos cuidar de los prisioneros".
Para analizar esto se detuvieron con el enviado de SIETE DIAS ILUSTRADOS, Héctor Borda Leaño (diputado por Oruro de la Falange Socialista Boliviana, Comunidad Cristiana), y Gonzalo López Muñiz (político independiente, director de Informaciones hasta febrero último, amigo personal de Barrientos), corresponsal del semanario "Visión" e invitado de la embajada de USA a recorrer, por segunda vez, ese país. Algunas de sus conclusiones:
• Debray puede estar vivo, como lo afirma el presidente (Esto se confirma con las declaraciones que el subteniente Domingo Guzmán, que fue quien lo detuvo en Muyupampa, hizo a SIETE DIAS ILUSTRADOS: "Estoy arrepentido de no haberlo matado en el momento. Después lo llevé a Santa Cruz de la Sierra y no lo vi más".
• Es en Santa Cruz de la Sierra donde está instalado el campamento de los boinas verdes (tropas antiguerrilleras del ejército de Estados Unidos), según el convenio de asistencia militar entre Bolivia y USA. Allí también tienen su asiento los agentes de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA). En su pista opera un transporte Hércules C-130, que en vuelo directo de ocho horas puede aterrizar en la Escuela de las Américas, en Panamá (Centro de Entrenamiento Antiguerrillero del ejército de USA). Es un lugar ideal, por sus condiciones de seguridad, para interrogar a Debray.
Para Borda Leaño, estos hechos merecen una explicación política: "La CIA está en conocimiento —explica— de que Debray es íntimo amigo del "Che" Guevara, su continuador ideológico y conocedor de su paradero. Su libro, "La revolución en la revolución", está fichado junto a los escritos por el "Che" en la Biblioteca de las Américas, y es el último tema de estudio en el centro antiguerrillero. Esto explica el valor continental de Debray".
También López Muñiz tiene datos para aportar: "En agosto de 1966 vino a La Paz Yo mismo entregué el salvoconducto para recorrer el país. Las autoridades bolivianas, que muchas veces rivalizan con el CIA por meros problemas de orgullo, no valoraron el peligro de la presencia de Debray en el país. Esta inseguridad de las autoridades locales y el valor estratégico del brazo derecho del "Che", determinaron su arresto en Panamá. La CIA no tenía otro medio mejor para defender al continente".
¿Qué pretende la CIA con todo esto? Para el católico Borda Leaño, dos cosas importantes: "Lograr que Debray delate el paradero del "Che". En caso contrario, que explique cómo maneja Fidel Castro la insurrección continental. Además, que acompañe sus declaraciones con un arrepentimiento público. Esto desmoralizaría a las izquierdas tradicionales, acentuaría sus divergencias con los insurrectos y, de paso, aportaría pruebas concretas para acusar al castrismo. Esto es de gran valor publicitario para crear el clima favorable a una acción colectiva contra Cuba comunista".
Conociendo la personalidad de Debray, los entrevistados consideran fácil descartar este proceso. ¿Pero cuál es, a partir de este episodio, la situación interna de la política boliviana? Manuel García Ponce, diputado de la Comunidad Cristiana, tiene su versión: "El problema guerrillero no se circunscribe a la zona selvática y despoblada de Camiri; éste es un reducto militar, Para que tenga repercusión política debe perdurar: mantenerse es ganar. El eco político lo buscan en Oruro, Sucre y Potosí, centros mineros controlados por la oposición, y que nuclean a 12.000 trabajadores armados y organizados en sindicatos políticos. El clima es propicio por las rebajas de salarios que les impuso el gobierno, y los 400 muertos que ocasionó entre las filas sindicales el bombardeo de las fuerzas gubernamentales, en 1965. De allí surge la estrategia: permanecer para surgir en las ciudades. Descomponer los frentes y pasar a la guerra civil. Con esto se logra el objetivo político: reunir a los partidos de la oposición en torno al movimiento guerrillero, y tomar luego el poder".
Ante este estado de cosas, que sin duda interesa a la Argentina, SIETE DIAS ILUSTRADOS consultó al general Julio Alsogaray sobre la posibilidad de que nuestro país insistiera en la creación de una Fuerza Interamericana de Paz (FIP). Su respuesta fue tajante: "La República Argentina nunca ha propuesto organizar la FIP, ni lo hará ahora. Lo que se propuso, y se reiterará cuantas veces sea necesario, es robustecer los organismos en lo que hace a la seguridad y la defensa, haciéndolos más eficaces y ejecutivos".
Consultado además, sobre la posición del arma frente a la futura Conferencia de Comandantes de Ejércitos Americanos, respondió: "Faltan varios meses para la reunión de la conferencia. La situación puede evolucionar. Por ahora la posición no puede ser otra que la ya adaptada durante la última de comandantes y las siguientes de Buenos Aires y Punta del Este".
Volviendo a Bolivia, ¿cuál sería la solución para Barrientos y la CIA? Es el post conciliar Borda quien contesta: "La CIA, por razones de seguridad continental, no va a dejar en libertad a Debray ni lo someterá a juicio en Bolivia. Se sabe que Debray va a hacer una defensa política de su situación, similar a la que realizó Fidel Castro cuando intentó ser juzgado por Batista, en 1954. Esto significa publicitar sus ideas a través de la prensa. Una censura continental no da seguridades, y el precio político es muy alto: el desprestigio total. La única seguridad sería la pena de muerte".
"Pero en Bolivia la pena de muerte está abolida por la Constitución —acota López Muñiz—; la solución para ellos sería un juicio secreto. Nadie sabe si se juzga a un vivo o a un muerto". Bordas disiente: para él, esta solución no es política. "Una ejecución secreta sería tipificada como criminal, y el juicio no la disimula en la medida de lo necesario". Según Muñiz, existe otra inquietante posibilidad: "El día del juicio, o durante sus distintas etapas, el pariente de algún hombre muerto por los guerrilleros disparará su pistola contra Regis Debray".
Mientras tanto, carteles impresos y firmados por los deudos de los muertos, empapelan las paredes de La Paz, pidiendo la ejecución del intruso.
Revista Siete Días Ilustrados
13.06.1967

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