Telecataplúm
Los iracundos del humor

Son uruguayos que emularon a Sánchez y Quiroga triunfando en Buenos Aires. Cobran cuatro veces por mes pero el precio es caro: ensayan sin cesar y los televidentes los conocen mucho mejor que sus propias familias. El secreto de su éxito está en una corrosiva crítica de costumbres, el nivel general de la troupe y una inagotable serie de gags.
Telecataplúm
-¡Cataplum! —gritó por el tubo telefónico el lobizón Jorge Scheck un caluroso día de 1961 en Montevideo. Excitado, su hermano Daniel meditó exactos cuarenta y cinco segundos, después espetó: —¡Telecataplúm! —y cortó. Así, anticipando gags, nació uno de los fenómenos más singulares de la televisión rioplatense. Hoy la "troupe" de Telecataplúm constituye todavía un pésimo negocio para canal 11: cada emisión cuesta 800.000 pesos sin contar los 250.000 por hotel que gastan alojando cada 15 días a la troupe en Buenos Aires. El productor Farberman afirmó sin embargo que "aún cuando perdamos plata seguiremos produciendo el programa, porque estamos seguros que no falta mucho para que el público resuelva aplaudir masivamente el nuevo tipo de humor que le proponen estos uruguayos".
La troupe vive 18 días en Montevideo, donde cobran por dos emisiones semanales ("La Familia" y "Telecataplúm") y los restantes 12 son días de intensísimos ensayos y filmaciones de tapes en Buenos Aires, donde cobran 2 veces más. Sus familiares saben de ellos tanto como los cazadores de autógrafos, pero los "telecataplumes" integran un equipo extrañamente cohesionado, casi una tribu que reconoce origen común (el muy riguroso teatro experimental El Cerco), práctica de deportes y en cada emisión lanza a uno de sus cofrades ante las cámaras sin que conozca una palabra del libreto. El ejercicio de improvisación provoca siempre nuevos gags, enriquecidos por la inventiva de todos. El veterano Raimundo Soto ("Noches cultas") afirma que los actores se divierten más que los televidentes en cada presentación y recuerda el debut: "Era un viernes. Se nos caían los decorados. Un desastre. Nos cambiábamos en público... en un sketch pasó algo increíble. Entramos todos por una puerta a un ascensor donde había una sola mujer. El gag era que todos salíamos y yo con el ojo hinchado de un carterazo. Pero la puerta del ascensor se nos cayó encima, el carterazo no me pegó, los televidentes vieron como el maquillador me ponía un ojo en compota con pintura mientras los demás actores se quedaban duros... Un lío terrible. Pero el programa gustó." Con lentitud de vino viejo, el humor intelectual, corrosivo, lleno de retruécanos y críticas de costumbres, se fue imponiendo como la más singular muestra de comicidad en TV. El primer aluvión de pantomima con gags de altísimo nivel fue reemplazado por un humor con alguna concesión. En el canal les habían pedido bajar nivel. Hasta ahora Telecataplúm se mantiene en la complicadísima cuerda floja de ofrecer humorismo popular sin concesiones groseras y populistas. Los ratings demuestran que el programa encanta a las jóvenes generaciones, mientras los mayores lo rechazan con fastidio ("no lo entiendo"). Muchos de sus gags ya son memorables: sus parodias de obras famosas, desde Edipo Rey a Mary Poppins, en furioso ritmo de comedia musical. O las reuniones desopilantes de "Noches Cultas", cuando en concierto para sopa y orquesta, tres famélicos acompañan con el ritmo de sus ruidosas degluciones a valses de Strauss.
La troupe integra un raro equipo sin divos, aunque incluye a una primera actriz que hizo "Recordando con ira" ganando elogiosas críticas de los exigentes columnistas especializados. ¿Cuál es el secreto del programa? Quizá los lobizones (que asumieron ese seudónimo porque los hombres lobos aúllan los viernes —antiguo día de transmisión— con Luna llena) ofrecieron la mejor explicación del fenómeno: "La cosa camina porque cuando uno de nosotros tiene un vacío en la cabeza al otro se le ocurre algo. Nosotros somos del conservador partido blanco, pero nuestro humor es una espada, un sarpullido, una manera de estar disconformes".
Revista Siete Días Ilustrados
11.07.1967

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