EL GOBIERNO Y LOS MAS IMPORTANTES SECTORES DE LA, OPINION PUBLICA SE PRONUNCIAN TRAS EL BRUTAL ATENTADO DE AZUL, UNA SEMANA DEFINITORIA
Un repaso gráfico de los hechos políticos que arrancaron con el sangriento episodio ocurrido en el Regimiento Blindado bonaerense: la crisis que culminó con la renuncia del gobernador Bidegain y la firme decisión del gobierno de combatir la delincuencia terrorista en todos los terrenos, medida indispensable para garantizar la pacificación y reconstrucción nacional

La semana pasada fue, quizá, la más crispada, entre las que enmarcan el actual panorama político argentino. En la medianoche del sábado 19, un operativo guerrillero —perpetrado por alrededor de 70 hombres— intentó copar la guarnición militar de Azul. El frustrado ataque terrorista dejó un saldo de tres víctimas —el coronel Camilo Arturo Gay, su esposa Hilda Irma Cassaux y el soldado Daniel Osvaldo González— y, se presume, dos delincuentes muertos además de varios heridos. En tanto el teniente coronel José Francisco Ibarzábal, segundo jefe de la unidad, era tomado como rehén por los terroristas en fuga.
El suceso provocó la inmediata reacción del presidente de la República, quien en un rotundo mensaje, pronunciado el domingo 20, condenaba los trágicos sucesos, al tiempo que efectuaba un dramático llamado a la población y a los integrantes del Movimiento Justicialista, exhortándolos a organizarse para enfrentar "la acción criminal contra la Patria". Pero el discurso de Perón fue también tácitamente condenatorio para el futuro político del médico azulense Oscar Bidegain. No obstante, y cuando la presión parecía haber llegado a su punto culminante para la suerte del gobernador de la provincia de Buenos Aires, éste fue visto por Siete Días, la noche del lunes 21, cenando en compañía de sus colaboradores, en el porteño restaurante El Tropezón, de la avenida Callao. Pero la calma demostrada por el ex representante olímpico de tiro era sólo aparente: el día siguiente, en La Plata, remitió su renuncia indeclinable al cuerpo legislativo. En el ínterin había mantenido una conferencia con Benito Llambí, ministro del Interior, en la Casa Rosada. Obviamente, no logró entrevistarse con Perón, como descontaban algunos allegados al Ejecutivo bonaerense.
Por su parte —y aún no recuperados los ánimos por los sucesos ocurridos en Azul—, los diputados del sector juvenil del movimiento oficialista vieron concretados sus deseos de audiencia con el general Perón, en la residencie de Olivos. La entrevista, por supuesto, tenía por objeto plantearle al jefe justicialista las disidencias de la JP con las proyectadas reformas al Código Penal. Producido el encuentro, la postura del sector fue rebatida por el Presidente, quien, además, aprovechó la ocasión para advertir una vez más sobre los riesgos de la violencia y la necesidad de afianzar la seguridad nacional. En tanto, las reformas encontraron luz verde para su aprobación.
Ese mismo día —lunes 21— se impidió la aparición de la edición quinta del vespertino El Mundo. El martes, la policía allanó la redacción del semanario El Descamisado: algunos empleados de la revista debieron acompañar a una comisión policial a cargo del operativo.
Por otra parte, una especie circulante en los medios políticos y periodísticos daba —sobre el cierre de esta edición— como aceptada por el gobierno la renuncia del secretario general de la Presidencia de la Nación, doctor Vicente Solano Lima. La versión, recogida por los diarios, también aseguraba que el ex vicepresidente sería designado embajador en el Brasil.
Los sucesos de Azul y sus lamentables secuelas trajeron aparejado un lógico endurecimiento de la política oficial. En medio de ese clima, José Gelbard, ministro de Economía, denunció ante las Fuerzas Armadas el contrabando de productos esenciales —incluyendo la nafta— a países vecinos.

RODRIGUEZ: UN MUERTO CON BUENA SALUD
Desde Azul escribe el redactor José María Jaunarena
A las ocho de la noche del sábado 19, el grupo extremista consuma su primer golpe: se apodera de una casa quinta perteneciente a un médico azuleño fallecido el año pasado, el doctor Raúl Inza. El lugar, ubicado a media cuadra de la ruta 51 y distante apenas 1.500 metros de la guarnición militar, es usado por la célula terrorista como "aguantadero": allí depositan víveres, uniformes, medicamentos, manuales de primeros auxilios, armas. El caserón, actualmente en trámite sucesorio, estaba ocupado por un cuidador, José Manuel Rodríguez, que desempeña esa función desde siete años atrás. Extrañamente, en la tarde del lunes, en muchos lugares de la ciudad se echó a rodar la especie de que el casero Rodríguez era otra de las víctimas de los sediciosos y que habría aparecido asfixiado al ser reducido. Siete Días, al atardecer del lunes, no sólo pudo comprobar lo antojadizo de la versión (por cuanto Rodríguez goza de una restallante salud) sino que se constituyó en el único medio capitalino que obtuvo su testimonio.
Lleno de esa espontánea gracia criolla, Rodríguez (60, soltero) habla con el mismo acento ceceoso de las legendarias imitaciones gauchescas de Augusto Codecá. Mantenido preso desde las ocho hasta pasada la medianoche del 19, don José Manuel vivió un infierno de angustias y tensiones que lo mantuvieron despierto durante más de 24 horas. "Porque después de los guerrilleros me tuve que aguantar las preguntas, ¿sabe? Ocho veces me interrogaron. Y yo les decía: ¿Y pa' qué me siguen preguntando si ya he contado ocho veces lo mismo", se amoscó J.M.R. ante los inacabables interrogatorios de los distintos servicios de seguridad.
—¿Y cómo empieza todo, don José?
—Verá. Como a eso de las ocho, yo siento que entran varios coches cruzando el guardaganado. Fíjese qué casualidad. Seis autos de distintas marcas, dos Torinos y un Falcon, que recuerdo, pero todos de color blanco. Se bajan primero tres —aunque había más de 25 creo yo— con uniformes parecidos a los militares. No iguales. Algo tenían de distinto. Me dicen que tenían que revisar la quinta porque sabían que ahí había armamento oculto o enterrado. "Difícil —les dije yo—, pero si gustan pasar, déle nomás." Y ahí fue que me chaparon. . . Me ataron y me encerraron en una pieza. Yo sentí que ellos comían.
—¿Y después?
—Después me desatan y me llevan para mi vivienda, que está más a los fondos. Me dicen: "Quédese tranquilo que aquí no va a pasar nada."
—¿Y hablaron algo?
—Sí... Hablamos de lo difícil que está la vida y esas cosas. Imagínese que yo les seguía la corriente porque si no me podían encajar un tiro. Ahí me di cuenta, por el acento, que había por lo menos tres correntinos. Y una mujer...
—¿Cómo era la mujer?
—Joven, como de 25 años, alta y blanca. Linda mujer. Pero yo no la miraba mucho porque tenía una cara de asesina la hija'e su madre... Pa' qué le voy a contar, mire... Yo creo que estaban todos medio drogados. ¡La cantidad de frascos con pastillas que había!
—¿Y estaban tranquilos?
—Sí... Hasta que vino uno corriendo y dijo: "Rajemos que la cosa se puso fulera."
—¿A qué hora sería eso?
—Y, cerca de la medianoche... Fíjese que cuando empezó el tiroteo por el lado del cuartel, yo no lo uní con estos tipos. Todavía les comenté: "Qué raro que en los cuarteles anden haciendo ejercicios a esta hora." Y me contestaron: "No crea. Nosotros somos militares y muchas veces practicamos de noche."
—¿Y cómo termina todo?
—Me dicen que me quede quieto y salen apurados. Siento el ruido de motores, pero no me animo a salir. Hay un auto que enfrenta la casa con las luces encendidas. Después me di cuenta que lo habían dejado para asustarme. Al rato, siento voces y veo varias familias. Salgo. Me dicen: "Nos asaltaron y nos han robado los autos. Y nos dijeron que viniéramos para acá, que había un señor muy bueno que nos daría mate. Y aquí estamos." Entonces, los mandé a buscar a la policía.

Pie de fotos
-La entrada del regimiento C-10 de Azul. Desde las 23 del sábado 19, la unidad militar soportó el prolongado ataque de los uniformados guerrilleros
-El puente sobre el rio Azul, que fuera controlado por los guerrilleros durante el ataque al cuartel próximo. Dicho puente resultó un punto estratégico
-Hacia el mediodía del domingo, un helicóptero ambulancia despegó desde Azul, llevándose urgentemente al teniente 1º Carullo, herido de gravedad.
-El comandante en jefe del Ejército, Leandro N. Anaya, observa junto a otros oficiales un camión utilizado en el ataque perpetrado al C-10 de Azul
-Con tono enérgico, el presidente Juan Domingo Perón fustigó la actividad subversiva y también a las autoridades actuales del
gobierno bonaerense.
-El lunes 21 por la mañana, el féretro del coronel Camilo Arturo Gay fue transportado a pulso hacia su definitiva morada por sus compañeros de armas
-El gobernador bonaerense Oscar Bidegain cenó el lunes en el porteño restaurante El Tropezón. Inmediatamente al día siguiente presentó su renuncia
-Detenciones en la zona del Congreso en la noche del martes. Las Juventudes Políticas se manifestaron en contra de las proyectadas reformas penales
-Miércoles 23: Allanamiento y detenidos en la redacción del semanario El Descamisado. Dos días antes se secuestró la edición del diario El Mundo.

Revista Siete Días Ilustrados
28.01.1974


 

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