PERONISMO
El Frente anda por las nubes
ACTA INSTITUCIONAL
Los radicales dicen que no
Raúl Alfonsín: "Ciertas absurdas pretensiones"

PERONISMO
El Frente anda por las nubes
Jorge Luis Bernetti, redactor de Panorama, acompañó al candidato del Frejuli durante la primera gira electoral por el interior. Lo que sigue es su informe:
La euforia de los simpatizantes peronistas que el domingo 28 concurrieran a recibir a Héctor Cámpora y su "escuadrilla de la liberación", luego de una gira de siete días, era comprensible. Es que para la mayoría de los activistas que se hicieron presentes para cantar "Cámpora-Solano, ganamos por afano" había comenzado a trasformarse en realidad la convicción sostenida hasta ese momento en privado: "Lo que se necesita es que la fórmula camine".
El ejercicio le sentó bien al binomio Cámpora-Vicente Solano Lima. Aunque frustrado en su propósito de partir en el tren-charter, como corolario de la fiesta política de San Andrés de Giles, la primera escala de la gira en Neuquén resultó regocijante para los frentistas. Allí se comenzaba a definir la primera parte de una batalla contra el neo-peronismo. La familia Sapag, dueña política de la provincia, enfrentó el primer empuje de la verticalidad y la ortodoxia cuando Cámpora, en la primera conferencia de prensa de la gira, descalificó como "no-peronista" al Movimiento Popular Neuquino. Cinco mil personas congregadas el lunes 22 en el estadio del club Independiente —una cifra récord para la provincia— vivaron al frente, mientras el acto propiciado para respaldar a Sapag, esa misma noche, no se podía realizar. El apoyo que busca Sapag en el electorado peronista con su fórmula propagandística ("Sapag con Perón"), es un arma de doble filo. En definitiva, quien desee votar por el candidato de Perón tendrá asociada en su boleta la fórmula provincial del Frejuli (Romero-Such), alianza que puede hacer perder muchos votos a los turcos.
En Neuquén mismo fue donde la movilidad de la gira rozó los momentos más dramáticos. Cuando el DC-6 que se había alquilado para volar por otras seis provincias fue también eliminado de carrera por una nueva disposición oficial, la comitiva política y los periodistas que la acompañaban se acomodaron en un modesto ómnibus de la compañía Ko-Ko, y en 9 horas de travesía, saturada de calor y polvo, llegaron a Santa Rosa. La noche anterior a la partida, Cámpora —en un gesto que repitió permanentemente— dedicó su tiempo a conversar con la juventud peronista pampeana. Allí corrieron los nombres y acciones de dirigentes desplazados y vigentes del peronismo, caracterizados por el juicio ortodoxo del delegado de Perón. Ya para entonces, la efervescencia juvenil ponía en primera fila los estribillos y consignas combativas: "FAR y Montoneros son nuestros compañeros" y "Perón, Evita, la patria socialista", fueron los preferidos. Junto a "Cámpora al gobierno, Perón al poder", los favoritos de la gira. También nació junto a Cámpora el calificativo de Tío. El candidato a la presidencia lo aceptó de buena gana, en Mendoza, cuando comenzó a popularizarse de manera definitiva. Allí, en una provincia donde la fórmula peronista es decididamente combativa (Alberto Martínez Baca es calificado de "candidato de la juventud"), fue donde las propuestas duras asomaron con más vigor, Unas 15 mil personas respaldaron vigorosamente a Martínez Baca, al dirigente juvenil local Jorge Svercek y al socialista Alberto Lázara. En cambio, no tuvo buena suerte el desarrollista autóctono Rodolfo Calvo. Al revés del hombre de Frondizi en la gira —el periodista Isidro Odena—, que evitó en sus discursos ingresar en el terreno irritativo de las propuestas frondicistas, Calvo transitó los mares de "la entelequia desarrollista" y salió malparado.
Por el contrario, el miércoles 25 —en el estadio de la Asociación Mendocina de Box— asomó como orador de masas Juan Manuel Abal Medina. El secretario general del Movimiento Peronista fue requerido por la multitud para que hablara, un episodio que se repetiría en cada uno de los actos en que se hiciera presente. Allí definió un programa: "Queremos el poder para liberar a la patria del imperialismo y quebrar el capitalismo que oprime a los trabajadores". Por otra parte, fue rotundo al exponer su negativa al pacto de garantías: "El único compromiso que tenemos es con la sangre de nuestros mártires, que nunca será negociada". Empero, el clima combativo de los actos hay que explicarlo como resultado de la agitación de las bases provincianas, nacida en experiencias como las del choconazo, el mendozaso y el malarguaso.
También, ciertamente, por la euforia a que fueron arrastrados los oradores frentistas. La Juventud Peronista, representada en la comitiva por Roberto Ahumada, fijó su posición "revolucionaria", pero no cargó provocativamente las tintas. El propio Ahumada remarcó en sus discursos el objetivo de "Patria socialista" de la JP, revalorizó el programa leído por Cámpora en el hotel Crillón y dibujó, de este modo, su propio perfil frente al desarrollismo y otros sectores conexos del Frejuli. Sosteniendo esta posición, la JP no se adelantó sin embargo a Cámpora, sino que por el contrario lo apoyó en el curso de toda la travesía frentista.
Tanta fuerza como en la peregrinación por Mendoza alcanzó la visita a los pagos de Leopoldo Bravo, el hombre que respalda a Ezequiel Martínez en la Alianza Republicana Federal. En una imponente demostración de fuerza, Eloy Camus, aquel hombre que intercediera ante Perón por Jorge Paladino y hoy acata la verticalidad, fue el orador central de un acto con concurrencia superior a los 15 mil asistentes. El propio Camus, un moderado en el peronismo, saludó "a los montoneros", al comenzar su discurso, ante un auditorio donde los chacareros y campesinos integraban la masa adicta.
Vicente Solano Lima logró, por su parte, aventar las brumas que pesaban por su origen conservador. Más aún, una corriente de simpatía lo rodeó en cada acto, tendencia que creció cuando Lima explicó los fundamentos de la vigencia de la guerrilla: "La violencia está vigente en la Argentina por la fuerza sin razón —explicó el sábado 27 en San Nicolás— que se impone desde el Estado".
En San Luis la comitiva frentista, que se desplazaba ya en las cinco avionetas alquiladas, tuvo que aterrizar en Villa Reynolds —la base más poderosa de la Fuerza Aérea, apostadero de los Douglas A-4B—, luego de una primera disposición que había orientado a las avionetas frentistas al Aero Club local.
Allí, bajo una fuerte custodia, desembarcaron los hombres del Frente Justicialista. Hicieron un acto en Villa Mercedes y se retiraron rodeados por el mismo cerco, en esta ocasión desafiado por dos estentóreos vivas a Perón y los montoneros.
El candidato frentista padeció durante casi toda la travesía una fuerte afonía que se agravó con los discursos. Su línea expositiva fundamental recorrió el camino de la recordación del regreso de Perón, la apelación a la lealtad y la convocatoria a producir —bajo la condición de "no negociar la sangre de nuestros mártires"—, "el 11 de marzo, el gran argentinazo".
Sobre el final de la gira algunos comentaristas políticos, radicados en un matutino porteño, señalaron la existencia de diferencias entre Cámpora y Abal Medina respecto a los comicios. Junto a esa especulación se comenzó a aludir insistentemente a la cinta magnética que trae José Ignacio Rucci, desde Madrid. Resulta difícil concebir un ataque a la juventud o al propio secretario general en esta instancia táctica. Por otro lado, las relaciones entre Abal Medina y la cúpula metalúrgica no parecían ser malas: el martes 30, Lorenzo Miguel almorzaba con aquél en su domicilio en reafirmación de "lealtad a la conducción táctica".

*.*.*.*

ACTA INSTITUCIONAL
Los radicales dicen que no
El miércoles 24 los rumores sobre un "pacto de garantías" —que Ricardo Balbín había declarado inexistente y negado de antemano— dejaron de oírse. La declaración de cinco puntos de la Junta de Comandantes de las Fuerzas Armadas reveló, lisa y llanamente, cuáles eran los tópicos que el futuro gobierno constitucional deberá respetar para no provocar el disenso de los militares.
Superada la crisis que el regreso de Lanusse provocó —y que hizo pernoctar a los asesores presidenciales más cercanos en sus despachos—, el pacto de garantías pareció esfumarse como instrumento bilateral, como prenda política entre el gobierno y los partidos. Cuando las reuniones de mandos se sucedían, Miguel Szelagowski, subsecretario general del Ministerio del Interior, no vaciló en afirmar ante el periodismo que el proceso se afirmaba, para el gobierno, en el consenso electoral de los partidos. Por un instante, el pensamiento de la cartera política coincidió con la tesis de la UCR; y muchos estiman, aún, que Arturo Mor Roig no cree en la oportunidad de los mecanismos aseguradores. Pero los hechos marcaron un camino distinto.
Las frases finales del documento leído por Edgardo Sajón describieron los nuevos cauces institucionales de las garantías; la Junta resolvió dotar a los cinco puntos "de la instrumentación legal más acorde con los puntos que se persiguen, tarea que ha sido encomendada a los organismos pertinentes." El gobierno planearía, entonces, una nueva acta constitucional, que incorpore las condiciones castrenses al cuerpo legal que regirá los actos del próximo gobierno. Para los radicales, un documento como éste implica una verdadera "promesa de conductas" de las Fuerzas Armadas en caso de violación de su contenido; y el retorno a la normalidad significa, ni más ni menos, descartar la intervención castrense.
El sábado 27, en pleno barrio de Palermo, un equipo de dirigentes intermedios de la UCR repitió a un grupo de jefes militares las razones de la resistencia radical; se insistió en que una larga cuota de concesiones ha sido abonada por el partido, que ya no puede ceder más. De hacerlo, no sólo violaría sus enunciados básicos sino que pondría en peligro su imagen electoral y el mismísimo equilibrio de su arquitectura interna. En resumen: el radicalismo se convertiría en el partido "oficialista", y la transacción alejaría para siempre a los sectores más progresistas. Dicho claramente: a las
huestes alfonsinistas. Por consiguiente, la respuesta es "no".
El acta de garantías sería una rémora constitucional inaceptable para la UCR, que desconocería su sanción. Los efectos se explican solos: para los radicales, el instrumento "no existirá"; por lo tanto, ningún procedimiento se necesitaría para su derogación, como podría ser en el caso de las enmiendas constitucionales anteriores.
A su regreso de Catamarca, el lunes 29, Balbín, de excelente humor, eludió la cuestión: "Esperemos la institucionalización y después veremos", afirmó. Sin la seguridad palmaria del proyecto oficial, era evidente que el líder radical ahorraba las durezas. "Para nosotros, ejercer el gobierno es tener los tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial", arguyó de inmediato. La simplificación está llena de contenido; para un radical, el poder, en las repúblicas democráticas, es nada más que esa suma. Pero es el único.
A menos de cuarenta días del 11 de marzo, el radicalismo perfila nítidamente su intransigencia, quizás por contraste con las circunstancias políticas. Su campaña se apega al programa, y las palabras duras critican sólo el pasado inmediato. Balbín no descarta los peligros, ni los "torcimientos del rumbo": para el candidato radical, todo se debe lograr "sin perder la batalla de la democracia representativa".
___________
Raúl Alfonsín: "Ciertas absurdas pretensiones"
Durante el caluroso y seminublado domingo 28, Raúl Alfonsín atendió las repetidas muestras de entusiasmo de los jóvenes militantes de la tendencia universitaria Franja Morada; a orillas de la laguna, en el náutico escenario del Club de Regatas de Chascomús, el caudillo departió durante horas con los delegados estudiantiles, mientras una gran parrilla proporcionaba asado criollo y las damajuanas de vino tinto pasaban de mano en mano. Allí, cuando las guitarras preludiaban aires criollos, Panorama entrevistó a Alfonsín. Continúa un breve resumen de lo conversado.
—¿Qué piensa de los nuevos hechos producidos por el gobierno? En especial: ¿cuál es su opinión sobre los cinco puntos enunciados sobre la marcha del proceso por la Junta de Comandantes en Jefe?
—Creo que este proceso ha sido arrancado por el pueblo, y que éste es el que está definiendo en mayor medida las reglas del juego. Con respecto a lo que pueda provenir del sector oficial, las intenciones que puedan tenerse dependen de la capacidad que tenga para lograrlas. Por otra parte, el meridiano político del país no pasa por algunas líneas, que señalan ciertas absurdas pretensiones, como "la inamovilidad de los jueces", sino por la necesidad de la liberación nacional, que alejará definitivamente la dependencia externa y afirmará la ansiada cohesión interna. Será el pueblo quien definirá el país del futuro.
—Con respecto al tema específico de la futura composición del Poder Judicial, ¿cuál será la actitud del radicalismo?
—Pienso que hay una pretensión de preservar los fueros especiales. El radicalismo terminará irrevocablemente con un sistema que aleja al pueblo de sus jueces naturales.
—Durante ciertos actos partidarios se han vertido manifestaciones y entonado estribillos que muchos han calificado de agresivos: ¿qué opina de este hecho?
—Opino que todos debemos mostrar la madurez necesaria para evitar divisiones falsas del pueblo, que, unido, logrará derrocar a los intereses que han provocado el estancamiento político y social de la Argentina.
—Se entiende que, si los justicialistas y radicales logran, en conjunto, el 66 por ciento de los sufragios del 11 de marzo, la contienda se resolverá entre ellos, y que podría tener lugar un proceso de polarización electoral ¿Qué efectos, favorables o desfavorables, tendría este hecho sobre la política nacional?
—Nosotros aspiramos a que este sistema electoral no intrigue contra la unidad del pueblo; creemos, además, que el radicalismo puede conseguir votos de la izquierda, porque su programa da todo lo necesario para el despegue argentino, que terminará con los "delitos ideológicos" y hará posible la expresión de todos los sectores.
PANORAMA, FEBRERO 19, 1973

Ir Arriba