Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Elena Sedova
Desnudar al desnudo

Una austríaca de 19 años es la protagonista del segundo film de Juan José Jusid. Los comentarios sobre su desnudo en una escena provocó su reacción: "Lo que se haga por arte está más allá del bien y del mal"
SEMANA trata de desnudar al desnudo

Cuando uno la ve correr por entre los árboles buscando el gesto, la intención, la gracia, piensa que es imposible materializar el pensamiento por medio de líneas, de signos aparentes y durables. Decir o escribir que es alta y rubia, que sus medidas son 90-67-92, que sus ojos entornados miran sin piedad mientras sus palabras siguen el ritmo de sus gestos (la mano pasando y repasando la cabellera desteñida, la nariz frunciéndose luego de cada frase, el aliento preso en su boca para poder sorprender, el inasible reflejo de la pregunta en su rostro) es estar diciendo poco de Elena Sedova. Porque esta muchacha austríaca de diecinueve años, que lo único que sabe de la vida es ser feliz, es un temblor, una simple vibración, una fuga. Su gesto travieso tiene mucho de aquella chica austríaca que, hace algunos años, corría entre cabras y perros por los senderos de Vocklabrück, un pueblito de los Alpes, próximo a Salzburgo, o de aquella otra que, más tarde, enloquecía en el colegio a las monjas argentinas con sus travesuras y con las ganas de ser actriz como su madre. Esa madre que, todas las noches, le contaba cuentos rusos para que se durmiera: "Era una vez una sirena que vivía en el fondo del mar, pero que un día decidió llegar hasta la superficie: allí conoció a un apuesto joven y se enamoró; cuando él quiso besarla, ella le pidió que entrara en el agua: el enamorado fue detrás de su deseo y se ahogó... pero se ahogó bien porque lo hizo por amor."
El recuerdo del cuento todavía la emociona y comienza a hablar en ruso o en yugoslavo o en inglés o en alemán para contagiar su sensación:
—Cuando mi madre me lo contó, lloré. Sentí la misma emoción que cuando, por primera vez, pisé un escenario. Tenía ocho años y era muy tímida. Creo que fue entonces cuando descubrí mi verdadera vocación, junto a mamá hice Chejov, Dostotevski, Goncharov...
Está sentada en un banco de plaza Francia. A su alrededor, cuatro o cinco hombres empinan una botella de vino (Estamos tomando algo calentito, se disculpan). Ella se ríe con ganas y deja ver sus dientes parejos, brillantes.
—Mi madre fue fundadora del Teatro Ruso en la Argentina. Es una francesa petisita, gorda y dulce que ama lo que hace con verdadera devoción.
Fue el concurso para la elección de la Chica Cinzano Oro lo que, a los diecisiete años, la dejó libre de pintar pañuelos de nylon ("Ganaba veintidós pesos por cada uno") y le dio la oportunidad de entrar en la selección de caras para la tapa de una revista.
—Sólo cuando recibí la propuesta de Delta Film pana hacer una película de Pepsi International largué el ingreso a kinesiología. De los estudios de Delta salí con un slogan: "la chica de la cara propia" (porque no me maquillaba ni sabía nada de pestañas postizas ni de nada postizo).
Luego, las agencias de publicidad fueron las sucursales de su ascenso: los productos cobraban vida junto a ella.
—A los trece años encontré a mi príncipe azul: era alto, rubio, de ojos azules. A los dieciséis no tropecé con un príncipe sino con un hombre. Desde hace tres años estoy pendiente de él, aunque estudie física nuclear.
Un film para Dolca la vinculó al director Juan José Jusid. Desde ese día fueron muchas las veces en que se la vio a Elena en las oficinas del director de Tute cabrero.
—Un día me anunció que estaba escribiendo otro libro. Inmediatamente le pedí un papel, pero me dijo que la chica que él buscaba era muy distinta de mí. Más tarde, sin embargo, me tomó una prueba. Y me eligió. Hasta ese momento habían pasado por el estudio más de sesenta actrices y modelos.
Hoy, La fidelidad —así se llama la película— está hecha. Dentro de poco tiempo Elena abrirá la puerta del estrellato: una Lolita agrandada, sádica, tierna, malvada y suave entrará por ella y mostrará su talento y su figura. Esa figura que Jusid, en una de las escenas, muestra desnuda. SEMANA también intenta desnudarla:
—¿Creés en la fidelidad?
—Sí, porque yo soy fiel.
—Para vos, ¿qué es la fidelidad?
—Confianza mutua. Es más fácil ser fiel que explicar de qué se trata.
—¿Qué pensás que pueden sentir los hombres cuando te vean desnuda?
—Ternura. No soy una mujer sexy.
—¿Y las mujeres?
—Lo mismo. E! personaje las va a conmover.
—¿Qué creés que sentían los que te veían filmar la escena?
—Responsabilidad. Cada uno estaba dedicado a su trabajo.
—¿Se puede ser natural sin ropas ante tanta gente vestida?
—Si se es una huerta actriz, sí. Ante las cámaras, me refiero ...
—¿Qué sentís ante un desanudo masculino?
—En cine jamás vi uno.
—Mientras filmabas, ¿te olvidabas que estabas desnuda?
—No. Quería mostrar lo mejor de ¡mí. Que las cámaras estuvieran a mi favor, que no me traicionaran.
—¿Es la primera vez que pasás por esta prueba?
—Tuve otras oportunidades, pero las rechacé. Sólo lo que se haga por arte está más allá del bien y del mal.
—¿Qué pensás de las relaciones prematrimoniales?
—Que son necesarias para que la pareja se entienda y más tarde forme un buen hogar.
—¿Ser modelo es ser algo?
—Es ser algo y alguien.
—¿Qué tipo de hombre te gusta?
—El de Rock Hudson.
—¿Tu novio se parece a él?
—Sólo en la estatura.
—¿Cómo pensás que reaccionarán los amigos de tu novio cuando te vean en el film?
—Espero que lo feliciten.
—¿Qué es lo que más te gusta de vos?
—Mi optimismo.
—¿Y desde el punto de vista físico?
—No sé. Nunca me miro en el espejo. Para contestarte tengo que recurrir a la opinión de Los demás: mis ojos.
—¿Cuáles son los mandamientos que más respetás?
—Creer en Dios, no matar, no robar, no mentir.
—¿Qué pensás de la gente que busca los desnudos en el cine?
—No pienso nada. Sólo le doy un consejo: que antes de irlos a buscar al cine, los busque en la vida real. Es mucho más sano.
—¿Sos moralista?
—A mi manera.
—¿Qué significa "a mi manera'?
—¡A mi manera!
—¿Cuáles son tus aspiraciones?
—Casarme, tener hijos, cocinar, limpiar mi casa... y ser una excelente actriz. O año que viene voy a estudiar con Fesster o con Fernández o con Hedy Orilla o con Gené...
—Si tu novio no te hubiese dejado hacer el papel de La fidelidad, ¿qué hubiese pasado?
—Lo hubiera hecho.
—¿Cómo te definirías?
—Una chica sin muchos problemas. El ser humano no tiene problemas verdaderos. Los inventa. Yo nunca estoy triste.
Revista Semana Gráfica
3/7/1970

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