Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

DEBATES
LOS AVATARES DEL DIALOGO
El martes 29 de diciembre, cinco políticos adscriptos a distintas tendencias fueron invitados por primera plana a una mesa redonda para clarificar ideas acerca de la proyectada salida institucional del país. Los democristianos Jorge Nelson Guaico, Guillermo Fernández Gill y Enrique De Vedia; el alendista Osvaldo Horacio Domingorena; el radical del Pueblo Juan Trilla y el peronista Miguel Gazzera no están seducidos por la perspectiva de unas elecciones prontas. Les importa un cambio de estructuras económico-sociales, un proceso revolucionario.
Horas después, el ex diputado Domingorena, que hizo sus primeras armas en el frondizismo, y Fernández Gill, quien presidió la junta del PDC en 1959 y fue embajador en Bélgica durante el Gobierno de Illia, estuvieron en Olivos con otros políticos, invitados a dialogar por Levingston.
Los ecos de ese encuentro con el Presidente perduran. Los observadores están convencidos de que en la reunión de Olivos se gestó el primer jalón del Plan Político: un movimiento nacional dispuesto a dar el espaldarazo al Gobierno y una suerte de representatividad que Onganía no supo o no quiso conseguir. Por de pronto, en la mesa redonda, Domingorena fue claro: lo que propone es participar, entusiasmado por el cambio que a su juicio introduce en la política económica el Ministro Ferrer. Con esto puso el dedo en la llaga y la reacción de Gazzera, más político que gremialista, no se hizo esperar. Entre los otros participantes hay matices diversos. He aquí las expresiones :

primera plana: Vamos a analizar, como tema inicial, el de la representatividad. ¿Qué es lo representativo? ¿Cómo puede el Gobierno alcanzar la representatividad si se eluden los canales tradicionales de consulta popular?

Gualco: El problema de la representatividad lo resuelve un Gobierno cuando interpreta a su pueblo. Es decir, si el accionar gubernamental tiene consenso popular, el Gobierno es representativo. Ese caso se da, exactamente, en Perú. Se trata de un Gobierno militar que surgió de una revolución; está haciendo cosas y el pueblo se siente interpretado. No es el caso del Gobierno argentino, porque evidentemente lo que está haciendo no interpreta al pueblo; por ende, no es representativo.
Entonces, el problema argentino es diferente. Aquí la cuestión está en cómo se puede lograr esa representatividad. Hoy, llamar a elecciones significa un trámite rápido, hablemos de año y medio a dos años, para hacer los padrones y organizar los partidos. Claro, la pregunta es ésta: "¿Qué pasa en estos dos años?" Ya debe participar el pueblo en la conducción política y económica, ¿pero en qué forma? Debe participar en la decisión del poder. Esa es la forma de participar que hoy veo en el país, que sería factible porque se perdió la oportunidad del Perú de interpretar por propia decisión, en forma inmediata, revolucionaria, al propio pueblo. Entonces, hoy la revolución únicamente se puede hacer con revolucionarios y en el poder. No sé si será factible o no hacerla acá. En todo caso, es mi anhelo que se haga ya.

Trilla: Yo tengo una idea clara al respecto. Es decir, la representatividad así tomada, en forma muy esquemática, sólo puede conseguirse a través del sufragio, por la libertad del pueblo expresada abierta y directamente en las urnas. La representatividad que no emana del sufragio tiene otras formas, otras características. Por ejemplo, el caso peruano. No sé si Perú tiene o no representatividad, porque cuando a las revoluciones las hace solamente un sector del poder, que es la fuerza militar, no vemos bien en qué medida el pueblo apoya decididamente al sector revolucionario triunfante. Según nuestra idiosincrasia, nuestra forma de ser, la única forma posible de lograr la representatividad es a través de la decisión que emana de la voluntad popular.

Domingorena: En respuesta a la pregunta sobre qué es lo representativo, hay que decir que en el país existe una crisis de representatividad en muchos sectores desde hace mucho tiempo. La falta de representatividad de los Gobiernos no es más que la consecuencia natural y lógica de la falta de representatividad que existe también en grupos actuantes en función política. Tengo para mí que desde hace mucho tiempo los grupos actuantes —llámense partidos, sectores industriales, económicos en general, excepción hecha con alguna especie de consideración en la apreciación del movimiento gremial— han estado descansando en una absoluta falta de representatividad: vale decir, han estado bloqueados los canales naturales para que las personas que tienen que protagonizar el acontecer político sean realmente representativas. Y algo más: digo que esta falta de representatividad, en los distintos sectores que componen el espectro político nacional, fatalmente nos lleva a lo que podríamos denominar el crepúsculo de una autoridad.
¿Cómo se puede escapar de este estrangulamiento que está padeciendo la República por crisis de representatividad? Hay sectores que están hablando de que esto se resuelve con un llamado a comicios. Es una gran frase decir que el pueblo vota, ¿pero vota qué?, ¿opciones? Los últimos Gobiernos no han sido representativos. El Gobierno en el cual yo participé tuvo una representación condicionada y así surgimos y así quisimos gobernar. Y el que nos sucedió también fue producto de una opción que posibilitó que con un 20 ó 22 por ciento del sufragio se sintiese representativo. La verdad, dicha con toda crudeza, es que ninguno logró ser representativo.

De Vedia : Yo pienso que el concepto de representatividad está estrechamente ligado a la idea de participación. En la medida en que no existe una participación efectiva en los procesos generadores del poder político social, evidentemente no hay una representatividad real. Al mismo tiempo, la participación y, consecuentemente, la representatividad deben surgir de un proceso de auténtica libertad y elección de los objetivos y hombres encargados de cumplir con esos objetivos, y lo cierto es que nuestro país, desde hace años, vive un proceso de inautenticidad. Creo en el sufragio en la medida que sea expresión de un proceso auténtico de participación popular, pero creo que las expresiones sociales, económicas y culturales son integratorias del sufragio. En resumen, pienso que el país puede encontrar su fórmula de expresión, de verdadera autenticidad, tanto a través del sufragio como de la complementación, sea por los instrumentos que fuere. Países europeos han encontrado modos de representación social a través de consejos de economía, del trabajo y la cultura, que de alguna manera son avances destinados a integrar con un concepto orgánico
y moderno la democracia meramente política o liberal.

Fernández GILL: Bueno, yo diría que debemos hacer un acto de justicia con respecto a la actual situación. No pretendo justificarla ni mucho menos, sino todo lo contrario. Escuché atentamente las manifestaciones de Domingorena y De Vedia, que comparto en su totalidad y sólo voy a agregar unas cosas más. Es decir, que la crisis de representatividad que vive hoy la Argentina a través de un Gobierno que por lo menos hasta la fecha no ha interpretado cabalmente la voluntad popular viene de muchísimo tiempo atrás; tampoco debe ser vista exclusivamente desde los Gobiernos sino, también, desgraciadamente, desde las instituciones. El problema fundamental aquí no cabe duda de que es la falta de representatividad signada por una falta de participación consecuente que no se soluciona con empadronamiento, estatuto de partidos, ni tampoco modificando cláusulas constitucionales referentes a la duración del mandato presidencial o de los legisladores. Es un problema argentino y del mundo de hoy, señalado por la participación. No se soluciona con esos elementos, para nosotros intrascendentes. Hay que hallar —y ésa es la gran tarea que tiene nuestra generación por delante y que tiene la juventud— los mecanismos para una participación efectiva; es decir, para un proceso a fondo que implique cambios estructurales. Estos cambios no se pueden concretar, por ejemplo, a través de un simple consejo económico social. Eso es algo, en mi criterio, absolutamente superado. Aquí deben encontrarse fórmulas jurídicas, institucionales, que permitan que distintos sectores sociales se transformen en verdaderos centros de decisión.

Gazzera : En mi opinión existe en el país una verdadera crisis de legitimidad. El Gobierno representa a una minoría, a intereses que generan decisiones en nuestro país desde un capitalismo liberal agudizado. Así, mientras los centros de poder financiero externos tengan el poder económico, un sector de las Fuerzas Armadas ha sido depositario del poder político. Esta es la función y la representación que en este momento ejerce el Gobierno. Creo que el ejemplo peruano es bueno; a mí no me preocupa demasiado el mecanismo o el punto inicial que marcha hacia la construcción de la estructura de participación del poder. Me preocupa que la clase dirigente argentina, que no está comprometida en el juego del sistema, no sea capaz de nuclearse para constituirse en una expresión que invalide la pretensión de realizar una salida desde los mecanismos y las leyes mismas del liberalismo capitalista. Por eso que elecciones como las que se han vivido en los últimos tiempos, preparadas desde el sistema para el sistema, no han contado con el apoyo popular que las dotara del poder político suficiente para adoptar las decisiones en la estructura económico financiera.

P. P.: Con excepción de Trilla, que adhiere al sufragio universal, en los demás parece haber, implícita, una confianza en un Gobierno militar.

Gazzera: Un momento. El papel de las Fuerzas Armadas está supeditado al papel que desarrollen las conducciones políticas; lo que ocurre es que en el país no hay una conducción política capaz de dar forma a la oposición y definirle el contrafrente al Gobierno. El otro día estuve en una reunión que resultó muy curiosa; una parte decía que todas las revoluciones tenían que salir de los cuarteles y la otra decía que donde hay un militar no hay revolución. No oreo ni una cosa ni la otra. Yo me pregunto dónde están los hombres que han asumido una «responsabilidad política para producir las alternativas que determinen actitudes revolucionarias de las Fuerzas Armadas; para que dejen de ser las guardias pretorianas del sistema y realicen también su proceso de crisis interna.

Domingorena: Lo que me preocupa es que caigamos en un abismo, en un vacío. Quiero decir que se ha operado un cambio sustancial que creo advertir a través de la nueva política económica, con el ministro Ferrer. No es lo mismo Ferrer que Krieger o Moyano Llerena, y si apoyamos o respaldamos las cosas positivas de la nueva política económica iremos creando condiciones para pasar a la organización política. Creo que los políticos tienen que salir a colaborar para ver de qué modo positivo para el país se instrumenta todo esto.

Gazzera : Yo no creo, doctor, que Ferrer pueda producir las transformaciones hasta tanto el Presidente de la República no sea un político.

Domingorena: Yo no planteo ninguna instancia de confianza a Ferrer
[hablan todos al mismo tiempo] porque con confianza no se va a salir del paso, pero el menos avispado acá se da cuenta de que la conducción de Ferrer en materia económica es distinta a la de Krieger Vasena o la de Dagnino Pastore y comandita; esto todo el mundo lo sabe, lo aprecia. Ahora, yo soy un convencido de que acá no hay proceso económico sin proceso político, también.

Gazzera : Perdón, doctor ... creo que son diferentes ellos, pero no estoy seguro de que la política sea distinta.

Domingorena: Los hechos están demostrando que sí. Si yo digo: señores, acá este asunto en la forma que va no tiene solución, me pongo en una posición cómoda y no me comprometo; así, me niego a ser protagonista y me convierto en espectador. Como espectador estoy también en el pecado de comisión y omisión. Yo creo que los "políticos tenemos la obligación, más allá de lo que está haciendo el Gobierno, de jugar un rol protagónico. Los elencos políticos tienen la obligación de decir qué quieren y cómo lo quieren hacer y hasta ahora nos caracterizamos por jugar a la especulación, desde el gran elector que se llama Juan Domingo Perón para adelante. Mientras nosotros estamos tratando de decir que este asunto no puede cambiar, porque evidentemente somos prisioneros del sistema y que no tenemos fuerza para que este sistema cambie, nos encontramos con que el gran elector ordena a su representante que firme pidiendo elecciones. Es decir, si seguimos transfiriendo responsabilidades la cosa va a seguir como antes. Acá lo importante es saber si vamos a jugar el proceso sin cuidar tanto la túnica, aun sabiendo que tenemos que exhibirla muy manchada después del recorrido a realizar. Yo sé que el que se meta acá está liquidado, pero estoy dispuesto a la liquidación porque soy responsable y fui también autor y partícipe de este proceso cuyo deterioro ocasiona el advenimiento de esta revolución.

Gualco: Acaba de salir la ley del Compre Argentino. Si se lleva a cabo esa ley ello implicará que se nos cortan los créditos del Banco Mundial, pues el B.M. nos da créditos condicionados a que se adquieran en Estados Unidos el 50 por ciento de los productos. Bien, acá dijimos que se necesitan hechos y esta lev es un hecho, al margen que haya sido obra de Ferrer o de otro.

Domingorena: ¿Qué hace la cgt frente a una disposición de esta naturaleza? ¿Sigue bombardeando, o apoya?

Gazzera: Yo le contesto... Yo que la cgt le digo: no señor, así no; desde la provocación, no; descalzo a la provocación, no. Si tengo que negociar con el poder desde la provocación no me interesa. Si usted no nacionaliza los resortes financieros elementales para el país, eso no anda.

Domingorena: Creo que nos estamos apresurando, porque no tenemos idea de lo que va a hacer Ferrer.

Gazzera: Perdóneme, Domingorena; entonces tengo que imaginar cosas.

Domingorena: Si cuando yo le tiro la pelota usted la arroja para el otro lado no la voy a alcanzar nunca.

Gazzera: Primero yo le pregunto si el Gobierno consultó a la cgt. Yo le pregunto si están dadas las condiciones en el país, en este momento, para una participación efectiva de la clase trabajadora, para una real transformación.

Domingorena: Tienen que crearlas a la fuerza el trabajador y los políticos.

Gazzera: A los políticos, no los veo.


Domingorena: Es que se firmó un comunicado pidiendo elecciones y me imagino que Paladino ...

(Se habla al mismo tiempo; discusión generalizada.)

P. P.: Usted, Domingorena, habló de una instrumentación paralela entre el proceso económico y el político. ¿Se entiende como participacionismo ?

Domingorena: Así es.
Fernández Gill: Pero aquí se ha hecho una pregunta que me parece importante: si nosotros creemos que sólo a través del poder militar se puede hacer una revolución. Creo que es ésa la pregunta. Pues bien, cuatro años de conducción militar me llevan al convencimiento de que las Fuerzas Armadas, por sí solas, no son capaces de realizar un proceso revolucionario en profundidad. Como soy realista repito que solamente un gran acuerdo entre los sectores nacionales con las Fuerzas Armadas posibilitará iniciar el camino para el cambio. Hay que plantear muy claramente cuál es la alternativa: cambio o frustración, de consecuencias realmente imprevisibles. No se trata aquí de ser tremendista, pero la situación que se está viviendo en el mundo, en general, nos lleva a ver las cosas con realismo. Es evidente que si ese acuerdo entre las Fuerzas Armadas y los sectores realmente nacionales no se realiza, las horas que va a vivir el país van a ser tremendamente difíciles y graves. Hay que convencer a las Fuerzas Armadas de que un proceso revolucionario en serio debe hacerse a través de una gran coherencia y unidad de acción, sólo posible mediante equipos humanos cuya ubicación ideológica se sabe bien cuál es. Si no se llegara a ese acuerdo, caeríamos, seguramente, en lo mismo del 62 o del 63. Esto nos lleva a explicar o fundamentar —por lo menos a mí— el porqué de la inconveniencia de una convocatoria a elecciones de inmediato. Es que las Fuerzas Armadas saben que los objetivos que se impusieron el 28 de junio no se han alcanzado y unas elecciones, con cuadros políticos que no se han renovado en lo fundamental, en el radicalismo y peronismo, por ejemplo, significaría volver la situación al 28 de junio; es decir, a una nueva intervención militar. En suma, sin cambios no hay posibilidad de concretar la vocación de grandeza en que creo están empeñadas las Fuerzas Armadas, pero los carriles empiezan por no tenerlos ellas mismas.

Trilla: Pese a expresiones permanentes en favor de cambios de estructura, a deseos que existen en cada uno de nosotros, hasta tanto no se rompa la frontera mental en que estamos ubicados es difícil producir el cambio. Así es para los hombres políticos, así es para los hombres gremiales y no tenemos por qué creer que debe ser distinto para los militares. Creo que es importante una labor de coincidencia de las fracciones políticas para que éstas presionen sobre el Gobierno, que a su vez formularía la instrumentación jurídica, legal.

De Vedia: Yo no he adulado a las Fuerzas Armadas ni he amasado el sueño del coronel propio para la revolución de intereses particulares. Creo que con las Fuerzas Armadas hay que manejarse desde relaciones de fuerza, puesto que ellas mismas son una fuerza y necesitan enfrente otra fuerza civil que aliente a los sectores nacionales de las Fuerzas Armadas y las conviertan en un instrumento de la liberación nacional, que es lo que deben ser. Esa es la tarea del momento: formar un movimiento nacional. Todo lo demás es anecdótico.
PRIMERA PLANA
12/1/71

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