Milagros de la Vega y Hedy Crilla
Ceremonia indiscreta a la hora del almuerzo
por Mario Massouh
fotos Pablo Neustadt

Dos figuras consulares del teatro se juntaron en "Romance de lobos". Una gran actriz como Milagros de la Vega y una forjadora de actores y directores como Heddy Grilla. Nosotros quisimos unirlas también fuera de la escena para enriquecernos con su gran experiencia. Las dos se negaron al asedio de Mario Massouh Elmir-quien en el texto figura con las iniciales MM- pero él, astutamente, logró que almorzaran en su casa. Luego -con un grabador oculto- llevó a la práctica uno de sus aforismos: "no existen buenos periodistas, existen buenos infidentes"

IO SONO IL PROLOGO
No existen buenos periodistas. Existen buenos infidentes. Cuando el entrevistado es inteligente —es decir, cuando vale la pena entrevistarlo— la imagen cinematográfica del reportero audaz, agresivo y veloz que hace decir a su víctima cualquier cosa, pertenece al reino del infantilismo profesional. El otro puede contestar cualquier cosa, convirtiendo todo en una conversación sistema Olendorf. O algo peor. Puede mentir, creando un fantasmagórico tinglado y representando un libreto tremebundo. Peligro enésimo cuando, como en este caso, las entrevistadas son dos actrices de la dimensión de Milagros de la Vega y Heddy Crilla, milagrosamente juntas —profesionalmente hablando— convocadas por la magia de Valle Inclán y de "Romance de lobos". Desde marzo a diciembre, camarín por medio, dos monstruos sagrados trabajaron en común. Hecho no común. Y —cosa también rara— dirigidas por Alesso, alumno reconocido de Heddy Criila. Eso forma parte de la crónica ya sabida y registrada. Lo ignoto, lo fascinante, es saber qué piensan, qué hablan, cómo dialogan, frente a frente, Milagros y Heddy. Eso es más difícil de lo que parece, y la lectura de lo siguiente dará idea de ello.

DIALOGOS MARGINALES (PERO NECESARIOS) (CON M. M.)
SABADO. TEATRO SAN MARTÍN. CAMARIN DE HEDDY GRILLA.
HC: —¿Teatro? ¿Quiere que hablemos de teatro? De teatro no me gusta hablar; me gusta hacer.
MM: —De manera que gente como Stanislawsky, que no sólo hablaron sino escribieron sobre teatro, vivían en el error...
HC: —Su dialéctica me conmueve ...
(Una voz, metálica sale del parlante: "Señora Heddy Crilla, a escena".)

TRES MINUTOS MAS TARDE. IDENTICO LUGAR. DIALOGO DE MM CON ZULEMA KATZ.
MM: —Heddy no quiere. ¿Qué hago?
ZK: —Tendrás que recurrir a todas tus dotes de seductor.
MM: —¿A mis quéééé?
(MM corre. Momentos después regresa con una rosa roja. Más tarde vuelve Heddy del escenario.) —¿Una rosa? ¡Eso me hace sentir de nuevo en mi Viena natal! Usted parece ser uno de los últimos románticos. Confieso que esto me conmueve algo más que su dialéctica.

MARTES. DIALOGO CON MILAGROS DE LA VEGA.
M. de la V.; —De ninguna manera puedo hacer esa nota. Ya le dije antes los motivos.
MM: —Milagros ... ¿por qué serán tan difíciles las actrices inteligentes?
M. de la V.: —O también: ¿por qué serán tan fáciles las actrices tontas?

SABADO SIGUIENTE: ALMUERZO.
(Finalmente conseguí reunirlas. En casa. Un almuerzo somero. Pero también acá hubo diálogos.)

HEDDY CRILLA CON MM.
HC: (Antes de sentarse) —¿Grabador? ¡Eso quita espontaneidad! Lo voy a desenchufar.
MM: —Bueno, Heddy. (Pero MM conectó sigilosamente un segundo grabador escondido detrás de los libros de la biblioteca.)

DIALOGO DEL FOTOGRAFO PABLO NEUSTADT CON MM.
N: —Dejáme que enchufe esta lámpara de 500 W, así ilumino bien ese fondo.

Y todos se alejan
riendo y cantando
Yo me quedo sola
me quedo llorando.

¿POR QUE? ¿POR QUE?
MM: —Heddy, es muy raro verla actuar. Diríase que usted se ha refugiado en una soberbia soledad, en un espléndido y orgulloso aislamiento. Como si estuviese de vuelta de todo. ¿Por qué no trabaja como actriz? Es decir, más frecuentemente.
HC: —¡Qué notable es todo eso que usted dice! Quisiera recordarle que en el teatro no actúa quien quiere, sino quien es llamado para trabajar. Si, es cierto, yo no trabajo como actriz, salvo casos excepcionales como "Romance de lobos". Pero el porqué debería preguntárselo usted a los directores. No trabajo porque no quiero, sino, simplemente, porque no me llaman.
MM: —Pero usted es una maestra respetadísima. En eso concuerdan todos. El mismo Alesso, quien la dirigió en "Romance", fue su alumno.
HC: —Será que Alesso no tiene complejos. Como usted puede suponer, yo soy esencialmente una actriz. También me dedico a la docencia. Pero "también", tal vez porque vi cerrado mi camino.
MM: —Usted, en Alemania, era una actriz respetadísima.
HC: —Allá. Acá ... acá ... bueno. ¿Recuerda que en "La máscara" dirigí e hice el papel de madre en "Espectros"? Además, hice "La mentira", que dirigió Alesso. Y, claro, algo de TV. Papeles muy chicos. Y muy esporádicos.
MM: —Heddy, ¿por qué? ¿por qué?
HC: —¿Por qué? ¿Por qué?

UN PLACER DE HEDDY
HC: —¿Usted sabe, Milagros, la alegría que tuve cuando Alesso me llamó? Además, ¡si supiera el placer que me proporcionó usted!
M. de la V.: —¿Yo?
HC: —Sí, usted. ¡Qué bien dice las cosas! Usted sabe que yo no soy, precisamente, de las que halagan a nadie, sino todo lo contrario. Pero ese parlamento suyo con Alcón, luego de la confesión pública ... ¡qué placer! Día tras día me detenía para escucharlo. Era soberbio.

DE TEATRO Y ALGO MAS
MM: —Ahora que pasó "Romance de lobos", Heddy y Milagros, podríamos hablar algo sobre teatro. ¿Morirá? Es decir, no quiero lanzar vaticinios agoreros y sensacionalistas. Pero piensen en qué medida el teatro está inserto como necesidad vital en el hombre contemporáneo y, les ruego, no lo miren tras la óptica de dos actrices de teatro. Recuerdo que un grupo de positivistas ingleses, dirigidos por Stuart Mill, colaboraba económicamente a mantener a Augusto Comte, porque ustedes saben que la filosofía es algo que se aprende lentamente, y que sirve para morirse lentamente de hambre. Pues bien: una de las primeras demandas de Comte a sus benefactores fue que le pagasen sus abonos al teatro y a la Opera. Evidentemente, Comte tenía una razonable parte de sus necesidades espirituales cubiertas con el teatro. ¿Alguien tiene hoy, 1970, Buenos Aires, televisión y cine por medio, idéntica o similar ¡fe y amor al teatro? Creo que no.
M de la V—Creo que es usted muy joven como para dar un juicio tan pesimista.
HC: —Yo, por el contrario, pienso que es usted muy pesimista para tener un juicio tan joven, es decir, tan inmaduro.
M. de la V.: —El teatro no morirá.
HC: —Totalmente de acuerdo.
M. de la V.: —Lo que ocurre es que usted llama "teatro" a las formas teatrales en uso en otras épocas. El teatro hay que hacerlo para el hombre contemporáneo, desde y para su situación.
MM:—Perdón por insistir. Sea totalmente sincera, Milagros. ¿Algún actor podrá representar bien a Hamlet? Es decir, todas sus tremendas complejidades psicológicas. ¿No es más "real", quizá, el Hamlet que yo me fabrico al leerlo?
M. de la V—He visto a muchos actores, más de diez, representar a Hamlet. Algunos coincidían con el Hamlet que yo imaginaba en una escena; otros, en diversos pasajes. Ninguno con la totalidad de la obra. En ese sentido, estoy con Ruggero Ruggeri cuando dice: "No hay Hamlet completo". Pero, fundamentalmente, Hamlet fue escrito para ser representado. No se olvide que Shakespeare era autor... y actor.
HC: —Ocurre que el teatro debe corporizarse en espectáculos buenos. ¿Alguna vez vio "Romance de lobos" darse con alguna butaca vacía?
M. de la V.; —Y para terminar esta discusión. Usted dice que el teatro no tiene vigencia para el hombre 1970, etc. Yo le he visto a usted con un auto sport, su ropa es moderna, vive "muy 1970", si me perdona esa expresión, y sin ánimo peyorativo ninguno. ¿Quiere decirme por qué fue tres veces a ver "Romance de lobos"?

NOSTALGIAS
M. de la V.: —Sí, a veces siento nostalgias. Pero miro hacia la vida. Quisiera ser una sola cosa, el teatro y yo. Amor al teatro... El amor, la palabra amor, me recuerda a un hombre alto y rubio que se llamó Carlos Perelli. Fue mi marido, y me casé con él cuando yo apenas tenía 25 años. Murió. Pero durante muchos años después, en los rincones más recónditos, encontraba escondidos en cajones, alacenas, libros, estantes, mensajes de él, en los que me decía que buscara siempre la vida, lo humano. Era un hombre excepcional.
HC: —Hace ya 30 años que estoy en la Argentina. ¡Tanto tiempo! Estoy ya para siempre. Mirando atrás, Milagros, le confieso que estoy contenta de lo que hice como maestra. No fue inútil todo lo hecho. Yo aprendo mucho de mis alumnos. Como lo oye. Completo así la búsqueda, la desesperada búsqueda de mí misma. Ahora quisiera poder encontrar una obra, otra obra que, como "Romance de lobos", nos permitiera trabajar juntas. No sonría, Milagros. Es mi mayor deseo.

FINAL CON TODA LA COMPAÑIA EN ESCENA
M. de la V.: —Tengo que irme. Discépolo está muy, muy enfermo. Quiero verlo.
MM: —La llevo, Milagros.
M. de la V.: —Así que con lo que hablamos, no se hace nada, ¿verdad?
MM: —Nada, Milagros.
HC: —Tres minutos más y empieza mi clase. Nunca llegué tarde. Usted tiene la culpa.
MM: (Luego, en un boliche, escribiendo este párrafo).
—Perdón, Milagros. Perdón, Heddy. Tantas señoras no merecían tantas infidencias. Algún día, con cosas como éstas, alguien —yo, tal vez— tendría que escribir un libro: "Grandezas y miserias del periodismo. Sobre todo, las miserias de ese gran tinglado, de ese absurdo circo en el cual uno, a fuerza de ser equilibrista, termina por caer hacia cualquier lado, menos al que se debe.

Revista Semana Gráfica
01.01.1968


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