IO SONO IL PROLOGO No existen buenos
periodistas. Existen buenos infidentes. Cuando el
entrevistado es inteligente —es decir, cuando vale
la pena entrevistarlo— la imagen cinematográfica
del reportero audaz, agresivo y veloz que hace
decir a su víctima cualquier cosa, pertenece al
reino del infantilismo profesional. El otro puede
contestar cualquier cosa, convirtiendo todo en una
conversación sistema Olendorf. O algo peor. Puede
mentir, creando un fantasmagórico tinglado y
representando un libreto tremebundo. Peligro
enésimo cuando, como en este caso, las
entrevistadas son dos actrices de la dimensión de
Milagros de la Vega y Heddy Crilla, milagrosamente
juntas —profesionalmente hablando— convocadas por
la magia de Valle Inclán y de "Romance de lobos".
Desde marzo a diciembre, camarín por medio, dos
monstruos sagrados trabajaron en común. Hecho no
común. Y —cosa también rara— dirigidas por Alesso,
alumno reconocido de Heddy Criila. Eso forma parte
de la crónica ya sabida y registrada. Lo ignoto,
lo fascinante, es saber qué piensan, qué hablan,
cómo dialogan, frente a frente, Milagros y Heddy.
Eso es más difícil de lo que parece, y la lectura
de lo siguiente dará idea de ello.
DIALOGOS
MARGINALES (PERO NECESARIOS) (CON M. M.)
SABADO. TEATRO SAN MARTÍN. CAMARIN DE HEDDY
GRILLA. HC: —¿Teatro? ¿Quiere que hablemos de
teatro? De teatro no me gusta hablar; me gusta
hacer. MM: —De manera que gente como
Stanislawsky, que no sólo hablaron sino
escribieron sobre teatro, vivían en el error...
HC: —Su dialéctica me conmueve ... (Una voz,
metálica sale del parlante: "Señora Heddy Crilla,
a escena".)
TRES MINUTOS MAS TARDE.
IDENTICO LUGAR. DIALOGO DE MM CON ZULEMA KATZ.
MM: —Heddy no quiere. ¿Qué hago? ZK: —Tendrás
que recurrir a todas tus dotes de seductor. MM:
—¿A mis quéééé? (MM corre. Momentos después
regresa con una rosa roja. Más tarde vuelve Heddy
del escenario.) —¿Una rosa? ¡Eso me hace sentir de
nuevo en mi Viena natal! Usted parece ser uno de
los últimos románticos. Confieso que esto me
conmueve algo más que su dialéctica.
MARTES. DIALOGO CON MILAGROS DE LA VEGA. M. de
la V.; —De ninguna manera puedo hacer esa nota. Ya
le dije antes los motivos. MM: —Milagros ...
¿por qué serán tan difíciles las actrices
inteligentes? M. de la V.: —O también: ¿por qué
serán tan fáciles las actrices tontas?
SABADO SIGUIENTE: ALMUERZO. (Finalmente
conseguí reunirlas. En casa. Un almuerzo somero.
Pero también acá hubo diálogos.)
HEDDY
CRILLA CON MM. HC: (Antes de sentarse)
—¿Grabador? ¡Eso quita espontaneidad! Lo voy a
desenchufar. MM: —Bueno, Heddy. (Pero MM
conectó sigilosamente un segundo grabador
escondido detrás de los libros de la biblioteca.)
DIALOGO DEL FOTOGRAFO PABLO NEUSTADT CON MM.
N: —Dejáme que enchufe esta lámpara de 500 W, así
ilumino bien ese fondo.
Y todos se alejan
riendo y cantando Yo me quedo sola me quedo
llorando.
¿POR QUE? ¿POR QUE? MM:
—Heddy, es muy raro verla actuar. Diríase que
usted se ha refugiado en una soberbia soledad, en
un espléndido y orgulloso aislamiento. Como si
estuviese de vuelta de todo. ¿Por qué no trabaja
como actriz? Es decir, más frecuentemente. HC:
—¡Qué notable es todo eso que usted dice! Quisiera
recordarle que en el teatro no actúa quien quiere,
sino quien es llamado para trabajar. Si, es
cierto, yo no trabajo como actriz, salvo casos
excepcionales como "Romance de lobos". Pero el
porqué debería preguntárselo usted a los
directores. No trabajo porque no quiero, sino,
simplemente, porque no me llaman. MM: —Pero
usted es una maestra respetadísima. En eso
concuerdan todos. El mismo Alesso, quien la
dirigió en "Romance", fue su alumno. HC: —Será
que Alesso no tiene complejos. Como usted puede
suponer, yo soy esencialmente una actriz. También
me dedico a la docencia. Pero "también", tal vez
porque vi cerrado mi camino. MM: —Usted, en
Alemania, era una actriz respetadísima. HC:
—Allá. Acá ... acá ... bueno. ¿Recuerda que en "La
máscara" dirigí e hice el papel de madre en
"Espectros"? Además, hice "La mentira", que
dirigió Alesso. Y, claro, algo de TV. Papeles muy
chicos. Y muy esporádicos. MM: —Heddy, ¿por
qué? ¿por qué? HC: —¿Por qué? ¿Por qué?
UN PLACER DE HEDDY HC: —¿Usted sabe, Milagros,
la alegría que tuve cuando Alesso me llamó?
Además, ¡si supiera el placer que me proporcionó
usted! M. de la V.: —¿Yo? HC: —Sí, usted.
¡Qué bien dice las cosas! Usted sabe que yo no
soy, precisamente, de las que halagan a nadie,
sino todo lo contrario. Pero ese parlamento suyo
con Alcón, luego de la confesión pública ... ¡qué
placer! Día tras día me detenía para escucharlo.
Era soberbio.
DE TEATRO Y ALGO MAS MM:
—Ahora que pasó "Romance de lobos", Heddy y
Milagros, podríamos hablar algo sobre teatro.
¿Morirá? Es decir, no quiero lanzar vaticinios
agoreros y sensacionalistas. Pero piensen en qué
medida el teatro está inserto como necesidad vital
en el hombre contemporáneo y, les ruego, no lo
miren tras la óptica de dos actrices de teatro.
Recuerdo que un grupo de positivistas ingleses,
dirigidos por Stuart Mill, colaboraba
económicamente a mantener a Augusto Comte, porque
ustedes saben que la filosofía es algo que se
aprende lentamente, y que sirve para morirse
lentamente de hambre. Pues bien: una de las
primeras demandas de Comte a sus benefactores fue
que le pagasen sus abonos al teatro y a la Opera.
Evidentemente, Comte tenía una razonable parte de
sus necesidades espirituales cubiertas con el
teatro. ¿Alguien tiene hoy, 1970, Buenos Aires,
televisión y cine por medio, idéntica o similar
¡fe y amor al teatro? Creo que no. M de la
V—Creo que es usted muy joven como para dar un
juicio tan pesimista. HC: —Yo, por el
contrario, pienso que es usted muy pesimista para
tener un juicio tan joven, es decir, tan inmaduro.
M. de la V.: —El teatro no morirá. HC:
—Totalmente de acuerdo. M. de la V.: —Lo que
ocurre es que usted llama "teatro" a las formas
teatrales en uso en otras épocas. El teatro hay
que hacerlo para el hombre contemporáneo, desde y
para su situación. MM:—Perdón por insistir. Sea
totalmente sincera, Milagros. ¿Algún actor podrá
representar bien a Hamlet? Es decir, todas sus
tremendas complejidades psicológicas. ¿No es más
"real", quizá, el Hamlet que yo me fabrico al
leerlo? M. de la V—He visto a muchos actores,
más de diez, representar a Hamlet. Algunos
coincidían con el Hamlet que yo imaginaba en una
escena; otros, en diversos pasajes. Ninguno con la
totalidad de la obra. En ese sentido, estoy con
Ruggero Ruggeri cuando dice: "No hay Hamlet
completo". Pero, fundamentalmente, Hamlet fue
escrito para ser representado. No se olvide que
Shakespeare era autor... y actor. HC: —Ocurre
que el teatro debe corporizarse en espectáculos
buenos. ¿Alguna vez vio "Romance de lobos" darse
con alguna butaca vacía? M. de la V.; —Y para
terminar esta discusión. Usted dice que el teatro
no tiene vigencia para el hombre 1970, etc. Yo le
he visto a usted con un auto sport, su ropa es
moderna, vive "muy 1970", si me perdona esa
expresión, y sin ánimo peyorativo ninguno. ¿Quiere
decirme por qué fue tres veces a ver "Romance de
lobos"?
NOSTALGIAS M. de la V.: —Sí, a
veces siento nostalgias. Pero miro hacia la vida.
Quisiera ser una sola cosa, el teatro y yo. Amor
al teatro... El amor, la palabra amor, me recuerda
a un hombre alto y rubio que se llamó Carlos
Perelli. Fue mi marido, y me casé con él cuando yo
apenas tenía 25 años. Murió. Pero durante muchos
años después, en los rincones más recónditos,
encontraba escondidos en cajones, alacenas,
libros, estantes, mensajes de él, en los que me
decía que buscara siempre la vida, lo humano. Era
un hombre excepcional. HC: —Hace ya 30 años que
estoy en la Argentina. ¡Tanto tiempo! Estoy ya
para siempre. Mirando atrás, Milagros, le confieso
que estoy contenta de lo que hice como maestra. No
fue inútil todo lo hecho. Yo aprendo mucho de mis
alumnos. Como lo oye. Completo así la búsqueda, la
desesperada búsqueda de mí misma. Ahora quisiera
poder encontrar una obra, otra obra que, como
"Romance de lobos", nos permitiera trabajar
juntas. No sonría, Milagros. Es mi mayor deseo.
FINAL CON TODA LA COMPAÑIA EN ESCENA M. de
la V.: —Tengo que irme. Discépolo está muy, muy
enfermo. Quiero verlo. MM: —La llevo, Milagros.
M. de la V.: —Así que con lo que hablamos, no se
hace nada, ¿verdad? MM: —Nada, Milagros. HC:
—Tres minutos más y empieza mi clase. Nunca llegué
tarde. Usted tiene la culpa. MM: (Luego, en un
boliche, escribiendo este párrafo). —Perdón,
Milagros. Perdón, Heddy. Tantas señoras no
merecían tantas infidencias. Algún día, con cosas
como éstas, alguien —yo, tal vez— tendría que
escribir un libro: "Grandezas y miserias del
periodismo. Sobre todo, las miserias de ese gran
tinglado, de ese absurdo circo en el cual uno, a
fuerza de ser equilibrista, termina por caer hacia
cualquier lado, menos al que se debe.
Revista Semana Gráfica 01.01.1968
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