El domingo 1º de abril
tres poblaciones de la provincia de Neuquén
vivieron una jornada insólita. Ese día toda la
atención de los partidos políticos convergió sobre
los pequeños villorrios de Barrancas, La Ciénaga y
Cerro del León. Es que en esos apartados parajes
volvieron a votar los inscriptos para la consulta
del 11 de marzo. Un hecho singular: en el ámbito
de la provincia la elección quedó incompleta al
anularse —precisamente— las tres mesas
correspondientes a aquellas localidades.
Imprecisiones formales de las autoridades de mesa
obligaron a la Junta Electoral a una nueva
—complementaria— convocatoria a las urnas.
Enclavado en una agreste zona, el pueblo de
Barrancas concitó el mayor despliegue de las
legiones partidarias. El resultado habría de
definir si el Movimiento Popular Neuquino
alcanzaba o no los votos necesarios para evitar
una segunda vuelta. Para testimoniar los
pormenores de la puja —un chisporroteo político y
folklórico— el redactor Daniel Pliner y el
fotógrafo Mario Paganetti peregrinaron hasta
Barrancas y regresaron cuando ya se conocía el
resultado: habrá ballotage.
Alejado de todo signo
de civilización, a más de 500 kilómetros de la
ciudad de Neuquén, y enclavado en la zona
precordillerana justo sobre el límite con Mendoza,
el pueblo de Barrancas —alcanzó esa ansiada
categoría el 5 de agosto del año pasado— se
convirtió la semana pasada en el centro de
atención de toda la provincia. Adustos, temerosos,
tozuda y dignamente empeñados en sobrevivir en un
medio francamente hostil, de rostros agrietados y
torvas miradas que denuncian inequívocos ancestros
indígenas, sus postergados habitantes se
erigieron, el domingo 1º de abril, en árbitros del
futuro político del importante estado.
Es que los 293 votos
que allí estaban en juego pesaban decisivamente en
el resultado final de los comicios del 11 de
marzo: por una parte, en Barrancas se decidía si
habría o no segunda vuelta —la fórmula Sapag-Del
Vas, del Movimiento Popular Neuquino (MPN),
alcanzaría el anhelado 50 por ciento con sólo
acumular 73 sufragios más que en la elección
anterior—; por otro lado, la Unión Cívica Radical
—había triunfado anteriormente con 131 votos,
contra 56 del MPN— debía obtener el apoyo de
apenas tres nuevos electores para aspirar a tener
representación en la Cámara de Diputados
provincial.
El Frejuli, la tercera
fuerza en pugna, sin nada que perder aquí,
resolvió dejar de lado antiguas diferencias y aunó
esfuerzos con la UCR, guiado por un único
objetivo: evitar por todos les medios que las
huestes sapagistas se alzaran con la gobernación
en la primera vuelta. La especial situación
creada, prácticamente inédita en la historia
política del país, decidió a Siete Días a
movilizar hasta ese lejano Oeste a un fotógrafo y
un redactor; tras severas peripecias, consiguieron
arribar a ese rústico paraje neuquino un día antes
de la elección. Más allá de las implicancias
políticas del evento, el informe que se transcribe
a continuación pretende reflejar el clima de
conmoción y las pintorescas alteraciones que
sufrió Barrancas ese día, sin duda el más
trascendental de su resignada existencia.
LA POBLACION FANTASMA
Si por un momento se
deja de lado la confortable hostería del Automóvil
Club —una suerte de oasis en medio de la
desolación patagónica— el destacamento policial,
el edificio de la escuela y el almacén de ramos
generales, Barrancas queda apenas reducida a una
veintena de miserables casuchas, caprichosamente
diseminadas a lo largo de tres o cuatro manzanas.
De acuerdo al último censo realizado, su población
alcanza a 469 habitantes; claro que para poder
dialogar con ellos es necesario llegar hasta allí
durante los meses de invierno: con los primeros
calores, los barranqueños, obligadamente nómades
por la falta de fuentes de trabajo, abandonan el
paraje para subir a la cordillera en busca de
mejores pastos para las chivas, su único medio de
sustento.
"Nosotros no nos
quejamos —aseguró Carmen Pérez (64), una nativa
que bajó desde la montaña para votar—; vivimos
bien: mi marido siembra y cría los animales, los
hijos grandes se han ido a trabajar afuera. A
veces no los vemos durante meses. . . pero una se
acostumbra. Yo hago los trabajos de la casa y,
cuando queda tiempo libre, tejo algunas mantas;
pero ahora no las pagan como antes: una manta me
lleva quince días, apurándome, y apenas si saco 25
mil pesos. Pero no nos quejamos. . ."
Fieles a las antiguas
tradiciones araucanas, los varones barranqueños
permanecen en la cordillera hasta bien entrado el
mes de abril. Entonces emprenden el arduo descenso
hacia el pueblo, donde pasan el resto del año
entregados a costumbres que en nada difieren de
las del resto de los moradores del Norte neuquino:
"En ese sentido se parecen a los gitanos —explicó
a Siete Días Raúl Verasain, un joven cordobés,
maestro en Barrancas durante ocho meses—; el
hombre es el rey de la casa, la mujer se dedica a
atenderlo, y los chicos son accidentes. Si hay una
fiesta, el hombre se chupa y la mujer toca la
guitarra para divertirlo. A veces se emborrachan,
pelean un poco y gritan, pero son absolutamente
pacíficos".
Por lo general, es
difícil que los habitantes del lugar manejen
dinero en efectivo: víctimas ingenuas de ciertos
inescrupulosos comerciantes, cambian sus cueros,
carnes y lana por las mercaderías que habrán de
consumir durante el invierno. Muchos de ellos
cobran sus salarios en bonos que luego canjean, en
condiciones obviamente desfavorables: "No tenemos
más remedio que caer en sus manos —se lamentó un
poblador que prefirió no identificarse—, son los
únicos que quieren comprar lo que producimos y hay
que vender al precio que nos imponen".
Una circunstancias que
da nacimiento a uno de los más influyentes
personajes de la región: el dueño del almacén. En
el caso de Barrancas, ese rol le cabe a Elem
Merusf Elem (47, cuatro hijos), sin duda la
persona que mayor predicamento tiene entre los
pobladores y, por rara coincidencia, el caudillo
radical de la zona. Algo que sirve para explicar
por qué Barrancas fue uno de las dos únicas
localidades de toda la provincia donde la UCR se
alzó con
el triunfo: "Elem
—acusó un vocero sapagista— es quien les fía
mercaderías en las malas épocas. Per lo tanto, es
evidente que nadie tiene interés en enemistarse
con él".
AHI VIENEN LOS
POLITICOS
Las singulares
características de tan particular escenario
obligaron a los partidos políticos a montar
fantásticos operativos tendientes a conseguir la
mayor afluencia posible de electores. Un sufragio
podía decidir el comido y, por ende, se hacía
necesario localizar uno por uno a los votantes que
se hallaban en la montaña con sus animales y a
aquellos que, por distintas razones, se
encontraban en otros lugares, aunque mantenían su
domicilio en Barrancas. Tal fue el celo puesto en
este sentido que el MPN llegó a fletar un avión a
Río Turbio -Santa Cruz- para trasladar hasta la
mesa electoral a un único votante.
La mañana del sábado,
un desvencijado colectivo partió desde la sede del
MPN en la ciudad de Neuquén; el propio Felipe
Sapag, candidato a gobernador, estrechó la mano de
una docena de votantes: con sus hijos a cuestas,
ellos se animaron a transitar los 500 kilómetros
de ripio que median hasta Barrancas: "La gente se
presentó espontáneamente —aclaró—, previendo
posibles suspicacias, Ester Cabrera (23),
militante del Movimiento— porque sabían que nos
hacían falta votos. Nosotros no salimos a buscar a
nadie".
Sea como sea, lo
cierto es que el domingo 1º los habitantes del
oculto caserío cordillerano apenas si podían
reconocer a su pueblo: decenas de automóviles,
procedentes desde todos los rincones de la región,
habían arribado a Barrancas portando electores, y
hasta llegó un momento en que hubo en el lugar más
forasteros que nativos. "La verdad —reconoció un
temeroso anciano que rogó a Siete Días que su
nombre no fuera publicado— es que estos políticos
han puesto al pueblo patas para arriba. No vemos
la hora de que todo termine y se vuelvan a su
casa".
Obviamente, abundaron
las acusaciones de todo calibre: "Ayer —denunció
Miguel Ángel Tierno, delegado de la Juventud
Peronista en Neuquén, llegado a Barrancas para
apoyar a las huestes del radical Elem—, los del
MPN cortaron con una topadora un camino por el que
debían transitar electores que traíamos desde la
montaña. Afortunadamente preveíamos que esto
ocurriría y teníamos caballos preparados para que
la gente pudiera superar el obstáculo. Han
ofrecido plata a los votantes, han emborrachado
gente para robarles las libretas. . . Esto parece
un país africano en el siglo pasado".
Desde la trinchera
opuesta, las acusaciones no eran menos graves:
"Esta mañana —manifestó Jorge Centeno (37), líder
sapagista de la zona—, dos compañeros nuestros que
iban a Huaraco a buscar electores, fueron
interceptados por un grupo de personas que, con
armas largas, los obligaron a replegarse.
Radicamos la denuncia y tres de ellos fueron
detenidos. El resto huyó en una camioneta que,
curiosamente, fue vista más tarde en la casa de
Elem". En rigor de verdad, Siete Días sólo pudo
comprobar la existencia de los tres detenidos: la
negativa a dialogar del comisario inspector
Eduardo Casal —encargado de velar por la seguridad
del comicio— impidió precisar las circunstancias
en que se produjeron dichas detenciones.
Las invectivas no
terminaron allí: "Sapag y Del Vas en persona
—expresó Merusf Elem— me ofrecieron la Intendencia
de Barrancas, coches cero kilómetro, dinero y todo
lo que se pueda imaginar. Pretendían que nosotros
le votáramos la lista de gobernador y ellos nos
apoyaban votando nuestra Lista de diputados". El
día anterior, en la localidad de Chos Malal, a 140
kilómetros de Barrancas, Elías Sapag, presidente
del MPN y senador nacional electo, ya había salido
al paso de tales acusaciones: "Es una andaluzada
—se encrespó—; cuando se va a perder, cualquier
justificativo es bueno, y no tenga ninguna duda
que mañana los radicales van a perder".
Naturalmente, no todos
los cargos que se imputaban los sectores en pugna
revestían total seriedad. Así, por ejemplo, la
única objeción que puso el MPN a la designación
del radical Tato Ortiz como fiscal de la mesa, fue
que, poco tiempo antes, había estado preso por
robar una vaca. En el mismo sentido, el candidato
a vicegobernador por el Frejuli, Emiliano Such,
había sido severamente atacado porque, según
versiones de la misma fuente, alguna vez emitió un
cheque sin fondos. No faltaron, incluso, algunos
militantes sapagistas que embistieron contra un
candidato a senador por el Frente, a quien,
presuntamente, su mujer le era infiel.
ASADO CON ELECCIONES
La organización
establecida por ambos bandos no difería
mayormente. Una vez que los votantes arribaban a
Barrancas, eran inmediatamente trasladados al
cuartel general del grupo al que pertenecían. Los
radicales, junto al Frejuli, habían sentado sus
reales en la casa de Elem, apenas a dos cuadras
del sitio en el que se desarrollaba el comicio.
Los sapagistas, por su parte, tenían su centro de
operaciones a dos kilómetros del pueblo, en la
vieja casona de María Arin, una de las más
antiguas habitantes del lugar.
Sendos asados
aguardaban a los indiferentes correligionarios.
Por rara coincidencia, no se vio una botella de
vino sobre las mesas: "Es que éstos se creen que
nos vamos a mamar —supuso un joven que había
llegado desde Zapala para votar—, Y tienen miedo
que nos equivoquemos de boleta". Desde allí, los
votantes eran llevados hasta la mesa en vehículos
especialmente destinados a este fin. En una de las
esquinas del edificio de la escuela —allí
funcionaba la única urna— los automóviles
radicales depositaban a sus electores para que, en
grupos de cuatro o cinco, se trasladaran hasta la
mesa receptora. Tras una breve cola —los
dirigentes evitaron aglomeraciones en la entrada
para impedir que unos votantes, en contacto con
otros, cambiaran de parecer a último momento— los
barranqueños de la UCR abandonaban la escuela y
regresaban, en los mismos vehículos, hasta el
centro de concentración. En la esquina opuesta,
militantes del MPN realizaban con precisión
milimétrica el mismo operativo.
Superada esta etapa, y
de vuelta en el cuartel genera , varios eran los
atractivos que se ofrecían a los sacrificados
sufragantes. En la sede del MPN, dos vaquillonas y
veinte chivos pulcramente asados prometían saciar
su apetito. También en la casa de Elem, la
masticación se constituyó en la actividad que con
mayor fervor emprendieron los ciudadanos. Otra
posibilidad, no menos inquietante, era recibir el
saludo de Ángel Romero, candidato a gobernador por
el Frejuli, especialmente llegado a Barrancas para
la ocasión: "Quería estar presente —manifestó a
Siete Días— junto a la gente del radicalismo, que
está en una postura de solidaridad con nosotros.
Venimos darle una mano por si la necesitan" Por
último, y siempre en el área radical, quedaba una
opción casi obligada: quien se acercara hasta allí
no podía menos que detenerse a escuchar, entre
bocado y bocado, los estentóreos gritos que
profería María Elem, hermana del caudillo,
denunciando cómo los señores Monti y Besotti, del
MPN, habían tratado de comprarle su voto con
diversas clases de ofrecimientos.
Del lado sapagista, el
panorama era igualmente alentador. Pero, sin duda,
lo que mayor atención concitó fue el poderoso
radiotrasmisor con que Jorge Centeno informó a
Elías Sapag, establecido en Chos Malal las
alternativas del comicio. Según fuente frejulianas
no era lo único que transmitía: "Ayer —narró
Tierno— interceptamos una emisión en la que se
solicitaba a Sapag que mandara relevar al
comisario Casa porque no era del todo leal al MPN"
Ajenos a tales escaramuzas, los electores ya se
habían entregado entusiastamente a los sones de
una cueca que partía de la guitarra de Margarita
Aguilera, una anciana sapagista que se prestó para
animar la prolongada espera.
Indiferente al
bullicio, recostado en un rincón, Mateo Maturano
(70), el último indígena que queda en Barrancas,
rumiaba sus pesares: "Estas canas son tan blancas
porque he sufrido mucho, señor. Yo sé muy bien qué
es la vida. Y no crea que le voy a decir por quien
voté, o ¿usted se cree que porque soy indio, soy
un bendito? No, señor, yo sé que es la vida, yo he
pasado dos años en alta mar". Ocurre que, entre
los neuquinos que habitan esas desoladas regiones,
haber conocido el mar es por sí mismo, un símbolo
de prestigio. Onías Albornoz, un pequeño
barranqueño de 10 años, al ser interrogado por
Siete Días sobre este punto no dudó en responder:
"¿Cómo no voy a conocer el mar? Yo lo he visto en
El Chocón".
FIN DE FIESTA
"Compañeros —espetó
por un altoparlante el sapagista Jorge Centeno—,
estamos peleando voto a voto la elección y hay
posibilidades de ganarla". El mensaje no produjo
el más mínimo eco entre los votantes. "Les pido
que esperen un poco —continuó—; al terminar el
comicio comeremos otro asado y después los
llevaremos a sus casas". Ahora, las apagadas
miradas de los barranqueños adquirieron un extraño
brillo y la alegría volvió a reinar en el solar
ocupado por el MPN.
Cabe preguntarse,
claro está, cómo es posible que Centeno anunciara,
varias horas antes del cierre del comicio, la
forma en que éste se venía desarrollando. Un
rápido paseo por la mesa ofreció instantánea
respuesta. Bastaba pararse frente a la escuela:
según para el lado que salieran caminando los
votantes, y de acuerdo al vehículo al que
ascendían tras emitir el sufragio, era posible
determinar por qué lista había optado. Sabedores
de esta circunstancia, los militantes de ambos
bandos, parados en cada una de las esquinas
podían, de este modo, llevar un anticipo bastante
aproximado del escrutinio.
No es de extrañar,
pues, que una hora antes del cierre de la mesa,
tanto los radicales como los sapagistas ya
conocieran, con un mínimo error, el que en
definitiva sería el resultado final. Mientras esto
ocurría, comenzaban a llegar a Barrancas los
resultados de las dos mesas que funcionaron en
Cerro del León y La Ciénaga. En la primera
localidad, sobre 36 electores habían votado 34 y
todos lo habían hecho antes del mediodía.
Veinticinco de esos votos correspondieron al MPN y
los nueve restantes al Frejuli. En La Ciénaga, la
diferencia había sido mayor: 53 para los
sapagistas y 15 para el Frente. De esta manera, el
MPN había conseguido aumentar su caudal anterior
en 27 votos. Sólo restaba aguardar los resultados
de Barrancas.
En medio de un clima
de tenso nerviosismo, circuló una versión según la
cual el teniente primero Traverso, del Décimo
Regimiento de Infantería de Montaña con asiento en
Covunco —quien junto con quince de sus hombres se
encargó de controlar la seguridad durante la
jornada electoral—, había mandado a pedir
refuerzos previendo que pudieran ocurrir
enfrentamientos entre los partidarios de los dos
bandos en pugna. Nada de eso sucedió. Un nuevo
equívoco habría de suscitarse al conocerse los
resultados definitivos. Por un error, les
radicales aparecieron con 153 votos —en realidad
habían obtenido 143—: las huestes de Elem Merusf
Elem dieron rienda suelta a su alegría, habían
obtenido representación en la Cámara y eso había
que festejarlo.
Las noticias
posteriores cayeron como un balde de agua fría
sobre la ciudadela radical, ya que por sólo dos
votos no habían conseguido alcanzar el 8 por
ciento necesario para restarle dos diputados al
MPN. Este, por su parte, mejorando en 8 sufragios
su performance anterior, había alcanzado 64 votos;
un resultado que no bastaba, sin embargo, para
evitar la segunda vuelta. El Frejuli apenas si
alcanzó 4 votos, aunque conviene recordar que la
consigna partidaria fue, en este caso, votar las
listas de la UCR. En rigor de verdad, y pese a ser
el menos votado, fue el auténtico beneficiario de
las mesas complementarias: de acuerdo a las
especulaciones de sus dirigentes, la campaña
previa al ballotage (en el que competirán el MPN y
el Frejuli) contará con la presencia en Neuquén de
Cámpora y Abal Medina; algo que, a su juicio,
puede revertir los resultados anteriores.
Más allá de tales
cálculos, y cuando ya caía la noche del domingo,
los estoicos votantes ascendían a los automóviles
para emprender el camino de regreso. Uno de ellos,
el más escéptico, alcanzó a deslizar este breve
comentario: "Dicen que somos brutos porque nos
compran el voto por un asado. Y la verdad es que
para nosotros todo es lo mismo. Gane quien gane,
volveremos a caer en el olvido."
Revista Siete Días
Ilustrados
09.04.1973
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