Los fantasmas del pasado
Uruguay frente a la liberación de los tupamaros
   

La reflexión del doctor Carlos Manini Ríos (75), ministro del Interior del Uruguay, refleja con bastante exactitud el desconcierto del hombre de la calle ante la reciente ley de amnistía que abrió las cárceles —después de 13 años— a todos los tupamaros. Sin embargo, esa ley de amnistía no fue —como lo pretendía principalmente la izquierda— irrestricta. El propio presidente Julio Sanguinetti debió usar la cadena nacional para amenazar con un veto si esa ley se aprobaba en forma irrestricta. "Aquellos presos que cometieron homicidios, deben salir en otro momento", aseveró. Y así fue como los 47 tupamaros liberados el miércoles 13 sobre un total de 193 reclusos que recuperaron su libertad— no sólo fueron los últimos, sino que sus causas (que estaban en manos de la justicia militar) pasaron ahora a la justicia penal ordinaria. No podrán ser devueltos a la cárcel, es cierto: lo máximo que establece la ley penal uruguaya son 30 años, y a ellos se les computó tres por cada año que pasaron en prisión. Habrían cumplido el término. Pero el juez, ahora, revisará las causas de todos los imputados como autores o coautores de hechos de sangre, y "por libre convicción moral" podrá declararlos culpables. ¿Qué consecuencias tendrá este fallo? En la práctica, ninguno, salvo quizá la imposibilidad de alejarse del país por el momento. Pero se trata de una diferenciación moral importante para el futuro juego democrático. "Para nosotros, el objetivo absolutamente innegociable era la libertad de todos los presos políticos —afirmó Hugo Batalla, senador por el Frente Amplio y abogado defensor de Raúl Sendic, jefe de los tupamaros— por eso aceptamos esta solución con pequeños recortes, aunque muchos compatriotas nos hayan agredido por esto."
Sin embargo, es creencia generalizada hoy que ese recorte a la ley de amnistía fue aceptado porque los uruguayos no olvidan que el movimiento guerrillero creado y dirigido por el famoso Raúl Sendic alcanzó su pico más caliente en pleno gobierno constitucional del doctor Jorge Pacheco Areco (reemplazante de Gestido). "En un 95 por ciento —aseguró Sanguinetti— fueron presos por luchar contra la democracia, no por luchar contra la dictadura. Son presos anteriores al golpe de Estado de 1973."
Mientras tanto, desde algún lugar oculto de Montevideo —o de Punta del Este— Raúl Sendic, que el sábado 16 cumplió 60 años de edad, dio a conocer, con su firma, un plan de emergencia "Por la tierra y contra la pobreza". Los tres puntos más importantes de ese plan (y que ellos consideran fuera de discusión para un proyecto de reforma constitucional) son: I) Expropiación de toda la tierra en poder de particulares, que excedan las 2.500 hectáreas. 2) Expropiación de la banca que maneja el ahorro de los uruguayos, y 3) No pago de la deuda externa contraída por el gobierno militar entre los años 1973 y 1985. "Con lo que hay que pagar en 1985 —calcula Sendic— se podría mantener por todo este año a la mitad de las familias uruguayas aunque no tuvieran otro recurso."
A una semana de conocido este plan, todavía no hubo comentarios por parte del gobierno o de los partidos políticos. Por eso entrevistamos al ministro del Interior, doctor Manini Ríos. Esto dijo:
-Ese plan no se va a cumplir. Es irracional. Es absolutamente incumplible. La miseria no se reparte. Ese plan no tiene más alcance que el de ser una bandera fácil para la gente que no entiende. Acá hubo un grupo electoral cuya bandera era no pagar la deuda externa (5.500 millones de dólares) y sólo sacó 200 votos. No. Eso es incumplible. Sería perder crédito para siempre. Por lo menos, para dos o tres generaciones. Lo que hay que hacer, sí, es renegociar la deuda externa en términos razonables.
¿Qué harán en el futuro los integrantes del movimiento tupamaros? Todavía es muy difícil saberlo. Una cosa es cierta: la mayoría del electorado uruguayo se definió —en la última elección— por un partido moderado. A pesar del estrépito, eligió el equilibrio y la paz. Fue a lo seguro. Nadie podría contestar hoy si los tupamaros tienen cabida dentro de este estado de consenso social. Todavía se erizan cuando surgen los nombres del experto norteamericano en seguridad Dan Mitrione, o del cónsul brasileño Aloysio Días Gomide, o del especialista en suelos Claude Fly, o de Góeffrey Jackson, el embajador de Gran Bretaña, o de los cuatro soldados que hacían guardia en un jeep. Está presente, también, el copa-miento del pueblo de Pando (40.000 habitantes, a 32 kilómetros de Montevideo), o el espectacular asalto al casino de San Rafael. El nombre de Raúl Sendic todavía despierta recelos. Y Raúl Sendic hoy no habla. No puede hablar. No quiere que lo vean. Una bala calibre 45 le borró el pómulo, parte de la lengua y la campanilla el 1º de setiembre de 1972, cuando fue apresado en un sótano de la ciudad vieja de Montevideo. Posiblemente, en uno o dos meses más viajará a Brasil para ser operado por Ivo Pitanguy.
No corrió mejor suerte el periodismo con los otros siete tupamaros llamados "rehenes" (porque cumplieron la prisión alejados de sus compañeros, en unidades militares) y que son, en definitiva, los responsables ideológicos del movimiento. Eleuterio Fernández Huidobro, por ejemplo, que hoy tiene 43 años, no contestó ninguno de los cuestionarios por escrito que se le hizo llegar al convento de los frailes franciscanos (Canelones y Cuareim) donde hoy se alojan. Está con su mujer, la también tupamara dejada en libertad Graciela Jorge, y con su hija de 12 años, nacida en prisión, ya que su madre fue detenida cuando estaba embarazada de siete meses. En los primeros minutos de su liberación, euforizado, Fernández Huidobro había declarado: "'Ningún luchador social puede desechar la lucha armada definitivamente en ningún momento de su vida. Fuimos derrotados en términos militares por las Fuerzas Armadas en 1972, pero la dinámica de los pueblos que luchan es ésa: perder, perder, perder, hasta el día de la victoria final". Al parecer, la pregunta insistente que le hacía llegar el periodismo después de estas declaraciones (¿Esto quiere decir que van a volver a la lucha armada?) lo había irritado hasta el punto de negarse a responder cualquier cuestionario. Los otros "rehenes" Jorge Zabalza (42) y Julio Marenales Sáenz (55), sólo pudieron ser vistos cuando dejaron conventuales para dirigirse al acto en su honor que se cumplió el domingo 4, a las 5 de la tarde, sobre la 18 de Julio. Una cincuentena de tupamaros (todos pelados y con bigote, casi una consigna) eran saludados fervorosamente en la plaza Libertad, mientras a su alrededor se agitaban carteles con estas consignas: "Ni olvido ni perdón para los secuestradores" , "La lucha continúa", ' 'Montoneros presente'', " Verdad y justicia para los desaparecidos". En un rincón, sentado en un banquito, absolutamente ausente del bullicio y especialmente custodiado por sus compañeros, estaba Antonio Mas Mas, el español que hoy tiene 36 años y que fue acusado del asesinato del asesor norteamericano Dan Mitrione. Mas Mas viajará a Palma de Mallorca estos días, para curarse de los graves trastornos psíquicos que posee (a los 15 años tuvo un cuadro de epilepsia, y la cárcel agravó su estado hasta límites insospechados) y quizá también se quedará a vivir ahí. "Lo que pasó, pasó —dijo— no lo hizo un hombre sino una organización. Es a la organización a la que hay que juzgar. Yo cumplí con mi deber. Lo único que a mí me interesa ahora es curarme. Y quizá casarme. . . " ¿Estos carteles, estas consignas, preocupan hoy al gobierno? Esto es lo que responde el doctor Manini Ríos:
-Yo diría que esa consigna "Ni olvido ni perdón para los secuestradores", es un consejo que le están dando ellos al gobierno. Es irónico, pero es así. Porque los secuestradores fueron ellos. La prédica acá fue: amnistía irrestricta, pero no recíproca. Es decir, para mí sí, pero para los de enfrente, no. Pero estas son posiciones de una minoría. La masa nuestra es muy equilibrada. El gobierno no se va a dejar sorprender de nuevo. Eso se lo garantizo. Se llegó a lo que se llegó en los años setenta y tantos, por falta de previsión. El movimiento tupamaro se venía anunciando desde diez años antes. Pero nadie pensó que en este país iba a venir semejante violencia. Ahora no nos vamos a cruzar de brazos frente al primer síntoma.
Todo parece estar en orden, entonces, a pesar de los fantasmas.
Renée Sallas
Fotos: Fabián Mauri y José Luis Sosa (Enviados a Montevideo)

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En el Uruguay hay gente que cree que la liberación estuvo muy bien. Otros, que no hubo más
remedio. Otros, que está muy mal. ¿Por qué lo hicimos? Porque entendimos que era una medida política necesaria para pacificar al país. No queremos dejarle a nadie pretextos para la violencia. Pero hay que seguir vigilando. No vamos a cerrar los ojos frente a lo que pasó entre el '70 y el '73."

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